La lenta pero segura sustitución del fracasado ELA territorial
Como todo pueblo, los puertorriqueños debemos aprender a leer correctamente en los signos de los tiempos. Esa lectura correcta implica considerar todas las variables importantes y no sobre reaccionar ante sólo algunas. El mundo —en general— vive momentos de cambios importantes, sin duda. Syriza ganó las elecciones en Grecia, Podemos sube como la espuma en España, Estados Unidos por voz del Presidente Obama admite el error de su política de aislamiento de Cuba y del embargo, y el gobierno de Obama le da autorización al Gobierno de Alejandro García Padilla para hacer acuerdos con República Dominicana, entre ellos acuerdos comerciales similares a los tratados comerciales que el Estatuto de Relaciones Federales con Puerto Rico dice que nuestro gobierno no puede hacer. ¿Nos estarán preparando para la independencia? Bueno, sabemos, por lo menos, que para la estadidad no es, por las múltiples señales de Washington de que no hay tales planes para Puerto Rico. Además, el Presidente Daniel Ortega de Nicaragua le cedió tiempo de su alocución ante la reciente reunión de la CELAC a Rubén Berríos quien aludió al contrasentido que significa en estos tiempos la subordinación territorial de Puerto Rico a Estados Unidos.
Mientras tanto, en Boricualandia, a pesar de la agitada vida que llevamos, ejemplificada en el tránsito vehicular en San Juan, Ponce, Bayamón, Carolina—y hasta en pequeños pueblos del interior del país —el movimiento histórico hacia el cambio, que es el importante, transcurre con una lentitud pasmosa. Es la lentitud común en estas tierras isleñas del caribe al calor de un sol que quema hasta en febrero. Por eso, la broma en boca de muchos es: en Grecia: Syriza, en España: Podemos y en Puerto Rico: ¡Jodemos! Bueno, pero, más temprano o más tarde, la realidad será tan dura que tendrá que llegar a pausa hasta el relajo tropical y a su fin la celebración colonial.
De esto trata este artículo: de intentar desbrozar las probabilidades reales de la sustitución del ELA territorial por un estatus de mayor dignidad y mayor beneficio práctico para Puerto Rico. Es obvio que en un mundo donde la soberanía es requisito para representarse internacionalmente y para facilitar múltiples tratados y acuerdos de todo tipo con otros países, seguir de rabo territorial, por más que sea de Estados Unidos, es menos digno y menos conveniente, menos práctico incluso, que un estatus de soberanía y de normalidad política internacional. Sobre todo cuando Washington no hace por nosotros lo que podríamos hacer si no fuéramos su territorio. Si ir hacia la normalidad es para Cuba y Estados Unidos terminar el embargo, reanudar relaciones diplomáticas y terminar con el aislamiento mutuo, para Puerto Rico y Estados Unidos es acabar ya por fin con la relación de inferioridad territorial de Puerto Rico, la cual no le va viniendo tan bien a ninguno de los dos.
No se puede, sin embargo, celebrar antes de tiempo lo que todavía está en el germen. Está por verse cómo beneficiará a Grecia el gobierno de Syriza y la redefinición de su deuda. Ya se han visto los obstáculos que enfrenta con los neoliberales de la Unión Europea. Y también está por verse con cuántos votos y escaños aterrizará finalmente PODEMOS en la Cámara de los Diputados de España. Por otra parte, no se puede dar por hecho finiquitado el restablecimiento de relaciones normales entre Cuba y Estados Unidos. Hubo un intercambio de prisioneros liberados.
Y también unas palabras conciliatorias, de parte y parte. No obstante, la rama ejecutiva estadounidense no puede por sí sola derogar la Ley Helms-Burton ni acabar con el embargo económico a Cuba. Necesita el aval del Congreso y este está dominado por los republicanos, quienes no comparten las posiciones liberales del Presidente Obama. Lo logrado hasta el momento, por un Presidente que ya es un lame duck, como se dice en Estados Unidos de un primer ejecutivo que no puede ser re-electo, que está en la fase final de su término y que, en este caso, encima, no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso, pues es un buen comienzo, es un paso en la dirección correcta, pero no es el fin, realmente, del embargo estadounidense a Cuba. Ha hecho muy bien, por lo tanto, el Gobierno de Raúl Castro al expresar claramente en la reunión reciente de la CELAC que Estados Unidos no puede esperar normalizar relaciones económicas con Cuba mientras mantenga el embargo. ¡Faltaba más! Los cubanos no son estúpidos. Por lo tanto, no van dejar sembrar su país de inversiones, de mega tiendas ni de líneas de Internet estadounidenses si no se han deshecho las leyes que hicieron operativo el embargo. Incluso las relaciones diplomáticas normales deben lograrse no antes, sino después del fin del embargo.
De modo que no hay que celebrar antes de tiempo. El único que probablemente celebra a tiempo —por ahora— es el Presidente Obama porque con algunas de sus políticas de sus últimos meses en Casa Blanca, en el ámbito nacional e internacional, se le facilitará “ganarse de verdad” el Premio Nobel de la Paz que le otorgaron, también antes de tiempo. Y porque con las huellas que deje con el gesto a favor de cambios que los republicanos no le van a aprobar, quedará por lo menos como un Presidente que “intentó” cambiar algunos modos de actuar de Estados Unidos. Eso le permitirá, al salir de la presidencia, celebrar una vez más cuando se gane un dineral ofreciendo conferencias en EEUU y en el extranjero sobre la situación de Estados Unidos y del mundo: Bill Clinton style.
Sin embargo, no hay nada que celebrar entre nosotros, por diversas razones: Obama no ha sido capaz de decir nada importante sobre el futuro de Puerto Rico y tampoco ha puesto su firma de clemencia presidencial para lograr la excarcelación de Oscar López. Como todos los años, en noviembre de 2014 indultó a un pavo, un animal, el Día de Acción de Gracias, pero no ha tenido la sensibilidad de firmar el indulto de Oscar López, ni aunque se lo haya pedido su amigo de las medias noches de Kasalta, el gobernador Alejandro García Padilla. En el caso de los permisos de la Administración Obama para que Puerto Rico firme por su cuenta acuerdos de todo tipo, incluso comerciales, con la República Dominicana, resulta de rigor tener las mismas aprensiones. No hay que celebrar antes de tiempo. Primero, porque una golondrina no hace verano, aparte de que no es la primera vez que Estados Unidos autoriza al Gobierno del ELA a finiquitar acuerdos de país a país. Para los que tengan la memoria corta, bajo el tercer cuatrienio presidido en Puerto Rico por el Gobernador Hernández Colón (1989-1992) Puerto Rico concertó numerosos acuerdos ejecutivos, de país a país, con Argentina, España, algunos de los países centroamericanos, República Dominicana, y con países del Caribe oriental. No obstante, tales iniciativas no llegaron ni a propiciar un cambio de estatus en Puerto Rico, ni a darle tampoco una auténtica mayor presencia internacional al país. Entre otras cosas, porque el gobierno puertorriqueño presidido por el Gobernador Rosselló, temprano en el cuatrienio 1993-1996, lo abandonó todo porque el PNP lo visualizaba como algo contrario a la estadidad federada y como “jugar a la república independiente”, sin serlo. De modo que no sabemos si estos procesos de ahora, si se completan, realmente conducen a algo nuevo. Sí sabemos que, por primera vez, los acuerdos con República Dominicana establecen temas comerciales de colaboración que son más similares a los tratados de comercio que permitiría nuestra soberanía política, que los que se acordaron en el pasado. Y se sabe además que el Secretario de Estado David Bernier —y otros funcionarios del gobierno actual— indican tener planes de acuerdos similares con Colombia, Panamá y el Perú, todos ellos países muy ligados a Estados Unidos en su política exterior, como es también el caso de la República Dominicana. Todo esto sugiere más de una posibilidad. Sin decirlo abiertamente, los estadounidenses nos podrían estar “preparando para la soberanía”, pero igualmente podría ser un intento de revivir el desacreditado ELA territorial bajo la presunción que —aunque Puerto Rico no tiene autoridad para hacer tratados comerciales a su gusto, ni en el planeta entero, cosa que llegaría a tener automáticamente con un cambio de estatus hacia la Libre Asociación soberana (o ELA soberano) o con la independencia— sí Washington está por lo menos dispuesto a darle permiso para hacer algo similar en el contexto latinoamericano y caribeño, como parte de la política de la Administración Obama orientada por el “Todos somos americanos”. Concurro con Daniel Nina, quien expresó en un artículo en CLARIDAD recientemente, que es necesario observar estos desarrollos por las semillas de cambio que puedan conllevar. Pero sólo hasta ahí. Nadie debe celebrarlos antes de tiempo porque llevan “cuchillo de doble filo”: lo mismo pueden servir para abonar el camino de la descolonización que para retrasarlo. Igualmente, la participación de Berríos en la CELAC no es algo tan novedoso, ya que el PIP ha participado anteriormente en actividades internacionales latinoamericanas para recabar solidaridad con la descolonización e independencia de Puerto Rico. Y el propio Lcdo. Berríos —en una entrevista con la periodista Cándida Cotto de CLARIDAD— admitió que en ese esfuerzo de lograr solidaridad de gobiernos latinoamericanos ver resultados puede tomar tiempo: en otras palabras, también allí operan dificultades.
En resumen, es necesario observar todo lo que tenga el potencial de atizar un cambio constructivo y fuera de la cláusula territorial entre Puerto Rico y Estados Unidos. Obviamente, para promoverlo, y para educar a nuestra propia gente sobre la urgencia y las ventajas de descolonizar al país. No ayudan para nada, sin embargo, las celebraciones intempestivas e ilusas, porque estos caminos siguen empedrados de dificultades. Mientras tanto, cabe examinar —con los datos de la investigación empírica que he venido comunicando en columnas anteriores— cómo anda el apoyo entre los puertorriqueños al ELA territorial de cara a la opción que más probabilidades tiene de hacerlo sustituir por un estatus soberano: la Libre Asociación basada en la soberanía puertorriqueña y en el fin de la era territorial comenzada en 1898. En este artículo concentramos en el ELA territorial y sus defensores y detractores. En mi próxima columna para 80 grados pondré el foco sobre la Libre Asociación o ELA soberano.
El descenso en el apoyo al ELA territorial
Todos sabemos que, voto a voto, el ELA territorial ya perdió oficialmente el apoyo mayoritario del pueblo. El 54% votó contra su continuación entre los votantes en el plebiscito de 2012. Algunos “líderes” del PPD — y también alguna gente entre sus seguidores— continúan “en negación”. Esto al punto de atribuir ese rechazo a confusiones en el electorado producto de un plebiscito mal diseñado y “amapuchado” por el Gobernador Luis Fortuño y por el PNP. No obstante, los votos fueron elocuentes. ¿Qué encontramos en cuanto a este tema en nuestra investigación con entrevistas profundas?
En primer lugar, de estos datos se desprende que todavía el ELA territorial es una de las condiciones políticas que se mencionan menos que la estadidad y la independencia cuando la gente piensa en cuál es la opción que no respaldaría nunca con su voto, o la más lejana a su forma de pensar. Eso fue así todavía a la altura de 2014. Mientras cerca del 57% de todos los no estadistas mencionó la estadidad federada como el estatus que jamás apoyaría con su voto y un 33.7% de los no independentistas señalaron la independencia como el estatus más lejano a su pensar, y por el cual no votarían nunca, el porcentaje de los detractores del ELA territorial que tienen dicha condición política como lo más lejano a su forma de pensar, y la opción por la que jamás votarían a favor, fue de sólo el 30% de ellos en las entrevistas de 2014. Todavía la estadidad y la independencia son las opciones de estatus más rechazadas, aunque el rechazo por el ELA como está, por el ELA territorial, ha ido en ascenso, cosa que demostraremos con los datos de las tablas que presentamos en esta columna.
Antes de demostrar el descenso en el apoyo al ELA territorial, al punto de verlo como el estatus que jamás apoyarían, comparto con los lectores las razones que adujeron en 2014 los entrevistados favorecedores del ELA territorial para tener todavía ese estatus como su primera preferencia. Examinar estas razones es importante porque las mismas revelan mucho sobre la bancarrota ideológica del ELA de 1952 y del ala conservadora y no soberanista del PPD.
Razones para decir que el ELA como está (territorial) es la primera preferencia.
El Cuadro Número 1 presenta las principales razones que todavía esgrimían en 2014 los puertorriqueños que dijeron que el ELA territorial era entonces su primera preferencia de estatus. Lo primero que salta a la vista en el Cuadro Número 1 es que la mayoría de las razones para tener en 2014 el ELA territorial como la primera preferencia, según la muestra investigada, se relacionan con las supuestas ventajas económicas de la fórmula, con asuntos del contexto relacionados con las demás opciones de estatus o con creer todavía en la doble ventaja de “lo mejor de los dos mundos” (Un 59.2% de todas las menciones) El 27.8% aludió a razones de bienestar económico en plena crisis económica y fiscal como si vivieran en la luna, un 24% adujo razones de contexto y un 7.4% adicional aludió a la doble ventaja del “mejor de los dos mundos”, aunque lo de mejor esté reiteradamente cuestionado por las realidades que se viven en el país a la altura de la segunda década del siglo XXI. Estas razones para preferir el ELA territorial a cualquiera otra opción de estatus, para la mayoría de los Populares de mayor edad que las sustentan, están claramente ancladas en un pasado que ya no existe, al menos para la mayor parte de ellos. En otros casos, en personas más jóvenes, tienen mucho que ver con otra cosa: por sus profesiones y conexiones con el gobierno, siguen disfrutando ventajas económicas asociadas por ellos con el ELA, como poder tener contratos con el gobierno, muchos de los cuales se financian con fondos federales. Es de esperar que muchas de las personas que lucran y prosperan —a pesar de nuestra crisis económica y fiscal nacional— opinen que no existe necesidad de transformar el estatus territorial en otra cosa. Máxime cuando muchos han entretenido en sus mentes el siguiente pensamiento promovido por el PPD: “en las décadas del 1950 y 1960 crecimos y nos transformamos económicamente, al calor de las inversiones masivas estadounidenses en nuestra economía —sin tener soberanía y estando bajo la cláusula territorial— pues lo mismo podría volver a ocurrir en el futuro”. A esto se suma la idea, también promovida desde la cúpula del PPD, de que si el ELA no produce ya los buenos resultados económicos no es por su condición territorial sino por “la crisis mundial” y porque además ha sido muy mal administrado durante los gobiernos del PNP. Esto dicho así, con todo desparpajo, por más que la evidencia nos revienta en el rostro cuatrienio tras cuatrienio que la crisis continúa, no importa si el gobierno de turno es PPD o es PNP. Por lo tanto, la muy patética bancarrota ideológica de los estadolibristas tradicionales del “ELA como está” radica en que prefieren la condición territorial vigente por razones que lo justificaron en el pasado, pero que ya no están presentes. La nostalgia por el Puerto Rico que se transformó y creció económicamente en las décadas del 1950 y de 1960, podrá conformar a estas personas emocionalmente, pero no tiene utilidad real para mejorar el país ni las lamentables situaciones económicas y sociales de hoy, de la segunda década del siglo XXI.
CUADRO NÚMERO 1 RAZONES PARA TENER COMO PRIMERA PREFERENCIA EL ELA COMO ESTÁ (ELA TERRITORIAL CREADO EN 1952)
Las razones de contexto, como se desprende del Cuadro Número 1, tienen que ver con dos pensamientos o actitudes. Uno, que el ELA territorial es preferible a todas las fórmulas alternativas y, por lo tanto, hay que apoyarlo by default. Aunque puede haber consideraciones racionales en este pensamiento de muchos Populares conservadores, sobre todo cuando consideran como opciones la estadidad federada o la independencia, es cada vez un argumento más banal e insustancial, si se considera que la Libre Asociación Soberana (ELA soberano) no sólo encarna los propios ideales de asociación con Estados Unidos de la generación de Muñoz Marín, sino que significa además la culminación del ELA actual en algo más digno y más práctico en el sentido económico y es posible de realizar sin las pérdidas a las cuales les temen los Populares conservadores: la ciudadanía estadounidense, los fondos federales y la personalidad nacional propia. Aquí entra en juego, por supuesto, el otro tipo de pensamiento. El pensamiento archiconservador de los “muertos del miedo”: más vale malo conocido que bueno por conocer. Nótese como un 9.3% de todas las razones expuestas aludieron a que apoyan el ELA territorial porque es lo que conocen, es lo que han vivido o es a lo que “ya estamos acostumbrados”. No es infrecuente este tipo de pensamiento, entre estadolibristas tradicionales ya que muchos visualizan al ser humano como una especie de “animal de costumbre”. Es algo sumamente patético e irracional, pero estas personas, con su razonamiento para apoyar el ELA territorial —y en algunas ocasiones también algunos de los estadistas— desaparecen la capacidad humana de ejercer su voluntad consciente y propiciar el cambio, es decir, nuestra capacidad para superar “la costumbre”. A veces lo que hay detrás de “la costumbre” es, por supuesto, el mal hábito de no trabajar y preferir vivir de la caridad pública, de los fondos del gobierno: los de aquí, y los federales. Sea como sea, estas respuestas tienen en común considerar al ELA territorial como la “única opción real” porque es la única que los respondientes han vivido por años, porque están acostumbrados a ella, o porque temen a las consecuencias de las opciones alternativas de estatus o consideran que el ELA territorial —con todos sus defectos y problemas— es “mejor” que las otras opciones.
Un 11.2% adicional de las respuestas sobre las razones para tener al ELA territorial como primera preferencia tuvo que ver con la defensa de la identidad nacional, la cultura puertorriqueña y la autonomía. Obviamente, este tipo de razones sólo tiene sentido cuando se compara el ELA territorial con la estadidad federada, porque tanto la identidad nacional como la cultura puertorriqueña, y una mayor autonomía o gobierno propio es viable y consustancial a las fórmulas de libre asociación (ELA soberano) y de la independencia. Los dueños de este 11.2% del total de razones para apoyar el ELA como está podrían fácilmente trasladarse al ELA soberano o Libre Asociación: con tal que alguien les demuestre con credibilidad que dicho estatus es capaz de mantener algunas de las conveniencias que ellos perciben de la relación especial con Estados Unidos.
Los demás, los que apoyan el ELA territorial por nostalgias del pasado, por miedos viscerales o por conveniencias egoístas, no importa lo mal que les vaya a los demás en el país, obviamente serán más difíciles de convencer sobre la necesidad y deseabilidad del cambio político.
La magnitud creciente del rechazo al ELA territorial como la fórmula que no amerita apoyo electoral
El Cuadro Número 2 muestra comparativamente los mismos datos presentados en la columna anterior respecto de la estadidad, pero esta vez aplicados a los hallazgos sobre el ELA territorial. El Cuadro compara las proporciones o porcentajes de respondientes que dijeron que el ELA territorial es la opción de estatus que jamás apoyarían entre los diversos grupos que no favorecen el ELA territorial: los estadistas, los libre asociacionistas, los independentistas, y también entre los no-afiliados. Esta comparación se da en dos momentos: las oleadas de entrevistas de 2011 y 2012, realizadas antes de conocerse los resultados del plebiscito de 2012, y la de 2014, con una muestra más pequeña, pero realizada en un momento en que todos conocíamos ya los resultados electorales del plebiscito de 2012.
Como se observa del Cuadro Número 2, para 2011-2012, entre los 607 respondientes que no tuvieron el ELA territorial como primera preferencia un 24% mencionó el ELA territorial como el estatus político que nunca apoyarían. Cuando preguntamos en 2014, luego de ya muy conocidos y comentados los resultados del plebiscito de 2012, dicho porcentaje ascendió al 30.1% de los 166 entrevistados que no tuvieron el ELA territorial como primera preferencia en la muestra más pequeña de 2014, es decir, un aumento de 6 puntos porcentuales. Esta diferencia en la proporción en que se menciona al ELA como está como aquella opción que jamás apoyarían los respondientes, no sólo demuestra el descenso en el apoyo al ELA territorial y su credibilidad, sino también sugiere la importancia que tienen los resultados electorales de los plebiscitos que se han celebrado en Puerto Rico. Aunque sea cierto decir que ninguno de esos “plebiscitos criollos” ha resuelto nada definitivo sobre el estatus político de Puerto Rico —y aunque también tenga fundamento la alegación que indica que en cada uno de ellos uno de los dos partidos principales de Puerto Rico puso condiciones que no permitieron un verdadero ejercicio de autodeterminación debido a las triquiñuelas o conveniencias partidistas— no se puede decir que dichas consultas se han celebrado sin consecuencias para lo que piensan los propios puertorriqueños sobre el tema del estatus y sobre las opciones. Es evidente que el hecho de haber celebrado un plebiscito en el cual una mayoría clara rechazó el ELA territorial de 1952 por primera vez en la historia desde su fundación en 1952, debe explicar al menos en parte la diferencia de 6 puntos porcentuales de mayor reclamo de que el ELA territorial es el estatus que más se rechaza, o por el cual los entrevistados jamás votarían. De hecho, la diferencia fundamental entre las oleadas de entrevistas de 2011-2012 y las entrevistas de 2014, además del tamaño total de la muestra, es que las primeras se realizaron con antelación al plebiscito de 2012 mientras las segundas se llevaron a cabo después. Los plebiscitos han sido fútiles en términos de una solución definitiva a nuestro problema de estatus pero han tenido impacto en nuestra cancha, sobre lo que piensa y cree nuestra propia gente. Es por eso que siempre ha sido pésima práctica la de los independentistas y soberanistas que se abstienen de votar en los plebiscitos. Al ausentarse del proceso para protestarlo, o para no “manchar sus manos impolutas” en una consulta que detestan, no han hecho otra cosa que facilitar resultados que subestiman el apoyo real a la soberanía para Puerto Rico, lo cual resulta a su vez en desanimar a muchos soberanistas potenciales. Nunca la falta de presencia electoral, y la consecuente subestimación de la fuerza de los grupos ausentes, ha servido de nada positivo a los fines de aumentar el respaldo a las opciones que propugnan. Al contrario.
CUADRO NÚMERO 2- COMPARATIVO DE DOS ETAPAS DE ENTREVISTAS: 2011-2012 (n=607) y 2014 (n=166)-PROPORCIONES EN QUE DIVERSOS TIPOS DE “NO ESTADOLIBRISTAS del ELA TERRITORIAL” RECHAZAN EL ELA TERRITORIAL COMO LA OPCIÓN QUE NUNCA APOYARÍAN
Por eso mismo, probable que el apoyo combinado a la libre asociación (ELA soberano) y a la independencia (cerca del 30% de los votantes del plebiscito de 2012) sea todavía una subestimación del apoyo combinado real a las fórmulas de soberanía que tiene delante el país.
En 2011 y 2012, el 35% de los estadistas, el 9.7% de los favorecedores de la libre asociación, el 26.1% de los independentistas y el 23.5% de los no afiliados ya decían que el estatus más lejano a su forma de pensar, el más repudiado por ellos, era el ELA territorial. Sin embargo, para 2014 el 40% de los estadistas, el 23.2% de los favorecedores del ELA soberano o libre asociación, el 32.6% de los independentistas y el 25% de los no afiliados señalaron el ELA territorial como el estatus que jamás apoyarían. En todas las categorías de primeras preferencias de estatus el rechazo total al ELA “como está” aumentó para 2014, pero los aumentos más dramáticos se observaron entre los soberanistas de la libre asociación —la inmensa mayoría de ellos votantes del PPD— con 13 puntos porcentuales y medio de aumento, y entre los independentistas: con 6 puntos porcentuales y medio de aumento. Ello va en consonancia con el más de 24% del voto obtenido por el ELA soberano en el plebiscito de 2012.
Finalmente, en el Cuadro Número 3 se presentan las razones principales que ofrecieron los detractores del ELA territorial para que esa sea la opción que jamás apoyarían. Como se desprende de este último cuadro, las razones más abundantes y contundentes, con cerca de un 23% de las menciones, fueron las relacionadas con la falta de identidad nacional reconocida internacionalmente que caracteriza al ELA territorial, su condición colonial o de inferioridad política y las ausencia de dignidad que dicho estatus representa para el Pueblo de Puerto Rico, según estos respondientes de 2014. Un 21% adicional aludió a que el “ELA territorial” “ya dio todo lo que iba a dar”, a su obsolescencia y a su falta de efectividad práctica en términos de buen funcionamiento político y económico en nuestro país. Y la falta de poderes del ELA actual, su subordinación colonial y el modo como Estados Unidos “nos quita derechos” obtuvo además cerca de un 16% adicional de las menciones. Entre esas tres categorías estuvo el 60% de las diversas razones mencionadas por los respondientes para considerar el ELA territorial como el estatus que jamás apoyarían. No hay que olvidar que entre quienes hoy son soberanistas del PPD —y aún entre algunos que hoy se confiesan estadistas o independentistas— el ELA territorial tuvo algún nivel de apoyo en el pasado.
CUADRO NÚMERO 3- RAZONES PARA QUE EL ELA COMO ESTÁ SEA LA OPCIÓN QUE JAMÁS APOYARÍAN
Para estas personas ha ocurrido un cambio en su apreciación de lo que significa, a la altura de la segunda década del siglo XXI, el mantener un estatus político inferior y territorial. Otras razones con más del 10% de las menciones lo fueron la noción de que el ELA de hoy no crece y no contribuye a nuestro desarrollo económico y la noción de que el mundo ha cambiado por doquier mientras el ELA no se ha amoldado a los nuevos tiempos, razón por la cual lo consideran obsoleto y periclitado. Estas nociones no hacen sino recordarnos las palabras proféticas del propio Luis Muñoz Marín que parafraseo aquí: si en poderes políticos propios el ELA no crece… desaparece.