La UPR: respuesta a Mayra Montero y El Nuevo Día
Tomo excepción a varios de los argumentos presentados por la señora Mayra Montero en su columna titulada “La UPR y el pie en el vacío”. En ella pretende criticar a la Middle States, pero lo que realmente hace es criticar a la Universidad.
Su expresión: “La Universidad es asediada por sus acreedores y enfrenta el fantasma de la quiebra” es totalmente incorrecta. De los casi $74,000 millones que deben el ELA y sus dependencias, la UPR debe $496 millones, apenas dos tercios del uno por ciento de la deuda total. Y cuando el entonces gobernador García Padilla ordenó el impago de la deuda, la UPR tenía el dinero disponible para hacer los pagos a sus bonistas. Para aquel entonces, (mediados de 2015) la deuda a los bonistas ascendía a $451 millones y la suma de los pagos de interés y principal que la Universidad tenía que hacer entre 2016 y 2025 era solamente $18 millones.
En comparación, la AEE debe $9,000 millones, Acueductos $4,600 millones, Carreteras $4,000 millones y Edificios Públicos otros $4,000 millones. Mientras sufrimos extremadamente pobres sistemas de electricidad, agua y carreteras, con sus correspondientes proveedores sumamente endeudados, la UPR, con todos sus problemas y con todo y el trato despectivo por parte del gobierno y la junta de control fiscal, es la agencia más productiva de Puerto Rico. Continuamos produciendo médicos, ingenieros, abogados, contadores, arquitectos y economistas de alta calidad. Y el talento que la Universidad gradúa en las disciplinas de Humanidades y Ciencias Sociales es de primera.
Se decía que al duplicar el costo de la matrícula la UPR se vaciaría. Tal cosa no ocurrió. Apenas hubo una baja de cuatro por ciento en el número de estudiantes matriculados y tal baja no puede atribuirse exclusivamente al costo de la matrícula. Sabido es que Puerto Rico tiene significativamente menos población y que muchos de nuestros jóvenes emigraron a universidades estadounidenses después de María. Los mejores estudiantes puertorriqueños, a pesar del sacrificio que impuso la duplicación del costo de la matrícula, siguen considerando a la UPR la institución educativa de mayor calidad en la Isla. Y, sin pretender ofender a los compañeros profesores de otras universidades, muchos de los cuales son mis amigos, los estudiantes saben dónde están los mejores profesores.
Dice también la señora Montero que “…entre la población hay cierta indiferencia hacia el futuro de la UPR…” No tengo idea de cómo puede probarse la veracidad (o no veracidad) de una aseveración como esta, pero si los padres están enviando a sus hijos a la UPR, me parece que no le es indiferente nuestro futuro.
Pero su peor aseveración es cuando dice, “…no ha habido autocrítica. Nadie en la academia se ha preguntado en qué falló, por qué se ahondaron las distancias, qué fue lo que socavó los vínculos espontáneos de la UPR con la sociedad”. Ninguna organización es perfecta y la UPR no es la excepción. En una universidad centenaria siempre hay espacio para la reflexión y para mejorar. Pero de eso a afirmar que estamos desvinculados de la sociedad a la que servimos hay una enorme brecha.
Reafirmo que dentro de la crisis que vive Puerto Rico, la UPR es, por mucho, su institución pública más productiva y efectiva. El momento es duro, sí, pero esto se debe principalmente a la falta de visión del gobierno y de la Junta de Control Fiscal. Si tuvieran sus prioridades claras, no maltratarían a esta noble institución.