Leyendo a Bashô, Dôgen, Rilke y Apollinaire
Las traducciones que aquí se presentan de Bashō (1644-1694), Dōgen Zenji (1200-1253), Rainer Maria Rilke (1875-1926) y Guillermo Apollinaire (1880-1918) están tomadas de los siguientes libros: Sam Hamill, The Essential Basho, Boston & London, Shambhala (1999); Steven Heine, The Zen Poetry of Dōgen (Boston, Tuttle Publishing, 1997); Obras de R. M. Rilke, Barcelona (Editorial Plaza & Janés, 1979, edición bilingüe a cargo de José María Valverde; Guillaume Apollinaire, Calligrames, (Paris, Gallimard, 1968) y Alcools (Paris, Gallimard, 1920/1981).
En la primera, me es esforzado por conservar la estructura silábica del haiku (5-7-5). Casi lo logro. En la segunda la traducción es más libre. Por eso sólo aparece la traducción. La traducciones de Bashō y Dōgen se han hecho del inglés pero cotejando el japonés original, transcrito en alfabeto románico. A excepción de los últimos tres poemas de Dōgen, los títulos van por cuenta mía. La traducción de Rilke se hace directa del alemán, cotejando con otras en nuestra lengua. Las de Apollinaire quieren conmemorar los 100 años de su muerte. Incluyo el original en alemán del último poema de Rilke por si hay interés en comprobar la traducción y apreciar la belleza de la lengua alemana.
*
Bashō
Chō no toku // Fugaz mariposa
bakari nonaka // no en la amplia llanura
hitage kana // sombra luminosa
Chō no hane // Ah, mariposas
Ikutabi koyuru // ¿a qué tanto vuelo
Hei no yane // por techo y pared?
Okiyo okiyo // Despierta, despierta
Waga tomo ni sen // seamos buenos amigos
Nuru kochō // durmiente mariposa
Shigareshi ni // Blanca amapola
Hane mogu chō no // ala de mariposa
hototogisu // solo recuerdo
Uki fushi ya // Triste confluencia
Takenoko to naru // al final cada uno es
Hito no hate // brote de bambú
*
Dōgen
Shakyamuni Buddha
Serena la mente luminosa
siendo una con el corazón de las cosas
sin tener que ir tras la Enseñanza
tocando la verdad con su cuerpo
sin nada profano ni sagrado
el Destello del mundo fue iluminado
viendo el astro de la aurora
mirando la altura de los cielos
con el rostro vivaz pero inmaculado.
La morada
A lo largo de esta vida de ensueño
sin buscar el trazo de mis huellas
el canto de un pajarillo – ¡Cu cu! –
me devuelve al hogar
escuchándolo me volteo
para ver quién me ha dicho que vuelva
pero sin preguntarme a dónde voy
En este mundo sin fin
cada paso que doy es mi morada.
Mente-cuerpo
La mente es insondable
eso es evidente
y el único anclaje del cuerpo
es como la fauna de rocío.
Constatación
Contemplando la claridad de la luna
reflejando el vacío de la mente
como el cielo
envuelto en su belleza
me pierdo
en el esplendor de sus sombras.
Persona
La verdadera persona
no es nadie en particular
como el profundo azul del cielo
es cada uno
en cualquier parte del mundo.
El sendero de la inteligencia y del corazón
Sin ataduras
a las palabras
incesantemente se expresa
así también el curso de las letras
lo manifiestan pero no lo agotan.
Sukushin Sukubutsu («Esta mente [es la] mente de buddha»)
¿Es un pato mandarín
o una gaviota que flota?
Se me hace difícil decirlo:
las blancas crestas se elevan y caen
entre las olas que se levantan.
Shōbōgenzō («Tesoro del verdadero ojo del Dharma»)
En el corazón de la noche
a la luz de la luna
un barquito a la deriva
ni movido por las olas
ni sacudido por el viento.
Poema en víspera de la muerte (Jisei)
Por cincuenta y cuatro años
Siguiendo el camino de los cielos:
Saltando más allá
Rompiendo todas las barreras,
¡Asombroso! Desprendidas todas las ataduras,
Vivo todavía, me sumerjo
En las amarillas primaveras.
*
RAINER MARIA RILKE
Novena elegía del Duino
¿Por qué, si acaso, tender hasta el límite de la existencia
como el laurel, un poco más oscuro que cualquier
otro verde, con pequeñas ondas en el borde
de cada hoja (como la sonrisa de un viento): ¿por qué entonces
tener que ser humano – y eludiendo el destino
no salir más que a su encuentro…?
¡Oh!, no porque sea dichoso
este prematuro provecho de una pérdida cercana.
No por curiosidad, o por ejercicio del corazón,
que también estaría en el laurel…,
Sino porque estar aquí es mucho, y porque en apariencia
todo lo de acá nos llama, este mundo evanescente
que extrañamente nos atañe. A nosotros los más evanescentes del todo. Una vez
cada cosa, sólo una vez. Una vez y nada más
una vez. Sin más. Y nosotros también. Pero ese
haber sido una vez, aunque sólo una vez:
haber habitado esta Tierra, no parece revocable.
Y así avanzamos con premura y queremos rendir cuentas,
queremos contenerlo todo en nuestras desnudas manos,
en el mirar sobrecogido y en el corazón sin habla.
Entero queremos serlo – ¿Pero a quién otorgarlo? Sería mejor
guardarlo para siempre… Ah, pero en aquella otra cuenta
¿qué se lleva uno allí? No el mirar, el aquí
lentamente aprendido; nada de lo ocurrido aquí. Nada.
Tan sólo los dolores. Y también sobre todo lo difícil,
la larga experiencia del amor: así
lo estrictamente indecible. Pero más tarde,
bajo las estrellas, ¿qué se puede con esto?: ellas, las indecibles del todo.
Porque tampoco trae el caminante de la cima
al valle un puñado de tierra indecible para todos, sino
el premio de una sola palabra, pura: amarilla y azul
genciana. Quizá estemos aquí, para decir: casa,
puente, manantial, puerta, cántaro, árbol de frutas, ventana, –
y todo lo demás: columna, torre… pero llegar a decir, entiéndelo,
ah, decir así como las cosas mismas nunca
desde tan adentro creyeron ser. ¿No es una íntima astucia
de esta Tierra silenciosa, que conmueva a los amantes
hasta opacar la sombra de lo divino?
Umbral: ¿qué es para dos
que se aman atravesar el único umbral más antiguo de la puerta,
algo agotados, también ellos, después de tanto
y antes de tanto porvenir,… paso a paso.
He aquí el tiempo de lo dicho, ésta es su casa.
Habla y declara. Más que nunca
se derrumban las cosas, se esfuman, ya vividas
pues aquello que ocupa el lugar del desalojo es todavía, un hacer sin forma.
Un hacer bajo costras que saltan gustosas, tan pronto
como el quehacer las rebosa hasta formarlas con otras.
Entre los martillos persiste
nuestro corazón, como la lengua
entre los dientes, que a pesar de todo
sigue siendo la que glorifica.
Alaba el ángel el mundo, no a lo indecible: de cara a él
no puedes de todo corazón presumir con el sentimiento al vuelo
la totalidad del mundo
donde él más profundo siente, eres tú un recién llegado. Así
lo más sencillo muéstrale, habiendo germinado, de generación en generación
como algo nuestro que vive junto a la mano y la mirada.
Dile al ángel las cosas. Quieto estará asombrado; como tú lo estabas
junto al empalmado en Roma o al alfarero en el Nilo.
Muéstrale cuán feliz puede ser una cosa, cuán inocente y cuán nuestra,
muéstrale cómo hasta la más lamentable pena se rinde a la forma,
sirve como una cosa, o en una cosa muere – y más allá
bendecida escapa del violín. – Y estas mismas cosas que de la huída viven,
entienden, que tú las glorifiques en su fugacidad
confinando salvación en nosotros, los más fugaces de todos.
Así quieren, y así debemos transformarlas del todo en nuestros corazones –
¡Infinitamente nosotros! Seamos al fin lo que seamos.
¿No es eso lo que quieres, Tierra, invisible
renacer en nosotros? – ¿No es
tu sueño hacerte un día invisible? – ¡Tierra, invisible!
¿Cuál es la urgencia de tu mandato sino la transmutación? Amada Tierra, yo quiero. ¡Oh! Créeme, ya no hacían falta
tus primaveras para ganar mi corazón: una,
ah, sólo una es ya demasiado para la sangre.
Sin nombre estoy desde lejos por ti sobrecogido,
justa es siempre para ti la sagrada irrupción,
la entrañable muerte.
Ves, yo vivo. ¿De qué? Ni niñez ni futuro decrecen… Existir innumerable
brota en mi corazón.
Paris, invierno, 1913/1914
Oh vida, vida, tiempo prodigioso de la vida, que va
de contradicción en contradicción,
a veces en tu marcha, tan dura, tan difícil, tan errante,
y luego, de repente, abriendo las alas
como un ángel de indecible altura:
Oh, inexplicable, oh tiempo de la vida.
De toda existencia que se levantó con grandeza,
¿puede haber una más ardiente y atrevida?
Estamos apoyándonos en nuestros propios límites
alcanzando algo nunca cognoscible.
O Leben, Leben, wunderliche Zeit
von Widerspruch zu Widerspruche reichend
im Gange oft so schlecht so schwer so schleichend
und dann auf einmal, mit unsäglich weit
entspannten Flügeln, einem Engel gleichend:
O unerklärlichste, O Lebenszeit.
Von allen großgewagten Existenzen
kann eine glühender im kühner sein?
Wir stehen und stemmen uns an unserer Grenzen
Und reißen ein Unkenntliches herein.
*
GUILLAUME APOLLINAIRE
La linda pelirroja (La jolie rousse)
Heme aquí delante de todos un hombre pleno de sentido
Conociendo la vida y de la muerte lo que un viviente pueda conocer
Habiendo puesto a prueba los dolores y las alegrías del amor
Habiendo algunas veces impuesto sus ideas
Conociendo diversas lenguas
Habiendo viajado no pocas veces
Habiendo visto la guerra en la Artillería y la Infantería
Herido en la cabeza trepanada bajo cloroformo
Habiendo perdido a sus mejores amigos en la espantosa lucha
Yo se de lo antiguo y de lo nuevo tanto como un hombre pudiera de esos dos saberes
Y sin inquietarme hoy por esta guerra
Entre nosotros y por vosotros mis amigos
Yo juzgo esta larga querella de la tradición y la invención
Del Orden y de la Aventura
Vosotros cuya boca está hecha a imagen y semejanza de la de Dios
Boca que es el orden mismo
Seáis indulgentes cuando nos comparéis
A aquellos que fueron la perfección del orden
Nosotros que partimos por todas partes a la aventura
Nosotros no somos vuestro enemigo
Nosotros queremos daros vastos y extraños dominios
Donde el misterio en flores se ofrecen a quienes quieran acogerlo
Hay fuegos nuevos de colores nunca vistos
Mil fantasmas imponderables
A los cuales hay que dar realidad
Nosotros queremos explorar la bondad comarca donde todo se calla
Hay también el tiempo que se puede cazar o hacer volver
Piedad por nosotros que combatimos siempre en las fronteras
De lo ilimitado y de lo porvenir
Piedad por nuestros errores piedad por nuestros pecados
He aquí que el verano la estación violenta
Y mi juventud está muerta como también la primavera
Oh Sol es el tiempo de la Razón ardiente
Y yo espero
Para seguirla siempre la forma noble y dulce
Que ella toma a fin que yo la ame solamente
Ella viene y me atrae así como un hierro amante
Ella tiene el aspecto precioso
De una adorable pelirroja
Sus cabellos son de oro se diría
Un bello luminoso que duraría
O las llamas que pavonean
En los rosas-té que se marchitan
Pero reíros reíros de mí
Hombres de por doquier sobre todo gente de aquí
Pues hay tantas cosas que no oso yo deciros
Tantas cosas que vosotros no me dejaríais decir
Tened piedad de mi
Otoño enfermo (Automne malade)
Otoño enfermo y adorado
Tu morirás cuando el huracán sople en las rosaledas
Cuando habrá nevado
En las veredas
Pobre otoño
Mueres en blancura y en riqueza
De nieve y de maduros frutos
Al fondo del cielo
Gavilanes sobrevuelan
Nidos de pichones de cabellos verdes y enanos
Que no han amado jamás
En los lejanos linderos
Los ciervos braman
Cuánto amo, oh estación, cuánto amo tus rumores
Los frutos cayendo sin que se les recoja
El viento y la floresta que lloran
Todas las lágrimas otoñales hoja a hoja
Las hojas
Que se pisotean
Un tren en vela
La vida
Se derrama
© FRANCISCO JOSÉ RAMOS PARA TODAS LAS TRADUCCIONES