Otra vez Leró: una firme voluntad de completarse
Leró Martínez Roldán construye su persona musical escogiendo libertades para dar forma y sonido a una transparente puertorriqueñidad que emociona y sorprende por su talento inmenso para articular la variedad de sus vivencias en un amor unificado que se escribe toca canta con una misión de amistad liberadora: este disco es dulce y radical bondadoso y atrevido poético y conversador armonioso y divergente inmediato y ancestral político y accesible como un río revoltoso y seductor que mientras nos lleva con él en su viaje nos cuida del peligro y el ultraje. Esta navegación de sus 12 inspiraciones es la transportación de 12 provocaciones.
La música de Leró en su trabajo Boricua soy es lúcidamente idéntica a la humilde grandeza que uno siente al saludarle y hablar con él. La generalizada querencia de la gente hacia Leró es la personalizada decencia de Leró hacia la gente y esta sobrecogedora solidaridad de cueros cuerdas sonajeros es el compilado regalo de la vivificadora familiaridad que él ha cultivado entre sus colegas y seguidorxs. Aquí la música refresca y arde pero sin mímica y sin alarde y eso se confirma tanto porque Leró ama en canto.
Esta no es música de amagos o aguajes o calculadas coqueterías con la industria musical. Se siente la intimidad de una tecnología suficiente para capturar y limpiar la claridad del sonido colectivo de las múltiples ejecuciones instrumentales de Leró y las acertadas contribuciones de sus amigos músicos invitados. Por ningún lado aparece la prepotencia del auto-elogio ni la divisoria proclamación de superioridad: aquí no hay necesidad de derrotar adversarios combatientes en sonada competencia sino veracidad de aportar necesarios ingredientes en lograda convergencia. Leró se ocupa de ubicar sus capacidades de palabrero poético y auténtico tamborero en el desenvolvimiento de sus habilidades bomberas pleneras troveras rumberas y en cada caso recurre a su amigable convocatoria de la gente musical que acompaña su ejecutoria. La confianza contagiosa de su secuencia de apariciones vocales amarra cada ingrediente en soltura que se siente porque el arte que sucede de la voluntad que puede alcanza liberaciones cuando armoniza contradicciones.
Boricua soy es una bomba de localización en lugar de vida y crianza afortunada que conlleva identificación voluntaria leal. Leró se define naturalizado en la geografía de una compartida identidad que no es construcción intelectual sino admisión emocional. Enseguida Leró advierte que no se somete a las separaciones de músicas de costa y montaña y le dedica una sucesión de flores en seis al amor que lo envuelve en entrega a los deleites de una cercana mujer. Con exactitud de plena precisa en solicitud concisa Leró declara su postura segura sobre la ineptitud del gobierno el asesinato de Antonia Martínez y el más sensato compromiso personal con una lucha anticolonial que se siente acelerada en percusiones contundentes combatientes. Ya nos vamos percatando de las elegidas libertades que Leró nos va inspirando.
El cuarto corte del disco –dicen que los músicos ponen especial esmero en el cuarto corte de sus grabaciones- es una bomba de arrolladora fortaleza percutiente y dulzura cantora reluciente porque se trata de proclamar homenaje a la zona este de la isla en cuya energía se funden la conciencia y el tambor en humanidad de nacimientos solares y músicas ejemplares que a la inspiración son alimenticias porque la tierra se abre en sus aguas derramadas en caricias. Si la zona este es la localización donde más se acercan la costa y la montaña es perfectamente adecuado seguir esta bomba con un aguinaldo de naturaleza generosa en ríos-campos-montes montes-ríos-campos campos-montes-ríos.
La disposición a dar la vida por el país de la pertenencia biográfica y musical enlaza la plena y la rumba en tema de compañerismo con la memoria del mayagüezano Ricky Soler en un cuidadoso injerto de pasado documento con presente grabación. Para muchxs militantes de la música afro-boricua de la actualidad Soler es un cercano referente que ya no nos acompaña de cuerpo presente pero regala su maña en recuerdo persistente. La amistad encontrada y preservada en el compañero ido provoca entonces en bomba la proclamación de la raza cuya evidencia centra su orgullo en el tambor que la marca y la palabra que la asegura en confirmación de negrura y constatación de cordura emparentada con Las caras lindas de Tite y Maelo. No es divisiva sino decisiva esta declaración que tiene reiteración de oficio trovero para Leró hacer a continuación anuncio de la elección y bienvenida a su condición de mayagüezano adoptivo: es un canto montañero que lo transporta del este al oeste con su tambor compañero. Es un abrazo y es un listado de opciones y libertades encontradas en los amores de amigxs: la gente de Mayagüez sabe hacer estos regalos.
Sigue una plena de acertada brevedad sentida sinceridad afilada libertad: un lamento de dolor en la rabia del amor por ejemplo de valor: construida en sencillez convicción y sensatez por lo que pasó una vez: yo no conozco mejor homenaje al albedrío y coraje lograda en valiente acierto dedicada a Filiberto. ¡Es tanta la fuerza que aquí se conquista en ritmo de plena tan minimalista! Y otra vez constatación hermosa contradicción que maneja un buen artista: es compleja y verdadera la sucesión decimista pulso lérico alquimista con Oscar López Rivera.
Lo más lindo del trabajo de Leró en este disco es la astucia de enlazar todo su exquisito junte que el oidor transeúnte capta como algo especial que es musical y verbal. Para hacer la transición del político de fuego al espíritu en sosiego del canto a la zona oeste la bomba que sigue se titula A la izquierda de mi país. Son reiteraciones: localizaciones de las emociones. ¿Localizaciones dije? ¿Completar la voluntad dije? Leró Martínez elije terminar por esta vez con ensanchada altivez y localizar esa voluntad que ahora se tiene que completar en la diáspora emigrante que es la extensión más constante de la nacionalidad.
Todxs lxs que queremos mucho a Leró –y los que lo van a querer tan pronto lo puedan conocer- podemos regalarnos bendiciones y sanaciones al escuchar y sentir un hombre acoplado consigo mismo y por eso acoplado a su gente y su país. A mí escucharlo me hace feliz.