Sequía nos pone a prueba
Desarrollar una cultura del agua, reducir significativamente su pérdida, preservar la vida de los acuíferos, mantener los pozos en estado óptimo y establecer estrategias más agresivas para minimizar el consumo desmedido en todos los sectores de la población, son medidas que ayudarían a Puerto Rico a conservar este recurso natural vital, ante las variaciones en el ciclo del agua que se pronostica continuarán ocurriendo debido al cambio climático.
El doctor en Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Carolina, Rafael Méndez Tejeda, afirma que debemos tomar acciones como estas para mitigar los efectos de futuras sequías, eventos que son recurrentes y que ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación.
La sequía se define como una anomalía temporal de precipitación o caudal natural en que la escasez de lluvia se prolonga de tal forma que ocasiona un desbalance hidrológico significativo. Existen tres tipos de sequía: meteorológica, agrícola e hidrológica.
Uno de los indicadores de sequía meteorológica en la Isla es una reducción significativa en la lluvia entre mayo a noviembre. De otra parte, la sequía hidrológica es un período anormalmente seco bastante prolongado, que da lugar a la escasez de agua. Se refleja en la disminución de los niveles de escorrentía y los lagos.
«Con el cambio climático la sequía hidrológica o meteorológica nos puede afectar. Una vez aparece el fenómeno de El Niño la probabilidad de que nos impacte es evidente”, destacó Méndez.
El catedrático menciona los tres eventos de sequía más relevantes que nos han afectado: la de 1967 que impactó toda la Isla y duró más de 500 días, la que ocurrió en 1994, cuyo impacto fue menor que la de 1967, y la de 2014 a 2015.
“Este último evento fue más fuerte entre otros aspectos por el uso indiscriminado del recurso por parte de los ciudadanos. Otro factor importante es que hay que reducir la pérdida sustancial del agua que se procesa en los embalses, de aproximadamente un 58%, al menos en un 20 o un 30%, para minimizar los efectos de una sequía”, indicó Méndez, quien es director del Laboratorio de Investigación en Ciencias Atmosféricas de la UPR.
Explica que el evento de 1967 se manejó de forma diferente, ya que en esa época había hogares que contaban con aljibes o cajas para almacenar agua en los techos.“Una de las prácticas que se debe hacer es precisamente el recogido de agua en los techos para uso doméstico, como la limpieza del hogar. Esto aumenta la captación y el aprovechamiento del recurso y contribuye a disminuir las inundaciones repentinas en las ciudades. En los centros comerciales se podrían adoptar acciones similares”, afirmó.
El catedrático cataloga el manejo de la sequía de 2014-2015 por parte de las autoridades gubernamentales como adecuado, pero con espacio para mejorar. Afirma que la distribución de agua potable que se hizo mediante camiones cisternas debió ser de agua potable y no potable, debido a que muchas personas utilizaban esa agua para limpieza y otras actividades y no para ingerirla o su alimentación. De esta manera se pudo minimizar el costo del agua.
“Se debieron activar los pozos antes. Hay más de 200 y en su mayoría servían para distribuir agua a la población. Utilizarse de manera tardía, además de afectar el suplido de agua, puso en peligro la vida marina en los embalses”, agregó.
De otra parte, el catedrático destaca los esfuerzos de reforestación que el gobierno ha realizado desde la década del 40, lo que se ha traducido en que la cubierta de áreas de bosques se ha aumentado en más de un 60%. Tener cuencas reforestadas implica que el agua que llega a los embalses es de mejor calidad.
Otro esfuerzo por parte de las entidades gubernamentales que cataloga como un paso de avance para atender posibles eventos de sequía es el Protocolo para el Manejo de Sequía en Puerto Rico, de marzo de 2015. La guía surgió como respuesta a la sequía en 2014. Méndez es parte del Comité de Sequía. Contribuyó en el asesoramiento técnico y científico en su creación y tiene la función junto a otros miembros del Comité Científico de revisar y mantener actualizado el Protocolo.
El académico alude al Proyecto de Siembra de Nubes, otra medida implementada durante la emergencia. En agosto del año pasado se anunció el inicio de este proyecto piloto en las cuencas de los embalses de Carraízo, La Plata y Cidra, bajo un monitoreo especial de varios profesores de la Universidad de Puerto Rico, entre estos el doctor Méndez Tejeda. La empresa Seeding Operations & Atmospheric Research (SOAR), fue contratada por la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) para realizar esta operación a razón de $66,500 mensuales.
El grupo de profesores e investigadores estaba de acuerdo en realizar un proyecto de investigación, que cumpliera con todos los parámetros científicos y reglamentos, y ayudara a evaluar la efectividad de la tecnología para la siembra de nubes. “La forma en que se concretó el proyecto fue la razón por la cual los profesores rechazamos ser parte del mismo”, explica.
«El proyecto fue un fracaso. No alcanzaron ni un 8% de efectividad, según sus propios informes”, aseveró lamentando que no se realizara la investigación orginalmente propuesta.
Las sequías, la erosión costera y otros eventos ocasionados por el cambio climático en la Isla tienen un gran impacto económico y social. Es de especial consideración el costo social, las comunidades que se afectan.
Expertos en Cambio Climático coinciden en que hay diferencias entre unas regiones y otras, siendo así que las más débiles económicamente son frecuentemente las más vulnerables al cambio climático. Hay evidencia que muestra que aumenta la vulnerabilidad de determinados grupos, como los pobres o los ancianos, tanto en los países en desarrollo, como en los desarrollados.
“En Puerto Rico tenemos el material humano, la preparación, los científicos en las diferentes áreas y necesitamos que las empresas privadas y públicas den más apoyo y se identifiquen más con el problema”, puntualizó.
Finalmente, destaca la necesidad de hacer un comité de expertos que incluya estudiosos de todas las disciplinas incluyendo el ámbito social y que se realicen análisis económicos para enfrentar el cambio climático.
Comunidad como protagonista
La Autoridad de Acueductos y Alcantarillados de Puerto Rico (AAA) implementó en mayo de 2015 un Plan de Racionamiento de Agua en la Región Metropolitana de San Juan, ante la falta de precipitación significativa y una constante baja en los embalses.
Miriam Mercado, residente de la barriada Israel en San Juan durante 40 años fue una de las afectadas por la sequía que lidió con el racionamiento. “Con paciencia y coraje enfrenté la sequía, pero doy gracias a Dios porque siempre pude tener agua. Cogía agua en potes plásticos para beber y cocinar y usaba la del dron para lavar ropa, bañarnos y demás cosas”, indica.
La ciudadana conserva su hábito desde hace diez años de recoger agua de lluvia para utilizarla en las labores domésticas. “Aproveché las lluvias recientes que hemos tenido en este año para coger agua, uso cubos y luego vacío el agua en botellas, le echo un poco de Clorox y las tapo. Todos tenemos que hacer algo para ahorrar agua, enfatizó.
Miriam y su comunidad es parte de un universo más amplio. En septiembre de 2015 el Monitor de Sequía federal indicó que eran 2,717,801 personas, la población afectada por la deficiencia de precipitación de hasta 50 pulgadas de lluvia que se había acumulado en la Isla por los pasados tres años.
En respuesta a la sequía
Como parte del Plan de Racionamiento los abonados que se servían del Embalse Carraízo fueron los primeros en afectarse. A estos se sumaron los de La Plata y sucesivamente los de otras regiones de la Isla. Según datos provistos por la Agencia, el costo en el manejo del racionamiento por parte de la entidad pública fue de $70 millones.
Durante la sequía se llevaron a cabo trabajos de mantenimiento de los embalses. Se hizo el dragado de orilla en los embalses de Carraízo, La Plata y Cidra.
“Se realizó la limpieza de jacintos en el Lago Carraízo, mediante la operación de apertura de compuertas mientras las escorrentías estuvieron a gran capacidad, el dragado puntual en las tomas de las represas y la instalación de equipos para el manejo de manganeso en el embalse La Plata”, indicó la directora de Comunicaciones de la AAA, Norma Muñoz.
De acuerdo con el Plan de Manejo de los Recursos de Agua de la Región Metropolitana 2015 de la agencia, hay unas proyecciones para reducir la pérdida de agua en la Isla. Respecto a los proyectos que se desglosan en el programa, la funcionaria señala que se instalaron nuevas válvulas de mayor diámetro para el control de las presiones, lo cual contribuye a minimizar las roturas.
“Además, se han instalado medidores de flujo en las plantas, y se trabaja con mayor supervisión desde nuestros centros de operaciones regionales para detectar desbordes de tanques y así controlar la pérdida”, aseguró.
De otra parte, señala que los proyectos de mayor envergadura que incluye el Plan están detenidos por el momento. Hace dos meses el presidente de la AAA, Alberto Lázaro, informó que “ciertamente, no todos los proyectos se pueden realizar en estos momentos, ya que la mayoría requieren de gran inversión, como lo es hacer un dragado profundo, y no contamos con esos recursos”.
Según se refleja en el Plan, si se cumpliera el objetivo para el 2020 de reducir la pérdida de agua en el Sistema de la Región Metropolitana de un 56% a un 47.40%, la cifra podrٌía representar 30 a 40 millones de galones de agua diarios adicionales en la región.