Mi país está feliz o la encuesta de El Nuevo Día

Curiosamente, este no es el caso con la encuesta de El Nuevo Día. Por mucho que busco lo que encuentro son reportajes, artículos de opinión y videos de análisis. Es una encuesta “filtrada”, dosificada y de entregas fragmentadas. La gerencia diría que es una estrategia de mercadeo. Entiendo, en tiempos de depresión, vender periódicos se convierte en vender información y para vender hay que crear expectativas, interés, entusiasmo.
Escudriñando lo que ENDI ha colgado en la internet esto es lo que creo posible inferir:
- Eduardo Bhatia ha tomado el comando del PPD, mientras que el PNP se lo disputan el secretario de justicia de Pedro Rosselló y la secretaria de justicia de Ricardo Rosselló.
- Cualquiera de los candidatos del PNP gana la gobernación.
- Carmen Yulín Cruz no ha podido recuperarse de su desventaja en la encuesta de mayo de 2019 frente al fantasma de David Bernier, resucitado milagrosa y temporalmente en la encuesta negándole el liderato que tenía entonces.
- Jennifer González es la candidata a cualquier puesto estatal con mayor percepción positiva; 41% la percibe “muy o algo positiva”.
- “El sentir favorable hacia los partidos principales registró un alza de cuatro puntos mientras que los números de los partidos minoritarios van en caída.” No obstante, los números dicen que el 44% tiene una visión mucho más favorable (30%) y algo más favorable (14%), mientras 47% dice tener una visión algo más desfavorable (28%) y mucho más desfavorable (19%).
- La percepción de los partidos minoritarios (Partido Independentista Puertorriqueño, Movimiento Victoria Ciudadana y Proyecto Dignidad) es “menos favorable”.
- Los candidatos/as de los partidos minoritarios quedan en los lugares más bajos en cuanto a percepción positiva: Juan Dalmau, 14%; Manuel Natal, 13%; María de Lourdes Santiago 13%; Alexandra Lúgaro 12%.
- Los presidentes del Senado y la Cámara, Thomas Rivera Schatz y Johnny Méndez no salen muy bien parados, pero su percepción es más favorable que la de los/as líderes de partidos minoritarios, 20% y 19% respectivamente.
En resumidas cuentas, aquí no ha pasado nada. Julio de 2019 y los terremotos de enero pasado parecen pesadillas olvidadas. Mi país está feliz. Como dijo la alcaldesa Mayita Meléndez, la gente está contenta en los campamentos de refugiados. Claro, a la kakistocracia los refugios en carpas les parece un “camping”.
El orden ha sido restaurado, los partidos y figuras tradicionales vuelven a ocupar el centro del debate político. El PIP, el MVC y el PD, se ubican en los márgenes de esta encuesta “filtrada”, dosificada y analizada a retazos por conveniencia. El margen de error es variable, según el encuestador, desde seis por ciento (6%) el martes 3 de marzo a 3.1% el jueves 5. Además, varía por submuestras y por días de publicación. Claro que los metodólogos y expertos en muestreo prefieren un tres por ciento (+/- 3%) y toleran hasta el cinco por ciento (+/- 5%) que sea consistente, no variable. Pero eso son melindres de científicos sociales.
Aquí, no ha pasado nada, el debate vuelve a ser quién gana entre el PNP y el PPD, lo demás son rabietas del “veranazo del 19” y los temblores de enero. Pero hay esperanza, gracias a Donald Trump, sí, gracias a la bestia anaranjada, sabemos que las encuestas tradicionales usan muestras viciadas (biased) que distorsionan los resultados. Por eso cuando las encuestas daban por ganadora a Hillary Clinton, él ganó, sorprendiendo a todos los encuestadores y expertos. De hecho, el experto en análisis de encuestas Sam Wong, profesor en la Universidad de Princeton, afirmó en un programa de análisis de CNN que se comería un escarabajo si Trump sacaba más de 240 votos electorales. La victoria de Trump fue con 290 votos, necesitando 270 para ganar, y Wong tuvo que comerse un saltamontes en público. (https://video.search.yahoo.com/search/video?fr=mcafee&p=Professor+swan+eats+bug#id=3&vid=7d8f52ae56cb031a0a02537301044343&action=click)
Como sociólogo político, me parece claro que las tácticas de publicidad y mercadeo de esta encuesta están diseñadas para crear una imagen de “vuelta a la normalidad” al statu quo ante. No se presentan los números en su totalidad, se anuncian parcialmente acompañados de interpretaciones de periodistas y analistas interesados, conocidos en inglés como “spin doctors”. La encuesta no calibra los nuevos electores ni los cambios demográficos. La muestra, como las de aquellas que se equivocaron con respecto a Trump en 2016, no refleja las nuevas realidades políticas ni demográficas. Veremos qué pasa en noviembre, entonces podremos constatar si la encuesta de El Nuevo Día era confiable o si era una nueva forma de “realidad alterna”, “fake news”.