Reflexión sobre Palabra de Dios
Palabra de Dios es el sugerente nombre del último proyecto de los Jóvenes del 98 en el Centro de Bellas Artes de San Juan, Puerto Rico del 9-12 de junio, 2016. En esta isla la palabra del día es crisis, acompañada invariablemente de un ¡Ay Dio(h)!: deudas monumentales, ataques imperiales sobre el control de nuestras finanzas y nuestra frágil autonomía, con la amenaza cada día más real de una junta de control fiscal irónicamente llamada por el congreso estadounidense, proyecto PROMESA: Puerto Rico Oversight, Management and Economic Stability Act. Reinan en nuestro entorno la incertidumbre y la ansiedad. A pesar de los pronósticos de fatalidad, sobre todo en el plano político, económico, ambiental (tendrían derecho de vender terrenos protegidos) y justicia social (pueden obligar a despidos masivos y bajar el salario mínimo federal a los jóvenes menores de 25 años), el espíritu de lucha desde el teatro de Jóvenes del 98 tiene algo que decir al respecto. Maritza Pérez Otero como directora y creadora del grupo nos invita en Palabra de Dios a explorar la estrecha relación entre fundamentalismo, corrupción y la crisis actual para reflexionar sobre la hipocresía que se vive en estos momentos del “ fin del mundo” o el fin de la colonia como la conocemos, precisamente cuando la lucha por el poder se acompaña de tantos “falsos profetas” como predica el cristianismo.
Además de su gran talento para protestar y reflexionar desde el escenario, Pérez Otero tiene una absoluta convicción de que son los jóvenes quienes más genuinamente articulan aquello que nos incomoda, sobre todo en el ámbito de la injusticia. Su proyecto de creación colectiva, Jóvenes del 98, activo durante los últimos 18 años en relevos generacionales, ha tomado la calle, los escenarios y protestas públicas para construir una identidad de grupo, marcada por un modo de trabajar que emula ese posible “ensayo de soluciones” al cual nos convocaba el brasileño Augusto Boal desde su teoría del teatro del oprimido. Aunque hoy día todas nuestras presuposiciones sobre la democracia podrán estar en ruinas, los jóvenes nos sirven de espejo para seguirnos mirando en el intento de una convivencia que se pueda reconstruir desde otras subjetividades. Entre los 13 a 18 años el concepto de ruina no está articulado desde el fracaso del fundamento, sino posiblemente, lo contrario, la ruina renovable para transformarla en otra cosa. Aunque ya mucho antes del 1998, Pérez Otero se dedicaba al teatro callejero, a contribuir con los grupos experimentales de danza que nacían en los años 70 y 80 y sobre todo a caracterizarse por su modo particular de trabajar con las enseñanzas de Boal y el concepto de la creación colectiva, el proyecto de Jóvenes del 98 ha probado sin embargo, ser una incubadora de propuestas teatrales que ha marcado la carrera de mucho artistas que hoy son actores, performeros y maestros de teatro dentro y fuera de Puerto Rico. El grupo está compuesto actualmente por cuatro jóvenes de Escuela Intermedia, cinco de Escuela Superior, seis Universitarios y cuatro adultos, de los cuales yo soy una.
Palabra de Dios cuestiona específicamente el fundamentalismo extremo que se ha ido apoderando de todos los discursos que nos rodean y muy particularmente, el religioso, pero también el nacionalista, la obsesión irracional por los partidos políticos tradicionales de la isla y cualquier idea llevada al extremo enfermizo, como nuestra relación con la tecnología, y de manera aterrorizante, la homofobia. La obra se sirve de estas actitudes irracionales para presentar escenarios absurdos, donde con mucho humor se critica la relación iglesia y estado, la gente cuya conversión religiosa conlleva la pérdida de sus bienes y el espanto de la homofobia y el machismo en los discursos del poder, tanto en la religión como en la política. En Puerto Rico abundan iglesias, sobre todo evangélicas, que piden donaciones obligatorias a sus feligreses y se van haciendo ricas y poderosas. El dinero que entra es cuantioso y algunos de sus pastoras y pastores más estrambóticos, o podríamos decir aquí, que emplean la teatralidad del capital, viajan en jet privado y crean un sinnúmero de negocios que incluyen funerarias, salones de belleza y ventas de productos a través de la comunidad religiosa. Sus tentáculos trascienden los templos, reciben exenciones contributivas del estado y se alían a los políticos para influir sobre la política pública en asuntos de género, sexualidad y educación. El ejemplo mejor conocido es el de la iglesia Fuente de Agua Viva, que el predicador Rodolfo Font fundara en una marquesina (el equivalente al garaje del auto en una casa) y que unas décadas después construyó el templo más grande de Puerto Rico.
El proceso de montaje de la obra comenzó hace 9 meses, en el acostumbrado formato del grupo. Se investiga, se hacen lecturas y se invita a artistas que han participado de otros procesos del colectivo para explorar nuevas técnicas. En esta ocasión, los talleres fueron impartidos por Kairiana Nuñez-Santaliz, exintegrante de Jóvenes del 98, ahora radicada en Buenos Aires; Helen Ceballos, quien también ha colaborado con el grupo y que trabaja el lenguaje de “performance” y Kevin Delgado, joven dramaturgo y director universitario que forma parte del grupo, pero no de esta obra. Estos talleres invitaron a la creación de personajes, el estudio minucioso de rituales religiosos y la creación de situaciones teatrales que fueron transformados en material escénico. La directora propuso cuatro ejes fundamentales donde estos personajes se darían cita: las plagas bíblicas, la torre de babel- que genera confusión e incomprensión, las invocaciones como hilo conductor y el asunto apocalíptico en forma de explosión final de destrucción.
Los personajes que sirven de hilo conductor, que sobrevivieron el proceso de creación, edición y decisiones escénicas fueron: el pastor predicador que habla de la tecnología- accesar a Dios a través de una aplicación el el teléfono- “Cristo te conecta por todas partes”, la homofobia en un monólogo titulado “Pato es igual a queer” y la bendición de los políticos que han propuesto y logrado la unión de la iglesia y el estado. Tenemos a la cantante de música sacra que emula un personaje de cultura popular (inspirado en la conversión real de algunas cantantes como La Lupe e Iris Chacón, entre otras) y es un hombre vestido de mujer, que narra su conversión y pobreza como resultado de darlo todo al pastor que la va a salvar, ¡Viva Jesús!. Hay un personaje de arquitecto – un ente misterioso que viene a construir una torre y “darle muerte al insecto” y que conspira con una máquina de refrescos encarnada en personaje que quiere “acabar con este chavao paisito y su crisis…”. Creamos también al personaje no necesariamente cristiano, pero igualmente confundida sobre la búsqueda de la verdad, una señora de la nueva era que además de empujar al pastor en silla de ruedas, predica todas las creencias alternativas de shamanes, regresiones y afirmaciones, llamada precisamente la señora Sí, por el texto que repite en las enunciaciones del pastor. Los demás personajes cambian durante las escenas y representan las familias prejuiciadas, el machismo, los jóvenes de hoy día, los feligreses y los invocadores.
La obra desarrolla una trama que contrapone al recalcitrante discurso de “Dios” al arquitecto y la máquina conspirando para destruir la torre que se construye al final. El hilvanado del material en este tipo de creación se crea casi al final, aproximadamente a una semana del estreno. El material mismo nos iba revelando el orden que la directora dividió por plagas: la tecnología, la homofobia, la corrupción y la construcción y destrucción de la torre. El tema que más sobresalía durante la creación, una y otra vez en improvisaciones inspiradas por hechos reales y mitológicos era el de la confusión, el legado nefasto de Babel, por lo que la destrucción de la torre permitía incluir un un texto poético de reciente publicación del artista Rafael Trelles, Babel que concluye diciendo que somos nosotros los creadores del “absurdo discurso de dios que nos habita”.
En términos visuales y musicales, la obra se hace con elementos esenciales: celulares, cajones de leche iluminados, escaleras de construcción y un andamio. No hay tampoco grandes pretensiones de “vestir” a los personajes, con excepción de los 5 personajes que claramente representan una sola idea durante la obra. Hay tres coreografías principales donde la letra de la música y el movimiento danzados sustituyen la palabra, como en casi todas las tradiciones religiosas del mundo, incluyendo el vodú, los sufís del medio oriente y los carismáticos cristianos. Los celulares se utilizan de modo innovador- como aparatos lumínicos para representar la plaga de cucarachas con que se empieza y termina la obra. La insistencia en la imagen y la palabra con un mínimo de elementos, permite una confluencia de estilos de actuación, donde las edades de los participantes y los niveles de experiencia se integran.
Dice la directora en el anuncio de la presentación que: “Es importante aclarar que en Jóvenes del 98 somos todos creyentes. Algunos pertenecen a una Iglesia, Institución o Congregación en particular y otros no. Pero todos Creemos en la justicia, la solidaridad y, como dijo Benito Juárez, en que «el respeto al derecho ajeno, es la paz». Yo añado a esas palabras que creemos que la creación colectiva protagonizada mayormente por jóvenes nos sirven de inspiración para seguir combatiendo la intolerancia y las divisiones violentas que crean los discursos. La obra está integrada por: Mickey Negrón, Puchi Platón, José Reyero, Janpi-Star, Shakira Berríos, Paloma Sofía Rodríguez, Marcos Gabriel Corrada, Santiago Seale, Jesús Dávila, Alana Estrada, Alejandro González, Marielena Soto, Eva Rodríguez, Emilio García, Isamar Morales, Mariana Belaval y Fátima Ortega. Bajo la dirección artística de Maritza Pérez Otero y asistentes de dirección: Ita Venegas Pérez y Mickey Negrón. Producción por Tranki, Inc. Regiduría por Natalia Olivero Huffman y Diseño de Iluminación por Rhett Lee García Figueroa
Notas:
Palabra de Dios es parte del Programa de Residencia de Artistas y Compañías Alternativas del CBA el cual es dirigido a proyectos originales de innovación en las artes escénicas. El programa de Residencia busca convertir la Sala Experimental Carlos Marichal en un laboratorio de experimentación artística y de formación de público en nuevas propuestas estéticas.