Mr. Jones: La importancia de la buena prensa
La directora polaca Agnieszka Holland, con un guion de Andrea Chalupa nos presenta la historia verídica del periodista gales Gareth Jones (James Norton) quien, interesado en descubrir cómo el gobierno de Stalin estaba financiando la industrialización del país fue a averiguar. Jones, quien había trabajado para David Lloyd George, ex primer ministro de Inglaterra, se había distinguido cuando, gracias a esa conexión, pudo entrevistar a Hitler. De igual forma consiguió poder ir a la Union Soviética para tratar de entrevistar a Stalin. Se encontró con una pared burocrática y oficialista; no querían que descubriera lo que estaba sucediendo.
Una vez en Moscow se amiga, hasta donde es posible, con Walter Duranty (Peter Sarsgaard) un periodista de origen inglés, que trabaja como jefe de la oficina del New York Times en la capital rusa. Tiene una pierna de madera, es extraño, y sus fiestas son orgías de sexo y drogas. Tiene buena reputación como periodista, pero Jones no está convencido que lo que le comunica es verdad. Un suceso lo pone en vilo: un amigo periodista le da datos sobre la hambruna en Ucrania y poco después es asesinado. La periodista Ada Brooks (Vanessa Kirby) le advierte que no continúe con su obsesión de investigar qué está sucediendo con los programas estalinistas. Que va a terminar como su amigo.
Jones no hace caso y, sin permiso, se va en tren a ver por sí mismo a averiguar lo que está sucediendo. El filme se convierte en un thriller siniestro en el que la cinematografía de Tomasz Naumiuk nos presenta el invierno cruento como un depredador de gente oprimida y aniquilada por la revolución. Las escenas de las aldeas abandonadas, de los niños y adultos sometidos a un nuevo totalitarismo cuyos líderes en vez de coronas llevan quepis militares son impresionantes. Sorprende que esa parte, la más deprimente, es también la más bella por su enfoque en las emociones de los campesinos y la crueldad de la naturaleza. Hay que recordar que esta hazaña de Stalin resultó en la muerte de más de 3 millones de personas. Peor aún indujo a muchos al canibalismo. Literalmente, hubo quienes, como uno de los resultados de la revolución, se comieron a sus hijos.
La cinta es a veces lenta, pero lo más que me gustó es su denuncia de la mala prensa y de la corrupción de algunos que pierden sus escrúpulos por el dinero. Cuando Jones volvió a Inglaterra y publicó lo que había visto, se desató contra él una campaña de descrédito. No solo lo hizo el gobierno inglés que en ese momento temía que las relaciones germano-rusas los fueran a poner en más peligro de lo que estaban, sino otros periodistas, particularmente Duranty, desmintieron sus reportajes. Este, además, publicó en el NY Times mentiras laudatorias a los programas de cinco años de Stalin y ocultó la hambruna. También lo hizo Eugene Lyons (Edward Wolstenholme), quien era comunista y trabajaba para Prensa Unida y, peor aún, George Orwell (Joseph Mawle) puso los reportajes de Jones en entredicho. Digo peor porque, aunque aún no era un hombre muy famoso, como periodista, bajo su nombre de pila, Eric Arthur Blair, había escrito y denunciado la pobreza y la opresión, pero estaba ciego al simbolismo de la revolución detrás del cual se escondió Stalin para mentir.
El filme cubre cómo, después de muchas dificultades, Jones puedo acercarse a Willam Randolph Hearst y convencerlo de que volviera a publicar sus experiencias. Se deduce de la cinta que la ideología no puede interferir con el reportaje. Una cosa es dar opiniones, otra es informar al público lo que se puede confirmar. No solo es una falta grave del periodista no decir lo que vio y lo que se sabe, sino, también lo es, dejar de decir lo que se ha visto y se sabe. Es una forma de mentir. Por supuesto decir mentiras e inventarse cosas es un crimen de marca mayor. En el siglo XXI hemos descubierto que lo hace una estación de televisión americana constantemente. Peor aún, es repetir como ciertas las mentiras que dice el gobierno y el presidente de los EE. UU. ¡Vergüenza!
No tenemos que llegar al final de la película para enterarnos de que Jones es desconocido. Admito que yo no sabía de su existencia. En cambio, el mentiroso y corrupto Duranty, se ganó un Pulitzer por sus mentiras. ¡Más vergüenza!