La Coal: relato breve sobre un lugar desapercibido
Memorias de la costa II
La revitalización [re-desarrollo] de los puertos, al igual que sucede con las playas y el litoral, constituye el acto colosal del olvido. —John R. Gillis (2012:171)
Los desapercibidos
Los asentamientos costeros tradicionales van desapareciendo rápidamente y algunos son de una fugacidad extraordinaria en la larga duración histórica. Otros pasan desapercibidos por estar en un recoveco del paisaje litoral donde muy pocas personas ponen la mirada. Ese es el caso de La Coal, una pequeña villa pesquera en el corazón de la zona portuaria de San Juan.Entre 2005 y 2006 un equipo de antropólogos, liderados por el colega David C. Griffith, nos dimos a la tarea de inventariar y (re)visitar todos los lugares asociados a la actividad pesquera (fisheries’ dependent communities) en todo el archipiélago. Para redactar este artículo consulté ese trabajo y me percaté que La Coal, en el muelle número 11 de San Juan, no fue visitada ni inventariada.
Lo mismo me sucedió en 1974 cuando realicé trabajo de campo etnográfico en el litoral por primera vez, bajo la tutela de Carlos Buitrago Ortiz. He releído esa monografía inicial y las notas de campo y no la encuentro. Sin embargo, en 1984 visité el lugar y pude tomar hacer algunas observaciones, entrevistas y tomar algunas notas sobre la actividad pesquera, la asociación de pescadores y las instalaciones que tenían. Era parte de un intento por documentar los asentamientos pesqueros de la Isleta de San Juan (El Puente, La Puntilla y La Coal) en un proyecto del programa Sea Grant de la UPR. Esas notas forman parte de mi intento aquí por describir, pensar e imaginar la historia de ese lugar. Debo admitir que hace unas semanas les visité para corroborar si todavía existían, dado el intenso proceso de revitalización de la bahía de San Juan que prometía una transformación arquitectónica del lugar para adecuarlos y armonizarlos con la estética de las estructuras portuarias y marítimas de ese proyecto.
La imaginación histórica en torno a La Coal
No sé, pero en estos tiempos, cada vez que miro los “datos” y escribo, me percato de lo difícil que es reconstruir una historia sobre la vida de una gente de las que solo tenemos migajas. Sobre ellos —aun con la “prestigiada” mirada etnográfica—, lo que tenemos (o tengo yo) son una impresiones difusas cargadas de subjetividades, las propias y de aquellas personas con las que dialogamos. Leo mis descripciones sobre La Coal y lo que aflora son unas descripciones cargadas de los prejuicios de la modernización, donde los adjetivos “moderno”, “desarrollado”, “poco caballaje” y “en mal estado” eran parte esencial de la narrativa. Entonces, mirar a los escasos documentos y tratar de reconstruir la vida de ese asentamiento es cuesta arriba y requiere de maroma, para decir algo que valga la pena sobre las vidas del litoral.
Las Zonas Polémicas
En el siglo XIX La Coal —conocida entonces como La Carbonera-era—, rumbo al este, parte del desarrollo y ampliación de las instalaciones portuarias en la zona extramuros, y la continuación del barrio o barriada de La Puntilla / La Marina, donde estaban ubicados los muelles y las casas comerciales. Toda esa zona se conoció como Puerta de Tierra y fue el lugar destinado a convertirse en “un caserío de negros pobres para los que no pueden pagar las rentas intramuros”. El iluminador trabajo de Aníbal Sepúlveda y Silvia Álvarez Curbelo, “De ‘Zona Polémica’ a barrio: Puerta de Tierra y el nacimiento de un espacio urbano en San Juan” revela algunas de las dinámicas que contribuyeron a la forja de esos asentamientos costeros.
La documentación del Archivo Militar de Madrid sobre Puerto Rico es muy rica sobre algunos de estos procesos, ya que la zona aledaña a la muralla era clasificada como “Zona Polémica” (ZP) que debía ser regulada para que su expansión urbana fuera ordenada y que no entrara en conflictos con los usos militares del cerco amurallado. La ZP coincidía con lo que clasificamos como “La Zona Marítimo Terrestre” y “La Zona Costanera”. La ZP número 1 era el Barrio Carbonera —como se le conocía en el siglo XIX— y el Paseo de la Alameda. Era una ocupación del litoral y el desarrollo urbano-portuario de la Capital.
Aníbal Sepúlveda (1989) ha estudiado minuciosamente el proceso de planificación y construcción de ese espacio del litoral, a fuerza de “rescatar” tierras de las zonas anegadas del manglar y rellenarlas para convertirlas en “tierra firme” donde pudo construirse la infraestructura vial y marítima para el desarrollo de la Capital, en el área extramuros. La secuencia de planos, mapas y proyectos es impresionante y es importante releer esas obras (sobre todo la de Sepúlveda) desde la óptica de la transformación del paisaje litoral. Uno de los retos consiste en rescatar la nano historia de las vidas de los tránsfugas de la costa. Sepúlveda reconoce que probablemente la ocupación y vivienda de esa gente no se registró en los hermosos planos y mapas de la época, por lo que fueron el objeto de la borradura y el olvido. Un censo de 1838 registraba en esa área fuera de la muralla, al este de La Puntilla, una población de 168 personas, en su mayoría negros o mulatos, toda “una comunidad suburbana de trabajadores pobres” (1989:22). Censos posteriores documentan tímidamente esos bohíos de familias sin título de propiedad en Puerta de Tierra, que pasaron desapercibidas en los mapas.
Amerita explorar en el futuro esos procesos en la documentación existente, pero podemos dar algunos trazos creativos sobre qué ocurrió. La ZP1 fue asediada constantemente por empresarios y pobladores de la ciudad que querían ubicar sus casas y negocios en esa área. Al hurgar los documentos nos encontramos con varias peticiones para construir casas, muelles y careneros en la zona. En 1882 algunos pobladores habían construido sin autorización unos 39 bohíos en la 1era línea de defensa que estimo era la ZP1. La construcción era variada e incluía cubierta o techado de tejamaní, paja, hierro, yagüas y materiales mixtos. Fue una importante ocupación del litoral que al parecer era una constante con la que el Estado tenía que bregar por todo el archipiélago, según sugiere la documentación examinada para otros lugares, como Mayagüez.
Todo ese litoral de Puerta de Tierra fue cubriéndose de viviendas de trabajadoras y trabajadores pobres del sector de manufactura de cigarros y cigarrillos que no encontraron espacio dentro de la ciudad o en los barracones o casas de vecindad de Puerta de Tierra (Quiles 2003). Arturo Bird Carmona (2008) ha documentado, usando varias fuentes, la expansión de esos arrabales a principios de siglo XX y su ubicación en el litoral de la Bahía de San Juan; una ocupación también descrita por José Pérez Losada en su novela de 1911 El manglar. Bird Carmona nos lleva de la mano a visitar esas barriadas de parejeros y desafiantes y su ocupación del manglar y su vida (la de ellos) acuática y precaria, así como su rico nomenclátor: El Laberinto, Hoyo Frío, Sal si Puedes, Palmarito, Gandulito, Venecia, Miranda y Vista Alegre.
Si extrapolamos lo que sabemos sobre Mayagüez Playa (técnicamente el barrio Marina Meridional) en el Libro de Novedades de La Policía, podemos intuir que cada uno de esos lugares tenía también una toponimia interna de calles y sectores cuya riqueza de nombres e inventiva hemos perdido para siempre.
No lo sé con certeza, pero intuyo que la construcción y operación de muelles, tinglados, almacenes y careneros requirió de una fuerza de trabajo diestra y no diestra que aprovechó los intersticios no usados para ubicar sus viviendas y posteriormente desarrollar estos asentamientos costeros. Carpinteros de ribera, calafates, pilotos de embarcaciones y lanchas y estibadores posiblemente eran parte del escenario laboral. Sabemos que mucha de la carga se trabajaba por medio del lanchaje que requería de estibadores, pilotos del embarcaciones y otro personal para trasladar la carga de los barcos a los almacenes. Hasta entrado el siglo XX, una buena parte de la carga, en específico los abonos, eran llevados en barcazas por el estuario (para pasar por debajo del puente de Martín Peña), pilotadas por la gente de mar.
Es muy probable que alguna de esta gente ya ocupaban esa zona desde principio del siglo XIX y eran mulatos que se dedicaban a descargar la mercancía (caleteros) que llegaba en los barcos o en las canoas y piraguas que cruzaban la bahía. Otros eran remeros en esas embarcaciones. Una diminuta mención en la obra de Sepúlveda así lo sugiere: “Algunos habitantes de este sector [1820] eran jornaleros que trabajaban con el ganado o en el sistema de transporte a través de la bahía… En otros expedientes… aparece que otras nueve personas pidieron permisos de construcción en 1929 y 1930” (1983:194).
Los careneros (instalación para varar y reparar embarcaciones) requirieron de obreros diestros en la reparación y mantenimiento de las embarcaciones, y para esa tarea estaban los calafates y los carpinteros. Esta gente de mar era también ducha en las artes de pesca y es por ello que cuando realizamos visitas etnográficas puntuales en los sitios de pesca de la Isleta en 1984 encontramos que muchos de los pescadores venían del sector portuario, dedicados a la descarga de provisiones y materiales. Habían sido estibadores y venían de una importante tradición laboral y sindical. Según se desprende de las negociaciones entre las partes en la Huelga de los Trabajadores de los Puertos de 1938, la pesca era una de las opciones y salidas económicas de los estibadores a los breves intersticios de tiempo muerto en las zonas de carga y descarga: cuando no habían suficientes barcos y carga para reclutar a todos los trabajadores inscritos en las listas de las uniones: “Subsistirán [sin barcos para descargar], desde luego, pero los hombres tendrían que irse a pescar para poder ganarse la vida. Están pescando cerca de ocho meses al año.”
La Coal en el gran esquema de las cosas
La Coal era el depósito de carbón mineral para los vapores en el siglo XIX (tecnología de navegación que llegó en 1840) y estaba justo al este de La Puerta de Santiago en la ciudad murada. La historia de su localización tiene varios hitos, veamos: “se ubicaron primero en La Puntilla y luego se trasladan a las márgenes del caño de San Antonio en Puerta de Tierra. La isla Mata Redonda fue ocupada por la sociedad mercantil Látimer y Compañía para ubicar en ella depósitos de carbón.”
La isla (conocida también como Látimer) albergó infraestructura portuaria y hasta un depósito de hielo, en el sector llamado La Carbonera, que estimo es hoy lo que se conoce como La Coal. La zona fue objetos de planes y acciones de relleno para solidificarla y ampliar la infraestructura. Varias operaciones portuarias se ubicaron allí, tales como muelles, depósitos de carbón (el muelle de Ignacio Zamorano en 1858), tinglados, almacenes y un aljibe. Por todo el litoral se propusieron y construyeron careneros para varar y reparar embarcaciones. Desde la Puerta de Santiago, hasta el final del Paseo de Puerta de Tierra (hoy Covadonga), se localizó una importante infraestructura marítima que añadía capacidad portuaria a la que ya se había desarrollado en La Puntilla.
En 1876 —de acuerdo al escrito consultado en la página de Internet sobre Puerta de Tierra— y ante la negativa de los militares de derribar las murallas, el ayuntamiento logró que se permitiera la construcción de edificios en mampostería. En 1881 las obras de adecuación y mejoras al puerto incluyeron el dragado de ciertas áreas y ese material fue a formar parte del relleno del área de la Isla Látimer (La Isla del Carbón). En 1898 ya esa área estaba rellenada, era parte del litoral (No se veía como un islote) y en los mapas se reconocía como el Barrio La Carbonera.
Hoy no hay islas o islotes reconocibles en el paisaje marino de la zona. La historia de la transformación de ese paisaje del litoral sur de la Isleta ha sido documentado en las fuentes que aquí cito (véase también a Seguinot Barbosa 1997 para una descripción de esos cambios) y amerita comparar su transformación con el mapa de Thomas O’Daly de 1776, para poder apreciar la manera en la que el sector privado alteró el ecosistema del manglar y los islotes en el siglo XIX.
Ese proceso transformó el humedal en tierra firme, terrenos que podían ocuparse con viviendas e instalaciones portuarias. La localización de los depósitos de carbón probablemente (según se desprende de la documentación examinada) estuvo en varios lugares de ese litoral sur, en el Caño San Antonio. El acceso a esa áreas fue facilitado en 1926 por un eje vial que luego se llamó la Avenida Manuel Fernández Juncos. De acuerdo al estudio consultado, es muy probable que el sector La Carbonera fuera nuevamente ocupado en la década de 1930 por la oleada migratoria de trabajadores desplazados de la altura y de otros sectores de la economía:
“Para el 1938 ya la punta al borde del canal [San Antonio] había sido nuevamente poblada por una multitud de casuchas. Esta pequeña comunidad tomó por nombre “La Coal”. En corto tiempo creció a un ritmo acelerado hasta ocupar toda el área donde estuvo la Waterman Steamship Co. y hoy (2007) el muelle 10… Desde principios de la década de los cuarenta, Puerto Rico concentró sus esfuerzos en la erradicación de arrabales y la renovación de vivienda de los menos afortunados… Los habitantes de La Coal fueron removidos de las márgenes del Canal San Antonio y estos optaron por movilizarse hacia la barriada Hoare y El Fanguito en el Caño Martin Peña. Solo un grupo de pescadores permanecieron en el lugar. Hoy al sector muchos lo conocen como La Coal” (Página de Internet sobre Puerta de Tierra).
Notas etnográficas sobre el relato del presidente de la Asociación de Pescadores de La Coal
En 1984 visité, como antropólogo, varias localidades dedicadas a la pesca en la Isleta. Allí entrevisté a pescadores y vendedores de pescado, información que está disponible para consulta en las notas de campo, en manuscrito. Es importante releerse y someterse a la autocrítica etnográfica, porque ese proceso no se detiene. Aquí reproduzco un segmento de esas notas para seguir en este esfuerzo por armar un relato sobre esa gente:
Esta asociación comenzó hace unos 7 años [circa 1977] con un grupo de personas que trabajaba en los muelles y que de paso se dedicaban a la pesca. La Autoridad [de Puertos] compró esos terrenos los cuales estaban habitados por una franja de arrabales. La gente se fue de allí, pero se quedaron los pescadores usando el acceso a la bahía y las casas que dejaron los antiguos habitantes del arrabal. La Autoridad de Puertos dio la oportunidad a los pescadores de quedarse allí si tenían una organización reconocida por el gobierno…[e] intentó averiguar las direcciones de los pescadores para desahuciarlos de las “casetas”. Entonces se organizó un grupo y fueron inmediatamente al Senado (senador Hernández Agosto) a explicarle sus problemas. Se hizo una investigación senatorial y se llegó a la conclusión de que aquí (en la Coal) se llevaban a cabo actividades pesqueras y así se logró que el Director de la Autoridad cediera los terrenos para “desarrollarnos como asociación pesquera ya que teníamos el área para esos propósitos; años más tarde se le comprobó y se organizó la Asociación #1 de San Juan”.
Comentarios sobre las notas y lo que sospechamos
Los pescadores de La Coal, al igual que sus contrapartes en todo el archipiélago en la década de los ochenta, eran grupos organizados para tajurear con los municipios y los políticos de turno, con la intención de mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. El gobierno, a través de la agencia CODREMAR quiso organizarlos en asociaciones para controlarlos y resultó que ese proceso empoderó a los pescadores y le ayudó a movilizarse políticamente para su beneficio. En San Juan luchaban por mantenerse en sus localidades (por ejemplo, en La Puntilla) o por conseguir un mejor lugar donde estar pues eran (y lo son) conscientes de que ocupaban terrenos de alto valor comercial y turístico. Su permanencia se ha debido al cabildeo y relaciones políticas (en el sentido más amplio de ese término) con la alcaldía de San Juan y los políticos y gestores de turno
La Coal y los pescadores que ocupaban la parte baja del Puente Dos Hermanos luchaban por un mejor sitio y se les prometió la Villa Pesquera de Hoare, que fue eventualmente construida y donde fueron a parar el puñado de pescadores de El Puente y de otras localidades. Hay que recordar que el sector Hoare era parte de la inmensa masa de arrabales de la bahía que lentamente fueron relocalizados a los residenciales públicos y a parcelas. El Puente debió ser el un pequeño segmento del arrabal que ocupaba la Laguna del Condado y que se resistió a la relocalización cuando esa área fue removida a la fuerza en 1953. La Coal quedó como un remanente de ese modo de ocupación del litoral que por alguna razón no se movió a la Villa Pesquera de Hoare cuando estuvieron disponibles esas instalaciones circa 1990.
Los pescadores de La Coal han vivido y viven en precario, que como plantea el colega Ricardo Pérez, es una constante en la vida de estos trabajadores del mar. Viven pendiendo de un hilo pues su modo de vida se desvanece a pesar de sus esfuerzos por prevalecer en un mundo que social y arquitectónicamente va transformándose. (Las antropólogos y los antropólogos siempre decimos —con profundo pesimismo— que la gente que estudiamos está en proceso de desaparecer y casi siempre, y por fortuna, nos hacen quedar mal.)
Al igual que otros asentamientos costeros donde la pesca es uno de sus rasgos sociales y culturales más importantes, la gente de La Coal ha esquivado la fuerza avasalladora del desarrollo urbano y económico, e inclusive la fuerza posmoderna de los gustos de los landlubbers que transforma a esos antiguos asentamientos de producción en espacios de lujo y de ocio, borrando una historia y un paisaje centenario.
El ambicioso proyecto del San Juan Waterfront también esquivó —en el principio— el peliagudo problema del desplazamiento social, la aniquilación del entorno y la elitización (aburguesamiento o gentrification) de ese punto diminutamente específico en las coordenadas costeras. Un puñado de noticias examinadas sugiere que la Autoridad de Puertos, desde la gobernación de Ánibal Acevedo Vilá, tuvo una gran ambivalencia en comunicarles sobre cuál era el plan, y al parecer mantuvo un discurso doble: los vamos a mudar a un sitio mejor, o los vamos a dejar aquí para que sean parte del atractivo turístico de la zona (sobre esto podemos tener una larga conversación sobre la transformación de “los otros” en objetos del deseo turístico, pero lo dejo para otra ocasión). El proyecto propuso transformar la villa pesquera para adecuarla a la estética arquitectónica de toda la revitalización del área. Para ello envió en el 2008 a estudiantes de Arquitectura de la UPR que hicieron los diseños y planos para remodelar el área y adecuarla a la sobriedad y estética de los edificios de la avenida y las insípidas instalaciones de los muelles de turismo que iban forjándose.
Cuando les visité en enero de 2019, noté que no había sucedido nada y que las promesas de una revitalización de su lugar se habían desvanecido. En algún momento, entre 1984 y 2019 (los hitos temporales de mis dos visitas), habían realizado algunas remodelaciones a las casetas y al muelle, si comparamos las fotos del mosaico que presento aquí, con las notas de campo y fotografías que proveo. Pero no había nada (y lo corroboró el encargado) de la promesa de transformación. Para ellos era evidente que era un paso adicional y firme para desahuciarlos: no hacer nada y dejar que se cayera la villa.
Una mirada etnográfica rápida, superficial, apresurada por demás (pero corroborada con otras fuentes) me sugiere que ya la pesca no es una actividad importante en el lugar. No observé artes de pesca en el muelle, no había nadie pescando, no tenían un sitio de expendio de pescado y las embarcaciones no tenían los aperos propios de la zona. Tal vez haya —literalmente— un puñado de pescadores. Pero… eso es parte de la dinámica de la última década, en la que el número de pescadores se ha reducido, sobre todo aquellos a tiempo completo. En La Coal no vi nada de la vida animada que antes había observado o de la que se vio en un reportaje sobre la visita de oficiales gubernamentales a principios de la década del 2000, para animar a los políticos de turno para que les apoyaran. Por todo el predio habían embarcaciones “de placer”, de pescadores recreativos y nautas que pagaban por dejarlas allí, el único ingreso constante de la asociación.
Por todo el archipiélago las y los pescadores van reduciendo su número y son escasos los jóvenes que se integran a esa actividad. Veo, con cierta nostalgia alimentada con los datos, como ese modo de vida va erosionándose ante las fuerzas del desarrollo y la “revitalización” de la costa para aumentar su rentabilidad y su atractivo a ciertos sectores de clase. En ese proceso, los lugares de pesca se resisten, manteniendo una forma de producción que se enfrenta al ocio y a la recreación como fundamentos de una nueva forma de vida y de economía.
Nota:
Este trabajo es parte del proyecto de investigación “De cara al mar”, subvencionado por el Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico. El autor es en estos momentos investigador afiliado del Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de UPR-Mayagüez y del Instituto de Estudios del Caribe (IEC) de la UPR en Río Piedras.
Referencias:
Archivo General Militar. Documentos de Puerto Rico. Serie: Correspondencia sobre Edificaciones Civiles. Indulto para 39 bohíos construidos sin autorización en las zonas polémicas del Frente Este de San Juan de Puerto Rico. 1882-1883. Código de Referencia: 5618.11
Archivo General de Puerto Rico. Correspondencia de los Gobernadores. Transcripción del Récord. Ante la Junta de Arbitraje. Huelga de los Estibadores, 1938.
Documentación de Puerto Rico en el Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejercito. Varios planos de San Juan.
Bird Carmona, Arturo. 2008. Parejeros y desafiantes: La comunidad tabaquera de Puerta de Tierra a principios del Siglo XX. San Juan: Ediciones Huracán.
Gillis, John R. 2012. The Human Shore: The Seacoasts in History. Chicago: The University of Chicago Press.
Griffith, David C., Carlos García Quijano y Manuel Valdés Pizzini. 2007. Entangled Communities: Socioeconomic Profiles of Fishers, their Communities and their Response to Marine Protective Measures in Puerto Rico (Volumes I, II & III). 2007. NOAA Technical Memorandum NMFS-SEFSC-556.
https://repository.library.noaa.gov/view/noaa/4395
Informe y entrevistas realizadas en La Coal. Manuel Valdés Pizzini. Julio de 1984.
https://antropikos.files.wordpress.com/2019/03/notas-etnogrc3a1ficas-de-la-coal-en-san-juan.pdf
Fontánez Aldea Richard. 2007. San Juan Waterfront: Evaluación Arqueológica Subacuática, Fase IA y IB. AMEC E&E Caribe, LLP. Informe sometido el 9 de noviembre de 2007. San Juan, Puerto Rico. https://archive.org/details/SANJUANWATERFRONTEvaluacinArqueollgicaSubacucticaFaseIAYIBNoviembre2007/page/n1
Museo Naval de Madrid. Mapa de la Plaza de San Juan de Puerto Rico. Thomas O’Daly, 1776.
Quiles Rodríguez, Edwin R. 2003. San Juan tras la fachada: Una mirada desde sus espacios ocultos (1508-1900). San Juan: Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Seguinot Barbosa, José. 1997. San Juan, Puerto Rico: la ciudad al margen de la bahía. Una visión geoecológica y jurídica. San Juan: Editorial Geo.
Sepúlveda Rivera, Aníbal.1989. San Juan: Historia ilustrada de su desarrollo urbano, 1508-1898. San Juan: Centro de Investigaciones CARIMAR.
Referencias electrónicas:
Nueva villa pesquera para Puerta de Tierra, 04/07/2008.
https://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/nota/nuevavillapesqueraparapuertadetierra-176735/
Muelles-La Coal. Página de Internet sobre Puerta de Tierra, con un extenso y bien documentado texto, redactado por el Dr. Richard Fontánez Aldea y sus colaboradores. Hay enlaces sobre la Villa Pesquera y una de mapas antiguos de la zona (Sin Fecha).
http://www.puertadetierra.info/sitios/coal/coal.htm
http://www.puertadetierra.info/sitios/coal/villa/villa.htm
http://www.puertadetierra.info/sitios/coal/mapas/mapas.htm
Pescadores exigen integración. Reportaje de WAPA TV, de “hace 11 años”.
https://www.wapa.tv/noticias/locales/pescadores-exigen-integracion_4158.html