Memoria de algún cuerpo y la ética de la vulnerabilidad: reseña de «Cantos de la vida mía»
de Ángela I. Figueroa Sorrentini[1]
Esta no es una autobiografía que parte de la presunción de un sujeto autónomo, un individuo que ejerce su libre albedrío para narrar retrospectivamente una teleología de logros sin cabos sueltos. No se trata de una autobiografía de un sujeto universal y trascendente fuera de la historia ni de una declaración solitaria e introspectiva de una sujeto cognoscible por si mismo. No es una narración que adquirirá el estatus de una autobiografía representativa y oficial y tampoco entrará al canon de un discurso civilizatorio patriarcal o a la metanarrativa de un gran páter cuyas memorias son meritorias de un resguardo solemne.[3]Esta autobiografía no es nada de eso, pero, más importante aún, no quiere serlo.
Todo lo contrario, los «Cantos de la vida mía» de Ángela Iris Figueroa Sorrentini se reniegan de las políticas de la memoria oficial que se cifra en privilegiar autobiografías perteneciente a la «alta» cultura, incluyendo los próceres de izquierda, y prefiere situarse entre la buena compañía de otras voces borradas de la historia como aquellas contenidas en las narraciones de esclavos, criminales, prostitutas, místicos e inmigrantes.[4]
Ángela nos invita a su laberinto con un «[a]y bendito, perdonen, es que una cosa me va llevando a otra y yo me entiendo de lo más bien y a veces se me olvida que pa´otros –y pa´otras también, que no tengo nada de esencialista y no quiero insinuar que los ovarios operan como un hearing aid o un translation device– no es tan fácil seguirme el hilo.»[5]
Con la advertencia anti-esencialista de que los ovarios no son un hearing aid o un translation device, Ángela nos va llevando a otro registro que mira los eventos autobiográficos como performances identitarios que constituyen subjetividades. En este sentido, despliega como las identidades no son atributos pre-discursivos, fijos o esenciales de los sujetos autobiográficos, sino que se inscriben en normas y discursos culturales que son provisionales e inciertos.[6]
Pregunta Ángela, «¿cómo separar la creación de la memoria y la autobiografía de la mitología personal?»[7] Y en otro lugar dice que es «[u]n misterio lo que queda inscrito en la memoria y lo que se anota tan fugazmente que el registro se pierde.»[8] Y aún en otro lugar nos advierte que «es mejor que confiese que mientras escribo esto ya paso de los cincuenta, edad en que sospecho la memoria perfecciona el arte de recordar lo que no fue.»[9]
Ángela no nos ancla a un verdadero «yo» allá en el fondo esperando a ser descubierto, sino que parte de un «yo» como una ficción.[10] No nos brinda terrenos estables desde los cuales ser cómplices de verdades identitarias. Más bien, Ángela prefiere pavimentar nuestros pasos con arenas movedizas. Nos comparte que de niña en la escuela «escribía a veces en mis trabajos Ángela Figueroa, a veces Iris Sorrentini, otras Ángela Sorrentini y, aun otras, Iris Figueroa. De hecho, tenía pensado usar también Ángela Vélez, Ángela Santiago y otras combinaciones de mi nombre: Ángela Iris Figueroa Sorrentini Vélez Santiago, para servirle.»[11] Así nos sirve un manjar de incertidumbres y nos promete fidelidad a una memoria imperfecta.
Todas las Ángelas y las Iris cantan en los «Cantos de la vida mía.» Se sitúan en la metáfora de los cantos como «balance inestable entre cierto grado de integración y de fragmentación de la personalidad, de las experiencias y de nuestras lecturas y comprensión de nuestro propio proceso»[12]… como «la voz de diferentes cantos de mí-personalidades, caracteres, fragmentos de quien soy- la que predomina en unas y otras narraciones»[13]… como «odas a seres amados que llegaron y yéndose quedaron […] como todos los amores intensos que no gozan de un buen libretista»… como «música popular»[14]… y como » pedazos porque no es una autobiografía ni una memoria lúcida y fluida que procede de manera cronológica, sino momentos, experiencias, seres y aconteceres que han dejado una huella profunda en mi sique y han afectado, para bien para mal, más que el curso, la constitución misma de quien soy.»[15]
En ese proceso de «erupciones sucesivas del cual hasta suena atrevido reclamar autoría, más allá de haber vivido estas historias»[16] vemos que el «yo» de estos cantos es un «yo» habitado por múltiples posicionalidades de sujeto, polivalente, contradictorio y enraizado en relaciones de poder asimétricas. Se trata de una heteroglossia dialógica que habla «en lenguas» y esas lenguas siempre invocan al otro o la otra a través del cual es posible narrar. Esta forma de autobiografía signa más bien la capacidad de navegar unas subjetividades y la habilidad de ponderar los cantos en el proceso autobiográfico.[17]
Una autobiografía necesariamente fracasa si su propósito es representar la vida del autor como un «yo» coherente que se despliega en una teleología. Según plantea Sedonie Smith:
And so the cultural injunction to be a deep, unified, coherent, autonomous “self” produces necessary failure, for the autobiographical subject is amnesiac, incoherent, heterogeneous, interactive. In that very failure lies the fascination of autobiographical storytelling as performativity.[18]
Ese fracaso es muy creativo para situarnos ante otras posibilidades narrativas. Couser utiliza un término diferente a la noción de autobiografía para poder invocar aquellas narraciones, como la que nos comparte Ángela, que se preocupan por la manera en que se habita una configuración corporal particular que intenta desestigmatizar condiciones corporales anómalas. El término que se ingenia para divorciarse del lastre histórico de la autobiografía es, en inglés, «some body memoir» o en español, según yo lo traduciría, memoria de algún cuerpo.[19] Ángela suscita esta memoria de algún cuerpo o, mejor aún, la de algunos cuerpos.
Según han señalado las criticas feministas, ha habido un tradición literaria vasta de escritos privados autobiográficos hechos por mujeres que han sido amparados bajo la rúbrica de géneros literarios «marginales» como los diarios y las memorias.[20] Estos Cantos son muestra de cómo desde los márgenes las voces anómalas pueden «write themselves into history» y hacer visible sujetos sociales previamente invisibilizados.[21] Cuando Ángela pregunta ante el racismo de una maestra en EEUU «¿qué peso tenía la palabra de una turca y de una spik frente a la de tres angelitos del cielo anglosajón?»,[22] resulta que con esta publicación tiene más peso que antes la palabra de una turca y una spik. De esta manera, la autobiografía se torna en un estrategia para responder a los discursos oficiales y excluyentes del poder y para materializar una corporalidad desestabilizante, múltiple y celebratoria que contrarresta las representaciones de ser puertorriqueña y lesbiana como algo perverso y aberrante.
No obstante el «Angela’s writing herself into history,» hay silencios importantes en el texto que quisiera auscultar. En particular, están los silencios de la página en blanco en honor a «la primera y más querida.» Ángela lo explica de esta manera:
Hecha la debida salvedad, en general respeto la decisión de cada cual de salir o no del clóset, aunque las enclosetadas –uso el femenino como genérico- me saquen a veces de mis casillas porque entiendo que contribuyen, de muchas y diversas maneras, a mantener vivos los estereotipos, prejuicios y discriminación contra la gente gay, y nos hacen más difícil la vida a las pocas afuera que, a fin de cuentas, somos las que vamos abriéndolos espacios para todas, porque eso de ganar derechos desde el clóset está bien difícil. Pero sea como fuere, es esta posición la que me ha llevado a no escribir sobre la experiencia que lleva por título “la primera y más querida.”[23]
Esa página en blanco encierra polivalencias duras que oscilan entre clósets y lo indecible del lesbianismo y sus textos. Para mí evoca las palabras de Adrienne Rich:
Whatever is unnamed, undepicted in images, whatever is omitted from biography, censored in collections of letters, whatever is misnamed as something else, made difficult-to-come-by, whatever is buried in the memory by the collapse of meaning under an inadequate or lying language—this will become, not merely unspoken, but unspeakable.[24]
El libro de Ángela se sitúa entre escritos auto-reflexivos que combinan el auto-performance con el análisis teórico de las identidades sexualizadas, racializadas y colonizadas. Se trata de textos que al combinar historias íntimas con teorizaciones críticas desestabilizan las normatividades e invitan a los lectores a re-imaginar sus identidades como propuestas inciertas y a generar memorias fuera de los contornos de las binariedades heteronormativas y el imaginario imperial.[25]
Pero la profundidad del análisis de Ángela no significa que nos entrega un salvavidas y un mapa en el camino. Como lectores debemos negociar entre espadas y paredes y, en el proceso, nos expone a una ética de la vulnerabilidad y el desamparo.[26]
Ángela, cuando en tus cantos hablas de los tiempos más oscuras con tu Tía Geñita imperdonablemente abusiva dices que «[t]erminé por dudar en qué fecha había nacido. Quizás era el 15 de mayo como decía ella –hasta creía recordar que así era. Quizás nací en otro mes. Quizás hubiera sido mejor no haber nacido.»[27]
Ángela, hermana del alma, yo quiero decirte algo: «Gracias por haber nacido.»
En la narración de las postrimerías de la vida de tu padre, Ángela, cuentas que «[t]enía un parche en un ojo y le afectaba mucho la luz; su andar era lento y parecía por lo menos veinte años mayor que sus cincuenta y un años. Comenzaba a hablar y se detenía, la mirada fija en un punto que yo hubiese querido tanto poder ver. Permanecía por un rato encontrado con sus ¿pensamientos? ¿recuerdos? ¿premoniciones?, y luego me miraba con fijeza y se le asomaban las lágrimas.»[28]
Eso, para mí, Ángela, reúne las hermosas disyuntivas de escribir una autobiografía o, según diría Couser, una «memoria de algún cuerpo» como ese mirar la mirada del otro que mira fijamente un punto que permanece incognoscible y que, de alguna manera, nos narra en sus reminiscencias, pensamientos y premoniciones.
Rilke en su escrito «For the Sake of a Single Poem» explora como pocos, o quizás nadie, el proceso de destilar vidas en memorias y la centralidad misma del olvido para la reconfiguración casi anónima e indistinguible de las memorias:
… Ah, poems amount to so little when you write them too early in your life. You ought to wait and gather sense and sweetness for a whole lifetime, and a lone one if possible, and then, at the very end, you might perhaps be able to write ten good lines. For poems are not, as people think, simply emotions (one has emotions early enough)—they are experiences.
For the sake of a single poem, you must see many cities, many people and Things, you must understand animals, must feel how birds fly, and know the gesture which small flowers make when they open in the morning. You must be able to think back to streets in unknown neighborhoods, to unexpected encounters, and to partings you had long seen coming; to days of childhood whose mystery is still unexplained, to parents whom you had to hurt when they brought in a joy and you didn’t pick it up (it was a joy meant for somebody else—); to childhood illnesses that began so strangely with so many profound and difficult transformations, to days in quiet, restrained rooms and to mornings by the sea, to the sea itself, to seas, to nights of travel that rushed along high overhead and went flying with all the stars, and it is still not enough to be able to think of all that.
You must have memories of many nights of love, each one different from all the others, memories of women screaming in labor, and of light, pale, sleeping girls who have just given birth and are closing again. But you must also have been beside the dying, must have sat beside the dead in the room with the open window and the scattered noises. And it is not yet enough to have memories. You must be able to forget them when they are many, and you must have the immense patience to wait until they return. For the memories themselves are not important. Only when they have changed into our very blood, into glance and gesture, and are nameless, no longer to be distinguished from ourselves—only then can it happen that in some very rare hour the first word of a poem arises in their midst and goes forth from them.[29]
Gracias, Ángela, por esperar una vida para poder destilarla en cantos.
[1] Este ensayo se hizo en ocasión de la presentación del libero «Cantos de la vida mía» escrito por Ángela Iris Figueroa Sorrentini y editado por Editora Educación Emmergente. La presentación se llevó a cabo en Libros AC el 9 de septiembre de 2014 a las 7:00pm.
[2] En su gestión creativa, Chloé S. Georas combina sus escritos literarios multilingües con trabajos visuales. Ha publicado y presentado su trabajo creativo en varios países y es autora del libro-objeto “rediviva: lost in trance.lations” (Editorial Isla Negra, 2006; Libros Nómadas, 2001), el cual fue distinguido por el Pen Club de Puerto Rico.En su gestión académica, es profesora de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico donde combina sus formaciones en Derecho (J.D. de New York University School of Law y LL.M. de University of Ottawa) y Estudios Culturales/Historia del Arte (M.A. y estudios doctorales de State University of New York, Binghamton) para examinar las intersecciones complejas del derecho con nuevas tecnologías, género, historias coloniales, memoria cultural y arte.
[3] Sidonie Smith & Julia Watson, A History of Autobiography Criticism, Part I: Theorizing Autobiography, in READING AUTOBIOGRAPHY: A GUIDE FOR INTERPRETING LIFE NARRATIVES 193, 196-97, 199 (Sidonie Smith & Julia Watson eds., University of Minnesota Press 2010); Sidonie Smith & Julia Watson, A History of Autobiography Criticism, Part II: Expanding Autobiography Studies, in READING AUTOBIOGRAPHY: A GUIDE FOR INTERPRETING LIFE NARRATIVES 213, 217-18 (Sidonie Smith & Julia Watson eds., University of Minnesota Press 2010).
[4] Smith & Watson, supra nota 3, Part I: Theorizing Autobiography, en la pág. 203.
[5] Ángela I. Figueroa Sorrentini, CANTOS DE LA VIDA MIA 26 (Editora Educación Emergente 2014).
[6] Smith & Watson, supra nota 3, Part II: Expanding Autobiography Studies, en la pág. 214.
[7] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en las págs.. 126-27
[8] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 162.
[9] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 190.
[10] Smith & Watson, supra nota 3, Part I: Theorizing Autobiography, en la pág. 206.
[11] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 61.
[12] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 18.
[13] Id.
[14] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 19.
[15] Id.
[16] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 18.
[17] Smith & Watson, supra nota 3, Part I: Theorizing Autobiography, en las págs. 201-02; Smith & Watson, supra nota 3, Part II: Expanding Autobiography Studies, en las págs. 215-17.
[18] Sidonie Smith, Performativity, Autobiographical Practice, Resistance, in WOMEN, AUTOBIOGRAPHY, THEORY: A READER 108, 110 (Sidonie Smith & Julia Watson eds., The University of Wisconsin Press 1998).
[19] Smith & Watson, supra nota 3, Part II: Expanding Autobiography Studies, en la pág. 219.
[20] Sidonie Smith & Julia Watson, Introduction: Situating Subjectivity in Women’s Autobiographical Practices, in WOMEN, AUTOBIOGRAPHY, THEORY: A READER 3, 6 (Sidonie Smith & Julia Watson eds., The University of Wisconsin Press 1998).
[21] Id. en la pág. 5.
[22] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 75.
[23] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 82.
[24] Adrienne Rich, “It is the Lesbian in Us…,” in ON LIES, SECRETS AND SILENCE: SELECTED PROSE 1966-1978 (W.W. Norton, 1979), citado en Julia Watson, Unspeakable Differences: The Politics of Gender in Lesbian and Heterosexual Women’s Autobiographies, in WOMEN, AUTOBIOGRAPHY, THEORY: A READER 393, 393-394 (Sidonie Smith & Julia Watson eds., The University of Wisconsin Press 1998).
[25] Smith & Watson, supra nota 3, Part II: Expanding Autobiography Studies, en la pág. 230.
[26] Smith & Watson, supra nota 3, Part II: Expanding Autobiography Studies, en la pág. 217.
[27] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 62.
[28] Figueroa Sorrentini, supra nota 5, en la pág. 48.
[29] Rainer Maria Rilke, «The Notebooks of Malte Laurids Brigge,» in THE SELECTED POETRY OF RAINER MARIA RILKE (Stephen Mitchell, translator and ed., Vintage International 1989).