Los bembeteos de Ramón
Nos recibió a mediados de diciembre en su casa en Barranquitas. Estaba sentado en una hamaca en el balcón, abrigado para el fríito navideño y rodeado de sus dos perros: Coco y Luna. Vive allí desde hace casi diez años. Antes vivió en los Mogotes en Manatí, en Chicago, Villa Margarita en Trujillo Alto y Nueva York. Se crió en Luquillo y también vivió la plena en las calles de la Parada 23 abajo, en Santurce.
Lugar en el que ha vivido es lugar sobre el que ha escrito, en el que ha hecho plena o confeccionado artesanías. Ramón se concibe simplemente como “un tipo de barriada” que vive y piensa, entre los suyos. Asegura que no anda con búsquedas existenciales académicas de “cambio social”, pero lo cierto es que ha desarrollado una labor “intelectual-creativa” sólida y extensa, como muy pocos.
Ramón López es antropólogo, artesano y plenero. Se graduó de la New School for Social Sciences en Nueva York y fue profesor de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, por ocho años hasta que se hartó de la academia -y de sus contratos honerosos a tiempo parcial. Decidió concentrarse en sus tapices y en su plena. Es un cronista agudo, un observador zagaz que lo mismo escribe sobre Fortunata, la Bandera, juegos del azar, fast foods, el rosario o Cofresí. Los temas que más ha trabajado en profundidad: los Reyes Magos, la artesanía puertorriqueña y la plena.
Allí, en el fríito de Barranquitas, conversamos por más de una hora. Es un entrevistado difícil, de esos que te retan y te miran fijo mientras formulas una pregunta y luego no tienen reparos en cuestionar tus planteamientos.
—Ramón, háblame de tu experiencia con las comunidades puertorriqueñas en Estados Unidos…
Se rió un poco y encogió los hombros.
— Es que eso no son procesos de búsquedas revelatorias, son lo que los puertorriqueños hacen. La mitad de la gente se tira pa’ allá, así que yo me tiré pa’ allá, primero a estudiar y estudié pues jodío, viviendo en el barrio, pobre, ect. Claro yo no voy a estar jugando a los mártires. Yo primero fui a Nueva York a estudiar y fui como un tipo muy inteligente con unas ganas enormes de estudiar pa’ acabar de estudiar y hacer lo que iba a hacer. Así que en ese sentido yo, que viví una infancia lo suficientemente horrible como para ser adicto o confinado o suicida o lo que sea, pues soy de los poquitos que no tuvieron esa mala suerte y que pudieron desarrollar mecanismos. Pues yo desarrollé un mecanismo de una inteligencia creativa que no estaba comprometida con el régimen sino con mi gente.
Comprometido con su gente y cuestionando la versión oficial de su historia. Así vive Ramón. Con actitud de plenero de la mata, con la revoltura de lo que él ha llamado “bembeteo musicalizado”, aquello a lo que siempre vuelve, o quizás de lo que siempre parte: la plena.
Plena en la 23
En los años setenta, Ramón inició lo que llama una “relación emocional” con la plena y desarrolló una trayectoria de unos 15 años junto a Los Pleneros de la 23 Abajo. Ramón vivió la plena, compuso versos y tejió tapices pleneros junto a esta agrupación originada en las calles de La Colectora del Caño Martín Peña. Según Ramón en su ensayo Breve y ajorada historia de la plena, “desarrollaron una propuesta plenera en la que la precisa eficacia de Cortijo se combinaba con la sentida tradición campesina. Roberto Cipriani se convirtió en uno de los compositores pleneros mejor dotados de fin de siglo. Sus plenas salieron del estrecho terreno de la gozadera y la nostalgia y se extendieron por los espacios de la protesta, la historia popular y la afirmación patriótica sin perder nunca la inmediatez y accesibilidad del lenguaje popular.”
En esos años Ramón comenzó también su estudio formal de la historia plenera. Ha sido quien “más ha escrito sobre el tema”. Su libro Los bembeteos de la plena puertorriqueña, publicado en 2008, hilvana la historia de esta música en un conjunto de ensayos que sencillamente suenan a panderos mientras uno los lee. Para muestra un par de títulos: Mapas de golpes de plena, Tanta vanidad, tanto bembeteo, Elena es mujer de plena, Bembeteos del obispo y El bembeteo musicalizado.
Es en este último ensayo que menciono, donde Ramón concentra la tesis de su libro. Cuestiona de manera contundente uno de los clichés más queridos por el pueblo puertorriqueño, ese que dice que la plena es “el periódico del pueblo.”
Para Ramón, lo primero que hay que destacar es que aunque las plenas sí comentan el diario vivir de los barrios, su estructura y maneras de decir no tienen nada que ver con el riguroso lenguaje periodístico. El plenero Jumping Castle no es reportero, es bembetero. La plena, más que noticiosa es “plena de lengua suelta, plena sin que se quede nada por dentro, plena con el corazón en la mano, plena que se pasa de la raya, plena que no se deja joder, plena que se las canta a cualquiera, plena que grita a los cuatro vientos, plena como ají picante.”
El argumento se completa con el planteamiento de que esa imagen del “periódico cantado” es un intento conciente del Estado por regular y controlar una música que le era incómoda. “La imagen del periódico para definir la plena es un intento de imponer orden a lo que se considera desordenado. Pero lo desordenado de la plena no es meramente caótico: es contestatario. Por eso, concederle voz de ordenado periódico es imponerle silencio al desordenado bembeteo musicalizado.”
El recorrido histórico que Ramón plantea en su libro es minucioso, molestoso y detallado. Apunta al año 1965 y al disco Canario y su grupo, una antología de las plenas de Manuel Jiménez Canario publicada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, como el evento que oficializa la aceptación de la plena. Y dice, “¿La plena de Rafael Cortijo y Mon Rivera? Esa no. Esa plena encarna el peligro del desorden de piel oscura y meneo irresistible junto a la afiladísima parejería del bembeteo musicalizado.”
La plena, y los pleneros claro está, ha tenido negociaciones y forcejeos constantes para mantenerse viva y pertinente. Lo ha logrado. Nunca obtuvo el reconocimiento comercial del son, la salsa o el merengue, pero nunca se ha dejado cortar las raíces. Se contoneó con Ricky Martin —hay que decir que en los panderos de Ricky estaba la gente de Viento de Agua—, pero ha seguido en el barrio, en la protesta, en la iglesia y en los entierros.
“Nosotros tocamos más plena que nuestros abuelos, más trova, más bomba, y donde quiera que tú te metas hoy día donde el pueblo necesita expresarse, los panderos van a aparecer. Claro, laboralmente hablando tu puedes decir ‘que chévere sería que los músicos tuvieran más guisos’. Yo prefiero que la plena no tenga ningún exito comercial, pero que esté viva, abundante y presente por donde quiera. Porque tenemos que plantearnos la pregunta: si la plena se convierte en la música del momento en la radio, ¿cómo va a ser esa plena? Mientras más comercial es la plena más cobarde es. Así es que yo creo que la gente quiere también tener cosas que no estén a la venta.”
Su argumento se extiende por unos cuantos minutos más. Nunca perdió el ritmo. Nunca perdí yo el interés ni el hilo de lo que decía. Recuerdo que en algún momento se confesó “devocionalmente rokero”. Ya había leído que es fiel seguidor de Patty Smith y Radiohead, y en la sala de su casa me topé con música de T-Rex y Jimmy Hendrix. Rockero y plenero.
El bembeteo de Ramón es cuestión de vida. Así lo confirmo al rebuscar de nuevo en las páginas de su libro plenero y encontrarme con estas palabras: “El bembeteo musicalizado es un florecimiento de la imaginación, herramienta del deseo de entender más y vivir mejor.”
De colores…
La sala de la casa de Ramón está llena de colores. Como dije aquí al principio, el tipo es artesano y su arte son los tapices. De estos hay varios en sus paredes, pero también hay artesanías de artistas boricuas que se mezclan con alguna figurilla de tintes religiosos, con mucha música y muchos libros. De los libros destacan los de Van Gogh, su artista predilecto e inspirador de muchos de los juegos de colores en su tapices y a quien le ha dedicado también un escrito en su libro Puerto Rico, USA: historia de un pías imaginario, el ensayo La cajita roja de Van Gogh.
Su trabajo con hilos lo llena de orgullo. Asegura que su técnica es suya, que no es igual a la tradición Latinoamericana de tapices. “El tapete tradicional es pequeño y todas las bolitas son idénticas y no hay manera técnica de que sea otra cosa, yo le seguí buscando posibilidades y aquí estoy ahora.” Hacer un tapiz le toma alrededor de un mes y “se deben vender en lo que un trabajador cobra en un mes”.
“Yo tejo para la tarima. Ese también es mi hallazgo personal, único y verdaderamente hermoso. Es que esto se ve mucho mejor de lejos que de cerca…poner a la gente a gozar con un arte que lo ve a 200, 300, 500 pies. [Esto] confluyó en los orígenes de Los Pleneros de la 23 Abajo que fue cuando empezamos a subir a tarima con esto. Al día de hoy lo hago con Los Tambores del Sarao que es mi grupo, y a un nivel es una manera de pintar con hilo. En un tapiz es lo mismo que cuando escribo, si cuando escribo estoy buscando música, pues aquí también excepto que es música de colores y el esfuerzo es en crear un color que cambia mágicamente dependiendo de la distancia porque todo se resuelve en la pupila.”
Bembeteando con Melchor
El 7 de enero pasado fui a Barranquitas a participar de la promesa de reyes que desde hace unos años Ramón López le hace a Melchor. La ofrece por su salud. La realiza, según las circunstancias de cada ocasión, con la colaboración y apoyo de sus compueblanos, amigos y músicos. Temprano, un grupo de niños barranquiteños hacen dibujos de Reyes Magos. Ya en la noche se sirve un asopao comunal en la plaza pública. Llegamos, lo saludo y nos manda a calentar el estómago. A las siete sube con su gente al teatro del Centro Cultural Luis Muñoz Rivera. Allí comienza el bembeteo en promesa.
Que Melchor es el Rey negro, es tradición boricua. Explorar su ubicación, definición y significación en la talla de santos, ha sido misión para Ramón por largo tiempo. Ha escrito tanto o más sobre Reyes Magos que sobre la plena, aunque sus escritos reyeros son también pleneros. En sus años como director del Centro de Investigación de las Artes Populares del Instituto de Cultura Puertorriqueña, publicó varios artículos reyeros, suyos y de otros autores. Leí varios y el que más me gustó fue Los Reyes Magos según the Puerto Rican Youth of Chicago, en el que analiza los dibujos de Reyes hechos por jóvenes en la Ciudad de los Vientos. En enero de este año publicó el ensayo Cartas dibujadas de los niños a los Reyes en la revista En Rojo del semanario Claridad –con la que López colabora hace 30 años. Tiene dos libros sobre el asunto: El movimiento de los Reyes hacia una estrella sola y Tres nacionalismos magos.
En Tres nacionalismos, analiza la centralidad y el protagonismo de Melchor en la talla de reyes en la Isla. Se detiene en varias manifestaciones artesanales para explorar la construcción de un discurso nacional híbrido a través de la figura del Rey negro. Si son reyes nacionalistas es Melchor quien carga la bandera. Si son pleneros lleva el quinto y si están con el Niño Jesús es quien lo carga o a quien el niño prefiere. Ramón, consecuente con su línea de pensamiento creativo, cuestiona versiones y mitos oficializados. Por ejemplo aquel que presenta la negritud de Melchor como un castigo, pues plantea que es negro porque la estrella de Belén lo quemó. La version popular plantea esa negritud reyera como un privilegio, pues según cuentan por ahí era la presencia de Melchor la que provocaba la presencia de la Estrella de Belén. Si él no estaba, Gaspar y Baltasar no llegaban, no podían caminar.
En una de las plenas que compuso para su promesa a Melchor, Ramón bembetea sobre este asunto:
Bembeteando con Melchor
Bembeteando con Melchor
Bembeteando siempre con Melchor
Va la estrella de Belén
Melchor puede conversar
con la estrella a su placer
Bembeteando siempre con Melchor
va la estrella de Belén
(coro)
Yo quiero la libertad
que el rey negro va a traer
Bembeteando siempre con Melchor
va la estrella de Belén
Bembeteo.com
Cuando Ramón quiso publicar su libro El movimiento de los Reyes hacia una estrella sola, encontró obstáculos en el mundo editorial. Lo mismo pasó cuando escribió sobre las artes populares de los confinados boricuas. Antes tuvo problemas para publicar como quería algunos de sus libros, pues costaban demasiado.
“Yo empecé a darme cuenta de que el cuaderno de papel cada día es más irrelevante. Primero porque publicar es un calvario. Hay que someterse a demasia’ pendejá. Las ediciones de libros son de mil o dos mil, entonces, ¿a cuánta gente llegaste? Los temas que a mí me ocupan son temas que requieren una intensa y extensa visualidad, o sea los libros míos son libros de 50 mil pesos para hacer mil. Y por otro lao’, pues un tipo tan absoluta y devocionalmente rockero como yo, que puede conferenciar y escribir con el mismo dominio del tema que con lo que la gente se acostumbra asociar, pues yo tengo que estar al día, más o menos como yo lo entienda, y como yo lo entienda quiere decir que yo tengo que apoderarme de alguna tecnología que facilite mi trabajo.”
Así que otra vez “mandó al carajo” a las instituciones –lo mismo hizo hace unos meses cuando decidió abandonar las comas, pues le imponían pausas que afectaban la música de sus textos. Creó bembeteo.com. Una página de autor en la que colgó de inmediato ese libro de Reyes y el texto sobre los confinados. También sus trabajos etnográficos sobre bomba y plena, sus poesías y narraciones, y claro, una galería extensa de sus tapices. Su deseo era que la gente pudiera acceder a su obra sin mediaciones económicas, con respeto e interés. También quería poner cuantas imágenes le diera la gana y que el público pueda comunicarse con él. Sabe que apostó por la gente joven y los adultos que ya manejan la web. Está seguro de que “ahí es que es donde debo estar.”
“Con bembeteo.com me parece que yo llegué a lo que yo quiero ser intelectualmente, artísticamente… Como nunca me ha interesa’o el reconocimiento oficial del régimen ni el curriculum vitae con quien me publicó tal cosa, como yo sé que en este ambiente publicar libros es como una validación oficial de tu trabajo y a mí no me interesa, las personas que leen libros no tienen problema en accesar la página y las personas que no leen libros, pues tienen ahí una alternativa.”
Corto aquí su respuesta. Lo hago de nuevo, pues Ramón bembetó sobre bembeteo.com durante unos diez minutos. Lo hizo, otra vez, sin perder el ritmo ni la emoción. Se nota que la página le gusta, que la quiere desarrollar. Confesó que aunque hay tecnologías y herramientas web que no le interesan –por ejemplo facebook, lugar que le parece que incomunica más de lo que comunica- necesita mejor Inflatable Water Slide promoción de su bembeteo en la red. Ramón quiere difundir su trabajo, que le llege a su gente, aquellos con quienes vive y sobre quienes escribe.
Puerto Rico, USA
A Ramón López le gusta que sus palabras bailen, pues se considera un escritor de oficio. Sabe que es un buen escritor, aunque no presume de ello, y por eso maneja el idioma con soltura. Sin embargo, asegura que el español no define ninguna esencia puertorriqueña y que no se anda con “esa zanganá de idolatrías del idioma español.”
“Los pueblos caribeños todos han sido pueblos bilingües, mutiligües, claro como reacción al imperialismo europeo sus decendientes, pero yo no vivo con las tonterías esas de que somos un pueblo triunfante porque hemos defendido el idioma español porque yo trabajé, y trabajaré, y trabajo constantemente con gente que no puede maniobrarse en español y son excelentes puertorriqueños.”
Ramón, como buen plenero de la mata que comprende y vive la extensión de las raíces de su música, siempre mira a la diáspora. La saluda, la visita, escribe sobre y desde ella. De hecho, en el tiempo que vivió en Chicago dirigió una escuela, fundó la agrupación plenera Bembeteo y publicó la revista Boricua. Como buen plenero de la mata también, procura mantener oído en tierra para sentir por dónde es que su pueblo baila.
“Estamos en el punto del espiral donde [siempre] hemos estado porque la espiral nunca regresa al mismo lugar, siempre evoluciona, y es: los sectores más empobrecidos de una sociedad siempre se han utilizado para interceptar las luchas populares en el sentido de que se les ofrece mendrugos y generosidades politizadas de manera que sean estructuralmente sectores poblacionales cuya supervivencia misma depende de acertar en dar apoyo a los que están en el poder. La gente en este país reacciona más o menos en base a sus posibilidades reales. Todo lo horripilante que sucede en Puerto Rico no es suficiente para que la gente diga ‘voy a poner toda mi confianza en el liderato independentista de hoy’ porque esa gente primero, no tiene el lenguaje para comunicarse y no tienen una propuesta real que hacernos y el único deber histórico de un pueblo es luchar para vivir mejor, no es luchar para tener estados más elegantes o más dignos o más honrados, especialmente si todos esos valores están definidos según criterios que no son populares.”
Y ahí va de nuevo. Regresa a lo popular, a su gente, a cuestionar verdades asumidas con comentarios incisivos. Desconfía de la historia según el ICP como cuestiona a aquellos que desde la academia o la izquierda pretenden definir a un pueblo del que viven distanciados. Cuestiona también a la comunidad plenera. Al final de El bembeteo musicalizado llama a sus pares del pandero y el güiro a reconocer que el hip hop y el reguetón son, a su manera, bembeteos hermanos, o quizás herederos, de la tradición marginal bembetera.
Sí, lo de Ramón es el bembeteo musicalizado, tejido y cantado. Su trabajo intelectual creativo, su tumbao, su conversación, su página web y su plena se resisten al orden impuesto, venga de donde venga.
“No creo que la gente necesita ser salvada por gente más inteligente o de alguna manera más iluminada. A mí me preocupa mucho to’ eso y por eso no lo vivo y no lo cultivo y no estoy ahí. Y no niego las aportaciones que cualquier sector social puede hacer en el mejoramiento de la vida, pero me parece que solamente los sectores mayoritarios que viven el aprieto de la injusiticia pueden elaborar la manera de salir de ella. Y en ese sentido me parece que somos un país, que somos un país aunque seamos 8 millones. Yo sé que hay una puertorriqueñidad que existe entre 8 millones de personas, la he vivido, la conozco la he agitao. He sido activista en ella… Hay una creatividad boricua que no se muere. No se muere en Estados Unidos, de hecho en Estados Unidos nos pueden dar unas lecciones de cómo hacer cosas y yo lo sé porque las viví y ayudé a crearlas. Así que en ese sentido, yo no vivo en la amargura que tanto se asocia con el mundo intelectual. Claro, mis horas incluyen demasiadas cosas que no tienen que ver con el trabajo intelectual, pero me parece que se habla mucha mierda por ahí… Yo vivo en un país que me provoca confianza y esperanza, no que me provoca una derrota existencial.”
– Ramón, ¿algún tema que no tocamos y…?
“¡La vida entera! Mira aquí están mis plantas medicinales… Yo creo en veinte mil situaciones alternas que hay por ahí. Estoy en la adolescencia de mi creatividad todavía y francamente vivo una vida estudiantil, vivo una vida de estudio, de educación, de no creerme ninguna jodienda, sino de aprender. Pero bien literalmente hablando. Yo soy un lector, soy un estudiante, yo me paso preguntando donde quiera y bueno, puedo decir que gracias a todo eso pues vale la pena estar por ahí. Y si llego a viejito pues es posible que aprenda a tejer, que aprenda a escribir de una vez porque francamente nunca me he creído que ya llegué y me da pena con la gente que se cree que ya llegó… Bueno, algo más o ya acabamos?”