Mar entre nos: Los efectos del calentamiento global en Puerto Rico
Naturam expellas furca, tamen usque recurret.
(Expulsa a la Naturaleza con un horquillo, pero ella regresará.)
-Quinto Horacio Flaco, Libro I, epístola x, línea 24
Un mundo sin hielo. Los glaciares casi desaparecidos, el Océano Ártico totalmente libre de hielo, y perforado con pozos petroleros, manejados por consorcios rusos-chinos-norteamericanos. La otrora densa capa de hielo de Groenlandia reducida a unos cuantos parches de hielo. El hielo de las costas del continente antártico, desaparecido, y solamente un glaciar rodea el Polo Sur. Muchas zonas del planeta gozan de un clima más cálido, con áreas desérticas en expansión, la frontera agrícola que invade los espacios que estaban cubiertos por bosques templados, y los recursos de agua dulce, cada vez más salinizados, están siendo agotados con gran intensidad por la población humana que ha alcanzado su cenit poblacional y ha sido desplazada por el alza del nivel del mar.Este escenario sombrío del futuro es el que nos pinta en el más reciente número de la revista mensual National Geographic, el periodista científico ambiental y escritor independiente Tim Folger donde discute los efectos de un mundo sin hielo, por causa del calentamiento global y el consecuente cambio climático.
Tal vez mucha gente en San Juan, Rincón, Fajardo, Isla Verde, Dorado y otras costas densamente desarrolladas en Puerto Rico piense que todo ese panorama no les afecte a ellos. Quizás los desarrolladores sigan con sus prioridades y planes cortoplacistas, gracias al cambio de la orientación de la legislación de planificación ambiental del país, y de este modo continúen desarrollando las costas con el fin de obtener los máximos beneficios, sin pensar que toda esa agua acumulada en hielo en los polos o en los glaciares va a llegar a Puerto Rico. Algunos alcaldes, pensando en su reelección inmediata, se dedican a promover el desarrollo de proyectos costeros grandilocuentes, para impresionar a sus electores, sin importar a quiénes desplacen en el proceso, como lo es el caso del proyecto de “Guaynabo City Waterfront,” propuesta de desarrollo del alcalde de Guaynabo a ser construido en el área del sector Vietnam del barrio Amelia de ese municipio, y ha provocado conflictos con los residentes del lugar. Es más, tal vez un poco de más calor llegue a ser más beneficioso, quizás ayude a traer más turistas que gasten dinero en hoteles de playa. ¿Calentamiento global? En Puerto Rico siempre hace calor. ¿Qué los polos se quedan sin hielo? Tal parece que acá poco importa. Después de todo, aquí no cae nieve, y el hielo solamente representa un 1.74% del agua en el planeta. No tendremos a un mar entre nos.
Pero por el calentamiento global, todo ese hielo que se está derritiendo irá inexorablemente a parar en los océanos, que ya constituyen el 96.5% del agua total en el mundo. Las capas heladas y los glaciares están desapareciendo de forma crecientemente alarmante, debido a la acumulación de grandes cantidades de bióxido de carbono, producto de la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón. Aún cuando algunos sectores económicamente influyentes en el mayor país generador de bióxido de carbono en el planeta, los EEUU, niegan los efectos de la quema de combustibles fósiles, así como la misma existencia de un calentamiento global, ciertamente el cambio climático es más palpable en cada año que pasa, y sus efectos ya se sienten en todos los rincones del planeta, particularmente en el alza de los niveles del mar.1 De hecho, la probabilidad de que los fenómenos tales como el incremento de las temperaturas oceánicas, mayor humedad superficial, derretimiento de los glaciares y el alza de los niveles del mar sean independientes uno de los otros es inexistente, sino que son indicadores de la existencia de un calentamiento global.2 Este incremento del nivel del mar, aunque pudiera verse como marginal, puede afectar numerosas tierras bajas en todo el mundo, las cuales serán cubiertas por el agua, amenazando grandes ciudades y zonas costeras densamente pobladas en todos los continentes alrededor del globo.3
Los efectos más dramáticos, según los mapas en la edición de septiembre de National Geographic, serían en América del Norte y en el Caribe. En los EEUU, una docena de estados del Sur y de la Costa Este de dicho país desaparecerían bajo las aguas del Océano Atlántico, incluyendo Florida, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, y Luisiana; otros, como Misisipí, Georgia, Alabama, las Carolinas, Virginia, Texas y Nueva York perderían entre un 20% a un 70% de su territorio actual. En el Caribe, Cuba virtualmente desaparecería del mapa, quedando reducida a un pequeño archipiélago de 3 a 4 islas; La Española quedaría bastante inundada, siendo la República Dominicana la más afectada. Puerto Rico, aun siendo más montañoso, perdería sus áreas costeras, precisamente las más densamente pobladas de la Isla. Suramérica perdería cerca de un 30% de su extensión continental, creándose un enorme lago en lo que es hoy la selva del Amazonas, y un gran golfo ocuparía la cuenca del Río de la Plata y del Río Paraná, sepultando bajo las aguas a Uruguay y a la parte más densamente poblada de Argentina, e incluyendo sus áreas agrícolas más productivas.
Por otro lado, la ferocidad de muchos huracanes alrededor de los distintos océanos se ha incrementado notablemente, lo cual ha llevado a muchos estudiosos a correlacionar el calentamiento global, no sólo con la fortaleza de estos sistemas de tormentas, sino además con su frecuencia. La furia del Huracán Sandy sobre las costas de Nueva York y Nueva Jersey, una de las áreas más pobladas de la costa este de los EEUU, y punto donde están localizados las áreas industriales y financieras más importantes de dicho país fue particularmente descrita por Folger, quien procedió a entrevistar, no sólo a varios de los afectados por la tormenta desatada en octubre pasado, sino además a funcionarios de emergencia estatales y del gobierno federal, describiendo, con perturbador detalle, los efectos de la inmensa marea ciclónica que devastó grandes porciones de costa en Nueva Jersey, Nueva York y Delaware. Los efectos del Huracán Sandy sobre el área portuaria de la ciudad de Nueva York fueron particularmente catastróficos, y muchas áreas del bajo Manhattan, por ejemplo, fueron afectados por la marea ciclónica, con niveles de agua registrados en 4.2 metros; el agua inundó varios de los túneles del tren subterráneo de la ciudad por días. El sistema de distribución de combustible quedó interrumpido, creándose un caos en las estaciones de servicio de gasolina. Cuando finalmente cesó la tormenta, 43 personas habían fallecido en la ciudad de Nueva York solamente, y la ciudad había sufrido más de $19,000 millones de dólares en daños. Sencillamente, un desastre ambiental sin precedentes.
Lo curioso del caso es que en Puerto Rico, el gobierno tal parece que no toma cartas en el asunto. Con la atención pública concentrada en la crisis económica y fiscal del gobierno, y los principales partidos políticos dedicándose a complacer a los intereses desarrollistas particulares, la discusión de los efectos del calentamiento global y del consecuente cambio climático así como de los crecientes niveles del mar parece ser poco menos que inexistente. Lo que es más crucial, se ha pospuesto la discusión del Plan general de Uso de Terrenos, que podría ayudar a manejar el desarrollo de las áreas costeras y la reforma del sistema de permisos bajo el gobierno de Luis Fortuño en 20094 lo que ha priorizado es la agilización de permisos de construcción, con importancia bastante secundaria a las consideraciones ambientales. De hecho, en la declaración de política pública de la Ley de Permisos, el término desarrollo aparece en tres ocasiones; en cambio, los conceptos de protección ambiental, o conservación de los recursos están totalmente ausentes en dicha declaración.5 Para muestra un botón basta: a modo de ilustración, esta ley causó un desmantelamiento de la antigua Área de Asesoramiento Científico de la Junta de Calidad Ambiental, y la transferencia de gran parte de las funciones de análisis y comentarios ambientales de la JCA a la Oficina de Gerencia de Permisos (OGPE). Los documentos ambientales son presentados ahora junto con las solicitudes de permisos a la OGPE, y es ésta la que determina la adecuacidad de la discusión de los aspectos científicos ambientales de dichos documentos. Algo así como poner el cabro a velar la lechuga. En efecto, la “reforma” fortuñista del sistema de concesión de permisos ha tenido como resultado silenciar la discusión de los impactos ambientales y sus efectos en el entorno natural y humano. Lástima que sea la crisis económica la que por el momento, haya protegido nuestras tierras y costas de los desmanes de los desarrollistas criollos.
La ciudad de Nueva York, en aras de prevenir un desastre similar al de Sandy en el futuro, está en el proceso de adoptar medidas para proteger sus costas y el área portuaria, para minimizar los daños a bienes e inmuebles, en caso de que una nueva tormenta amenace el área metropolitana de la ciudad. En ese sentido, también la ciudad de Nueva Orleáns en Luisiana tomó medidas cautelares en sus diques y muros, que la protegieron de tormentas posteriores a la catastrófica Katrina (2005).
Pero en Puerto Rico, estas estrategias languidecen, y estando a merced de las temporadas de huracanes, y siendo vulnerables a las mareas ciclónicas, el potencial de desastres urbanos es enorme, con eventual pérdida de propiedad e inclusive de vidas. Las construcciones costeras son las que más directamente se verían afectadas, creando un gran riesgo de daños que pudieran rondar en los miles de millones de dólares. Lo más preocupante es que a través de la última década, un poco más de cinco tormentas han afectado la infraestructura del país, incluyendo su apreciado sistema eléctrico. Pero nadie se siente aludido. Con el paso de cada tormenta, la discusión de medidas se pone sobre la mesa, pero luego las mismas no se implantan, permaneciendo el sistema eléctrico, por ejemplo, igual de vulnerable.
Un crecimiento del nivel del mar y un alza de las temperaturas globales en el futuro es algo que ya muchos conocedores establecen como un hecho, tan temprano como en las próximas 2 a 3 décadas. Ciudades y áreas metropolitanas enteras, y hasta países completos serán invadidos por los mares, y las poblaciones desplazadas crearán más presiones sobre los menguantes recursos de las tierras remanentes. Puerto Rico no será excepción. La inundación de las zonas costeras que han sido ampliamente desarrolladas, y que a su vez eliminado muchas barreras naturales contra las mareas, va a ser uno de los efectos más frecuentes a corto plazo, amenazando seriamente las construcciones urbanas costeras. Es necesario retomar el debate sobre el futuro de nuestras costas, y cómo manejar la zona marítimo-terrestre, de manera de asegurar que las costas y riberas queden protegidas. El enfoque de la Ley de Permisos de 2009 tiene que ser revisado completamente, para adecuarlo a un plan efectivo de conservación y uso de los terrenos y recursos costeros, y lleve a un desarrollo óptimo, planificado y sostenible de nuestro entorno. El desarrollo no puede tener mayor prioridad que la conservación de nuestros recursos y en particular, de nuestras costas.
No podemos esperar a que pase un nuevo San Felipe o un Georges, para que finalmente se tome acción al respecto. Los efectos del calentamiento global y el cambio climático son un hecho. No podemos, pues, postergar la discusión para el reenfoque del desarrollo y de la protección de nuestras zonas costeras, así como la conservación de nuestras zonas agrícolas, asegurando nuestras fuentes alimentarias. La Naturaleza regresa a reclamar su espacio. Las medidas para protección de las costas, e inclusive, para la reducción de combustibles fósiles tienen que ser implantadas. El tiempo es ahora.
- Kennedy, J.J.; Thorne, P.W.; Peterson, T.C.; Ruedy, R.A.; Stott, P.A.; Parker, D.E.; Good, S.A.; Titchner, S.A.; Willet, K.M., How Do We Know the World Has Warmed? Bull. Amer. Meteor. Soc., 91 (7), S26-S27 http://www1.ncdc.noaa.gov/pub/data/cmb/bams-sotc/2009/bams-sotc-2009-chapter2-global-climate-lo-rez.pdf [↩]
- Id. [↩]
- http://ngm.nationalgeographic.com/2013/09/rising-seas/folger-text [↩]
- Ley para la Reforma del Proceso de Permisos de Puerto Rico, Ley Núm. 161 del 1 de diciembre de 2009, efectiva el 1 de diciembre de 2010, 23 L.P.R.A. §9011 et seq. [↩]
- “El Gobierno de Puerto Rico adopta como política pública el mejorar la calidad y eficiencia en la administración de los procesos de evaluación de solicitudes para el otorgamiento o denegación de determinaciones finales y permisos para desarrollos de proyectos de construcción en Puerto Rico. Como parte de dicha política pública es vital asegurar la transparencia, certeza, confiabilidad y agilización del proceso de evaluación para el otorgamiento o denegación de determinaciones finales y permisos, además de la emisión de recomendaciones. Dichos procesos para la evaluación, otorgamiento o denegación de las determinaciones finales y permisos, están revestidos del más alto interés público por ser un instrumento de desarrollo económico y como tal indispensable para la creación de empleos y la prestación de mejores servicios al pueblo y el disfrute de una mejor calidad de vida. Todo esto asegurando el fiel cumplimiento con las leyes y reglamentos, y teniendo como norte el poder insertarnos dentro del marco de la competitividad que incluya el máximo desarrollo en lo concerniente al aspecto económico, social y físico sostenible del pueblo de Puerto Rico.” Artículo 1.2, Ley Núm. 161 del 1 de diciembre de 2009, supra. [↩]