Por un periodismo de urgencia

Por todo esto, quiero agradecerle a Peri el que nos haya convocado esta tarde para celebrar la publicación de su libro. Y quiero, particularmente, agradecerle por el reto grande y el honor que ha significado para mí preparar esta presentación, que he decidido titular Por un periodismo de urgencia, y que trata sobre lo que llamo el valor histórico-periodístico de esa cartografía del periodismo Jumping Castle contemporáneo en Puerto Rico que Peri nos comparte. Esa idea del valor histórico-periodístico del libro tiene dos aspectos. Por un lado, la contribución histórica sobre el periodismo en Puerto Rico que narra una historia crítica de El Nuevo Día como institución y a la misma vez narra cómo esa historia grande está inevitablemente relacionada con otras historias menores. Por ejemplo, la historia de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, el desarrollo del fotoperiodismo, el rol de la mujer en el periodismo puertorriqueño, el Centro Para la Libertad de Prensa y diversos eventos en los que se ha reflexionado críticamente sobre el periodismo en décadas recientes.
Por otro lado, leo este libro como un ejercicio periodístico en sí mismo principalmente por su redacción, su concisión, y el manejo crítico de las fuentes, los contextos y los valores fundamentales de este oficio. Divido mi presentación, para abundar un poco en estas ideas, en cuatro partes muy breves que titulo: La elipsis noticiosa, El Peri periodístico, Un país noticioso y Un periodismo de urgencia.
La elipsis noticiosa
La frase “Lo que es noticia, es noticia” sirvió de fundamento filosófico para la transformación de El Nuevo Día bajo la maña y sabiduría editorial de Carlos Castañeda. Coss hace una descripción crítica y diplomática, particularmente para con Castañeda, de ese proceso en el que se apostó por un periódico inspirado —tanto en su diseño gráfico como editorial— por la televisión y el espectáculo, y que es dirigido a una audiencia que, según el propio Castañeda, tenía “muy pocos hábitos de lectura”. Esa frase, “lo que es noticia, es noticia” se escucha, quizás inicialmente, como una noción muy práctica y pragmática de la labor periodística del día a día; un entendimiento de la noticia y lo noticioso como algo que es evidente e, incluso, inconfundible.
Lo que es noticia, claro está, es mucho más que eso. Diría yo, que lo que es noticia podría escucharse en esa elipsis que produce la coma que separa, en esa frase, “lo que es noticia” de “es noticia”. Y Peri, en este libro, se encarga de examinar con cuidado, de oír bien el eco de esa elipsis para detallar cómo ese slogan filosófico que sustentó en gran parte la transformación del periodismo puertorriqueño, lo que hace es crear un concepto de lo noticioso que da cabida a asuntos que antes no eran noticia; un concepto de lo noticioso imbricado en lo publicitario y en lo espectacular que quita el foco de los lazos reales de poder que sustentan a El Nuevo Día. Así leo yo, a la luz de mi lectura del libro que hoy nos reúne, esa coma en la frase “lo que es noticia, es noticia”: como una elipsis que ha contribuido a silenciar las tramas del poder que desde hace rato, y desde sus trastalleres económico políticos, han normalizado el estado de excepción como una cosa del día a día en nuestro país.
El Peri periodístico
Es a través su trabajo como historiador en De El Nuevo Día al periodismo digital, donde con más claridad podemos leer, me atrevo a decir, al Peri periodístico. Baso esta propuesta en dos aspectos de su investigación: por un lado, su minucioso trabajo de archivo, y por el otro, su estilo de redacción en ciertos fragmentos del libro. En su archivo, combina la lectura crítica y detallada de la historia oficial con la inclusión de múltiples voces de periodistas que narran y reflexionan sus experiencias laborales. Esas voces de colegas, que quizás en ocasiones no compartirían del todo la insistencia crítica de Coss, es una contribución mayor de este libro. Destaco los testimonios de diversas mujeres periodistas en el libro, pues son cruciales y abren camino para futuras investigaciones sobre género en el periodismo puertorriqueño.
Mención aparte merece la manera crítica en que el autor inserta voces oficiales del periódico como la del propio Castañeda o la de Luis Alberto Ferré Rangel, a quien se refiere en algún punto del libro como “el joven Ferré”. Destaco esto, pues me parece que Coss, como dije antes, logra un tono diplomático importante en el manejo de sus fuentes—a pesar de que en el libro no escasea la ironía y el cuestionamiento abierto. Esto no es cualquier cosa, pues la labor crítica frontal que hace el autor es muy dura, muy difícil de comunicar y más difícil de digerir para aquellos que tienen la impunidad como costumbre.
Decía que el Peri más periodístico se lee además en algunos fragmentos del libro en los que narra, con precisión y ritmo de cronista, el contexto político de los años setenta en Puerto Rico. Citaré un fragmento del texto para enfatizar la concisión panorámica que Coss logra como historiador-periodista.
En el periodo de 1968 a 1972 se registraron innumerables ataques a porteadores del periódico independentista Claridad, hostigamientos y despidos injustificados, asaltos armados o con potentes explosivos a negocios y hogares de independentistas. Para junio de 1972, cuatro meses antes de las elecciones, Claridad había reportado 122 atentados. Las confrontaciones universitarias cobran el 11 de marzo de 1971 la vida de un comandante de la Fuerza de Choque de la Policía, un agente y un cadete del ROTC, sin contar los cientos de jóvenes heridos y maltratados Bouncy Castle For Sale duramente por la Policía. La década cerrará con una lista impresionante de asesinatos políticos de independentistas: Antonia Martínez Lagares en 1970, Ángel Luis Charbonier y Eddie Román Torres en 1975; Santiago Mari Pesquera, hijo mayor del líder independentista y socialista Juan Mari Bras, en 1976; Juan Rafael Caballero, líder sindical, en 1977, Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví en 1978; Carlos Muñiz Varela y Ángel Rodríguez Cristóbal en 1979.
Como dije, destaco este fragmento por su concisión histórica, por el ritmo de la narración y porque la información que condensa nos dice mucho, como un ejemplo puntual, de la relevancia periodístico-histórica de este libro. O, por aquello de decirlo en otras palabras, porque el autor parece tener bien claro “lo que es noticia” y lo que es memoria histórica en un país que es descrito, por otra de las voces oficiales de El Nuevo Día citadas en el libro, usando otra frase con tintes de slogan publicitario: dice el señor Pérez Lozano, quien trabajó por años en El Nuevo Día, que esta isla «no es noticiosa».
Un país noticioso
Lo absurdo de esta idea queda claramente demostrado en la segunda parte del libro, en la que Coss presenta una historia un poco esquemática y, me atrevo a decir, inicial, de cuatro nuevos modelos de propiedad y trabajo periodístico en Puerto Rico: Sin Comillas, Mi Puerto Rico Verde, 80 Grados y el Centro de Periodismo Investigativo. Estos cuatro medios, según el autor, se destacan por su alto valor periodístico, por su registro de tráfico, reconocimiento y participación de sus usuarios, y por cumplir con una clara función alternativa frente al periodismo comercial.
Clave para el proyecto de Coss en este libro, es su análisis de los modelos de trabajo y propiedad de cada uno de estos medios. Es particularmente importante, por su valor periodístico, histórico y sociológico, la manera en que el autor contextualiza el surgimiento de estos espacios con relación al desarrollo más amplio del periodismo digital a nivel internacional. Discutir en detalle el análisis individual que Coss desarrolla sobre cada publicación excede el objetivo de mi presentación. Pero sí quiero destacar una lista que ofrece el autor de algunos denominadores comunes entre estos cuatro medios digitales. Coss los enumera así,
- se inscriben en una lógica de prensa alternativa, es decir, no se ocuparán necesariamente de lo obvio o lo ya previsto en la gran prensa comercial;
- arrancan sus operaciones a partir de una inspiración personal o de un pequeño grupo de personas, sin ánimo de lucro inmediato o rapaz;
- son móviles y flexibles, algunos carecen incluso de un local propio;
- mantienen una conexión cálida con sus lectores, cultivan una noción de “comunidad”;
- se asocian, con excepción de Sin Comillas, a movimientos sociales de cierta envergadura
- su base económica es precaria, no obstante el potencial y el alcance real que tienen entre lectores y usuarios.
En otras palabras, estos cuatro medios demuestran no solo lo absurdo de la idea de que este país no es noticioso; también demuestran que hay mucha gente que comprende muy bien lo que es noticia y que busca, desde hace tiempo, sin prisa, sus propias maneras de narrar lo noticioso. Lo han hecho con plenas, trovas, cuentos, poesías, periódicos comunitarios, estaciones de radio, periódicos regionales, y, en tiempos recientes, a través de sitios web de mayor alcance como los cuatro medios digitales que se estudian en el libro que hoy nos reúne.
Un periodismo de urgencia
Evoco unas palabras de la periodista estadounidense Amy Goodman para comenzar a cocluir mi presentación. Dice la líder del programa Democacry Now,
Independent media can go to where the silence is and break the sound barrier, doing what the corporate networks refuse to do… Going to where the silence is. That is the responsibility of a journalist: giving a voice to those who have been forgotten, forsaken, and beaten down by the powerful.
Yo añadiría, con todo el respeto de Goodman y especialmente a la luz de nuestra conversación sobre De El Nuevo Día al periodismo digital, que la labor es mucho más densa aún; que habría que replantear esta importante idea de Goodman y decir que no se trata solo de romper la barrera del sonido “dándole voz” a aquellas gentes que han sido olvidadas, abandonadas y golpeadas por los poderosos. Se trata de reconocer, como principio, que esas voces nunca han dejado de hablar, de organizarse, de contar, de crear, ni de vivir. Se trata de reconocer, como hace Luis Fernando Coss en este libro, que aquello que parecería un silencio generado por la elipsis noticiosa que producen los medios corporativos y la historia oficial, no es realmente un silencio; que allí hay vidas latentes, emergentes, gente buscándoselas, inventando y siempre contando sus historias con los medios que tienen a la mano; siempre produciendo, digamos, un periodismo de urgencia, un periodismo en el que, quizás hoy más que nunca, en Puerto Rico, se nos va la vida.
* Palabras leídas el 3o de marzo de 2017, en la Casa Soberanista, Hato Rey, con motivo de la primera presentación pública del libro.