Manivela
desde los dedos, huesos y pestañas a larga distancia.
Como todo, me desencajo de las barbas y el color habano de su piel
para pensar en la relación materno-filial:
algo que simula naturalidad y no es más que un subterfugio,
un trapito que engalana una relación de violencia animal.
Aquí señalamos la crueldad con la que resbala el cordón,
la facilidad con que se levanta la sospecha
de que la cabeza es no es más que un trampantojo.
El vínculo engatusa,
burla el gesto sádico
de quien se sabe indestructible:
piedra dura pintada del más delicado mármol,
mármol, el rostro que tala la lluvia,
lluvia, que despoja los ojos de vida,
vida, agua de lluvia.
Verano mudo sin panorámica,
finito.
Vuelva al viaje que nunca memoras,
donde te traspasaba el añil oscuro de una oreja a otra
y dejaba su mancha luminoscura, zaino brillante.
Clarita, la niña tiemblaespejos.
Qué divertida la mollera en aquéleso que no recuerdas,
sólo el ángulo de las ventanas y tus boulevardierismos sola.
No recordarás nunca lo compartido:
La cama bajo agua, su ruido mojado y obsceno.
El humo blanco aposentado entre los cuerpos,
caricia de luz sobre porcelana fría.