See How They Run: Agatha Christie desde muchos ángulos
Al teatro se reportan el Inspector Stoppard (Sam Rockwell) y la alguacila Stalker (Saoirse Ronan). La joven acaba de comenzar su carrera y no tiene experiencia alguna en la investigación de asesinatos. Sin embargo, todo lo que oye lo escribe en una libretita (es como la Agnes Gooch de Auntie Mame, 1958, desplazada al Londres de 1953) y es dada a juicios súbitos y a conclusiones basadas en datos inconclusos. Stoppard sufre en silencio y, cuando puede, se escapa al pub más cercano y se da sus ginebrazos. Ambos declaran que todos los que estaban en la fiesta son sospechosos y que, además, todos pueden estar en peligro de lo que puede ser un asesino en serie.
La historia se va contando en flashbacks usando pantalla dividida, a veces hasta cuatro ocupan la pantalla, y con diálogos estupendos en los que se desmiembran algunas de las obras de Christie que nos preparan de forma genial para el desenlace del misterio. La interacción de Stoppard y Stalker (un chiste bastante obvio si hay un asesino en serie) es graciosa y tierna y, con gran atino, desprovista de intenciones románticas demasiado obvias. En el camino a la resolución, las pistas no son obvias (como en las novelas de Christie) y la identidad del asesino nos elude y nos engaña gracias a la cinematografía de Jamie D. Ramsey y la edición de Gary Dollner y Peter Lambert. Sin embargo, lo que brilla consistentemente son los diálogos que deleitarán a los lectores y seguidores de Christie por su agudeza y sus referencias a algunas de sus obras más conocidas. Se hace referencia a And Then There Were None; Murder on the Orient Express; Who Killed Roger Ackroyd?; y otras.
La mitad de los personajes son personas que existieron como Richard Attenborough, su esposa Sheila Sim, John Woolf y su esposa Edana Romney, Max Mallowan (Lucian Msamati), el segundo marido de la muy real Agatha Christie (Shirley Henderson). Aunque no existió un inspector policial llamado Stoppard, el gran dramaturgo Tom Stoppard en su obra de 1968 The Real Inspector Hound parodia muchos de los elementos de The Mousetrap, incluido el final sorpresa, lo que empata con la tergiversación del final que pretende Leo Köpernick en el filme para la versión cinemática.
La obra es en sí una especie de farsa-parodia. Cuando la escribió, Christie, pensando que no duraría mucho en escena, le regaló los derechos a su nieto Mathew Prichard como regalo de cumpleaños. La obra, que comenzó su presentación en Londres el 25 de noviembre de 1952 en el teatro Ambassadors, se presentó en este teatro hasta el sábado 23 de marzo de 1974, cuando se transfirió al St. Martin’s que estaba al lado y era más grande, donde reabrió el lunes 25 de marzo. La carrera de Londres ahora ha superado las 26.000 funciones, ha sido vista por millones de personas e hizo al nieto millonario. Yo la vi en 1971 y, como me comprometí a no hacerlo, no les he de revelar el final. Tampoco el de esta película homenaje a una de las escritoras más populares (aún, murió en 1976) del globo.