Reseña: Las caras del poder de Rodríguez Beruff
En 1988, la Editorial Huracán publicó el importante libro Política militar y dominación, del historiador Jorge Rodríguez Beruff, el cual enfatizaba en la necesidad de abrir el debate en torno al peliagudo tema de la política militar y el militarismo de los Estados Unidos hacia América Latina y Puerto Rico. En su ensayo final, titulado «Estado actual y perspectiva de la investigación sobre el militarismo en Puerto Rico», Rodríguez Beruff señalaba que la historiografía puertorriqueña estaba dando los primeros pasos para analizar el tema de las estrategias militares de los Estados Unidos, mirando casi todo el siglo XX, y sus repercusiones en el entramado social y político de nuestra Isla.
La principal crítica del autor era la ausencia de investigaciones históricas que estudiaran de manera teórica las complejas relaciones del poder militar estadounidense con la cultura puertorriqueña. Cuando reflexionaba sobre lo que habían sido sus investigaciones, en los duros años setenta y ochenta, ya estaba anunciando lo siguiente: «esta publicación significa para mí una forma de pasar balance sobre una parte del trabajo realizado y cerrar un ciclo de actividad, ejercicio que estimo necesario para emprender nuevos proyectos».[1]
En efecto, este libro que reseño, el cual está titulado Las caras del poder: ensayos sobre estrategia, política caribeña y educación superior, de Ediciones Callejón, es, de alguna manera, una secuela del texto que mencioné al principio de la reseña. Ahora bien, de una publicación a otra han pasado 30 años, los cuales parecen fáciles de decir, pero que revelan –para nuevos y viejos lectores– la enorme contribución de Jorge Rodríguez Beruff al quehacer académico e historiográfico de la región latinoamericana y caribeña.
Muchos de los estudios e investigaciones sobre el impacto político del militarismo norteamericano en la vida social y económica de los habitantes de esta Isla han sido dirigidos o asesorados por él. La lista de tesis o ensayos que incluyen referencias de sus investigaciones es demasiada extensa para enumerarla en esta reseña. Pero sí quisiera destacar que muchas de esas disertaciones de maestría o doctorado están publicadas y hoy son parte de acervo historiográfico de la región caribeña.[2] Por esa razón, el pedido que se hacía en Política militar y dominación, en 1988, tiene que ser visto con mucha satisfacción por el autor, ya que somos muchos los historiadores/as que hemos seguido su ejemplo.
Yo, por supuesto, no me escapo de ese grupo de intelectuales que hemos mirado las relaciones políticas y militares de Washington hacia Puerto Rico y el Caribe.[3] No debemos de extrañarnos, pues, que la obra Las caras del poder esté dedicado a las nuevas generaciones de investigadores sociales, la mayoría de los cuales fuimos sus estudiantes a nivel graduado en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
Precisamente ese es el objetivo que se traza la obra Las caras del poder, ya que se coloca en las manos de lectores una serie de ensayos que abordan la parte más reciente de la producción intelectual del autor. El libro que contiene 11 ensayos, divididos en tres partes, que se titulan: “Estrategia y poder militar”, “Política caribeña” y “Educación superior”, los cuales fueron escritos desde 1994 hasta el 2016. Éste, como ven, no abandona totalmente los temas del militarismo en Puerto Rico, pero sí explica ahora el interés que desarrolló por los asuntos castrenses en América Latina y el Caribe, a partir de su investigación sobre el reformismo militar en Perú durante el gobierno del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975), como proyecto de tesis doctoral. De hecho, el primer trabajo se titula: “Una experiencia de investigación en el Perú sobre los orígenes del reformismo militar” y el último escrito lleva de nombre: “Puerto Rico en las redes intelectuales transatlánticas: los Estudios Generales y la reforma universitaria” son ensayos que se publican por primera vez; los demás estudios se dieron a conocer en libros o revistas divulgados la mayoría fuera de Puerto Rico.
El autor, en la primera parte del texto, entra a discutir los factores que llevaron a revisar las estrategias militares y políticas de los Estados Unidos, en nuestra región, para el periodo de la pos Guerra Fría; escrito que comparte con el colega investigador Humberto García Muñiz. Ambos historiadores sabían que para estudiar las estrategias de seguridad nacional de Washington hacia América Latina y el Caribe había que rastrear la indeleble huella del poder estadounidense desde finales del siglo XIX hasta casi todo el siglo XX. Por esa razón, en la primera parte del libro, Rodríguez Beruff analiza la visión del almirante Alfred T. Mahan, estratega del poder naval de los Estados Unidos, para finales del siglo XIX, cuando exhortaba a los presidentes norteamericanos a conquistar los territorios de las potencias europeas, tanto en el mar Caribe como en el océano Pacífico, como una manera de asegurar la expansión colonial y el control económico de la joven nación americana.
Las ideas de Mahan, como la mayoría de los puertorriqueños sabemos desde 1898, siguen teniendo repercusiones en la vida social y política de nuestras islas caribeñas. Los conflictos regionales, las dos guerras mundiales y el “tiempo binario”[4] que se creó a partir de 1945, entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, son también esbozados por el autor en los últimos dos ensayos de esta primera parte del libro. El historiador, como este presentador, comparten un interés muy especial por la figura del escritor y político dominicano Juan Bosch. De ahí que Rodríguez Beruff se dé a la tarea de releer de Bosch: El pentagonismo, sustituto del imperialismo, debido al extraordinario análisis que realiza el ex presidente de la República Dominicana sobre el avasallador influjo de los intereses militares hacia la masa sociopolítica de los Estados Unidos.
Bosch, como muy bien argumenta el autor, dibujó sus ideas a raíz de la amarga experiencia de ser derrocado, primero, mediante un golpe militar en 1963, y luego con la invasión americana de 1965, siendo doblemente inmovilizado por los gobiernos de Kennedy y de Johnson. Las fuerzas pentagonistas, como demostró el caso dominicano, no iban a tolerar la influencia de la Revolución Cubana en la esfera latinoamericana, a pesar de que el gobierno de Bosch había sido electo democráticamente después de una larga dictadura de 30 años. Por ese motivo, los círculos de poder en Washington preferían apoyar regímenes militares o figuras autoritarias (por ejemplo, los gobiernos de Joaquín Balaguer, entre otros muchos) en América Latina y el Caribe, como parte de sus estrategias de seguridad hemisférica. No se puede entender, pues, las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, sin los discursos ordenancistas de la Guerra Fría en contra del liberalismo democrático y del comunismo internacional.
Precisamente en la segunda parte de libro, el historiador se dedica a investigar las enormes repercusiones que tuvieron la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría en la política caribeña. En primer lugar, él escoge estudiar el contexto político de las elecciones de 1940 en Puerto Rico y la figura emergente de Luis Muñoz Marín dentro de los planes de expansión militar en la Isla. Las elecciones de 1940, arguye el autor, fueron un punto de inflexión en la política puertorriqueña, ya que el nuevo partido fundado por Muñoz se alineó, por una parte, a las estrategias de seguridad de la administración de Roosevelt en contra del fascismo europeo; y, por otro lado, se convirtieron eventualmente en facilitadores y cómplices en la construcción de bases aéreas y puertos navales en toda la Isla.[5]
En esta segunda parte, el ensayo más extenso e interesante se titula «Luis Muñoz Marín y Rafael Leónidas Trujillo: una pugna caribeña (1940-1961)». Puede que yo no sea la persona más objetiva en este punto, ya que como algunos saben, mi tesis doctoral fue un estudio sobre las memorias de los exiliados antitrujillista, siendo Rodríguez Beruff uno de los lectores de dicho proyecto en la UPR de Río Piedras.[6] Debo de reconocer, sin embargo, que cuando leí este artículo por primera me sentí muy emocionado. Y ahora me explico.
Yo venía desde 1994 trabajando, a nivel graduado, con el tema de la participación del Grupo de Puerto Rico en la Crisis Dominicana de 1965. De esa investigación salió una tesis de maestría y mi primer libro titulado: La Revolución de Abril y Puerto Rico, publicado en Santo Domingo en el 2001. Recuerdo que la noche que se presentó ese texto al público, en la Fundación Luis Muñoz Marín, Rodríguez Beruff asistió y tuve la oportunidad de conocerlo en persona. Por supuesto, le firmé un ejemplar y le escribí una pequeña dedicatoria sobre lo importante que había sido sus escritos en mi formación académica. Bueno, a las pocas semanas, ya le estaba pidiendo que presentara mi libro en el Museo de Historia de Ponce, con ayuda del compañero historiador y profesor Carlos Hernández.
De ese intercambio de ideas, meses más tarde, Jorge me envió un borrador bastante avanzado que estaba dedicado a la pugna política y personal entre Muñoz y Trujillo. Ahora que releo este trabajo y volvemos a reencontrarnos, no puedo dejar de expresar cuán importante es que se haya tocado en Las caras del poder este aspecto tan específico y desconocido de la relación (no siempre alegre) entre ambos pueblos. Este interesante apartado es una pequeña «novela» de dos figuras imprescindibles –para bien o para mal– de una parte lúdica de la historia del Caribe durante el siglo XX. Acostumbrado al análisis más panorámico de las estrategias militares y económicas de Washington hacia los países caribeños, este ensayo revela las intricadas y a veces desagradables relaciones que existieron entre el gobierno de Muñoz y el régimen de Trujillo.
Las caras del poder, como buen libro que es, crea la curiosidad necesaria para seguir investigando, no solamente aspectos desconocidos —y a veces menospreciados— de la relación histórica de Puerto Rico con República Dominicana, sino también concurro con él en la tarea de documentar la participación de Luis Muñoz Marín y sus colaboradores en algunas de las coyunturas políticas más importante de América Latina y el Caribe durante los años de la Guerra Fría.[7] Se conoce, como señala el mismo autor, de la estrecha amistad de Muñoz con el presidente venezolano Rómulo Betancourt y con el mandatario de Costa Rica, José Figueres, sobre todo la colaboración que tuvo el trío con la Legión de Caribe, pero falta mucho por revelar. Debemos de recordar que los países latinoamericanos, en la década de cuarenta y cincuenta del siglo pasado, estaban plagados de dictadores y los intentos de democratización en la región estaban supeditados a la agenda anticomunista de los Estados Unidos. La pugna entre Trujillo y Muñoz, como le denomina Rodríguez Beruff, es un laboratorio extraordinario para examinar los retos y las oportunidades que tuvo Puerto Rico para influir en las políticas reformistas de la Alianza para el Progreso y en la democratización de la República Dominicana entre 1961 a 1963.[8]
Sin embargo, como muy bien argumenta el autor, ni el asesinato de Trujillo ni la elección de Juan Bosch en los primeros años de la década del sesenta, no se podrían entender sin el marco histórico de la Revolución Cubana de 1959, dándose un cambio (en muchas ocasiones lento y confuso) en la política exterior de Washington hacia América Latina y el Caribe. Por ejemplo, las propuestas de no permitir una «segunda Cuba» favoreció, por un lado, que los herederos de Trujillo fuesen vistos como un «estorbo» por el Departamento de Estado, propiciando su eventual salida de Santo Domingo; por otro lado, la administración de Kennedy toleró hasta cierto punto los siete meses de gobierno de Bosch, como muestra de apoyo a los proyectos aliancistas.
Pero el Departamento de Estado, con la muerte de Kennedy, abandonó las medidas reformistas de Alianza y reconoció a los militares golpistas a finales de 1963. Además, la política dura de Johnson provocó la salida de Arturo Morales Carrión y de Teodoro Moscoso, quienes estaban trabajando en Washington, viendo como el presidente de los Estados Unidos ordenaba, a mediados de los sesenta, la invasión a la República Dominicana y la escalada militar en el conflicto de Vietnam. Un golpe devastador, sin duda, para los líderes puertorriqueños que aspiraban a democratizar la política exterior de la metrópolis. A tono con estos resultados, el historiador concluye que la seguridad nacional y la economía comercial –más que la democracia– han sido el verdadero eje ideológico de la diplomacia estadounidense.
En la última parte de libro, Rodríguez Beruff devela otra de sus pasiones, aparte de los estudios militares, en su carrera académica: la universidad. El autor reflexiona sobre el papel de los Estudios Generales en su propia formación intelectual y la discusión de cómo surgió la reforma universitaria de 1943. En los tres ensayos finales hay un hilo conductor que se observa, por un lado, en la influencia que tiene el ex rector de Río Piedras, Jaime Benítez, en promover la creación de la Facultad de Estudios Generales; por otro lado, se resalta el rol activo que tiene la universidad, en las décadas del cincuenta y sesenta, en atraer profesores y estudiantes de diferentes parte del mundo. De hecho, la generación de Benítez emprendió un proyecto interdisciplinario y humanístico, el cual estaba directamente influenciado de las ideas del filósofo español José Ortega y Gasset, que enmarcaron a Puerto Rico dentro de las más importantes redes intelectuales y políticas del siglo XX.
Para Rodríguez Beruff, como la mayoría sabemos, la Facultad de Estudios Generales ha sido un parte fundamental de su vida académica y profesional. En esta etapa de su carrera universitaria, de la cual fue profesor, director, decano y hasta aspirante a la presidencia de la UPR, desea resaltar lo mucho que contribuyó la educación general en su formación como investigador histórico. No es extraño, pues, que en su discurso de ingreso a la Academia de la Historia ofreciera una conferencia sobre este mismo tema. Me resta por decir que las nuevas generaciones de científicos sociales tenemos una deuda eterna con Jorge Rodríguez Beruff y esta reseña de Las caras del poder me da la oportunidad de agradecer al autor.
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[1]Ver: Jorge Rodríguez Beruff, Política militar y dominación: Puerto Rico en el contexto latinoamericano. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1988, p. 11. de Jorge Rodríguez Beruff, San Juan: Ediciones Callejón, 2017. [1]
[2]Entre ellas están: Gerardo Pinero, Puerto Rico: el Gibraltar del Caribe : intereses estratégicos estadounidenses y la base aeronaval Roosevelt Roads. San Juan: Isla Negra Editores, 2008;. Miguel Santiago Ríos, Militarismo y clases sociales en Vieques: 1910-1950. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2007; Carlos Hernandez, Pueblo nómada: de vida agrícola de San Antonio a emporio military Base Ramey. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2006; José Collazo, Guerra y educación: la militarización y americanización de las escuelas públicas de Puerto Rico durante la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945. Santo Domingo: Editora Centenario, 1998 .
[3]Ver: Walter Bonilla, La Revolución de Abril y Puerto Rico. Santo Domingo: Editora Cole, 2001.
[4]Silvia Álvarez Curbelo y Manuel Rodríguez, eds. Tiempos binarios: La Guerra Fría desde Puerto Rico y el Caribe. San Juan: Ediciones Callejón, 2017.
[5] Cabe mencionar que el ensayo final, de la primera parte del libro, es un repaso de las luchas de la sociedad civil puertorriqueña en contra de las prácticas navales de la marina de guerra de los Estados Unidos en las islas municipios de Vieques y Culebra hasta el año 2000.
[6]Está publicada con el título: Exilio y memoria en la Era de Trujillo. Santo Domingo: Ministerio de Cultura de la Nación, 2010.
[7]Entre algunos de esos conflictos están: la Revolución Cubana de 1959 y la Invasión de 1961 a Playa Girón; la Crisis de los Misiles en 1962; la Crisis de 1964 en Panamá; la Invasión a Santo Domingo en 1965; el conflicto del barco Cerro Pelado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, San Juan 1966; los refugiados haitianos apresados en Fort Allen en 1979; el Boicot a las Olimpiadas de Moscow en 1980, en entre muchas otras coyunturas políticas en el Gran Caribe.
[8]Ver el reciente ensayo de Carlos Altagracia Espada, «Un problema, un reto y una oportunidad: Puerto Rico y la transición dictadura-democracia en la República Dominicana, 1961-1965» en Silvia Álvarez Curbelo y Manuel Rodríguez, eds. Tiempos binarios: La Guerra Fría desde Puerto Rico y el Caribe. San Juan: Ediciones Callejón, 2017, pp. 295-334.