Searching: el presente forense
David Kim (John Cho), su esposa Pamela (Sara Sohn) su hija Margot (Michelle La) y su hermano Peter (Joseph Lee) mantienen los lazos que los unen usando skype y facetime. A través de sus videos y sus intercambios vamos conociendo sus vidas y sus alegrías. También, como es de esperarse, sus penas. La primera gran alegría grabada que comparte la pareja es su boda y, luego, el nacimiento de Margot; la gran pena de la familia es la enfermedad de Pamela. Mientras tanto, Margot va creciendo y se convierte en una pianista que mejora con sus clases y aspira a ir a un conservatorio a continuar su carrera. Los días pasan y vemos también algunas de las rencillas familiares y las quejas habituales entre padres e hijos: dejaste la basura donde no debes, no recogiste la habitación, etc.
Todo esto lo vamos viendo en ese mundo creado por la tecnología que parece ser paralelo a la realidad en la que la gente se visita e interactúa en carne y hueso. Las pantallas de los distintos artefactos tecnológicos, sin embrago, vienen a ser un sustituto bendecido para muchas personas que viven lejos los unos de los otros. Sabemos que se pierde mucho tiempo mirando skype o hablando por el móvil, pero es una forma de mantener el acercamiento entre los humanos. De hecho, uno de los mensajes del filme es que la era de la computadora no solo nos ha traído el hackeo, como hacen los rusos, sino la posibilidad de volver a convertirnos en el detective sedentario que resuelve sus casos con la información que hay en la red.
La necesidad de la computadora existe también —por supuesto— para la policía. Esa otra vertiente de la época de las computadoras, la colección de evidencia forense, está presente en el filme como el complemento que vuelve a integrar las actividades policiacas oficiales con las pesquisas del detective privado, en este caso aficionado. Podemos decir aficionado y afectado personalmente, porque resulta que Margot ha desaparecido y su padre está tratando de ayudar a la policía, encabezada por la detective Rosemary Vick (Debra Messing), en la búsqueda. La policía y la publicidad sobre la información nos lleva a otra pantalla: la de la televisión. En esta pantalla las situaciones histriónicas se multiplican.
Luego de una larga sequía de películas inteligentes en nuestros cines esta joyita viene a rescatar nuestros sentidos y nuestra mente. Es un misterio en el que el detective sabe tanto o más que la policía y nosotros, el espectador, a pesar de dos capas de pantallas, tenemos las mismas pistas para tratar de resolver el rompecabezas. Como es de esperarse, hay avenidas de búsqueda que son caminos sin salida, pero eso es parte inescapable del género.
La similitud de las pantallas superpuestas a lo que nos ocurre con frecuencia cuando estamos recogiendo información “surfeando” es perfecta. La planificación de las tomas, los cortes de Google a Facebook, de FB a datos, requerían coordinación precisa entre el camarógrafo (Juan Sebastián Baron), los editores Nick Johnson y Will Merrick, y el director Aneesh Chaganty. El logro es una peliculita entretenida y excitante.
Como he dicho, una de las contribuciones de la cinta es que los principales son coreanos y que no nos lleva por terreno ya conocido de la angustia de los blancos. Además, hay partes que examinan el deseo de algunos de figurar en los medios noticiosos y de exagerar las relaciones que tienen con las personas para conseguir publicidad. Todo esto lo consigue Chaganty sin aspavientos y sutilmente, pero con agudeza.
Todas las actuaciones son de calidad, pero se destaca John Cho como el padre atribulado y desesperado por encontrar a su hija. Puede que esta sea la primera vez que en un filme americano el “héroe” sea un coreano, y que este resulte ser el heredero aparente del gran Charlie Chan, y con la tradición de la línea deductiva que va hasta Sherlock Holmes.