Lo que aprendimos con Maritza
A continuación el mensaje que representaron los Jóvenes del ’98 a propósito del homenaje a Maritza Pérez Otero, maestra de teatro y de las artes, educadora y guía entrañable de varias generaciones de artistas.
La juventud de Mari es la que rechaza el sentido capitalista que siempre nos reduce a “no ser suficientemente nada, ni estar suficientemente preparados para nada.” Ese “no lugar” en el que también habitamos los maricones, trans, mujeres, negros y demás especies non gratas para el conservadurismo político, cultural e institucional.
En el partido de Maritza cabe to’ el mundo. Bueno, no todos, sino aquellos que asumen la responsabilidad desde el corazón y no desde la sumisión. Conocerla nos ayudó a soportar los años de formación institucional mediocre y pudimos desaprender tantas cosas inútiles, que sería imposible imaginar qué hubiese sido de nosotros sin nuestra relación personal y profesional con ella. Fueron tan importantes los años de DEFORMACIÓN que compartimos en Jóvenes del 98 y como parte de su proyecto educativo, que se puede decir que lo que hacemos es una multiplicación ideológica, combativa y generosa de lo que aprendimos con Maritza.
Reconocer su labor significa entender que todavía el arte y la educación son proyectos revolucionarios y su trayectoria es suficiente para apoyar esa aseveración. En estos momentos políticos, tanto aquí como allá, es imperioso reconocer que como Maritza, otrxs seres de la comarca (la mayoría MUJERES debemos añadir) llevan combatiendo desde hace mucho tiempo. Hay que decir que gracias a Mari, existen varias generaciones que hemos salido de esa escuela itinerante y emergente. PORQUE ESTO NO ES NUEVO NI EMPEZÓ AYER, sino que lleva cuajándose antes de que algunos de nosotros naciéramos.
Mari lleva haciendo esto desde hace muchos años, sólo hay que contar la cantidad de artistas, educadores, músicos, periodistas valiosísimos, entre muchas otras disciplinas, que entienden su proyecto artístico-educativo como parte fundamental en su desarrollo. Maritza está tan alante que nunca le ha dado importancia a los “reconocimientos”, pero para nosotros, que nos encanta la verbena, el aspecto simbólico de este reconocimiento invita a construir memoria. No una memoria oficial de libro de historia sino una memoria múltiple que se piensa a sí misma.
Para algunos de nosotros fue una respuesta al vacío ideológico que sentimos, de no poder reconocernos en el «sentido común” que es el menos común de todos los sentidos. Con Mari, no sólo aprendimos a hacer teatro sino también a pensar con libertad y creatividad. Ella siempre ha entendido las maneras nefastas y subterráneas en las que opera el poder. Y es que la SUPER-VISIÓN de Maritza es precisamente visionaria por permitir el espacio de ceguera que implica arriesgarse al experimento, la pregunta y el error.
En fin, que no importa lo que sea que estemos haciendo, siempre volvemos a ese momento crucial en nuestra adolescencia cuando entendimos que la única posible salida a esta cárcel ideológica que nos contiene, es darle libertad al pensamiento desde el hacer y desde la constante pregunta. Gracias a ti Maritza no hemos parado de intentar hacer-pensando y viceversa. Y ahora, ante tanta visión corta “de historia y prehistoria” agradecer siempre es importante y también revolucionario. Gracias Maritza. Hacia la revolución, siempre.
lo que aprendimos con Maritza
*Todas las imágenes suministradas por el archivo de Prohibido Olvidar.
*Este texto es una adaptación que hicieron los Jóvenes del 98 de un escrito de Pepe Álvarez Colón, uno de los miembros fundadores del grupo de teatro. Fue interpretado por los Jóvenes del 98 como homenaje a Maritza Pérez Otero, a quien se le dedicó las Fiestas de la Calle San Sebastián el pasado jueves 19 de enero del 2017.