Lamento borincano
Tras la lluvia de artículos denunciando la mascarada de Wall Street, el Presidente y el Congreso norteamericano reiteran su cinismo al develar los rostros —y el CV— de los siete jinetes plenipotenciarios, entre ellos dos exfuncionarios de la debacle y un cuñado de quien fuera presidente de uno de los partidos que la causaron. En palabras de Edwin Sierra González, el gobierno imperial reiteró su promesa al nombrar “un refrito de individuos rojos y azules que en su momento le han servido mal a los intereses del país endeudándolo hasta el tuétano” y que “ahora est[arán] al otro lado cobrando”[ii].
“se escucha este lamento por doquier…”
Según leo y leo en revistas, periódicos y muros de amigos, la colonia nunca había develado tan claramente sus costuras. Sin embargo, mientras algunxs conservadorxs cuestionan la participación electoral, otros más radicales ven las urnas como una extensión de la lucha callejera. Las convocatorias de la oposición son débiles y dispersas: la ciudadanía parece apostar más a la brega que a la lucha. Contrario a una fácil implantación del análisis de Memi, Arcadio Díaz Quiñones invita a comprender la idiosincrasia colonial como sabiduría jaiba que evita rompimientos para mantenerse a flote[iii]. Quizás por esto, ante la PROMESA y su Junta de poder imperial, sea tan difícil descifrar, mucho menos predecir o condenar, cuáles serán las evasivas respuestas de una población escéptica y desconfiada.
Detrás del anuncio de que “el pueblo est[ará] muerto de necesidad”, me parece escuchar la centenaria reprimenda porque los puertorriqueños no se rebelan. No sé, pregúntele al vecino y a la vecina o al que se fue. Pero no con el reclamo del cuestionamiento betancino —que, by the way, estaba más dirigido a líderes políticos que a la población— sino con la inocencia y curiosidad del libre pensador. Aunque no habrá solo una respuesta, considero que para descolonizar es más productivo bajarnos del pedestal: predicar menos y ser más pacientes. Ese parecía ser el mensaje de algunxs convocadxs ante la Asamblea del Pueblo, el verano pasado. Quizás así dejemos de repetir el lamento.
“preciosa serás sin bandera”
Antes que el ELA estuvo Rafael Hernández… y después Pedro Flores, Noel Estrada, los hermanos Morales y Willie Colón. Quienes “desde la otra vida” no solo fomentaron la nostalgia y el amor patrio sino que brindaron a toda la población frases con las que tararear y armonizar sentimientos y pensamientos. El cántico del jibarito que se escuchaba “por doquier, en mi desdichada Borinquén” provenía de quien alimentaba su familia en calles más frías y fijaba el lamento desde la distancia. Posteriormente, nuestra modernidad transformó la miseria en abundancia, y los descendientes de quienes se quedaron “en el pueblo muerto”, repetían el lamento desde la doble distancia del tiempo y el espacio. Con supermercados repletos de productos, lxs puertorriqueñxs empezamos a ver más pobreza en América Latina que en nuestros campos.
“Preciosa” relevó a “Lamento borincano”, y generaciones de boricuas crecieron idolatrando la tierra que emocionó a Colón. Como si recién leyera a Juan de Castellanos, en “Preciosa” Hernández proclamaba el orgullo por la hidalguía española y la bravura taína como momentos fundaciones de su amada tierra, armonizando su canto con Gautier y con el emergente Partido Popular; y de paso borrando tres siglos de esclavitud africana y nunca sabremos qué por ciento de la población.
La constitución y el Congreso nos dieron la bandera que extrañaba la canción que pudo ser el himno si hubiera trocado el tirano por el destino. Pero la monoestrellada no llenó el hueco sino que prolongó la metáfora de la carencia y plasmó en el “serás” la culminación del sueño del amor. Y en Brasil, como en todas las otras competencias, la bandera y el himno —sin palabras— afirmaban nuestra existencia como canto patrio. Y luego de la victoria mágica de nuestra Pica Power, una falsa salida nos recordó que “preciosa serás sin medalla, lauros ni gloria”, simplemente porque los proclamados “hijos de la libertad” así lo entonan.
“y a to’s se les ha ido la guagua”[iv]
¿Por qué no se motoriza una coordinada y mayoritaria oposición ante un mecanismo colonial tan vil y cínico como PROMESA?
No sé, no uso reloj. Quienes me conocen puedan dar fe de mis desatinos con la puntualidad que quiero inculcarle a mi hija. Tampoco escucho radio ni veo televisión. Desintonizado y desincronizado no me creo capaz de responder dicha pregunta. Pero me parece que no soy el único. La Asamblea se quebró ante lxs “disidentes” y el gesto bravío de detener juntas y paralizar megatiendas viene acompañado del llamado a despertar a quienes se hacen los sordos. Más que resolver el asunto del himno nacional, la constitución prolongó el debate entre el canto de Gautier y el llamado albizuista. ¿Y quiénes se hacen los sordos?
Hace tiempo que Tego Calderón apuntaló que nunca ha visto a Rubén Berríos abogar por los suyos al tiempo que criticaba la propuesta armonía cultural de quienes le quieren “hacer pensar que es parte de una trilogía racial”[v]. Para él, sordos “y profesionales brutos” son todos los políticos sin distinción de color. ¿Cuántxs piensan como él?
Hoy invoco a este anti ángel de la jiribilla, porque no creo ser el único desintonizado, porque la “victoria histórica” que proclamaban unxs el 31 de agosto también repite la vieja historia de unos hablando por tantos muchos cuyos derechos alegan defender. ¿Se han preguntado por qué no fueron los empleados quienes paralizaron la megatienda? ¿Quiénes perderán sus pensiones: retiradxs o trabajadorxs? ¿De qué lado de la deuda está el dinero del retiradx? ¿de los bonistas o de los trabajadores?
He visto a muchos canchanes a quienes “se les ha ido la guagua”, a pesar de su acostumbrado. ¿Es porque “duermen los pueblos” o porque, simplemente es mejor seguir “soñando con Puerto Rico”?[vi].
[i] Albert Memi, Retrato del colonizado (1957); y Frantz Fanon, Los condenados de la tierra (1961).
[ii] “La junta de refritos del Tío Sam”, El Nuevo día 8 de septiembre de 2016, http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/lajuntaderefritosdeltiosam-columna-2238819/
[iii] El arte de bregar, San Juan, Ediciones Callejón, 2000.
[iv] Las citas de los subtítulos provienen respectivamente de “Lamento borincano” (1929) y “Preciosa” (1945) de Rafael Hernández y “El abayarde” (2000) de Tego Calderón.
[v] “Loíza”, El abayarde, 2000.
[vi] Juan “Llonsi” Martínez, “Duermen los pueblos/Plena lamento”, Viento de Agua Opus IV (2014) y Bobby Capó, “Soñando con Puerto Rico” (195?).