En auge el cooperativismo juvenil
El cooperativismo juvenil es como la raíz misma del sistema cooperativista, pues se le identifica mayormente en las escuelas públicas a las que van los menos aventajados del país. Se trata de proyectos de autogestión que se desarrollan, generalmente, desde la marginalidad; donde la necesidad dicta las formas de ser y hacer. Son niños y jóvenes quienes las forman, acompañados de maestros consejeros, padres y directores escolares.
De hecho, no parece coincidencia que las regiones que agrupan los pueblos más pobres del país sean la tierra fértil donde la mayor cantidad de cooperativas juveniles surge, según datos provistos por la Comisión de Desarrollo Cooperativo (CDCoop). En la región sur este, por donde pasa la llamada ruta de la pobreza, en referencia a los niveles de desigualdad y bajos ingresos que se evidencian allí, hay 47 cooperativas juveniles. En el municipio de Toa Baja se ve un auge inusual de cooperativas juveniles, con 16 de éstas.
“Al presente existen en la isla 130 cooperativas juveniles, y hay 10 en proceso de formación. La mayoría son de consumo, pero también las hay comunales,” menciona Ana Margarita Rodríguez de la CDCoop, durante una orientación sobre este tema ofrecida en la Liga de Cooperativas. Rodríguez indicó que el volumen de venta de las cooperativas juveniles entre 2009 y 2010 fue de 2 millones 341 mil dólares, con alrededor de 199 empleos generados, lo cual evidencia su contribución al desarrollo económico del país. Algunas venden comestibles, otras artesanías, unas son de música, o venden prendas, alguna se dedica a apoyar inmigrantes, a los deportes, en fin, las hay de diversos enfoques.
La Liga de Cooperativas de Puerto Rico y la Comisión de Desarrollo Cooperativo de Puerto Rico son los entes llamados a promover la creación de cooperativas juveniles. Son auditadas anualmente por COSSEC y están exentas de contribuciones.
Dahlia Torres, Coordinadora de Relaciones con las Cooperativas de la Liga de Cooperativas, manifestó que el objetivo de las orientaciones y del fomento del cooperativismo juvenil es crear una especie de caldo de cultivo donde se gesten los valores del sector y del cual surjan líderes nuevos. “Queremos lograr un laboratorio cooperativista que fomente la autoestima, el respeto y la toma de decisiones,” dijo.
Torres explicó que pueden existir fundamentalmente tres tipos de cooperativas juveniles, reglamentadas por la ley 220 del 2002: las juveniles escolares, dentro de las cuales hay de consumo, de bellas artes o agrícolas; las cooperativas juveniles comunales, de las cuales sólo existe al momento Juvencoop, enfocada en el ahorro; y las cooperativas juveniles universitarias, de las cuales no existe ninguna en la isla.
Entre las cooperativas juveniles ya establecidas se encuentran la de Consumo de Isla Nena de Vieques; la de Bellas Artes de la Escuela Rafael Hernández de Bayamón; la de Consumo de la Escuela Cristóbal del Campo de Yabucoa; El Cemí de Barranquitas; la de Consumo de la Escuela Nicolás Rodríguez de Corozal; y la Dr. Carlos González de Mayagüez.
Si alguien tiene duda de que es en el cooperativismo juvenil donde hay que invertir, para muestra, un botón: la cooperativa juvenil de la Escuela Superior Rubén Rodríguez de Naranjito, Guaitiao GuaKia, pagó durante un año la conexión a internet de la escuela, la suscripción a los principales periódicos y compró dos televisores para que los estudiantes los disfrutaran en su tiempo libre con los ingresos que generó de su actividad cooperativista. En un país donde el deterioro de las escuelas es objeto de permanente discusión, una aportación como la de Guaitiao GuaKía es un bálsamo, y una lección. Con sólo $10.00 en acciones, los estudiantes pueden hacerse socios.
También se repite la historia de jóvenes que demuestran el potencial transformador del cooperativismo, pues se proyectan rebeldes, traviesos, carentes de atención en su escuela, y al vincularse a un puesto de liderazgo en una cooperativa juvenil, canalizan sus energías e ideas de forma que impactan positivamente a su comunidad escolar.
Buscan alternativas
En la orientación ofrecida por Torres y Rodríguez se presentaron dos casos interesantes, y distintos.
Por una parte, Héctor Santos Jiménez, miembro del comité educativo de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Caparra y asesor voluntario en varias escuelas de bellas artes como la Juan B. Miranda en Guaynabo, planteaba el escenario de una cooperativa juvenil que integrara la imprenta, el periodismo, y las artes gráficas para un grupo de jóvenes. Esta sería además un taller de empleo para padres de los estudiantes. Santos persigue la idea de que las cooperativas de ahorro y crédito, en lugar de darles donativos para lograr su fin, les hagan préstamos para la compra de materiales, de forma que se fomente la independencia económica del grupo cooperativista.
Por otra parte, D’ Marie Valentín de la Cooperativa de Servicios Integrados a la Niñez, COSIANI, asegura que entre sus objetivos inmediatos se encuentra fomentar el ahorro entre sus niños y adolescentes y que para ello han hecho acercamientos a varias cooperativas de ahorro y crédito, pero al momento han tenido un tibio apoyo. La dificultad se encuentra en que al tratarse de menores, abrir una cuenta de ahorro a su nombre, al momento, no parece viable. Actualmente, el grupo participa de orientaciones sobre cooperativismo juvenil para encontrar en éste una ventana que le permita atender sus objetivos de dar educación financiera y herramientas de ahorro.
Dahlia Torres explica que hay tres criterios fundamentales para el establecimiento de una cooperativa juvenil: interés genuino, necesidad real y potencial económico. Cuando estas condiciones existen, la posibilidad de conseguir una alternativa dentro del sector es alta. También informa que deben ser incorporadas por un mínimo de once personas, menores de 29 años, según establece la Ley 220.
Ante el escenario planteado por D’ Marie Valentín y Héctor Santos, surgieron propuestas de cómo canalizar sus inquietudes, referencias a cooperativistas que tenían experiencias particulares en este tipo de iniciativas, y la promesa de un próximo encuentro para afinar detalles. Así se siguen tejiendo las redes cooperativistas, de abajo, hacia arriba.
Ley Especial de Cooperativas Juveniles– Ley Núm. 220 del 29 de agosto de 2002, que propone fomentar, organizar y supervisar a las cooperativas juveniles. La ley otorga a la Comisión de Desarrollo Cooperativo la facultad de regular el sector de cooperativas juveniles y se instruye al Departamento de Educación a crear un Departamento de Cooperativas Juveniles Escolares. Además, asigna a la Comisión de Desarrollo Cooperativo la facultad de organizar, incorporar y supervisar los talleres socio-empresariales en las escuelas públicas, privadas y de las comunidades.
Programa de Servicios a las Cooperativas Juveniles y Ley 239
– El Centro Nacional de Servicios Educativos de la Liga de Cooperativas de Puerto Rico responde a los mejores intereses del cooperativismo. Este tiene como propósito fortalecer la base y los cimientos de la economía solidaria puertorriqueña. Como ente educativo y de capacitación ofrece experiencias que atiendan las necesidades y realidades de cada sector identificado.
Esta nota fue publicada gracias a la alianza entre 80grados y Prensa Comunitaria.