¿Nos abrazamos el Primero de Mayo?

Razones para marchar nos sobran. Aunque las marchas en sí mismas no solucionan problemas complejos, tienen su papel en la acción ciudadana. Valoro estos esfuerzos de concertación.
Pero a lo mío: que estoy cansada.
No soy de multitudes, y ese revolú me consume energías que escasean… Si así me siento yo, ni imaginar cómo se sienten miles de boricuas sin luz, sin agua, con casas a medio destruir, maltratados por la ineficiencia de FEMA y por la inconciencia local; arropados por una capa nueva de abuso que abulta los más de 500 años de absurdo… Por supuesto, unas capas han sido impuestas y otras son de nuestra propia creación. Pesan igual.
Y, entonces, alguien en Facebook parafrasea a Betances con un “dónde están los boricuas que no se rebelan”. Están en alguna fila. En la enajenación que engañosamente protege lo poco que queda de su salud mental. Algunos, en su sueño de Primer Mundo, por no mirarse y mirarnos. O atrapados en trincheras familiares o laborales de diez horas de faena. Otros, tapando sus heridas, complejos y traumas en una pelea artificial con ‘los otros’. Donde sea, están más agotados que yo.
A lo mío: que me arrastro del cansancio. Y habrá más de una marcha. No doy para tanto…
Trato de recordar el primero de mayo pasado, para animarme. ¡No me acuerdo! Con dos huracanes, varios apagones masivos, una Junta de Supervisión Fiscal, y tanto más, el año parece un siglo.
Y me veo a mí ese día, insegura, parada en una isleta de la avenida, incómoda con tanta gente. Ver a un conocido me alivió el corazón. Nos tiramos besos a lo lejos. Alguien me saludó a la distancia, agitando los brazos con alegría. Par de personas me dieron abrazos breves. Otro se detuvo para mandarle saludos a mi marido –en casa yo soy la introvertida y él, Miss Universo. El cariño logró insertarme en la marcha.
¿Se tratará de eso este primero de mayo? ¿De reconocernos unos a otros, apreciarnos y valorarnos antes de cualquier otro plan? Para los que van por primera vez, ¿será el encuentro que lleva a la conversación? Y, quién sabe, a ¡coincidir en lo mínimo para enfrentar lo que nos espera!
Por ahora, aquí mi plan b: Estar un rato en alguna esquina, saludando a los de siempre; conociendo a los nuevos; tirando guiñadas a los bebés en coche. No creo que rinda para mucho más. Si, como yo, te animas al menos a eso, nos abrazamos el primero de mayo. Y luego hablamos de lo próximo.