Pasajes de Machado y Benjamin
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
–Antonio Machado
No pasarán.
–Dolores Ibárruri
1
Una fría mañana
soleada salimos
de Girona a Colliure
donde siete décadas
atrás murió el poeta
don Antonio Machado.
Quien cantara los campos
castellanos dejó
doliente la República.
Era mil novecientos
treinta y nueve. Hallaba
terreno franco poco
más allá del suelo
hispano. Frutos secos,
quesos, pan y vino
llevábamos, y frutas,
un libro de poemas,
un cuaderno, una cámara.
Con Taína, Gerardo
y Marina buscaba
memorar al poeta
en el mismo lugar
que su voz se apagara
setenta años atrás.
2
A comienzos de invierno
del año treinta y nueve
Tarragona es tomada
por las tropas franquistas,
cada día más cerca
de ocupar Barcelona.
El poeta Machado,
su madre, Ana Ruiz,
un hermano, José,
su esposa, la Matea,
y un contingente anónimo
de miles de personas
dejaban la ciudad
apresuradamente
camino del exilio.
Ya habían escapado
de Madrid a Valencia
y luego a Barcelona.
Ahora precisaban
huir de la asediada
capital catalana.
Las fotos de la época
presentan ambulancias,
camiones militares,
automóviles, gente
a pie cargando niños
bajo el bombardeo.
Un invierno inclemente
los cercaba sin mantas
para protegerse.
3
El veintidós de enero
poeta y compañía
huyeron con ayuda.
Una noche les dio
refugio una masía
de Cervía de Ter.
Con la luz matutina
se van a Mas Faixá
muy cerca de Figueres.
De allí caminarán
con cautela y sigilo
al puerto de Cervera.
Pasaron larga noche
helada en un vagón
sobre una vía muerta.
Un tren los llevaría
la mañana siguiente
al puerto de Balitres.
Con tal de que dejaran
pasar a los Machado
se les dijo a los guardias
fronterizos que aquel
poeta débil era
el Valéry español.
Se marchaba al exilio
ligero de equipaje:
algunos pocos libros
y un solo manuscrito
que al llegar a Colliure
lamentó haber perdido.
4
El día veintiocho
de enero llegó Antonio
Machado a Colliure.
El fumador, enfermo
coronario con asma
va a la Casa Quintana.
Su madre estaba en coma.
Con su hermano comparte
una sola camisa.
El poeta agotado
sabía que moría
y nunca se quejó.
Un joven le leía
en traducción del ruso
Vagabundos, de Gorki.
5
Febrero veintidós
del año treinta y nueve,
tres y treinta PM:
ha muerto en Colliure
el poeta andaluz
don Antonio Machado.
Su madre despertó
del coma unos segundos,
preguntó por Antonio.
Se le dijo que estaba
muy débil y lo habían
llevado al sanatorio.
No dijo nada. Todos
sabían que la madre
había dicho alguna
vez que viviría
tanto como Antonio
viviera. Cayó en coma
de nuevo de inmediato
y tres días más tarde
que su hijo murió.
6
Tras una hora en tren
pasado ya el Figueres
de Salvador Dalí
(nosotros, los de ahora,
los del dos de enero
del año dos mil diez)
llegamos a la inmensa
estación del pequeño
poblado de Portbou.
Inexplicablemente
anuncia el altavoz
final de trayectoria.
El pausado operario
nos dice que una huelga
ferroviaria vedaba
cruzar por Pirineos
la histórica frontera
francesa-catalana.
Allí cesó el empeño
de honrar en coto libre
al poeta Machado.
Sin nada que pudiéramos
hacer nos resignamos
sin pesar ni tristeza.
7
Sabíamos que poco
después de que Machado
cruzara la frontera
huyendo del avance
retrógrado de Franco
el ilustre filósofo
judío Walter Benjamin
huía en dirección
contraria de Adolf Hitler.
Después de incierta estancia
en París perseguía
llegar hasta Lisboa
para entonces salvar
de la cruda barbarie
su vida en Nueva York.
8
Durante la Segunda
Guerra refugiados
colmaban numerosos
senderos de montaña
que comunican Francia
con Cataluña. Rutas
pirenaicas aunaban
una misma esperanza:
la fuga de la muerte.
Quien venía de Francia
una vez en España
era detenido
en prisiones, en campos
de vil concentración
hasta finalmente
ser autorizados
para dirigirse
hacia su destino.
9
Como en la parábola
del Taoísmo, un guardia
fronterizo atajó
el paso al angustiado
filósofo afligido
de males coronarios.
El gobierno franquista
había invalidado
su permiso de paso.
Dijo el guardia al apátrida
judío de Berlín:
de aquí no pasará.
Aquella noche, empero,
en la pequeña fonda
francesa de Portbou
se les dejó dormir.
Serían deportados
la mañana siguiente.
10
Amargo desespero
de ser devuelto a tierras
ocupadas por nazis
y colaboradores,
de regresar al campo
de trabajos forzados
rompió su corazón
y selló para siempre
su trágico destino.
Cansado de escapar
ingirió numerosas
tabletas de morfina.
Se puso al fin su ocaso,
veintiséis de septiembre
del cuarenta, en Portbou.
Así murió el filósofo
judío Walter Benjamin:
requiescat in pace.
11
Alerta al sol que nace,
alerta a mediodía,
alerta al sol poniente.
Vivimos en constante
estado de emergencia.
No basta despertar
cuando amanece. Día
de atenta vigilancia
es cada día en guerra.
No hay fruto de cultura
que no contenga germen
de pútrida barbarie.
Con el arco tendido
al incierto mañana
hay que velar alerta.
No importa que no cesen
de vencer los de siempre.
¡Alerta, alerta, alerta!
Girona y Madrid, 12/I/2010