Late Night: repeticiones
Conocemos entonces a Molly (Mindy Kaling). Kailing escribió el guion y fue una de las productoras de la cinta, y ha ganado puntos en Hollywood y en la televisión por su trabajo multifacético en The Office y The Mindy Project. Es una de esas personas a las que uno rápidamente se acerca por su simpatía y naturalidad. Como actriz es pasable. Como guionista es parte del problema de la película. El primer chiste en el que participa es una payasada de mal gusto y, según el filme progresa, insiste en repetir uno en que figura su lugar de trabajo que no funciona. Cuando está con sus compañeros nada de lo que ocurre es muy original ni particularmente gracioso. De hecho, la película es totalmente predecible. Los chistes que tienen que ver con reconocer a las mujeres en el trabajo son rutinarios y los que rondan lo políticamente correcto también. Aunque Molly muestra sus buenas intenciones, sabemos que Katherine, que al principio no es muy receptiva, las aceptará en un momento cumbre.
Por suerte, el equipo de escritores está compuesto por un grupo de actores jóvenes agradables, aunque como grupo son un cliché. Un gay, un gordito simpático, un viejo que no quiere desarrollar demasiada pasión por el lugar de trabajo, un picaflor seductor, etcétera. Sin embargo, sus interacciones con Molly y Katherine son simpáticas y llevaderas.
Me imagino que intuyen que si no fuera por Emma Thompson esto sería un desastre. Más o menos. Como comedia liviana se puede pasar el tiempo viéndola. Pero son los momentos en que Thompson es el centro de acción dramática los que valen la entrada. En una escena con su marido (John Lithgow) que comienza a tener síntomas de Parkinson, le declara su amor y su arrepentimiento por algo que ha hecho con una naturalidad y control de expresión que nos hace perdonar la razón por la que está pidiendo absolución. En otra, en que se reúne por primera vez en mucho tiempo con sus equipo de escritores, su arrogancia nos convence de por qué la detestan y le temen al mismo tiempo que la quieren. Sus escenas con la jefa del estudio (Amy Adams) son las mejores porque ambas actrices están interpretando lo que resulta ser el móvil de toda la trama. Es aquí que la guionista muestra su promesa.
La repetición situacional en la comedia liviana no funciona bien en una película que dura más de una hora y media. Eso trabaja en TV porque el tiempo es limitado y la audiencia tiene un capacidad de atención disminuida, pero no logra traspasar más allá de un momento en un filme. Este sobrevive porque los actores son carismáticos y porque Emma Thompson es un lujo cinemático de altos quilates.