Romper el miedo: soberana determinación
En estos días de tanta incertidumbre social, económica y política es necesario mirar hacia el futuro quebrando el miedo al que hemos estado sometido por las pasadas décadas. Ha llegado la hora de enfrentarnos a nuestra realidad y hablar con la verdad sobre nuestra condición colonial si queremos avanzar en la construcción de un nuevo proyecto de país.
Es necesario, además, volver a escuchar las voces de aquellos que ya no están con nosotros pero cuyas palabras tienen hoy más vigencia que nunca.
El 9 de mayo de 2002, en ocasión de la presentación del libro Crónica de una guerra anunciada de Néstor Duprey Salgado, el ex juez presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico y miembro de la Asamblea Constituyente de 1952, José Trías Monge, señaló que “la libre asociación es el resultado de un Estado Libre Asociado soberano que le delega a Estados Unidos aquellos poderes que las partes estimen necesarias. La libre asociación no es otra cosa que la autonomía plena, meta, a su vez, del desarrollo del Estado Libre Asociado».
Añadió que “puede y debe afirmarse que Puerto Rico sigue siendo una colonia de Estados Unidos, que el Estado Libre Asociado sin desarrollar, aunque mejoró sustancialmente el régimen, no llegó a alcanzar la descolonización cabal de nuestro país”.
Cuatro días después, el 13 de mayo de 2002, el entonces alcalde de Ponce, Rafael “Churumba” Cordero Santiago, le señaló al otrora presidente estadounidense George W. Bush nuestra cruda realidad: “Puerto Rico es una colonia de los Estados Unidos de Norteamérica y no se puede desarrollar un modelo económico autosuficiente por impedimentos del ejecutivo y del Congreso”.
Ese mismo año, el 22 de julio, y en ocasión de la celebración del cincuenta aniversario de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, el ex alcalde del Municipio Autónomo de Caguas y líder soberanista William Miranda Marín hizo públicas unas profundas críticas al estadolibrismo. Dijo entonces que “todos los puertorriqueños de buena voluntad debemos preguntarnos con tal objetividad, sin complacencia y sin idealizar el pasado, si este novel estatus, como está, nos permite hoy lograr nuestras aspiraciones como pueblo, nación y país en un mundo totalmente diferente a lo que era en el 1950. Mi respuesta es un no en letras mayúsculas”.
Agregó que “los autonomistas debemos reconocer que es un error referirnos a nuestra relación con los Estados Unidos de América como unión permanente. La realidad es que somos un país libremente asociado a otro, cuya asociación adolece de defectos políticos que debemos corregir y que en todo caso la que tenemos es una relación más o menos permanente por razón de la ciudadanía. Como autonomista, apuesto a que nuestro pueblo habrá de escoger la ruta correcta de un Estado Soberano Asociado. Este grado mayor de soberanía lo necesitamos para poder insertarnos y competir mejor en mercados globalizados y para lograr una mejor calidad de vida para nuestra gente, con menos dependencia”.
La elocuencia de sus palabras concluyó señalando que “la meta debe ser luchar por obtener el máximo de soberanía posible con la doble ciudadanía hasta lograr la evolución de nuestro estatus en un Estado Soberano Asociado al estilo de la relación que tienen los países de la Comunidad Europea”.
Para el estadolibrismo soberanista, la ruta de la autodeterminación está trazada. El reto a la nueva generación de puertorriqueños está planteado: terminar la agenda inconclusa de Trías Monge, Churumba Cordero y Willie Miranda Marín.
Para ello, en tanto, debemos transitar el tramo final hacia la soberanía de Puerto Rico. Esa es la meta final del estadolibrismo soberanista: romper con las ataduras del pasado, quebrar el miedo de nuestras conciencias.
Willie Miranda Marín –su último discurso. «Soberanía es prosperidad y equidad»*Angel Ortiz Guzmán es abogado y profesor de Ciencias Sociales.