La democracia vuelve a su casa
Quizás el triunfo de Syriza no sea un evento en el sentido que le confiere al término el filósofo francés Alain Badiou. Lo que sí sabemos es que tanto aliados como detractores lo han interpretado en los medios internacionales como un parteaguas; como un punto de inflexión cuyas consecuencias y reverberaciones resultan aun imprevisibles, pero cuya ruta está claramente delineada. Syriza, a cargo del ingeniero Alexis Tsipras, el primer ministro más joven en la historia moderna de su país y quien a los 16 años despuntó en la vida política del país como dirigente estudiantil, tiene en sus manos revertir el ominoso destino del 35% de la población griega sumida en la pobreza y la exclusión. No estamos hablando de la pobreza relativa en una sociedad de alto consumo, sino de esa versión grosera e inmisericorde que desnuda la vida y lleva a quien la padece a preguntarse qué tiene para comer y si tiene o no un lugar donde dormir. En poco menos de una década Grecia ha sufrido una contracción de 25% de su economía, en la que han llevado la peor parte los cientos de miles de familias que vieron sus salarios o pensiones reducirse dramáticamente. Esas reducciones fueron algunas de las medidas exigidas a los pasados gobiernos por la muy temida troika, compuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —de ingrata recordación en América Latina—, la Comisión Europea (CE) a cargo de velar por la banca europea tenedora del 81% de la deuda griega y el Banco Central Europeo (BCE), emisor del euro. La dramática reducción en las pensiones y salarios —el 40% de los salarios de aquellos empleados públicos que pasaron a la llamada «reserva», el 20% de las pensiones de €1,200 o más y al menos un 15% de los salarios de los demás trabajadores del Estado— fue acompañada por despidos masivos, el desmantelamiento de servicios básicos como el sistema sanitario y educativo y por un torpe programa de privatización. ¿Déjà vu, anyone? Este es el contexto institucional para la serie de decisiones inéditas que la población más pobre en Grecia tuviera que enfrentar cada día: ¿compramos algún ingrediente para la cena o pagamos la lumbre para prepararla?
Los hay más desafortunados que no han tenido que enfrentar decisiones como esta por mucho tiempo. A pesar de una moratoria a los desahucios aprobada en el 2009 si el inmueble en impago constituía la vivienda principal del dueño de la hipoteca y el valor de la propiedad no excedía los €200,000 (entre otras consideraciones), miles de personas fueron lanzadas a las calles sin cobijo, lumbre o cena. También, sin esperanza. Atenas, una ciudad de 700,000 habitantes en una área metropolitana de unos 4 millones ha visto crecer de año en año una verdadera legión de ciudadanos e inmigrantes sin techo. Cuantos atenienses han hecho de sus calles sus precarias casas, resulta muy difícil de calcular. La organización no gubernamental Klimakas estima que se trata de unas 20,000 personas. El servicio de noticias Euronews tituló el reportaje donde ofrece esta cifra con la pregunta What would Socrates think of homeless Greeks in caves today? (ver>>What would Socrates think of homeless Greeks in caves today?).
Todos conocemos el profundo amor de Sócrates por la ciudad que acunó a la filosofía y a la democracia, y con estas, las mejores posibilidades para que sus ciudadanos fueran felices y virtuosos. Sócrates estaría muy desconcertado por el estado de su recrecida polis y por las razones que llevan a sus más pobres habitantes a refugiarse en las cuevas cercanas a la Acrópolis. El escenario y sus mal habidas razones invita, como lo ha expresado Tsipras, a que la democracia vuelva a casa.
La magnitud del fenómeno de los sin techo, que en el 2013 se constituyó en una colectividad efímera que marchó, como tantos otros, en protesta por las insensatas medidas que anteponían el pago de la deuda a la vida misma, resultaba impensable en un país en que los lazos familiares solían amortiguar las caídas individuales. Sin embargo, la mejor cualidad de lo impensable es que no conoce sus propios limites. Y como la realidad cotidiana lleva empujando a buena parte de los griegos a lo nunca antes visto, fenómenos otrora excepcionales, como el abandono de niños, han dejado de serlo. Hay quienes no han podido con tanto dolor o simplemente se han negado a buscar entre la basura el desayuno. Grecia pasó de tener la tasa más baja de suicidios en toda Europa a sufrir la más alta. Desde el 2009, año que detonó la crisis, se registró un aumento del 45% en los suicidios, al menos dos diarios (ver>>L’austérité en Grèce : tous les chiffres).
Seguramente el espíritu de Dimitri Christoulas, el farmacéutico de 77 años que en abril del 2012 se quitó la vida pegándose un tiro en la sien en la Plaza Syntagma, frente al Parlamento Griego, danzaba anoche en otra plaza, la Plaza de la Universidad, al compás de las viejas canciones de la resistencia europea que entonaron los simpatizantes de Syriza. Narran los reporteros que un grupo de activistas italianos en Grecia para los últimos días de la campaña cantaba a viva voz la famosa Bella Ciao, uno de los himnos de los partigiani durante la Segunda Guerra Mundial. En su carta de despedida Christoulas había advertido que un día «los jóvenes sin porvenir colgarían a los traidores en la Plaza Syntagma, como hicieron con Mussolini en 1945 los italianos en la Plaza Loreto de Milán.» Por el momento su profecía se ha pospuesto.
II
Esos mismos jóvenes sin más porvenir que la emigración (nueve por ciento de los que culminan una licenciatura emigran) o el que la solidaridad interétnica e intergeneracional les impulse a construir, optaron por posponer el cinismo que de pensar que todas las opciones políticas son iguales y ratificar en las urnas el Plan de Tesálonica impulsado por Syriza. Este incluye:
1. Celebrar una conferencia europea que discuta los pormenores de la deuda.
2. Auditar la deuda de modo que se reduzca su caudal. Cuando la crisis comenzó en el 2009 la deuda griega superaba el 127% del PIB. Tras varios «rescates» de la Troika que suman a la deuda otros €240,000,000 millones de euros, el por ciento de la deuda ha aumentado a 176% del PIB (ver>>¿Por qué los mercados no se hundieron tras la victoria de la izquierda radical en Grecia?). Otro rescate más y Grecia zozobra en el Egeo por lo que queda de siglo.
3. Añadir en cualquier plan de pago una «cláusula de crecimiento económico» que condicione el repago a que la economía griega comience a crecer.
4. Un plan de reconstrucción nacional con un costo estimado en 12,000,000. (Como marco de comparación téngase en cuenta que los Juegos Olímpicos celebrados en Atenas hace una década costaron al gobierno heleno €9,000,000 millones de euros.)
Este plan propone, entre otras medidas:
- Electricidad gratuita y ayuda alimentaria para 300,000 hogares. Hoy hay 350,000 hogares desconectados del servicio eléctrico por no pagar el consumo.
- Asistencia médica y ayudas para el transporte de los desempleados. Treinta por ciento de la población carece de seguros de salud y depende de la beneficencia sanitaria privada.
- La restitución del decimotercer salario para aquellos en la escala salarial más baja.
- Revisión de los impuestos sobre calefacción y combustible. Algo así como un NO a la «crudita.»
5. Una reforma contributiva para aliviar la presión sobre la amenazada clase media y un nuevo impuesto a las propiedades de mayor valor.
6. Crear 300,000 puestos de trabajo, menos de una tercera parte de los que han desparecido tras la crisis.
7. Restaurar los derechos perdidos de los trabajadores por las medidas de
«flexibilización», por ejemplo, el derecho a la negociación colectiva de los salarios.
8. Profundizar el ejercicio de la democracia aumentando la participación ciudadana en consultas y añadiéndole, por consiguiente, capacidad de veto.
9. Recuperar la radio y la televisión pública (ERT) cerrada desde el verano del 2013.
10. Aumentar el salario mínimo a €751.
Hace menos de tres años, en las elecciones parlamentarias de mayo del 2012, Grecia no estaba lista para apoyar un programa muy similar a este. Syriza, no obstante, fue la segunda formación política más votada. Su gobierno tampoco estaba listo para escuchar en el 2010 las advertencias contra las políticas del Fondo Monetario Internacional que el Presidente del Ecuador y doctor en economía, Rafael Correa compartiera con el entonces Primer Ministro Yorgos Papandreu. Correa, quien al llegar al poder nombró una comisión internacional para auditar la enorme deuda externa de su país, negociar exitosamente una reducción de la misma e impulsar con estas economías un plan de inversión social sugirió a Papandreu hacer algo similar. En cambio, El gobierno decidió aceptar el programa de «rescates» que no es otro que el de un progresivo endeudamiento y desmantelamiento institucional.
Grecia entonces no estaba entonces lista, pero los resultados de anoche nos dice que ya lo está. Si solidaridad es la ternura de los pueblos, la militancia paciente fundamentada en argumentos es la antesala de la justicia. Las puertas de esta antesala están abiertas. Como recordaba Tsipras en un artículo en el Huffington Post justo antes de las elecciones, los griegos son los míticos hijos de Antígona para quienes al fin no habrá más ley que la de sí mismos.