Legitimidad y paciencia: dos criterios fundamentales
Por favor, consideren lo siguiente: lo que está en juego no es la cuota sino la sobrevivencia de la Universidad.
Los «plenos» de estudiantes, esos que improvisan con generosidad una representación de una cantidad de estudiantes muy superior; estudiantes de tercer, cuarto o quinto año, no pueden dar cuenta de la complejidad de esa comunidad que llamamos Universidad, con más de cien años de vida, y profesores y empleados que llevamos veinte o treinta años; programas académicos y actividades fraguados al calor de múltiples experiencias y acumulación de saberes.
Estipulemos que hay diferencias de sensibilidades, y dicho, hagamos todos una composición de lugar en la que «el otro» tiene algo que decir. La Universidad sólo es posible mediante esa combinación de sangre nueva y sangre vieja, de pasados y futuros en el presente. ¿O es que los estudiantes (del «pleno», cada vez menos concurridos) son los únicos que pueden hablar por el futuro inmediato de la Universidad… y para algunos, del país? Cuando Evo, Lula y Chavez, Fidel y Correa, hablan de que «otro mundo es posible» no piensan en 24 horas ni en 48 ni en 100. La lección de muchos movimientos sociales es que hay que aprender a tener paciencia.
Así que, en resumen, creo que hay un problema de legitimidad y de paciencia. ¿Qué hacer para recuperar una perspectiva constructiva en relación a la UPR?
Los invito a pensar en esas dos dimensiones de la lucha actual: el problema de la legitimidad, es decir, a cuánta gente representamos y mediante qué mecanismos transparentes; y paciencia, es decir, considerar en serio cuánto tiempo debe tomarnos echar a andar el proyecto de transformación.
Mi cariño incondicional a todos y todas las que han sentido tan profundamente la lucha de los últimos meses. Y mi respeto.
Luis Fernando Coss
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