Las 12 paradas del lector-espectador en la Vigilia de Jotham Malavé Maldonado
mórbido -Blando, delicado, suave
vigilia -estar despierto o en vela
El recorrido de la cuarta exhibición individual de Jotham Malavé Maldonado en La productora santurcina inicia con una calavera que parece mirar al lector/espectador desde una almohada mullida, «blanda, delicada y suave», como lo propio mórbido. Su morbidez se repite con la calavera (Vanitas Phobetor) en tres de los cuatro dibujos, que junto a ocho pinturas configuran el recorrido narrativo de la expo Vigilia que inició el 13 de abril y se extiende hasta el 14 de mayo.
Son doce las paradas que el artista nos convida a realizar: de la 1 a la 12, o de la 12 a la 1; de saque, el número 1, nos encontramos con la calavera (dibujo) posada blandamente en la almohada mullida blanca, pero algo tiznada, y calavera que nos da la ilusión (por el tizne del carbón del lápiz) de tener los ojos cerrados dentro de los huecos de la figura; representa, sí, “los tormentos nocturnos que de alguna manera te obligan hacer algo.” Se supone que entremos a un mundo de pesadilllas (Phobetor), pero, más parece entrarnos a un mundo de lo despierto, de lo que recordamos, de lo que es propio en la memoria, como lo son las pinturas del lar natal del artista: Las Piedras, y como es el dibujo final de él junto a su novia Elisha en la cama (dibujo), cuyos rostros no se distinguen pues nuevamente el carbón del lápiz los camufla aunque nos ofrece algunos contornos, y resalta los pies, los pies de los pasos nocturnos por el interior de todo.
Sus piezas no van acompañadas de fichas técnicas pues éstas «crean una narrativa dirigida»; el artista quiere que el espectador participe: cree la narrativa, o la recree, o la descubra, o la imagine, pues «hay que pensar lo que se ve». El artista “construye y vuelve a construir su yo a través de los desvelos, reales y artísticos y la base para trabajar son las noches”. Hay que salir a la noche, -en la propia noche- que implica, a su vez, entrar en sí mismo, en la madeja de recuerdos e instancias de vida, paisajes, personajes, acertijos, imágenes, etc. Un nocturno especial son estos desvelos, que a su vez dialogan con su exhibición anterior: Paisajes del acecho “en la que se apropiaba del voyeur y construía su marcha a través del personaje vist. En la Vigilia el observador construye otro yo que no es socialmente completo; allá había máscaras, aquí no las hay; se trata de universalizar al ser humano como individuo.
Salen los animales, brinca el animal, y Jotham afirma “la fauna adora a la noche, la flora adora al sol” y mientras termina el enunciado nos detenemos en las parada dos y tres (juntas) y entramos a dos pinturas, una más pequeña que otra -autorretrato, colocado en el tope derecho y mirando hacia la derecha– opuesta a la pintura de luz en el centro de la oscuridad de un paraje en Las Piedras. El artista se ve a sí mismo “entregado a la diosa de la noche”, con cuello erguido y la cabeza ladeada, mostrando apenas trazos de su torso.
Continuando el recorrido, paso a paso, en la próxima pintura, se muestra el artista sentado en la cama, pies desnudos en las losetas del piso (que imaginamos frías), imagen a la cual acompaña un autorretrato en pequeño formato, “un artista contemplativo, desfigurado con toda intención”; estamos en las pinturas cuarta y quinta que anteceden al Phobetor, dios de las pesadillas, y la noche. Es la mitad del recorrido de la Vigilia.
En la parada siete (dibujo) el artista aparece acostado con los ojos abiertos y la Vanitas Phobetor sobre su pecho, en el centro; los ojos del artista miran algo “que puede ser su otro yo; aparece un juego de ojos/miradas entre ambos y entre ambos y el espectador/lector.
En las paradas octava y novena aparece la pintura de la carretera 921 de Las Piedras bajando la pendiente hacia la derecha, y Jotham nos relata de un cuerpo sin cabeza que fue encontrado cerca, en Humacao. Jotham insiste al referirse a Las Piedras y a los desvelos: “Trabajo de lo que conozco, no de lo que no conozco”. Acompaña a este dibujo cuyo rótulo: 921 comunica el permiso hacia dos direcciones de tránsito (igual que el propio recorrido de la Vigilia: o de la 1 a la 12 o de la 12 a la 1), y junto a la pintura otra pequeña pintura de su novia Elisha con los ojos cerrados. Elisha aparece donde en otras paradas aparecían los autorretratos de Jotham.
Este autorretrato (dibujo) de la parada décima es de medio torso, acostado de lado y con Vanitas Phobetor en su cabeza: cráneo sobre cráneo, -ya hay dominio de la noche/vigilia-, sus ojos semiabiertos, y la cabeza del artista reposa sobre una almohada mullida y blanda, como aparece Vanitas Phobetor en el dibujo de la primera parada (o de la última) depende desde dónde se inicie el recorrido.
La parada once es, por así decirlo, un descanso de Vanitas Phobetor con la iluminación del campo (Las Piedras) en la noche proveniente de un foco de poste de la luz, centrado en un redondel de vegetación /sol; se alumbra todo pero nada y al rescoldo la oscuridad presente.
Cierra/abre la Vigilia un dibujo de dos personajes (Jotham y Elisha) cuyos rostros no se distinguen, sí sus pies, acostados en una cama, presencia de pies que insinúa (como los íconos en el signo de la carretera 921) uno u otro recorrido por la interioridad de la noche en el estado de vigilia como diciendo: ‘Por aquí también puede comenzar el recorrido’. Es ésta la parada doce en el camino de la Vigilia de Jotham Malavé, que se exhibe en La Productora, calle Ernesto Cerra 628, Santurce, Puerto Rico.
Jotham es egresado de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico y labora en el Museo de San Juan. Pinta y dibuja entrada la noche en sus desvelos “reales y artísticos” y para él: “Vigilia es todo lo animal, lo demoníaco y lo oculto. La Noche, diosa de la fauna, nos excita a su paso y nos eleva a la alucinación y a la proyección hacia el yo primitivo, el de los deseos, los excesos y la observación. Vigilia es todo lo que antecede al sueño”.
Es, añadimos, estar despierto y en vela remontándonos al epígrafe.