Devorar(se) y amar(se) en el Caribe como práctica de resistencia en la literatura de mujeres afro caribeñas
En lo que sigue, propongo ponerle cuerpo a ese caníbal y ver cómo se transforma la metáfora al ser interpretada por medio de las cuerpas literarias de escritoras afro-caribeñas como M. Nourbesse Phillip, Dionne Brand, Yolanda Arroyo Pizarro y Jamaica Kincaid para dar cuenta de las maneras en que ellas canibalizan la biblioteca europea traicionando, denunciando, rechazando y negociando su lugar en esta como método de supervivencia.
En este sentido, empleo el canibalismo propuesto por Mara como un devorar que contesta, (re)escribe y resiste la deshumanización de las cuerpas negras. Pero a su vez intento puntualizar las maneras en que estas mujeres afrocaribeñas canibalizan los archivos de la memoria del Caribe introduciendo relatos que narran las prácticas de resistencia de las cuerpas negras para amarse, desearse y devorarse entre sí como un ejercicio de reconocimiento político e íntimo de su humanidad y vulnerabilidad común. Además, como puede concluirse del trabajo de Mara y el de otras escritoras caribeñas como Omisee’ke N. Tinsley y Carole Boyce Davis, pensar lo caribeño nos exige reinventar las metáforas que se han utilizado para pensar la región. En esa misma onda, sugiero comenzar tal reinvención con la metáfora presente en la novela de Dionne Brand In Another Place Not Here, metáfora utilizada por Omisee’ke Natasha Tinsley para pensar las relaciones eróticas entre mujeres afro caribeñas. Me refiero a la imagen del robo del azúcar por parte de las cortadoras de caña como una metáfora para visualizar la agencia y resistencia ejercida por mujeres afrocaribeñas mediante su deseo y amor hacia otras mujeres, es decir, leer ese robo de lo dulce como lo mismo que acontece entre mujeres afro caribeñas al desearse, amarse y devorarse para demostrar que el deseo entre estas mujeres es una práctica radical amorosa de lucha que supone un robarse para sí como resistencia a la deshumanización y reducción de estos cuerpos a propiedad o animales en el contexto de explotación del Caribe colonial y sus continuidades en el Caribe contemporáneo.
En In Another Place, Not Here, Dionne Brand cuenta la historia del encuentro de dos mujeres afro caribeñas, Elizete y Verlia, en una isla que puede ser leída como la isla de Granada antes del estallido de la revolución. Ambas mujeres negras pertenencen a mundos diferentes. Verlia es la revolucionaria militante de clase media que, armada con las ideas de Fanon y Che Guevara, intenta concienciar a lxs trabajadorxs de la caña a rebelarse frente la explotación a la que están siendo sometidxs mientras que Elizete es una mujer pobre, abusada por el marido al que fue entregada luego del abandono de su familia. Así, la novela narra la historia de dos mujeres que intentan hacer sentido de sus vidas y encontrar un “hogar” en el que puedan sentirse protegidas ante las injusticias y abandonos que sus cuerpos han atravesado. Al conocerse y entablar una relación erótica amorosa encuentran ese hogar en los brazos de cada una. Al conocer, desear y amar a Verlia, Elizete desata un proceso de descolonización de su ser (Richardson, 149). El deseo por Verlia la conduce a conocerse y descubrirse a sí misma y a resistir las injusticias estructurales que el mundo racista, capitalista colonial y heterosexual impone sobre ella. De esta forma, como expone Matt Richardson en The Limits of a Black Queer Memory, al ambas permitirse recibir la dulzura que el amor y los placeres no normativos desatan en sus vidas estas mujeres encuentran un alivio, un resguardo, que les ayuda a seguir y a establecer su hogar en sí mismas. Es por eso que Richardson lee en la descolonizacion de Elizete una toma de conciencia a partir de una epistemología de lo erótico.
Esta epistemología de lo erótico evoca la expansión de lo erótico hecha por Audre Lorde en “The Uses of the Erotic”, trabajo en el que muestra el secuestro y supresión de la idea de lo érotico perpetrados por el heteropatriarcado y su regimen de supremacía blanca global. Lorde desencadena entonces los sentidos de lo femenino y les propone a las mujeres (interrogando también la categoría mujer) entender lo erótico como un poder que emerge de las profundidades de nuestro conocimiento más íntimo e irracional. Esto implica conocer los límites que la Ilustración y su razón imperial occidental han ocasionado en nosotras para que, a partir de ese reconocimiento, estemos abiertas a interrogar nuestro sentido del Ser, y aceptar el caos con el que nuestras emociones más fuertes lo confrontan para asumir el riesgo y las posibilidades de pensarnas diferente, imaginar un mundo diferente y actuar en el mundo de manera diferente hasta transformarlo. Así podemos ver que la expansión de lo erótico, que una epistemología de lo erótico, ofrece y hace del deseo un lugar central en nuestras vidas para transformar el mundo desde la inseparabilidad de lo íntimo y lo político puesto que lo más íntimo nunca deja de ser político. Además, como puede leerse en la literatura de mujeres afrocaribeñas, esta epistemologia de lo erótico no limita el deseo a los confines de lo sexual lo cual nos permite ver la profundidad erótica de textos como Zong de M. Nourbese Phillip, en el cual la premisa de lo erótico se encuentra en el ejercicio de fracturar el lenguaje para poder contar historias que no pueden ser contadas, porque la fundación, formación de la biblioteca europea y su estatus de conocimiento absoluto se basa en la desaparición de las cuerpas negras en un silenciamiento profundo con base en que el archivo no registre su presencia. Es decir, que revelar los límites y contradicciones de esa biblioteca, lo que no se puede decir desde allí, figura como una práctica radical erótico amorosa que la interviene mostrando la vulnerabilidad de la memoria caribeña y la necesidad de contar esos silencios.
La epistemología de lo erótico tambien figura en la rebelión de reconocerse, sentirse, cuidarse y amarse a pesar de los obstáculos que la violencia colonial introduce en las relaciones interpersonales de las sociedades caribeñas como nos revela la literatura de Jamaica Kincaid cuando en Autobiografía de mi madre, la protagonista, Xuela, se niega a odiarse, asimilarse y a ser objetivizada y se propone a gozar de cada parte de su cuerpa y lo que emana de ella; Xula goza de su cuerpa, de sus pestes y su humedad; se precia de devorarse constantemente y de robarse el placer que en una sociedad racista, capitalista y heterosexista solo puede reconocerse en el ser para otros para desatar el placer para sí.
De la misma forma, en el cuento “Wanwe” de Yolanda Arroyo Pizarro opera una epistemología de lo erótico a través de una narración centrada en la violencia que supuso el secuestro de poblaciones africanxs como parte de la institucionalización de la esclavitud africana. Arroyo Pizarro escribe una historia en la que la narración del secuestro de una mujer africana es intervenido por escenas de la memoria de esa misma mujer en la que representa una vida anterior al secuestro. La memoria del dolor y el trauma del viaje por el Atlántico como esclava adquiere otras dimensiones inimaginadas al evocar una vida anterior al secuestro en la que la experiencia del y desde la cuerpa de la protagonista era totalmente diferente. En esa vida anterior, Wanwe descubre placeres por medio de rituales de iniciación sexual en las cuales las cuerpas se rozan, se sienten, se desean. El deseo y libertad representado en tales rituales es contrastado por la supresión de la libertad y la cercanía de los cuerpos en el viaje a través del Atlántico donde la cuerpa ya no les pertenece y solo son mercancía. Entonces, ante la violenta y traumática dislocación que genera el viaje, la potencialidad de lo erótico se nos presenta por medio de la voluntad de Wanwe para recordar y sentir a pesar de todo; la historia termina con Wanwe gritando el nombre de su madre ante el recuerdo del silbido con el que esta la llamaba. El recuerdo y el grito sugieren la voluntad de no olvidar que sentimos y de que somos mucho más de lo que el colonialismo ha querido hacer con nosotras y de nosotras.
La literatura de estas mujeres afrocaribeñas revela que cuando se le ponen cuerpas como estas al caníbal que devora la biblioteca las posibilidades para pensar lo caribeño se multiplican. Y el acto de devorar la biblioteca a partir de estos cuerpos complejiza la manera en que pensamos, articulamos y sobrevaloramos el conocimiento de esa biblioteca “heredada” de Europa. Devorar la biblioteca desde la literatura de estas cuerpas supone entender que la nuestra es una biblioteca mucho más compleja como señala Mara, pero también es entender que las posibilidades de lo caribeño están también fuera de esa biblioteca, en el deseo, accionar y prácticas de resistencia y supervivencia generadas a diario por los sujetos a quienes no se les ha permitido entrar a la biblioteca.
Regreso a la pregunta de Mara, qué es lo caribeño y, a partir de las posibilidades de la expansión de lo erótico que la literatura de estas mujeres expone, me uno a la proposición de otras metáforas que nos ayuden a imaginar lo caribeño. La epistemología del mangle, conceptualización propuesta por Keja Valens en su trabajo Desire Between Women In Caribbean Literature, me parece más que apropiada para pensar lo caribeño desde las aperturas, riesgos y cuestionamientos que la literatura de mujeres afrocaribeñas expone. Para Valens, el mangle visto desde el deseo de las mujeres afrocaribeñas es una metáfora perfecta puesto que como el mangle, el deseo erótico presente en la literatura de mujeres afrocaribeñas rebasa los confines de la heteronormatividad y los de la homonormatividad; así como el mangle, lo erótico en esta literatura es rizomático, está compuesto por un enramado de relaciones que se transforman constantemente y afloran de múltiples maneras; se revela oscuro y no hace alarde de la falsa transparencia que sostiene la idea del clóset; como el mangle es tan salado como las lágrimas que mojan los rostros de mujeres negras como resultado de largas jornadas de lucha, de alegrías compartidas y de múltiples prácticas de supervivencia y finalmente, como el mangle es tan húmedo como el profundo placer de gozarnos y sabernos vivas.
Lo caribeño, como el deseo de estas mujeres, más que una identidad es un actuar frente al mundo que no permite ser constreñido, transparente, ni cerrado, porque ante tantos niveles de violencia colonial lo caribeño como accionar se adapta de maneras creativas, se transforma, y ante todo y sobre todo, sobrevive.
Bibliografía
Arroyo Pizarro,Yolanda. Las Negras. Carolina: Boreales, 2012.
Brand, Dionne. In Another Place, Not Here. New York, Grove Press, 1986.
Kincaid, Jamaica. The Autobiography of My Mother. New York: Penguin, 1996.
Lorde, Audre. Sister Outsider. Berkeley: Crossing Press, 1984.
Negrón, Mara. “La blibioteca de los caníbales” 80Grados. abril, 2012. ochentagrados.net
Richardson, Matt. The Queer Limit of Black Memory. Columbus: Ohio University Press, 2013.
Tinsley, Omise’eke. Thiefing Sugar: Eroticism Between Women in Caribbean Literature. Durham: Duke University Press, 2010.
Valens, Keja. Desire Between Women In Caribbean Literature. New York: Palgrave Macmillan, 2013.