Pedro Pietri, clásico
Pedro Pietri (Ponce, 1944 – Nueva York, 2004) ya es un clásico de las letras puertorriqueñas, de las que se producen aquí y de las que se crean allá. Así lo declaro porque parto de la idea de que la labor de los puertorriqueños producida fuera de la Isla, específicamente la que se crea en las comunidades boricuas en los Estados Unidos, es o puede ser parte de esa totalidad que llamamos cultura puertorriqueña. Pietri mismo lo declara:
…what comes out of me
is about Puerto Ricans even
if is about something else
(“Telephone Booth number 0854650”)
Por ello, en poemas suyos aparecen con frecuencia referencias directas al mundo político insular y en uno, por ejemplo, elogia a Pedro Albizu Campos, quien queda insertado en su contexto cultural neorrican y así se convierte en “the hippest Freedom Fighter / outside english text books” (“Telephone Booth 8976”). Es que toda su producción gira en el fondo alrededor de nosotros y nuestra cultura; identidad y cultura que son, obviamente, las suyas también. Su obra entera, desde el título de su primer poemario hasta todo su “performance” vital, es un reclamo y una defensa de su forma que, a pesar de las diferencias de esos adverbios, acá y allá, forman un conjunto dada la historia compartida. La lengua dominante nos podrá separar, pero la historia, que incluye todos los aspectos de la cultura, nos une. Es que, como proclama y aclara el título de un libro clave de otro poeta canónico de las letras neorricans, Tato Laviera, La Carreta Made a U-Turn.
Mi interés ahora no se centra en la discusión sobre esa unidad cultural, discusión de relevancia que a veces se ignora, se tergiversa o se escamotea. Me propongo, en cambio, indagar algo sobre la obra misma de Pietri, uno de los mejores representantes de esa rama de nuestras letras o hasta, podríamos decir, el canon principal o la medida misma que se ha empleado para definir y valorar a otros escritores de ese contexto. Pero su obra hasta ahora no ha sido estudiada de manera sistemática ni en su totalidad. Trato de ver aquí, pues, algunas de sus estrategias poéticas para entender mejor al poeta en el contexto de nuestras letras en general que ya, vistas en un amplio panorama, están marcadas por ese vaivén de centralidad y periferia, por esos adverbios de espacio distintos y, a la vez, comunes. En definitiva, están calimbadas por ese acá y aquel allá que denominan y a veces hasta deforman partes de un todo cultural que no está todavía fijo, determinado y definido y, por ello, es difícil de apreciar plenamente y con rigor. Sea como sea y a pesar de todo ello, asevero y aseguro que Pietri es un clásico en nuestras letras y así ya lo había hecho y dicho implícitamente cuando lo incluí en una antología de la poesía puertorriqueña: Para entendernos: Inventario poético puertorriqueño (San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1991).
Pero Pedro Pietri es un clásico también en un sentido irónico del término, sentido que desafortunadamente en muchos casos es aplicable y apropiado, como en el suyo y en el de otros escritores nuestros, pues así llamamos a autores cuyo nombre todo el mundo reconoce pero cuya obra casi nadie lee. En parte pocos leen a Pietri por la dificultad de llegar a su obra que es, en verdad, de limitado acceso, no intelectual sino físico. Por ello guardo como tesoro – lo que es – la primera edición de Puerto Rican Obituary (New York, Monthly Review Press, 1973), su obra prima. Tres años después de la aparición de esta edición, Alfredo Matillas Rivas tradujo el texto y lo publicó en la Isla (San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1977). Esta traducción es muestra del esfuerzo de Matillas por dar a conocer en la Isla y en los Estados Unidos mismos la obra de Pietri y otros poetas neorricans, esfuerzo que, por desgracia, no ha recibido el reconocimiento que se merece. Otro tesoro bibliográfico es un cuento suyo, la única narración a su haber que conocemos, Perdido en el Museo de Historia Natural / Lost in the Museum of Natural History (Traducción de Alfredo Matillas Rivas, San Juan, Ediciones Huracán, 1981), publicado en una pequeña y hermosísima edición con ilustraciones de José Antonio Peláez por una editorial que también se preocupó en su momento inicial por la difusión de la obra literaria de los puertorriqueños en los Estados Unidos. La misma es otra prueba del esfuerzo de este traductor por dar a conocer la obra de los escritores puertorriqueños de Nueva York. Atesoro también Out of Order/Fuori Servizio (Edición a cargo de Mario Maffi, Cagliari, Italia, Cooperativa Universitaria Editrice Cagliaritana, 2001), libro que conseguí por pura carambola y que me abrió las únicas puertas accesibles entonces para poder leer esta importante parcela de la obra de Pietri que no se hallaba por ninguna otra parte y que, por ello, había que buscar en una rara y limitada edición italiana, que eran tan o más difícil de conseguir que su primer poemario. En fin y como aquí intento probar con estos ejemplos concretos, leer a Pietri no era fácil por el limitado acceso a sus textos.
Por ello es que deben repicar a pleno vuelo todas las campanas de nuestro mundo literario para darle la bienvenida a una recopilación de su poesía que ha aparecido en una editorial estadounidense que tiene especial interés por este género y que fundaron poetas de prestigio y afines a la estética de Pietri: Selected Poetry (Edición preparada por Juan Flores y Pedro López Adorno, San Francisco, City Light Books, 2015). Por fin y gracias al trabajo de estos dos prestigiosos críticos y al amplio acceso que por esta edición tendrá su poesía, Pietri dejará de ser un clásico en el sentido irónico del término, aunque lo continuará siendo o lo será más aún en el sentido original de la palabra. Pedro Pietri es un clásico y ahora será más fácil llegar a comprobarlo.
Esta antología recoge una excelente muestra de su obra poética, desde su primer libro hasta la obra tardía, la publicada y también la hasta ahora inédita. Por suerte, los manuscritos y archivos de Pietri se conservan en la biblioteca del Centro de Estudios Puertorriqueños en Nueva York. Los compiladores han trabajado con estos y, por ello, la selección que hicieron toma en consideración la totalidad de su obra. Flores y López Adorno hace una criba de la poesía temprana, pero la muestra que nos ofrecen de la misma es representativa de ese periodo de su labor. La muestra de la obra tardía, obra de madurez y que introduce algunos nuevos matices en su poética, es más abundante. Las decisiones hechas por los compiladores son muy sabias y, creo, ayudarán a solidificar la posición del poeta dentro del canon.
Por supuesto, no se incluye en este volumen su teatro, pero esta ausencia es más que razonable, aunque su producción en este género también tiene fuertes lazos con su poesía. (A Matillas Rivas también le debemos la recopilación de parte de su obra dramática: Illusions of a Revolving Door: Plays/Teatro (Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1992).) En cambio, la inclusión en esta muestra poética de “Lost in the Museum of Natural History” es un acierto por varias razones, como veremos. Hay que establecer de inmediato que toda la obra de Pietri – como también el personaje que creó y que era el medio para un “performance” que era casi su verdadera cara: el “Reverend Pedro”, el del gran baúl y la cruz portátil – forma una fuerte unidad, un todo muy coherente cuyas partes se enlazan y se refuerzan para formar un todo coherente y significativo. Pero en esa unidad la poesía es el género privilegiado. Como apuntan muy correctamente López Adorno y Flores, “…it is as a poet that Pedro Pietri will last forever in the minds and hearts of the Puerto Rican people, and of readers everywhere” (244). Hay que estar agradecidos a los compiladores por esta excelente y necesaria labor.
Para muchos lectores la poesía de Pietri queda definida por un solo libro y hasta por un solo poema, “Puerto Rican Obituary”, poema y libro que lo dieron a conocer y lo establecieron muy tempranamente como figura canónica en el contexto de las letras neorricans. Esta, con su lógica circular, es una visión limitada y prejuiciada por la imagen del poeta que la crítica ha creado. Pero es, también y desafortunadamente, el producto de la falta de una lectura detenida y crítica de su amplia producción. Por ello mismo, concuerdo con López Adorno y Flores en ver su poesía como un todo armonioso, sólido y coherente que ahora, por fin, podemos leer como un conjunto, como una unidad, como un todo muy coherente.
Hay que aclarar de inmediato que la obra de Pietri no es monótonamente homogénea; hallamos en ella también variantes o matices que no destruyen su unidad esencial. Por ello veo esta poesía como un todo compuesto de dos partes o, mejor, estructurado a partir de dos estrategias poéticas. Por un lado tenemos los poemas largos, como “Puerto Rican Obituary”, “Suicide Note from a Cockroach in a Low Income Housing Project” y “I Hate Tress”, entre otros. Estos poemas extensos son más frecuentes en la obra temprana del poeta quien, en cambio, privilegia y cultiva con más frecuencia según madura como poeta, los poemas breves, como los que forman el cuerpo de su libro Out of Order, y partes del poemario inédito en vida del poeta, El Party Continues. Creo que esta división de la obra entre poemas largos y cortos es de importancia porque apunta a dos acercamientos poéticos distintos que matizan la unidad de la obra que comentamos.
Antes que nada hay que recordar, para entender plenamente la poesía de Pietri, que mucha de su obra, especialmente la de la primera etapa, se escribió para leerse en voz alta, en espacios públicos y como un “performance” que muchas veces formaba parte del programa de un mitin político. Urayoán Noel, en un reciente e importante estudio sobre la poesía neorrican, Invisible Movement: Nuyorican Poetry from the Sixties to Slam (Iowa City, University of Iowa Press, 2014), recalca muy atinadamente la importancia de la oratoria y la declamación – la oralidad, en definitiva – en toda esta poesía. Ese elemento la emparenta con el teatro. No debe sorprender, pues, que “Puerto Rican Obituary” haya servido de base para presentaciones dramáticas o declamaciones teatrales en varias voces. Estos poemas largos – pienso en particular en “Suicide Note from a Cockroach…” – colindan también con su único cuento. En este poema y en otros los elementos narrativos son obvios y reveladores de la unidad de su obra como totalidad. Por ello mismo, la inclusión en esta muestra de poesía del cuento “Lost in the Museum of Natural History” es una decisión muy atinada ya que el mismo, como señalan Flores y López Adorno, “…highlights the continuities and connections found throughout his poetry” (244). Además, así se rescata esa narración que posiblemente quedaría perdida dada la limitada circulación de la edición original. Los poemas largos, por diversas razones, ayudan a ver la totalidad de la obra de Pietri – poesía, narrativa, teatro, “performance” – como una unidad, como un conjunto estructurado a partir de una visión estética coherente, pero matizada.
Por otro lado están los poemas cortos. Desde un principio tengo que declarar que son estos lo que más me atrae de toda su poesía y hasta de toda su obra. También hay que apuntar de inmediato que, aunque parezca insólito, en muchos sentidos Pietri es un fiel seguidor de la poética de Edgar Allen Poe (1809-1849), según se expresa en su ensayo fundacional de la poesía moderna, “The Poetic Principle”, texto publicado póstumamente en 1850 y que ha tenido una inmensa repercusión en gran parte de la poesía del siglo XX. En este ensayo Poe aboga – o hasta impone como norma para la nueva poesía – por la relativa brevedad. Quizás sin saberlo, Pietri sigue fielmente la poética de Poe en gran parte de su obra, posiblemente en la mayoría. ¿Leyó Pietri a Poe? No podemos contestar esa pregunta, pero sí podemos aseverar que los dos poetas coinciden en su aprecio del poema corto.
Pero hay que apuntar que en sus poemas, tanto los largos como los cortos, pero especialmente estos segundos, el cierre del texto es importante para la construcción del conjunto y, sobre todo, para darle pleno sentido al mismo como unidad. Recordemos como en “Puerto Rican Obituary” el golpe poético se concentra en una sola palabra en español con la que se cierra el poema: “Aquí to be called negrito / means to be called LOVE”. Negrito, término que en inglés y en la cultura estadounidense dominante se podría ver como insulto, queda invertido e investido de una exaltación que culmina el poema completo y que sirve para reivindicar a los obreros boricuas – “Juan / Miguel / Milagros / Olga / Manuel” – a quienes el poeta honra con su canto fúnebre.
Son comunes en su poesía estos cierres con una palabra en español o con una idea que parece contradecir la totalidad del cuerpo del poema. Este recurso asocia estos textos al epigrama clásico. Véase, por ejemplo, un poema temprano que lleva como título el apodo de la abuela del poeta, “Tata”:
mi abuela
has been
in this dept store
called america
for the past twenty-five years
She is eighty-five years old
and does not speak
a word of english
That is intelligence
Este recurso o esta técnica la emplean también otros poetas neorricans. La serie “Telephone Booth” del poemario Out of Order – para mi gusto lo mejor de toda su poesía, pero recalco que en este juicio domina una apreciación personalísima – se compone de poemas cortos, algunos brevísimos, que podrían leerse como epigramas. Aunque en el primer poemario predominan los poemas largos, ya se encuentran en el mismo piezas cortas como “Tata”.
Estas composiciones breves también tuvieron otra curiosa y particular función. Recuerdo que cuando comenzó la crisis del sida Pietri desarrolló un “performance” muy efectivo. Escribía a máquina – eran años anteriores a las computadoras personales – brevísimos poemas en diminutos sobres de manila en los que introducía un condón. Leía sus poemas y vendía los sobres con el poema y con el condón adentro. ¿Qué habrá pasado con esos poemas/preservativos? ¿Son poemas de la serie “Telephone Booth” o son distintos? ¿Estarán entre los documentos que se conservan en el Centro en Nueva York? Yo conservé por años dos de estos, con los condones y todo, que doné y que ahora se guardan en la colección de libros raros de la biblioteca de la universidad donde trabajo. Es obvio que hay mucho más que investigar sobre esta poesía; estos sobres/ poemas/condones así lo hacen evidente.
Este acto, que unía poesía y advertencia de salud pública, era profundamente político, como lo es gran parte, si no la totalidad, de la poesía de Pietri quien juega con diversos recursos retóricos, sobre todo con el retruécano, para desenmascarar las profundas contradicciones de la sociedad estadounidense por medio de la creación de una situación y un lenguaje contradictorios y absurdos. Tómese como ejemplo este breve poema:
a state
without crisis
is a state
with art
because only
when you disagree
can there be
true creativity
in a society (140)
(“Telephone Booth Number 75753”)
La ambigüedad aquí propuesta por Pietri combina poética y política y el texto podría haberse escrito como parte de un debate entre estetas marxistas de décadas anteriores. El poema – y aclaro que no trato de establecer contactos ni influencias sino paralelismos – no deja de recordar la obra del gran poeta salvadoreño Roque Dalton (1935-1975), aunque este tiende a ser menos ambiguo y muchos menos paradójico que Pietri.
También lo político en Pietri se puede expresar a través de lo erótico como se hace claro en el siguiente poema:
no, of cause noI will not look at a man
the same way I look
at a woman, there is a difference
one makes me horny
and the other does not,
but I will not tell you
which one, if you want
that information you will
have to take off your clothes
(“Telephone Booth 801”)
Este texto es, en el fondo, intraducible al español porque los pronombres (uno/otra o una/otro) revelarían las preferencias de la voz poética que es el meollo del texto y también la sorpresa o cierre del mismo. Pero lo que importa en el momento es que lo político en Pietri es amplio y adquiere en su poesía diversas caras, aunque casi siempre queda asociado a la ambigüedad y la sorpresa.
La paradoja, la contradicción y el retruécano, entre otros, son tropos que le sirven al poeta para crear una obra que a primera instancia parece absurda, demasiado simple y hasta descartable, aunque nada de eso es. Estamos ante un poeta importante, ante un poeta al que habrá que estudiar con detenimiento y en detalle. Sorprende que todavía no tengamos al menos un libro que nos sirva de guía para entender mejor su obra y para deambular con mayor comodidad por el complejo mundo que es su poesía. Tal trabajo, que espero aparezca pronto, tendrá que tomar en consideración los lazos que unen la poesía de Pietri con la de otros poetas con los cuales, a primera instancia, no parece estar relacionado.
Hay una foto que servirá para probar esas conexiones y para atisbar la repercusión que su obra tendrá cuando la estudiemos plenamente. Se trata de una donde aparece el joven Pietri, tímido como un niño que se halla en un ambiente extraño en el que se siente incómodo, en la prestigiosa compañía del gran poeta de la “Beat Generation” Allen Ginsberg (1926-1997) y del maestro nicaragüense Ernesto Cardenal (1925). Aunque a primera instancia así no se vea, mucho une a estos tres poetas. Pienso, por ejemplo, en sendos poemas centrales a sus respectivas obras: “Howl” (1955), “Oración por Marilyn Monroe” (1965) y “Puerto Rican Obituary” (1973), tres cantos fúnebres que se destacan en la poesía contemporánea. Esta foto ofrece, pues, claves para iniciar un estudio que servirá, entre otras cosas, para colocar la obra de Pietri en un contexto amplio en el cual se podría apreciar mejor su valía. No me cabe duda de que se merece estar en la excelsa compañía de los dos poetas que lo acompañan en la foto. Pero todavía no conocemos bien su obra y ese conocimiento, cuando lo tengamos, justificará aún más la inclusión canónica de Pietri en el contexto de la poesía puertorriqueña, la latinoamericana, la estadounidense y la latinoestadounidense.
Pero si nos dejamos guiar solo por sus palabras, el poeta parece dudar de la legitimidad de su inclusión en tan diverso pero selecto grupo. Su poesía misma, a la vez, parece evidenciar su conciencia sobre la finalidad, la meta, el objetivo inalcanzados de su obra que algún día lo llevará a estar en el lugar que le corresponde, el lugar que se merece y el que ya veo estampado en la susodicha fotografía. Esta duda viene no de mí sino del poeta mismo quien establece irónicamente que dentro de su obra, donde parece dominar lo absurdo, esta fracasa o, al menos, no llega a alcanzar su objetivo final. Pero, a la vez y paradójicamente, el poeta mismo nos ofrece esperanzas de que alcanzará esa meta:
the night
doesn’t end
until I complete
a poem that will
never be completed
(“Telephone Booth 143503001”)
El poeta completará su poema antes que se termine la noche, pero la Poesía – así, con mayúscula – continuará siendo un objeto incompleto, una meta inalcanzable. Aquí Pietri, con la típica duda de un poeta romántico y con el constante juego con el retruécano de uno barroco, dice no creer en sus propias fuerzas o parece dudar de ellas o no confiar plenamente en su obra. Pero, esta es una trampa, un juego, una manera de recalcar su propia labor, pues, al menos parte de esta ya está completa y la misma le garantiza el título de clásico y le amerita un puesto seguro en nuestro canon poético, el de acá y el de allá.
¡Quien dude que Pedro Pietri es un clásico que lea los poemas de esta excelente antología! Ahí hallará la prueba que lo es. No me cabe duda de ello.