Pandemia y crisis del sistema colonial capitalista en Puerto Rico
Judith Butler* se pregunta: “¿Cuáles son las consecuencias de esta pandemia al pensar en la igualdad, la interdependencia global y nuestras obligaciones mutuas?”
Partiendo de ambos podemos preguntarnos: ¿Cuáles son, en el caso del COVID-19, las determinaciones naturales y cuáles las sociales?
Lo único “natural”, entre comillas porque todavía se desconoce su origen biológico y si en ello intervino mano humana, es la existencia y novedad del virus, y todo lo relacionado a su formación, mutación, origen y fuente de contagio a la humanidad.
Las características naturales en comparación con un catarro corriente son (Organización Mundial de la Salud):
-No existe medicamento o vacuna para tratarlo.
-La tasa de mortalidad es entre 3% y 4%, la de la gripe es 0.1%.
-La infección, a partir de una persona es de 2 a 2.5 veces mayor.
-Su tasa de trasmisión es de 0.80 y la del catarro común 0.21.
Tiene un período de incubación más largo (aparición de los síntomas desde el contagio) que la gripe, por lo que se detecta más tarde, y puede trasmitirse en 24 horas desde contagio vs. 3 a 5 días de la gripe.
El miedo de los gobiernos y la población al COVID-19 se justifica por sus características y por los determinantes sociales que generan la pandemia. Para recordarnos la responsabilidad que han tenido, principalmente, los gobiernos y las grandes empresas, además de la conducta de las personas, como seres sociales que somos, en todo lo que afecta a la humanidad, encontramos varios determinantes sociales:
Desconocimiento del virus – que en la medida que ese conocimiento es patrimonio de la medicina, la biología y ciencias afines, revela que los grandes laboratorios no se preocupan por investigar para la prevención, sino por el lucro que da la cura.
Estado precario de los sistemas de salud – no es el virus el que colapsa el sistema de salud, son las medidas neoliberales que han ido restringiendo el acceso y los recursos disponibles: desmantelamiento y privatización del sistema público de salud, encareciendo el acceso a la medicina; limitación de los recursos humanos (en época de pandemia un hospital privado cesantea personal sanitario); burocratización de los procesos para recibir atención médica y para obtener medicinas; control por las aseguradoras privadas del sistema de salud, determinando no solo la cubierta, sino incluso lo que se le paga a médicos, farmacias y hospitales; en pocas palabras, sistemas de salud donde la ganancia es el eje sobre el cual se toman decisiones y no la salud del pueblo.
La salud dirigida por la política partidista – se oculta información y se manipulan las estadísticas para demostrar que se está actuando eficiente y eficazmente; contratos corruptos para favorecer correligionarios sin valorar si los productos y servicios son los adecuados y necesarios; ejecutivo y legisladores se disputan decretos y leyes simpáticas para ganar votos; invisibilidad y menosprecio de las medidas que toma el contrario político, incluyendo los alcaldes; y centralización de información y procesos para fortalecer el poder del partido en el gobierno.
Desigualdad económica y distribución de las riquezas – donde las consecuencias de enfermarse con el virus no solo son diferentes por edad, sino también por las condiciones económicas de quien lo sufre: quién puede pagar mascarillas, guantes, desinfectantes, respirador artificial o una hospitalización en un hospital con todos los recursos necesarios, acrecentado en el sector obrero que se queda desempleado y sin ingresos durante el llamado “aislamiento social” y el toque de queda.
Desigualdad por condiciones de vida, sexo y racialización – la mujer, en general, y la mujer evidentemente afrodescendiente y migrante, que además de sus condiciones de desventaja económica, es víctima de violencia de género, racista y xenófoba; los deambulantes y sin techo, las comunidades pobres, aisladas y cercanas a fuentes de contaminación, y los que todavía viven en carpas debido al actual período de sismos.
La condición colonial en Puerto Rico – nuevamente la falta de soberanía, el control de las instituciones federales sobre las nacionales y estar secuestrados dentro del mercado estadounidense, ha mostrado su peor cara. La guerra que se ha desatado en el mundo por adquirir mascarillas, las pruebas y otros materiales para combatir el virus, nos hace depender del mercado interestatal e internacional de los EEUU. Tenemos que depender en desventaja del Centro de Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) y no hacerlas en Puerto Rico. Todas las medidas económicas tienen que tener el aval de la Junta de Control Fiscal impuesta por el congreso de los EEUU. Las medidas de control en aeropuertos y muelles tuvieron que se aprobadas por el gobierno federal y bajo sus condiciones. No podemos recurrir directamente a otros países para recibir medicamentos o ayuda de cualquier clase, como por ejemplo lo están haciendo de China, Cuba y otros países.
Desigualdad en la alimentación – por razones económicas, donde los sectores marginados tendrán más débil su sistema inmunológico.
Condiciones ambientales – contaminación del aire, las aguas y la tierra, que provocan enfermedades que ahora, ante el virus, aumentan el riesgo de muerte; los casos más evidentes que se han denunciado: las cenizas de carbón y la radiación eléctrica de las torres de comunicación.
La globalización – término elusivo y que apunta a una condición de la vida mundial compleja. Lo mismo se puede ver desde perspectivas económicas como de relaciones sociales y culturales. Pero independiente de la perspectiva que utilicemos tiene una gran implicación: el mundo es una aldea. Todos estamos interconectados. Y, por supuesto, lo que ocurre en unos países influye más que lo de otros, también cobran realidad la desigualdad y las brechas sociales, económicas y digitales. Esa interdependencia se ha hecho patente en esta epidemia. El ultra turismo actual, la migración –tanto la económica por mejores condiciones de vida, las políticas, y como las de profesionales por razones de empleo–, y los transportes masivos entre regiones geográficas, facilitan que una epidemia se convierta en una pandemia.
Higiene – en el procesamiento de alimentos, puestos de venta y relaciones entre clientes y comerciantes.
Consecuencias en la economía, la salud y la vida social
Las características señaladas, y como ya se ha demostrado en los países de alta propagación, la pandemia puede tener consecuencias alarmantes para los sistemas de salud, la economía y la vida social:
Colapso de los sistemas de salud y mortuorios – de consecuencias mortales, psicológicas y de desarticulación social. Son los y las abuelas los principales custodios de sus nietos para las y los padres que trabajan, y son los de mayor riesgo de muerte; hijos y nietos que no podrán despedirlos según nuestras costumbres culturales.
Golpe a la economía – local, regional y mundial, que todavía no se sabe cuál puede ser su magnitud, pero la experiencia de cómo se han manejado otras crisis del sistema capitalista y, actualmente, la de los países más afectados por la pandemia, nos dice que habrán muchas quiebras, se consolidarán las empresas más poderosas, los gobiernos favorecerán, en las medidas de recuperación, a las empresas sobre las de reparar el impacto a las condiciones de los asalariados, empleados por cuenta propia, personal de servicios, empleadas domésticas, profesionales y pequeños empresarios. Y también sabemos, que la capacidad de recuperación del norte rico y explotador será mayor que la de los países explotados del sur.
Fortalecimiento por miedo de las religiones, las supersticiones y creencias y conductas no científicas, racistas, xenófobas y homofóbicas –ante la incertidumbre por desconocimiento sobre el virus, y hasta dónde alcanza el peligro a la vida y el “bienestar” al que se está acostumbrado, se mira con recelo todo aquello que vemos o imaginamos distinto a nuestro yo. La salvación individual cristiana se entroniza como la orden del día. Nos aislamos como acto de protección, de separación, de aislamiento del yo y lo que me pertenece, de lo familiar y lo que considero común a mí, me distingo y separo del otro. Actualmente llevado hasta el nivel de la residencia familiar, ¿pero ya no se manifestaba con el cierre de las urbanizaciones?
Tergiversación del concepto de solidaridad – ¿Aislarse como acto de solidaridad? ¿Erradicar la posibilidad de dar albergue solidario al sin hogar, al enfermo? ¿Limitar la empatía a sentir pena, expresarla y dar aplausos? ¿Dejar el riesgo de contagio para los que nos pueden brindar un servicio y no asumir nosotros parte del riesgo que nos hace seres sociales, comunitarios? ¿No podemos ser solidarios, tomando las medidas adecuadas para evitar el contagio, como de hecho hay personas haciéndolo: llevando comida, medicamentos y atención a personas sin hogar, a adultos abandonados en condiciones sumamente precarias, a víctimas de violencia de género , a deambulantes y a drogadictos? ¿Por qué no proveer las condiciones y los recursos para que familiares atiendan sus familiares e incluso vecinos en prácticas comunitarias?
Otras consecuencias económicas y políticas – recesión económica, aparentemente externa a la lógica del capital y del sistema por ser atribuido a un factor de salud, aunque el carácter del sistema hace posible el impacto de su magnitud. Se ha pasado la responsabilidad de evitar la propagación a las personas, y se han ocultado las deficiencias de los sistemas de salud, sobre todo, de aquellos cuyo eje central son los sistemas privados. Se ha pretendido invisibilizar las diferencias sociales: desigualdad económica, racial, sexo, ciudadanía y brecha digital.
Lo desconocido y todo lo que se toma como una amenaza a la vida justifica el miedo. El miedo es una reacción natural. Vivimos con él todos los días por infinidad de circunstancias. Pero lo que nos debe ocupar es cómo reaccionamos ante él. El comportamiento humano puede ser paralizarnos; tener reacciones psíquicas y físicas descontroladas; atrincherarnos en visiones, creencias y conductas pasadas idealizadas; negar la realidad y aislarnos; o, por lo contrario, tratar de ejercer control sobre él; buscar sus causas y combatirlo con el conocimiento; actuar, entendiendo que hay que seguir viviendo y tenemos responsabilidad que cumplir; buscando ayuda y proveyéndola, en la medida de nuestras posibilidades, a las personas de nuestro contorno.
Acciones contra la pandemia
Medidas tomadas contra el virus responden al miedo provocado por sus características y consecuencias alarmantes:
-Aislamiento social
-Cuarentena generalizada
-Toque de queda
-Estados de emergencia
Control poblacional mediante la más alta tecnología digital: cámaras, teléfonos celulares, GPS, el análisis de macrodatos para determinar el comportamiento de los usuario-personas, drones, grilletes y sensores electrónicos, vigilancia satelital, y otros.
-Cancelación de actividades multitudinarias.
-Cierre de escuelas y universidades, y educación en línea.
-Cierre de la mayoría de comercios y empresas, incluyendo servicios médicos llamados no urgentes – atención remota, los llamados teletrabajo y telemedicina.
-Cierre de fronteras y controles de pasajeros y mercancías.
-Lavarse las manos y desinfectar todo.
-Uso de guantes y mascarillas.
Como podemos ver, predominio de medidas de control. Redefinición de la comunidad, ahora basada en la individualidad y el aislamiento, o inmunidad del otro, que adquiere relevancia sobre el fortalecimiento del sistema inmunitario, separación de la sociedad, sustitución de la transparencia de la persona por asumirse la careta del email, Facebook, los chat; ahora la comunidad son redes digitales que llamamos sociales.
Las fronteras estatales, construidas para separar a los pueblos y facilitar su control y dominio, demarcadoras de ciudadanías nacionales, que nos hacen extranjeros del mundo, niega la ciudadanía universal y cultiva la xenofobia; fronteras, ahora llevadas al cuerpo individual y a la casa, separación del cuerpo colectivo social y comunitario. Mayor separación entre el yo y el otro, reino de la consciencia de la otredad como diferencia, como ocultamiento o negación de lo común, de lo cercano, de lo que asemeja.
El gran destape que toma visibilidad con la pandemia, y cómo se combate, no es la desigualdad, esta en Puerto Rico ya se había destapado con María, el pobre, el obrero, la mujer, el afrodescendiente, el perteneciente a la comunidad LGBTTQ, el de condiciones especiales, todos y todas, como diría Marx, tienen consciencia de sí, se reconocen en la desigualdad, aunque sea en gradaciones diferentes, pero viven la alienación de la humanidad, el predominio hegemónico de la visión capitalista del Estado, la nación, la soberanía, el deseo, el patriarcado, lo binario, las relaciones humanas, la política y la democracia, con una fuerza avasalladora. Que desde los inicios del neoliberalismo ha ido ganando fuerza contra una humanidad más justa, democrática y participativa. Todas las conquistas laborales, que ya se venían eliminando como medidas para pagar la deuda a los bonistas buitres, no cuentan para los nuevos modos de trabajo impuestos. Todo queda relegado por la urgencia de combatir la pandemia, ¡Cuidado!
¿Por qué en la izquierda le tememos a las consecuencias de la implantación de las medidas coercitivas que se han tomado?
Porque entendemos que no hay una consciencia contrahegemónica en la población para rechazar que estas medidas se tornen en lo usual, lo común, lo regular, la norma. ¿Acaso la experiencia China no es muestra de esto? El capitalismo de estado de China es el de mayor control poblacional del mundo. Y hasta ahora, el pueblo no se ha rebelado contra él. Hoy constituye el modelo capitalista a seguir por el norte rico.
¿Qué significa que los representantes del capital han frenado el crecimiento económico con los cierres patronales? ¿Han provocado una recesión a su afán de lucro? ¿Han creado las condiciones para alterar las relaciones de producción? ¿Es crear el shock necesario para golpear las conquistas de las luchas obreras, comunitarias, ambientales, raciales y de género que se han conseguido? ¿Cómo amenaza la derecha capitalista redefinir el Estado? ¿Significará un reajuste de las características del sistema capitalista colonial? ¿En qué dirección? ¿Se alterará el precario balance de clases en prejuicio de los y las trabajadoras? ¿El empleo precario se volverá todavía más precario? ¿Se acogerá la visión maltusiana, claramente manifestada por los gobiernos de Inglaterra, Países Bajos y Suecia, y asumiremos como normal prescindir de los viejos para aliviar la carga de los sistemas de salud, de pensiones y el desempleo? ¡Cuidado! ¡Pensemos lo que aplaudimos acríticamente!
Posicionamientos ante la pandemia social
Podemos encontrar en la izquierda, tanto del norte como del sur, gran variedad de posicionamientos sobre la pandemia y las medidas que se han tomado. Algunas desde perspectivas macros que analizan el sistema capitalista mundial. Otras, aunque sin separarse totalmente de la visión global, enfatizan en las condiciones particulares de sus países.
Hay quienes plantean, desde la esperanza y la idealización de muestras positivas de solidaridad humana, combinado con la crisis económica que se ha provocado, que constituye un golpe al régimen Chino y al capitalismo. Y que nada será igual pospandemia, pero previendo cambios positivos en el pensamiento de las personas, en la función del Estado, en las relaciones económicas, en el la crisis climática.
Otros y otras, filósofos, economistas, activistas, plantean que los cambios pueden ser para peor, precisamente por el tipo de medidas de control poblacional que se han tomado, han sido aceptadas sin reflexión crítica y se ven como exitosas. Que el capitalismo, como en otras crisis tiene la capacidad para maniobrar y seguir su curso neoliberal y de explotación. Que las manifestaciones de solidaridad, desprendimiento y altruismo impactarán, lo cual es positivo, a ciertos sectores y en forma individual, pero que solo se puede esperar que tengan un impacto social si produce movimientos sociales.
Lo que está ocurriendo en China desmiente las expresiones de sobreoptimismo. China se sobrepone de la pandemia convirtiéndose en una potencia económica mayor que antes de la “crisis”. Actualmente es el principal suplidor de materiales y tecnología para combatir la pandemia. Su sistema económico y político está intacto y recupera una gran pujanza económica. Lo que podemos esperar es que pasada la pandemia, junto a China, países como Alemania, Francia, Rusia, Canadá, EEUU, España, Japón y algunos otros, recuperen su dominio económico sobre economías más débiles. Mientras en las economías más débiles aumentarán las PYMES, el trabajo precario y a destajo, la economía subterránea y las migraciones, en el norte habrá concentración de capital en menos empresas. Los Estados se achicarán, dentro del concepto neoliberal, para dar paso a la privatización y dejar en manos de las ONG y el voluntariado los servicios sociales. La brecha entre ricos y pobres se agrandará.
No quisiéramos ser pesimistas. Me distingo por el optimismo y el encontrar lo positivo en las peores situaciones. Pero el sobre optimismo y tomar condiciones puntuales como encrucijadas históricas, han llevado a la izquierda a cometer muchos errores. La chispa puede encender la pradera, pero la pradera, con hierba seca, tiene que existir.
En la izquierda puertorriqueña hemos visto también de todo. Desde los aplausos acríticos a las medidas del gobierno, e incluso encontrar que la gobernadora, en una apología de Muñoz como el gobernador positivo de nuestra época, se le asemeja. Van más lejos aún y la ven como que refuerza soberanía y el camino a la independencia. Pero la realidad es, que nadad de lo que ha hecho está fuera de lo que le permite hacer la relación colonial con el imperio.
Otros y otras se atrincheran en lo que Fanón llamaría la gritería. Todo lo hecho está mal. Todo es colonialismo, discriminación, machismo, patriarcado, dictadura, explotación, corrupción, violación de derechos civiles.
Lamentablemente, sin embargo, ni unos ni otros ofrecen soluciones específicas al momento actual. Solo se oyen las tradicionales partidistas. La crítica o el apoyo, de los que entienden que hay o debe haber un cambio positivo, no se acompaña con el ofrecimiento de alternativas sobre la forma que debe tomar la lucha, más allá de formar partido, participar en las elecciones y cambiar el gobierno, o la tendencia actual de llamar a poner voces independientes en la legislatura.
Algunas alternativas de acción
Es importante mencionar algunas de las muchas cosas positiva que se han vivido durante la pandemia. Entre ellas, y sin agotarlas, los servicios voluntarios que han brindado muchos profesionales como psicólogos y trabajadores sociales; empresas que han alterado su producción normal para producir material para combatir la pandemia; artistas, museos, maestros de arte, música, baile, yoga, educación física, entrenadores, que se las han inventado para hacer menos pesada la cuarentena. El personal de la salud, que lo único que ha reclamado es que se les provea de recursos y han asumido con gran profesionalidad el riesgo de estar en la primera línea de lucha. A los maestros y maestras que de golpe han tenido que cambiar sus prácticas educativas para adaptarse a nuevas formas y alterar su horario regular de clases para atender lo mejor que han podido a sus estudiantes.
Todo lo anterior ha sido positivo, debemos aplaudirlo y sentirnos orgullosos de esas personas. Pero una golondrina no hace verano. Estoy seguro que todas esas acciones contribuirán a que muchos tomen consciencia social, se sientan seres sociales. Pero debemos tratar de hacer que llegue el verano, y solo el trabajo político en esa dirección lo logrará.
El favorecer la cuarentena y toque de queda debe ir acompañado del reclamo de medidas colectivas y comunitarias que no aíslen y que propendan al sentido de comunidad. Las canchas y centros culturales enclavados en comunidades pueden convertirse en centros de refugio para los enfermos menos críticos y sin techos, atendidos por la propia comunidad. A esos fines incluir a las organizaciones de base comunitaria en los procesos deliberativos, y no solo a profesionales expertos y empresas privadas.
Asumir una postura crítica de denuncia de la desigualdad social que demuestra esta pandemia, y reclamar que las medidas la tomen en consideración. Igual como al comercio de comida, colmados, gasolineras y farmacias se les permitió funcionar con condiciones, aunque se comenzó a permitir en la orden ejecutiva del 11 de abril, se amplíe para que jardineros, e incluso otros comercios no esenciales puedan funcionar con turnos de trabajo y medidas especiales. Es decir, buscar medidas que permitan a los trabajadores asalariados, aunque sea limitadamente.
Nacionalización del sistema de salud, sin la politización y corrupción del pasado, y un sistema universal de salud.
Medidas que apoyen, incluso después de la pandemia, la soberanía alimentaria. Denuncia y oposición a la Ley de Comercio Interestatal que tradicionalmente han ahogado nuestra agricultura y comercio favoreciendo a los pulpos de EEUU.
Declaración de un estado de emergencia por violencia de género, que antes de la pandemia se reclamaba y cuya situación se ha agravado.
Establecimiento y fortalecimiento de medidas protectoras del ambiente, erradicar la contaminación por carbón y la energía producidas por hidrocarburos, y el desarrollo de las energías renovables.
Fortalecer la vida comunitaria como medida de debilitar la dependencia del Estado e ir construyendo bases amplias de mayor democracia y participación para un Puerto Rico no capitalista no colonial.
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*Ambos escritos de Badiu (67-78) y Butler (59-65) en Pablo Amadeo (Ed.). Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.