Los Fueros de la Incertidumbre o la Poética del ¿Vacío? Parte 1
La poética de: William Wordsworth, Edgar Allan Poe, Stéphane Mallarmé, Reiner Maria Rilke y Luis Llorens Torres
El ideal de un escritor bien equilibrado debe centrarse en la sencillez. La sencillez (no confundirla con la facilidad) necesita don de plenitud, madurez y frescura, concentración, unidad.
Francisco Matos Paoli
Se me hace difícil entrar en la poética de los poetas que estaré comentando sin antes sentir una luminosa sensación interior de vacío. Ese destello primario que produce una infalible incertidumbre purificada por el deseo de alcanzar infinita libertad; proceso esencial del poeta que delata su interioridad subjetiva despojada de restricciones académicas y trilladas. Se trata de un espacio donde lo perceptible conforma una totalidad fenomenológica entre lo visible y lo acústico. Una especie de reino “sinestésico” equilibrado por el propio proceso poético. Dice Hegel: “[…] ese proceso de desmaterialización y de subjetivación alcanza su cumplimiento en la poesía, porque aquí lo visible y lo audible se ven igualmente reducidos a no ser más que simples signos del espíritu”. ¿A caso esta reducción de signos no es otra cosa que la naturaleza misma de nuestro ser? ¿Una existencia inevitablemente dependiente y limitada, prosaica y cotidiana, pero al mismo tiempo sublime y espiritual? Esta síntesis aparenta ser discordante, pero no es más que una sutil reflexión paradójica, tallada sobre una suerte de Piedra de Rosetta: críptica, ontológica y exegética. El poeta frente a su poética es un ser colmado de incertidumbres y vacíos que irá comprimiendo, obsesivamente, en su propia poesía. La poética como logos de indestructible reflexión panorámica yace en el poeta como discurso tripulado por un enorme toro que lo poseerá, ineludiblemente, una y otra vez. Será una cabalgata mítica y perentoria que lo liberará, colocándolo frente una realidad superior nacida de un aliento sublimado y fundamental. La razón o la lógica no podrá poblar del todo toda la poesía ni su poética. La palabra, su materia prima, será su feroz defensa templada. La palabra será su escudo fraguado por retazos de poéticas maduras que irá anunciando constantes renovaciones en los misterios más suculentos de la vida misma. Y esa poética –incapaz de anticuarse– será, como dice Octavio Paz, de alguna manera una: “critica del pasado inmediato, interrupción de la continuidad […] una suerte de autodestrucción creadora”. Para Octavio Paz la interrupción de la continuidad es el soporte que alimenta la tradición de la ruptura; un reino poético paradójico, pero no contradictorio. Y es precisamente en esa paradójica tradición de la ruptura –en esa desconformidad– donde los grandes poetas enarbolaron y enarbolan sus más sublimes y hasta arriesgados sentimientos de renovación poética en un intento por contener el vacío de lo desconocido e inundarlo con nuevas incertidumbres luminosas.
Hablar sobre la poética de cinco poetas me coloca frente a una situación discursiva irremediablemente compleja. Una suerte de galimatías instigador que irá enroscándose en sacudidas hermenéuticas y fenomenológicas. ¿Será inevitable comentar la poética de los poetas sin incurrir en laberínticos malabares: metafóricos y retóricos? La poesía exige cantidades descomunales de alusiones abstractas para poder alcanzarla, aunque no necesariamente comprenderla. Convirtámonos en funambulistas de la conciencia poética que trata de cruzar el abismo abierto entre el misterio y la abstracción. Me iré interrumpiendo, resuelto pero fugaz, en un surtido de micro ensayos encabalgados –en ocasiones– por una irrevocable prosa poética.
I
For all good poetry is the spontaneous overflow of powerful feelings: and though this be true, Poems to whish any value can be attached were never produced on any variety of subjects but by a man who, being possessed of more than usual organic sensibility, had also thought long deeply.
William Wordsworth
Para el romántico inglés, William Wordsworth (1770-1850) la construcción de su paisaje poético vendrá dotado del espectro de lo cotidiano a través del lenguaje. Un lenguaje inteligible pero no mundano, que habla de situaciones del common life, presentadas a la mente de una manera inusual e imaginativa. Para Wordsworth, la simplicidad de lo cotidiano encierra el misterio anhelado de la poesía. De esta manera la comunicación poética sería más permanente y filosófica, quizás más accesible.
Tomemos en cuenta además que, el mundo de Wordsworth ya comenzaba a transformarse con inusual velocidad con el advenimiento de la industrialización. El poeta, ser sensible, hijo de su tiempo, necesitaba –más que nunca– una reflexión detenida sobre su propia poética. Para Wordsworth lo urbano será lo plural de las grandes transformaciones sociales, y el poeta será un ser superior que tendrá un conocimiento de la naturaleza humana más refinado dentro de esa realidad: “Poetry is the image of man nature […] Poetry is the first and last of all knowledge- it is as inmortal as the heart of man”. Esa idealización, esa idea del poeta y su poesía provendrán, por supuesto, del ser humano mismo y los objetos que lo rodean. Es decir, todo lo que interactúa y reacciona con el poeta y que constantemente lo afecta y lo transforma; produciendo una infinita complejidad entre placer y dolor. Una dualidad que el poeta tendrá que ir balanceando constantemente. Pero la única manera, según Wordsworh, de conseguir esa armonización es en la emoción misma recolectada en la tranquilidad. Es decir, en la contemplación del ser y la mente.
Wordsworth comienza a darse cuenta de la necesidad mística (por llamarlo de alguna manera) que exige la creación poética. Entiende que es inevitable puntualizar la intrincada sublimidad de los procesos de la creación, separándolos de un mundo infectado por cándidas distracciones enquistadas en una cotidianidad malsana. Cotidianidad esta que, será –paradójicamente hermosa– fuente de reflexiones para el prefacio de sus Lyrical Ballads.
II
“Sostengo que un poema largo no existe”
Edgar Allan Poe
Para Edgar Allan Poe (1809-1849) la concisión del poema dicta su efectividad en el tiempo. Esta aseveración es altamente subjetiva y cuestionable, pero no debemos olvidar que los conceptos poéticos de los poetas no son dictámenes sentenciosos apodícticos, y que sólo se ajustan a las particulares necesidades estéticas de cada poeta y su tiempo. Poe criticaba el poema extenso, pero también el inapropiadamente breve, el que degenera en un mero epigrama. Decía que éste podía producir un efecto brillante pero nunca profundo. Entonces debemos preguntarnos: ¿Cuál es la extensión idónea que debe tener un poema para que este pueda garantizar su perpetuidad en el tiempo? Podemos ver esto como una contradicción, cuando dice, por ejemplo, que “el objeto último de todo poema es la verdad”. Si es este el objetivo último de todo poema, entonces la extensión no debe ser una contrariedad. Sin embargo, su postura queda afinadamente justificada cuando nos dice:
Para imponer una verdad, necesitamos severidad más bien que la eflorescencia del lenguaje. Debemos ser simples, precisos, lacónicos. Debemos ser tranquilos, calmos, desapasionados. En una palabra, debemos estar en ese estado de ánimo que es, lo más posible, exactamente inverso de lo poético.
Esto resulta ser una de las revelaciones, a mi entender, más importantes de su poética. La verdad debe ser simple, precisa y lacónica. Es decir, para Poe, en la brevedad está la verdad, y la verdad debe ser siempre breve, quizá seca. Localizar el busilis con un arrebato estético conciso. Los adornos febriles a modo de melismas musicales quedan excluidos. La poesía, para Edgar Allan Poe es “la creación rítmica de la belleza” y esa belleza rítmica descansa en la “absoluta esencialidad” de lo breve. Brevedad que nos acaricia siempre con una “tristeza placentera”. Poe fue un genio del relato y del poema breve, y no nos debe sorprender que Stéphane Mallarmé (poeta que examinaremos el próximo mes en la segunda parte de este escrito junto a Reiner Maria Rilke y Luis Llorens Torres) se haya visto precisado en aprender su lengua vernácula para comprender el breve pero basto universo poético de Poe.
Referencias
Llorens, Torres Luis. Sonetos Sinfónicos: “Poética del Porvenir”. En Obras Completas, San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2010. (89-106)
Matos, Paoli Luis. Diario de un poeta: Tomo I. División de publicaciones y grabaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1987.
Papaioannaou, Kostas. Hegel. Mondial by Editions Seghers-Paris, 1962. Para la lengua española, EDAF, Ediciones-Distribuciones, S.A., Jorge Juan, 30. Madris, 1975.
Paz, Octavio. El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica. Decimoséptima Edición, México, D.F, 2010.
__________. Los Hijos del Limo. Biblioteca de Bolsillo. Reimpresión de Planeta Colombiana, S. A., Bogotá, D.E., 1987.
Poe, Edgar Allan. The Poetic Priciple. The Works of Edgar Allan Poe, vol. III, 1850. http://www.librodot.com, visto en octubre 4, 2015.
Simons, Edison. Poética de Mallarmé. Editora Nacional, Generalísimo, 29-Madrid, 1977.
Rilke, Rainer Maria. Cartas a un Joven Poetas. 1ª ed. 2ª reimp. Buenos Aires: Losada, 2007.
Ricœur, Paul. Teoría de la Interpretación: Discurso y Excedente de Sentido. Grupo Siglo XXI Editores. Primera edición en español, 1995, séptima impresión, 2014, Texas University press y la scott meredith agency, 1.p., 845 third avenue, nueva york, n.y. 10022
Wordsworth, William. Preface to Lyricals Ballads. The Hardvard Classics. 1909-14.