Para comprender al incomprendido: la biografía de Bobby Capó
Virgilio López Lemus, en un reciente artículo periodístico para el Listín Diario1 dijo que, en ocasiones, una biografía es “obra de recuperación, de justicia histórica, de rescate necesario de alguien a quien el tiempo feroz y disgregante ha sometido a un injusto olvido”. El libro que nos propone Víctor Federico Torres es todo eso a la misma vez y quizás un poco más, que ya es mucho decir.
En efecto, hay mucho de recuperación, de justicia histórica y de rescate del injusto olvido en este libro necesario para un país al que, no sé si justamente, se le acusa con demasiada frecuencia de falta de memoria histórica.
Si bien es cierto que es aborrecible tomarse a uno mismo como ejemplo de nada, lo es menos cuando uno se toma a sí mismo como ejemplo de ignorancia. Ese es mi caso en lo que se refiere a Bobby Capó. Mi culpa es doble, porque me inscribo en la generación del bolero, del que me amanté musicalmente hasta que otros géneros vinieron a imponérseme como una especie de convicción cultural o intelectual y no como lo que el bolero es, fue y será: una forma de sentir, o más bien, una forma de ser, una forma de ser como es la rosa de Angelus Silesius: un sin porqué.
Por muchos años, Bobby Capó fue para mí dos títulos: El negro bembón y Piel Canela. Me avergüenzo de confesar que, aun reconociendo la excepcionalidad de esos dos números, ignoraba la riqueza de vida coagulada en ese hombre, el glorioso capítulo musical que construyó a pulso de voz y de genialidad creativa, la exquisita vibración de sentimientos y emociones agolpada en un ser contradictorio y múltiple como el que surge de las páginas de esta biografía. Presento este libro porque, además de sus propios méritos, me ha rescatado de otra de mis múltiples ignorancias, revelándome más que el retrato de un hombre, la complejidad de un artista y su tiempo hechas melodía y canción.
Quien se acerque a estas páginas encontrará un relato bien armado y mejor documentado a través del cual se reconstruye con minuciosa rigurosidad no solo la vida de un hombre llamado Félix Manuel Rodríguez Capó, por todos conocido como Bobby Capó, sino -y sobre todo- de una época en cuyo tejido se entrecruzaban los grandes nombres de nuestra historia musical: Rafael Hernández, Pedro Flores, Davilita, Ruth Fernández, Daniel Santos, Mirta Silva, Ismael Rivera, Gilberto Monroig. Es larga la lista. Encontrará, además, la frescura, por la inmediatez de las fuentes testimoniales, del retrato que –de hombre y época- recorre las páginas de este libro. En efecto, las fuentes formales, las que suele utilizar el investigador académico, se combinan y alternan aquí con los recuerdos y testimonios de la exesposa, hijas, hermanos, amigos, compañeros de la farándula y otros que aportan un tinte de frescura a las pinceladas del cuadro.
En tal sentido, puede decirse que esta es una especie de biografía autorizada. Porque si bien Bobby no estuvo presente para supervisarla y censurarla –como ocurre con una biografía autorizada- la participación directa y activa que en la construcción del entramado textual tuvieron las hijas y sobre todo quien fuera la esposa en los años pico de su carrera, la que vivió en carne propia la gloria y el infierno de esta historia, le dan al relato –por su valor de relieve testimonial- un toque de autoridad vicaria que probablemente el propio Bobby no habría desmentido.
Las páginas de esta biografía reconstruyen no tanto el anecdotario de una vida como el proceso de un artista que, durante su hacer, se fue construyendo a sí mismo de manera dialéctica. De una parte está lo que él va descubriendo de sí mismo a medida que se expone a los otros, es decir, al público, a la crítica, a los colegas no siempre o casi nunca dispuestos a reconocer el talento ajeno, menos aún si procede de quien –estereotipadamente- no debería tenerlo. De otra parte, el público, las vastas audiencias que el radio-teatro –allá por mil novecientos treinta tantos- legó a la radio y la televisión –por los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo-, que tanto contribuyeron a la construcción de la imagen que hoy tenemos de lo que es un “artista”, y cuyo aplauso rotundo confirmó en él su vocación y su destino.
Esas dos líneas –la del hombre que se descubre a sí mismo y la del público que lo va haciendo confirmado en su descubrimiento- van trenzándose en esta historia y de ellas surge, como una fotografía que lentamente se revelara ante nuestros ojos, la figura grande del artista que se hizo a sí mismo a la imagen y semejanza del público que lo construyó. En ello radicó, en gran medida la dilatada e intensa popularidad, que lo hizo grande. El relato que Víctor Federico construye en torno a Bobby Capó se inscribe en el devenir de esa dialéctica. Pero la historia urdida en esta páginas tiene además el mérito de rescatar los perdidos reflejos de un tiempo que hoy nos parecería imaginario si no fuera por las fidedignas fuentes históricas en las que se apoya.
Como toda biografía, esta reconstruye la vida de un sujeto humano a base de testimonios, anécdotas, escritos periodísticos y otras fuentes que un avezado investigador, como lo es el autor, sabe utilizar. Hasta ahí una biografía es correcta. Pero cuando el investigador es capaz de remontarse sobre el dato escueto, extraer de él un inesperado sentido, vincular hechos que parecían distantes e inconexos para construir con ellos un nuevo ángulo de la historia que ilumina y da sentido al conjunto, estamos ante un trabajo que supera los estrechos linderos de una biografía meramente correcta. En mi opinión, este es uno de los rasgos sobresalientes de esta biografía. Hay en ella una buena dosis de esa perspicacia autoral que, más que juntar piezas sueltas para recomponer mecánicamente lo que García Márquez llamó “el espejo roto de la memoria”, arroja luz nueva sobre aspectos ya conocidos, que estaban ahí pero no habíamos visto, o desentierra datos, fechas, relaciones que nos eran desconocidas y con todas ellas va armando claridades en torno al biografiado. A medida que se avanza en la lectura, va uno asistiendo a la construcción de esa compleja composición de la que resulta una figura de una talla que nos deja sensaciones múltiples de admiración por el artista y –hay que reconocerlo- de desagrado por el carácter a veces atrabiliario de su personalidad.
El lector que se interne en estas páginas descubrirá que esta no es una de esas biografías hechas para sacralizar la figura del biografiado. Aquí virtudes y defectos andan de la mano como en la vida misma. El autor no hace esfuerzos por ahorrarnos el lado oscuro de ese personaje que fue Bobby Capó: un ser humano complejo, contradictorio, voluble en lo político, volátil en el trato personal, capaz de la más noble acción pero también de la palabra o el gesto duro, reprochable e incluso en alguna ocasión hasta miserable. (El que esté libre de pecado, ya sabe lo que tiene que hacer.) El lector admirará y detestará al mismo tiempo a esta figura que, como tantos otros genios, era pródigo en salidas atrabiliarias. Algunos, incluso pensarán que era preferible el artista al hombre. Pero detrás de todos los disgustos que nos deja, el lector terminará siempre vencido por ese don especial que lo hizo único, irrepetible, por el asombro que producen su versatilidad musical, su prodigalidad creativa, su obstinada fe en el credo al que fue fiel y al que nunca traicionó: su arte.
De los 14 capítulos que componen el libro, los últimos 12 toman prestado su título del de una homónima composición de Bobby. Así, esta biografía está vertebrada a partir de la constante más importante en la vida del biografiado: su obra musical. En cada uno de esos capítulos, la composición que le da título encuadra y orienta el relato, entrelazando la vida personal, el proceso creativo de ese periodo del artista y el trasfondo socio-cultural en que las dos primeras se desenvuelven. Por esas vías, este libro viene a poner al alcance de todos un esencial fragmento de nuestro amplio mosaico musical y cultural, mostrando a través del prisma de un hombre que es el motivo, yo casi diría el pretexto de la obra, la riqueza que Puerto Rico comparte –en la música popular y en tantas otras cosas- con esa Patria Grande que es Latinoamérica.
El trabajo que Víctor Federico nos presenta tiende a explicar la producción musical de Bobby a base de su curriculum amoroso, es decir, a base del hecho innegable de que muchos de sus más populares éxitos nacieron de los numerosos romances que cultivó. Eso, sin embargo, no la convierte en un liviano trabajo de farándula ni en la típica biografía rosa o “de corazón”. Sin maquillar la verdad, el autor sabe eludir los pantanosos terrenos del chisme vulgar, tomando de esos incidentes aquello que aporta explicación y luz al verdadero objeto de la obra: revelar la grandeza musical de Bobby Capó. Quizás una probable segunda edición de este libro debería ahondar en las motivaciones de más ancha latitud que llevaron a Bobby a crear un corpus musical que no dependía únicamente del affaire amoroso. Porque una obra tan dilatada y plural como la de Bobby no puede explicarse a base de la sola motivación amorosa.
Este es un libro no solamente para los nostálgicos amantes de la “música del ayer”. Porque quien haya escuchado Piel Canela, Sin fe o Juguete, por mencionar solo tres de sus más grandes títulos, sabe que hablamos de obras de carácter universal e intemporal. Tampoco lo es para los eternos románticos o los simples amantes de la trivia biográfica. Este es un libro imprescindible para el interesado en el estudio serio de un periodo musical de Puerto Rico que produjo al creador de una dilatada obra que no se agota en las letras ni en las melodías de sus innumerables composiciones.
Les entrego He sido el incomprendido: la historia de Bobby Capó, de Víctor Federico Torres, y los invito a su lectura, al recorrido de una vida que nos legó una gloriosa página de historia musical ahora ya para siempre recuperada en esta páginas.