Pequeña conversación con la Carrasco
La segunda vez que nos vimos, fue en un bar pequeño en el barrio de Lavapiés de nombre, La Piano. Habíamos quedado para retomar, entre cervezas, una conversación que teníamos pendiente desde hace dos meses, cuando la vi en tarima. Quedamos justo a la hora del atardecer para conversar sobre ‘Océano’, su más reciente trabajo discográfico, los boleros, su inspiración y la ciudad.
Aquí la pequeña conversación con la Carrasco, la andaluza bonita de los ojos verdes de gata:
¿A ti qué te gusta de los boleros?
Me gusta todo de los boleros. Las historias, las melodías, el formato de músicos que los acompañan. Soy una enamorada de los boleros desde siempre.
Entonces, ¿este disco ‘Océano’ es una satisfacción personal?
Sí, claro. Todo tiene que ser satisfacciones personales. Antes estaba haciendo cosas que querían los demás y ahora, por fin ya, quiero yo.
Y ‘Envidia’, hay algo especial con ese tema, ¿verdad?
Lo llevo cantando desde hace seis años, cuando llegué a Madrid. Un amigo me enseñó a José Feliciano, cantando ese bolero con su perro al lado, durmiendo, en blanco y negro. Me enamoré de Feliciano y de ‘Envidia’. Tiene un mensaje con el que yo me siento identificada. Cuando dice envidia habla de los celos, pero es precioso, la lírica es maravillosa. Me gusta la forma en que se cuenta esa historia en que a veces, se quiere tanto a alguien, que se siente envidia del aire que le roza a esa persona. Es también una palabra que está muy de moda en España donde hay muchos envidiados y muchos envidiosos.
Esa es un poco la historia de todos los boleros, ¿no?…y tú también cantas tangos y el saudade brasileño…
Me encanta la melancolía. La vida está llena de melancolía, que no de tristeza. La melancolía para mí es otra cosa. Soy muy romántica, lo romántico lleva a la nostalgia y al desamor, la distancia…la vida.
¿Será que es más fácil cantar si se canta de algún sentimiento triste?
No sé. Depende de cómo se sientan las cosas.
Estaba leyendo una pieza en la que mencionas a las mujeres intérpretes de boleros. ¿Hay alguna de estas figuras que te inspira o que te provoque una ambición para tu carrera de cantante?
Inspiración hay muchísima. En cada artista uno encuentra algo. Con estos cantantes uno quiere compartir ese mismo sentimiento de estar en un escenario cantándole a mucha gente, transmitir a mucha gente. Pero no me voy dirigiendo por ningún otro artista, simplemente me sirven de guía, yo tengo mis propios sueños. No me pongo etiquetas y no sé tan claramente qué es lo que me gusta, pero sé lo que no me gusta. Lo que me gusta lo hago. No lucho tampoco, hago mi propio camino.
Eso debe ser importante cuando se escogen temas con tanta trayectoria.
No hay que tener prejuicio con eso. Por ejemplo, todos los días se friegan los platos, se limpia una casa, se compra fruta…la música es así también. Además, letras tan bellas, ¿cómo las vas a dejar en el camino? Hay que rescatarlas continuamente. Mientras más vieja la canción, más historia tiene. Cada cantante hace lo que puede y la música va cogiendo vida con cada uno de ellos. Eso hace que en una sola canción se transmitan miles de cosas. Es lo bello de seguir con la tradición de la versión. Me encantaría morirme versionando. Estoy enamorada de las versiones.
¿Qué diferencia hay para ti como cantante, entre cantar con una orquesta o sola con un guitarrista?
Una barbaridad. Cuando estoy con cinco músicos en el escenario me siento limitada. Con un músico se tiene más complicidad que con ocho. A mí me gusta que pasen cosas en el escenario, que se estiren los tiempos, que haya elasticidad. Con los guitarristas con los que voy siempre, pasan cosas increíbles porque nos conocemos a la perfección. Me gusta la intimidad: me encantan las cenas de tres más que las fiestas de 20, por ejemplo.
Aunque, sí me parece un privilegio cantar con ocho músicos que te estén acompañando. Yo alucino con Carmen Mcrae en sus conciertos en los festivales de jazz de Montreal. Pero, también flipo con Ella Fitzgerald y Joe Pass y su concierto a voz y guitarra. Las dos cosas son bellas.
Y Madrid, ¿cómo se encuentra un lugar en una ciudad como ésta?
He encontrado en la Plaza Mayor un sitio chiquitín, un sótano, Entre nos. Los dueños son una familia de Venezuela. Pero ha sido muy difícil. En Madrid o puedes tú con ella, o puede ella contigo. Yo vengo de un pueblo pequeño de Andalucía, un lugar donde nos conocíamos todos y era fácil trabajar. Llegar a Madrid buscándote la vida en clubs y salas es difícil porque hay mucha competencia. Lo importante yo creo que es encontrar un sitio que esté hecho a la medida de uno y forjar un público que se forme de boca en boca. Eso les pasó a muchos artistas aquí en Madrid, a Joaquín Sabina por ejemplo. No se puede pretender llegar al Teatro Real de repente, hay que construir la carrera desde abajo. Y sí tú estás bien, el público estará disfrutando. Ellos quieren meterse en tu película, ver qué les vas a contar…las pasiones se contagian.
¿En qué estás trabajando ahora?
En un concierto grande, que me pone nerviosa, en el teatro Lope de Vega de Sevilla. Estoy ensayando y preparándome mentalmente. Es con el mismo grupo del concierto para el MadGarden de julio y con Chuchito Valdés de artista invitado.
¿Cuál canción es la próxima que te atrae para cantar?
Pecado, Caetano Veloso. De Celeste Mendoza, ‘¿Quién, pero quién?’ Me pasa que quiero cantar las canciones que me gustan mucho. Me enamoro de la canción y el siguiente paso es interpretarla.