La huelga olvidada
“Hay que repensar el tipo de democracia delegativa que ya no representa nadie y construir la democracia participativa”. Irene León, Foro Social de las Américas
Han pasado treinta y ocho años de allá para acá, por lo cual de entrada me excuso por los olvidos involuntarios. A los 61 se empiezan a perder un poco los recuerdos y las canas aparecen en señal de que “el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”.
Para muchos de los que participamos en La Huelga Universitaria de Octubre de 1973, resulta doloroso el olvido en que se ha colocado esta gesta unitaria en la historia del movimiento estudiantil puertorriqueño. Este breve escrito pretende comenzar a rescatar esa memoria que muchas veces se pierde entre la indolencia y la indiferencia de los protagonistas.
A la sazón, el suscribiente era Presidente Nacional de la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI) y Vicepresidente del Consejo General de Estudiantes del Recinto de Rio Piedras. Además, tuve el privilegio de servir de portavoz de nuestros justos reclamos por una verdadera democracia universitaria y la participación estudiantil en la toma decisiones de la institución.
La Huelga Universitaria de Octubre de 1973, duro más o menos cuarenta días, luego de extender la protesta a todos los recintos públicos y algunos privados. Como parte del proceso, visitamos las plazas de los pueblos y logramos el apoyo de sectores importantes de la diáspora y la solidaridad estudiantil a nivel internacional, que culminaron en un histórico acuerdo con el Consejo de Educación Superior (CES).
Nunca olvido que a la reunión definitiva para poner fin a la huelga, fuimos todos los integrantes del Comité Nacional, a reunirnos directamente con los miembros de ese máximo organismo de la institución. En mi mente está la imagen esperanzadora de un liderato estudiantil unido, que superó las diferencias ideológicas para lograr reivindicaciones inmediatas importantes.
Esa unidad en la acción del movimiento estudiantil, fue la clave para decidir terminar el proceso huelgario, que ya estaba perdiendo empuje, por cansancio y agotamiento natural.
Previamente, la Fuerza de Choque de la Policía, comandada por un ex agente encubierto infiltrado en la FUPI, había invadido a palo limpio, los terrenos públicos de los Recintos de Rio Piedras, Cayey y Mayaguez, así como los privados de la Universidad Católica de Ponce y de la Interamericana de San Germán. En su afán por detener a los huelguistas en todo el país y por el sólido respaldo del movimiento estudiantil y del movimiento obrero en auge, la mano dura pretendía imponerse.
Todas estas acciones represivas fueron ejecutadas por órdenes del entonces gobernador colonial Rafael Hernández Colón, quien destituyó fulminantemente al Presidente de la UPR, Doctor Amador Cobas, luego de ganar las elecciones del 1972. Se trataba de la toma del poder de la universidad como botín de guerra del Partido Popular Democrático (PPD), desoyendo las voces que defendían la participación estudiantil y la autonomía universitaria.
La Huelga Universitaria de Octubre de 1973, comenzó un día 15, aprobada por una abarrotada Asamblea de Estudiantes en el emblemático Teatro de la UPR de Rio Piedras. Allí se decidió unánimemente irse a una huelga indefinida y tomar el recinto, creando comités de huelga en todas las facultades. Recuerdo que el nivel de entusiasmo y organización de los estudiantes, de todas las ideologías políticas, religiosas y culturales, era impresionante.
En ese momento histórico, nuestra campaña nacional por la democratización de la institución estaba en pleno apogeo, luego de la significativa victoria estudiantil de expulsar el ROTC del Recinto de Rio Piedras en 1972. Anteriormente, el movimiento estudiantil había ganado un referéndum, que obligaba a la administración a remover las facilidades del ROTC del campus.
Al pasar tres largos días y noches de la toma del Recinto de Rio Piedras por el movimiento estudiantil, tomamos una difícil decisión para evitar un peligroso confrontamiento, con la Fuerza de Choque. Este cuerpo represivo armado hasta los dientes, entró sigilosamente la noche del 18 de octubre de 1973, por la Avenida Gándara y nosotros respondimos colectivamente replegándonos hacia la Avenida Universidad.
Allí nos apoderamos del edificio de la Residencia de Varones durante más de treinta días. En mi opinión, nuestra táctica resulto correcta, porque la policía venia seguramente a vengarse por el ajusticiamiento de su comandante el 11 de marzo de 1971. Por eso, el liderato estudiantil entendió que debíamos retroceder y reorganizarnos fuera del recinto, en vez de confrontarlos.
Frente a la Residencia de Varones, se celebraron diariamente durante los meses de octubre y noviembre de 1973, decenas de actividades educativas, artísticas, deportivas, culturales, etc. También se llevaron a cabo las maratónicas reuniones organizativas y de estrategia política. El ambiente en esa convivencia igualitaria, era verdaderamente participativo y democrático, en donde intervenían decenas de agrupaciones e individuos de todas las vertientes ideológicas.
Mas adelante, se paralizaron las labores docentes en todos los recintos universitarios públicos y algunos privados en solidaridad con la huelga estudiantil. En el caso de la Universidad Interamericana de San Germán, la policía provocó un sangriento motín con decenas de heridos. Unas treinta escuelas públicas también se unieron a la huelga, celebrando paros y marchas, convocadas por la Federación de Estudiantes Pro Independencia (FEPI).
De manera solidaria y valiente todas las agrupaciones de profesores, empleados no docentes y trabajadores universitarios públicos, también se unieron a nuestros reclamos y sometieron sus propias demandas a la administración universitaria. En especial recuerdo con mucho cariño y emoción, el apoyo de la APPU y de la HEEND, sobretodo de sus prestigiosos fundadores y presidentes los profesores Arturo Meléndez Lopez y Federico Quiñones Artau.
Como producto de la unidad en la acción y de la combatividad del movimiento estudiantil y de todos los sectores universitarios, al cabo de poco más de un mes de huelga nacional, la administración, tuvo que negociar frente a frente con el liderato estudiantil. Entonces se firmó un histórico acuerdo oficial entre las partes, que después los burócratas, encabezados por el presidente Arturo Morales Carrión y el Rector de Rio Piedras, Ismael Rodríguez Bou, violaron descaradamente.
Dichos entendidos se lograron en gran medida por la intervención mediadora del Colegio de Abogados de Puerto Rico, encabezado por su elocuente y carismático presidente negro, Héctor Lugo Bougal. Nadie mejor que él pudo expresar con firmeza y a la vez ternura, las ideas democráticas que nos motivaban a luchar, de manera pacífica y utilizando todos los recursos de la desobediencia civil.
Al reflexionar sobre este importante proceso huelgario, pienso que este no se recuerda con prominencia y muchas veces hasta se ignora, porque no hubo mártires que lamentar, restándole dramatismo. Sin embargo, debo recordar que el suscribiente sufrió un atentado a tiros frente a su residencia y se colocó por la ultraderecha con la anuencia de la propia policía, un artefacto explosivo en el automóvil de un dirigente de la HEEND. Este explotó una madrugada sin que hubiera heridos, muy cerca de la Residencia de Varones, sede de los huelguistas.
Por otro lado, uno de los logros principales en la negociación con la administración, fue la firma de una garantía por escrito, de que no habría expulsiones sumarias de los universitarios. Además, se aprobó por ambas partes una mayor participación estudiantil y de los demás sectores, en los organismos rectores de la UPR, sin la intervención o mediación de los Tribunales.
A mi entender, esa fue la semilla de lo que hoy debiera reconocerse como un avance significativo en adelantar el objetivo estratégico de un Cogobierno. En dicho modelo de democracia participativa, los estudiantes, profesores y trabajadores están a cargo de la administración de la institución, sin interferencias político partidistas.
De esa manera, le dimos continuidad y vigencia desde Puerto Rico, a la tradición democrática de muchas universidades de América Latina y el Caribe, que se remonta a la Declaración del Manifiesto de Córdoba del movimiento estudiantil argentino de 1918.
Finalmente, recuerdo a los lectores, que estos breves apuntes, los redacto con la única intención de ser justos con la historia del movimiento estudiantil puertorriqueño. Ojalá y otros se estimulen en investigar e interpretar críticamente la Huelga Universitaria de Octubre de 1973, la huelga olvidada.
Mi aspiración es que en el 2013, podamos celebrar el cuarenta aniversario, en el Teatro de la UPR de Rio Piedras. Allí todo comenzó con miles de jóvenes soñadores y valientes, entonando el inspirador himno de la Universidad de Puerto Rico, que aun no ha perdido vigencia.
“Cantemos unidos un himno al alma mater, cantemos con fuerza, el himno de la vida, que anuncia juventud, amor y libertad, libertad, la gloria al luchador, honra de la universidad.”