Por el país que merecen quienes están por nacer
Niños y niñas, dirijo mi primer acercamiento a ustedes, no porque sean el futuro, sino porque les considero parte fundamental de este presente. Los huelguistas, los manifestantes, los que salen a la calle a defender derechos son personas que saben lo difícil que se puede poner nuestro país en poco tiempo. Estamos haciendo todo lo posible por dejarles un mundo mejor, uno donde puedan ir a la escuela o universidad que deseen, que cuando les duela algo puedan ir al médico sin problemas y que el dinero no sea un obstáculo para ello. Estamos en la calle –y nos ven en la televisión- porque queremos que cuando terminen de estudiar puedan tener un buen trabajo con el que puedan ser libres y mantener su hogar sin mayores problemas. Queremos que sean felices y por eso nos hemos dado cita en esta jornada de reivindicación.
Estamos aquí hoy porque tenemos que defender a las instituciones educativas de un ataque político contra lo que representa un ciudadano educado en la democracia. Ese ciudadano político es el que tendrá la responsabilidad de lo común, es el que se forja para ser dueño de su propio destino y el de su país.
Ni la educación ni la escuela son una empresa, mucho menos venden productos al mejor postor. La escuela y la Universidad deben distanciarse de la idea de gobernar las mentes y dirigirlas hacia una sociedad de control, sumisas, calladas, vulnerables, pasivas… No puede ser que se apueste por una sociedad donde nada se cuestione, donde todo se acepte sin levantar bandera, sin preguntarse si otras formas de gobernanza son posibles. No les dejaremos –a los gobernantes- esa sociedad idílicamente pasiva; todo lo contrario, son momentos de despertar, de hablar, de repensarnos como sociedad en todas las coordenadas caribeñas que pisemos. En ese proceso, no me cabe la menor duda, iremos levantando la voz e iremos moviendo nuestros cuerpos hacia algo diferente, algo construido desde la pluralidad y no desde la exclusión de los que no han gozado de los privilegios de los que hoy controlan y dominan nuestras políticas y nuestras finanzas.
Dijo Fernando Savater que: “la educación es un proceso de co-construcción de identidad, conocimiento y valores, de personas democráticas que pueden pensar por sí mismas, la educación que tiene por objetivo la emancipación, la libertad. Esa educación se fundamenta en una práctica ética y política”. Ahí entra mi problema, al encontrar tantos esfuerzos dirigidos a desvincular la educación de lo político, porque si tienes una educación pública, accesible y de calidad es porque, desde los espacios políticos y de pensamiento democrático, se pensó y articuló un discurso y un curso de acción que nos llevara a ello. Esa acción dirigida a lograr la emancipación de las mentes es vital, pues augura un mundo político mucho más lúcido y presente. Desde el apoyo a la educación pública se apuesta por una mejor democracia y por una representación mayor de todos los sectores que componen la sociedad.
Eliminarla o atacarla es un paso más para alimentar la perpetuación del privilegio de unos pocos, incluyendo los que trabajan en este edificio. Atacar la educación pública es equivalente a cerrar la competencia entre ellos y negarse a un mundo de posibilidades, que son las posibilidades de los excluidos, de los que nadie escucha, de los que son engañados, de aquellos a los que, sin pudor, les cierran las puertas de lo público en la cara.
En fin, a esa educación debemos aspirar, a la que fomente la libertad a través del pensamiento y la que nos arrebate el miedo de hablar y de posicionarnos frente a las injusticias. Señalo todo lo anterior porque entiendo pertinente que antes de defender una institución de desgarradores recortes presupuestarios, debemos tener más que clara la importancia que tiene dicha institución para nuestro país y cuánto puede contribuir esta en la construcción de un mejor futuro.
Si estamos marchando hoy, no es solamente para que no se recorte dinero, es porque creemos vehementemente que una educación pública y de calidad no es solamente necesaria, sino fundamental en nuestro desarrollo social y económico. Recortar la posibilidad de que todos los ciudadanos podamos educarnos es recortar la democracia, es desaparecerla, es humillarla y es hacer con ella lo que nos hicieron aquí hace 5 días, cerrar las puertas al pueblo.
Con ello planteado, toca entrar en temas de esperanzas donde jamás subestimaremos los sueños ni los deseos de una población. Esperanza es un vocablo derivado del latín “esperare” que significa esperar. Lo que se espera es algo bueno para el futuro; quien tiene esperanza siente que algo positivo está por venir. Es un estado del ánimo, favorable, que nos permite resolver nuestros problemas con la convicción de que lo haremos satisfactoriamente, independientemente de que el resultado querido se concrete o no.
Jamás nos rindamos ante la educación pública. Jamás nos rindamos ante la transparencia de la deuda o ante los recortes presupuestarios que pretenden arrebatarnos los servicios públicos esenciales. Hagámosle frente a las derogaciones y enmiendas de las leyes que albergan derechos conquistados y que, sin el mínimo pudor, están descuartizando en ese lugar de tiranías. No claudiquemos nunca, pues la desigualdad en la educación tiene consecuencias directas en la desigualdad social que tanto afirmamos querer combatir.
Como país tenemos varias tareas: trabajar arduamente para lograr la auditoría ciudadana, defender las instituciones públicas de las medidas de austeridad que pretenden vulnerarlas hasta su colapso y, finalmente, repensarnos como ciudadanos políticos que reflexionamos y analizamos cómo queremos construir un proyecto de país donde quepamos todos y todas. No nos rindamos, sigamos construyendo el país que merecen los que aún no han nacido, aferremos nuestras acciones a la defensa de lo común, lo de todas y todos. Que la esperanza sea nuestra brújula, no perdamos el rumbo, no perdamos las ganas, podemos ganar algo grande en esta unión y es el momento de alzar la voz, de actuar y de defender nuestra tierra, ¡por los que están y por todos aquellos que vendrán!
*Discurso leído durante la Marcha por la Auditoría y la Educación Pública el 23 de abril de 2017 frente al Capitolio en San Juan, P.R.