Dune 2

Timothee Chalamet como Paul Atreides en Dune 2
Volvemos a toparnos con la misma pregunta cuasi religiosa y en esta segunda parte, vamos a obtener varias respuestas. Al igual que en la primera parte hay que estar bien pendiente de los nombres, porque sin esos, la trama es complicada. Por suerte el elenco es de primera y si uno se hace de sus nombres y los sustituye por los complicados, esta secuela es estupenda. Para comenzar están los efectos especiales y la cinematografía. Esta, a cargo de Greig Fraser es espectacular. Tanto así que puede que sea la primera vez que alguien desarrolle el deseo de mudarse al área sub Sahárica. Los tonos de amarillo, ocre, anaranjado y oro imparten a las escenas una poética visual que empequeñece y, al mismo tiempo, enaltecen las escenas de acción.
Nuevamente Paul «Muad’Dib» Atreides (Timothée Chalamet) y su madre Lady Jessica (Rebecca Ferguson), están bajo acecho de los Harkonnen. Los está guiando Stilgar (Javier Bardem) el líder de la tribu Fremen en Sietch Tabr. Aunque escapan de la emboscada de los Harkonnen, cuando llegan a su destino, sospechan de ellos y piensan que son espías. En cambio Stilgar está convencido de que Paul es el “mesías”. Aquí la trama se va abriendo como una flor de pétalos extraños y multicolor, y vemos cómo Paul convence a las Fremen que él lo guiará a un triunfo y que, ciertamente no es ni espía ni traidor.
Las referencias religiosas se van multiplicando, pero a la misma vez ayudan a darle impulso a la trama que es evidente que no es solo de batallas, sino de luchas de poder entre personas de fuerzas egocéntricas que no se doblegan a nada excepto la violencia. Esta está presente todo el tiempo, pero después de todo, cuando de tronos y poder se trata, es lo que ha existido en la poesía, el teatro y el cine. Y si les parece exagerada, consulten a Shakespeare y me cuentan
El director guionista (junto a Jon Spaihts) Denis Villeneuve ha intercalado nuevas curvas en la carretera que conduce a una forma preliminar de resolución (al terminar el filme, es obvio que viene otro capítulo y que formará una trilogía). Impresionantes y en blanco y negro, son desfiles a de fuerzas armadas y agrupaciones de combatientes que semejan los mítines nazis de Nuremberg y las tomas de Leni Riefenstahl para su documental Triumph of the Will (1935). Asimismo, una especie de lucha de gladiadores en un estadio repleto de calvos vociferantes. El ejecutor máximo es Feyd-Rautha Harkonnen (Austin Butler), el sobrino más joven del barón Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgård) y heredero («na-Baron») de la Casa Harkonnen. Calvo como todos sus correligionarios, Feyd-Rautha se ha de convertir en el contrincante mortal de Paul.
Es una delicia ver a Stellan Skarsgård como el Barón Vladimir con un “traje de gordo” y el maquillaje que sobró de Brian Frazer en The Whale sumergirse en un agua que parece aceite de motor de carro. Y a Christopher Walken como Shaddam IV, el emperador Padishah del “universo conocido” brillar como si emitiera luz de su pelo que está casi blanco. Hay también que mencionar a Javier Bardem, que repite su papel de Stilgar con brío y convicción. Todo el elenco brilla. También lo hacen Timothée Chalamet como Paul y Zendaya como Chani, una joven guerrera Fremen que es el interés amoroso de Paul.
Desde mi punto de vista, mucho mejor que Dune 1, y con Denis Villeneuve en gran forma, se puede ver y esperar a la número 3, para ver el desenlace.