Letras del Caribe en el Zócalo

Desde Puerto Rico llegaron escritoras, gestoras culturales y músicos. Salieron de allí con las maletas pesadas, llenas de libros. La expedición fue posible en parte al compromiso de la Miranda Foundation que financió los pasajes de los artistas, incluyendo a La Máquina Insular.
La escritora Nicole Delgado, gestora y creadora del proyecto La Impresora, fue una de las invitadas al evento. Hablé con ella allí en el Zócalo y ya una vez de vuelta acá en el barrio Machuchal, donde vivimos.
“Fui invitada a la FIL Zocalo por parte de la Asociación de Escritores de México (AEM), quienes estaban a cargo de la programación del Foro Enrique Verástegui dentro de la Feria. Como uno de los ejes temáticos de la FILZ este año era “Letras del Caribe”, la AEM concentró las participaciones internacionales en escritores y editores caribeñxs. Fui invitada como poeta en calidad personal y también fue invitada La Impresora como proyecto editorial. Viajé con mi socia Amanda Hernández, que también es poeta. Tuvimos distintos tipos de actividades en el foro — un conservatorio sobre los modos de trabajo de La Impresora, un taller de creación literaria que impartimos junto a la ilustradora Mariela Pabón, presentaciones de libros. También participamos, tanto Amanda como yo, de varias lecturas de poesía junto a otros autores del Caribe hispanohablante. Coincidimos en estas actividades con Mara Pastor (PR), Cindy Jiménez (PR), Gaddiel Ruiz (PR), Jamila Medina (Cuba), Soleida Ríos (Cuba), Thaís Espaillat (RD), Adalber Salas (Venezuela), entre otrxs», dice Delgado.
¿En qué consiste el proyecto de La Impresora?
“La Impresora es un taller de creación de libros de artista que se especializa en impresión en risografía y trabajo editorial a pequeña escala. La risografía es una técnica de grabado mecanizado que ha sido recientemente rescatada por artistas gráficos y publicadoras independientes alrededor del mundo por su eficiencia, rendimiento y su carácter ecológico (utilizamos materiales no-tóxicos y tintas de soya). Uno de los objetivos principales del taller es el aprendizaje, la utilización y el perfeccionamiento de técnicas tradicionales del oficio editorial, la impresión y la encuadernación. Más que un taller, La Impresora es un proyecto cultural que practica el intercambio de herramientas y destrezas relacionadas a las artes del libro mediante la colaboración con escritores y artistas de diversas disciplinas y la organización de talleres y actividades relacionadas. Hasta el momento es el único proyecto de esta naturaleza en Puerto Rico y en el Caribe. Con esto en mente, el taller se ha convertido en una «imprenta-escuela», un espacio para aprender y compartir estos conocimientos que no se enseñan formalmente en Puerto Rico. La Impresora cuenta con una Risograph RZ390UI de 8 colores, una guillotina y otras herramientas livianas. Además de ofrecer servicios editoriales a bajo costo (edición, diseño, traducción, impresión en risografía y encuadernación), se busca que los colaboradores se involucren en los procesos mediante la participación directa y el diálogo, creando así una comunidad de intereses y herramientas compartidas».
¿Cómo resumes tu participación en la Feria?
«Participar de la FILZ tiene sobre todo impacto en mí a nivel de escala. Me hace pensar en lo importante que resulta el trabajo de cultura gratuito en el espacio público, en la colaboración de múltiples sectores para lograr proyectos de esa magnitud, en la necesidad de la inversión pública para la organización de eventos así. Siempre hay una operación de adaptar la escala a nuestro mundo, porque para Puerto Rico no aplican esos tamaños de las cosas, pero una igual se pone a soñar. En esa feria había cabida tanto para editoriales multinacionales como para proyectos independientes muy artesanales. Era conmovedor también la profundidad de los diálogos que se generaban, sentir junto a tanta gente la importancia de pensar en comunidad por ejemplo en las conferencias de Silvia Federicci o de Vandana Shiva. Me pregunté muchas veces si habría apoyo civil, de las personas en general, para eventos así en Puerto Rico. Para conferencias masivas teóricas ecofeministas. En esos mismos días lo único que se hablaba en Puerto Rico era de Bad Bunny. Y choqué con nuestra frivolidad».
¿Qué libros trajiste?
«¡Me traje un montón de libros! La maleta pesaba un quintal. Sobretodo me concentré en conseguir poesía, de publicación independiente, porque mis intereses van por ahí. Intercambié libros con otrxs poetas que coincidimos en la feria y que tenía pendiente conseguir, como la salvadoreña Elena Salamanca y Jamila Medina y Thaís Espaillat y las nuevas traducciones de poesía japonesa que ha hecho recientemente el poeta mexicano Yaxkin Melchy. También algunas de las nuevas publicaciones de Proyecto Literal, que es una editorial mexicana de poesía. Compré las antologías de narrativa boricua, cubana y dominicana contemporáneas que publicó este año Elefanta Editorial en México, también un libro sobre feminismo en el Caribe. Rebusqué ediciones de poesía hechas a mano por pequeños proyectos independientes de México y compré varios juegos de comunicación del proyecto del artista Jorge Mo, que es el creador del juego de Poemix del que producimos una adaptación en La Impresora, su trabajo es un gran recurso a la hora de dar talleres».