La paciencia del corrupto
La pandemia del coronavirus ha creado las circunstancias perfectas para que la corrupción llegue a su máximo punto de ebullición. Creería uno que tal explosión en las instancias de corrupción se debe al oportunismo de los clientelistas y partidistas. Según esa visión, bastante popularizada, el corrupto se aprovecha de las circunstancias para gestar fechorías. La indignación no se hace esperar pues el público estalla de ira al ver a los necesitados caer presa de gentuza inescrupulosa. Difiero de esta visión pues comprendo que la corrupción imperante es el resultado más bien de un plan cuidadosamente diseñado e implementado. No se trata de oportunismo sino más bien de un esquema previamente programado por los carteles de crimen organizado que ostentan poder político en Puerto Rico.Los artífices de la corrupción en Puerto Rico se proyectan a largo plazo, doblegando fácilmente con tal proceder a la oposición reaccionaria.
Debemos aceptar e internalizar nuestra triste realidad. El sistema político-social y todas sus estructuras descansan sobre cimientos fatulos y espejismos engañosos. La perversión del erario se ha tornado el programa político a largo plazo que adelantan hace décadas tanto el Partido Nuevo Progresista (PNP) como el Partido Popular Democrático (PPD). Estas dos mafias corruptas han sido pacientes y maquiavélicas, capaces de navegar oleadas cada vez más fuertes de rabia y repudio en la opinión pública, sumergiéndose bajo el agua cuál bañista esquivando una gran ola sin ser tambaleado, tan sólo para volver a la superficie en el momento perfecto. Cualquier reclamo es válido en contra de un PNP o PPD, pero hay que reconocer que ostentan el don de la paciencia. El primer paso para vencer a un villano es analizar sus virtudes.
Uno que tuvo mucha paciencia fue Aníbal Acevedo Vilá. Ese señor sí que se mantuvo tranquilo y esperó con calma a que bajaran las aguas. Usó su cartas e influencia para mantenerse insertado en el debate público, así fuera desde los micrófonos de un programa de radio empapado en cursilería. Sabía que con el tiempo la gente olvidaría su calaña, su podredumbre moral, el que haya hasta inmiscuido a familiares en un esquema de recaudación tipo cosa nostra. Así fue, y véalo, muy bien posicionado como flamante candidato para comisionado residente del PPD.
Todo resulta más claro cuando sale a la luz pública un escándalo de gruesas proporciones. La gente rápido reacciona indignada, creyendo que esto ha sido un oportunismo inmoral. Se piden cabezas y dan golpes de pecho. Fijémonos en los malos manejos del erario que resultaron en el intento de compra de pruebas para detectar al coronavirus y que, según sabemos, propiciaron ordenes de compra por un precio hasta tres veces mayor a lo razonable. Algunos dirán que por lo menos ahora nos enteramos, gracias a la gestión de la prensa, y resaltan que ya la gente está “cansada.” Puedo entender lo del cansancio, pero observo que se notará mas que todo cuando a pesar de la alevosía criminal del PNP, su afrenta quede en la total impunidad. Quizá algunos pecarán de ingenuos, pero el atento seguro que no.
Recuerdo con mucha claridad que a los 13 años tuve el deseo de aprender a tocar blues en la guitarra sin ensayar ni un solo poco. Mi deseo era simplemente tomar el instrumento y empezar a gemir cromáticamente, sin el menor esfuerzo, cómo si fuera un milagro posible por virtud de mi voluntad y deseo interior. Duró poco la ilusión. Para avanzar en algo tuve que estudiar por horas, días, semanas, años, además de sacar callo en los dedos y aún así, muchas décadas después, dudo que haya llegado al nivel que quise entonces para mi mismo.
Nada significativo se logra de un día para otro. Si no hubiese tenido paciencia habría abortado mis estudios sin logro alguno. Hay que tener paciencia. Los corruptos lo saben. ¿Y usted?
Basta con desmenuzar el mensaje transmitido a la población por la política electa de mayor rango en la Isla, la comisionada residente Jennifer González Colón. Enfrentados una vez más con la realidad burda y descarnada de que se nos discrimina abiertamente por ser puertorriqueños residiendo en Puerto Rico, muchos hemos reaccionado virulentamente ante la demora en el pago de los fondos legislados bajo el CARES Act. Nos llegará semanas, si no es que meses, después de que paguen el beneficio en los Estados de la Unión. ¿La reacción de González? Nos ha dicho que debemos esperar, específicamente esperar al Tesoro Federal.
Paciencia es la palabra del día. Por supuesto que ella espera que usted espere, de hecho, ella le exige abnegación. Le pide a usted lo que ella misma ha demostrado tener: paciencia. Ella ha esperado para capitalizar con la situación pues conoce bien el esquema fraudulento del gobierno colonial, más que todo porque ha sido ella misma quién lo ha diseñado. Ahora le toca a usted esperar. Igual con lo de la Estadidad. Sea usted obediente. Al amo no se le ajora, entiéndalo de una vez por todas.
Imagínese un sistema que le permite a usted escalar peldaños en la política reclamando cualquier erogación de fondos federal como victoria propia mientras que, a la vez, cualquier demora o falla es – ¡o cosa insólita! – la culpa del gobierno federal. Así cualquiera.
La apuesta de González Colón ha sido la misma de siempre, arrodillarse ante Donald J. e incluso hasta dejarse arrastrar por el piso, vamos, poner la cara para que se la escupan. Intuía que eventualmente habrían de llegar los cuchucientos miles de millones. Ahora en algo si no ha demorado ni un segundo, rápidamente ha reclamado en su página la promesa de pago como un “logro.” Incluso antes de que se depositen o entreguen los dineros ya la comisionada se jacta de agenciar grandes avances en la superación de nuestra indigna condición política.
Presumo que en un cuarto de siglo los historiadores puertorriqueños del futuro analizarán la década del 2010 y podrán de cierta manera emitir juicios relativamente objetivos sobre lo que aconteció en esta parte del mundo. Notarán que para esta época la población difícilmente encontraba consenso sobre los temas de interés para la ciudadanía, suscitándose agrias disputas incluso ante debates al parecer inofensivos, como por ejemplo cuál azul es el correcto en la bandera, o si resulta apropiado denominar nuestra extensión territorial un “archipiélago” en vez de “isla.”
Ahora bien, sí hay algo que nos une como puertorriqueños hoy por hoy. El clamor anticorrupción es avasallador e inobjetable. Tumbó a Ricardo Rosselló Nevares, hizo que Alejando García Padilla desistiera de ser reelecto y ha generado expresiones, en otros tiempos impensables, de estadistas en contra del PNP y de soberanistas o autonomistas en contar del PPD. Vivimos un gran despertar que incluso podría redundar en la creación de nuevas fuerzas y colectivos políticos con chance de llegar a la hegemonía. La disidencia ha sembrado y lo que resta es cosechar.
No obstante, sugiero que a la oposición le ha faltado tener la vista larga. Tener paciencia. Así como el corrupto ha dejado sus esquemas en proceso, igual la sociedad civil sedienta de justicia debe maquinar a largo plazo. Creo entonces que debemos confiar en que ya nos llegará el momento. Las reacciones impulsivas no permiten fraguar grandes logros, al menos no de manera controlada. No soltemos la soga aún, no activemos aún el mecanismo de la guillotina. Esperemos. Esperemos hasta que la comisionada y la gobernadora y todas estas mercenarias, así como sus parejos secuaces, todos ellos, tengan el cráneo bien posicionado. Ya llegará el momento de ejecutar Sentencia. Sólo entonces podremos cobrar.