Sí se pudo…aun cuando nadie lo reporte
¿Por qué un medio alternativo internacional destaca una noticia como esta, que a primera vista parece pertenecer a la sección de negocio de un semanario local? ¿Por qué llamar la atención a esa cobertura?
En realidad, se trataba de la apertura de New Era Windows, una operación ubicada en Goose Island, cerca de Chicago, en el Estado de Iliniois. No se trata de una inauguración cualquiera. Es la culminación de un proceso de toma de consciencia, de lucha y de reivindicación que comenzó espontáneamente hace unos cinco (5) años.
En el año 2008, los empleados de la entonces Republic Windows and Doors recibieron el anuncio del cierre de operaciones y la notificación oficial de su despido. Sin embargo, aquella devastadora comunicación no incluyó detalles sobre el pago de los beneficios acumulados por parte de los obreros y obreras.
Republic Windows and Doors alegó entonces que no tenía los recursos para pagar y que Bank of America, institución con quien tenían sus relaciones bancarias, se negaba a darle un préstamo para poder cubrir el costo de los beneficios devengados por los y las trabajadoras.
La excusa, lejos de generar simpatías para “la fracasada” empresa, encendió la furia de los y las trabajadoras, pues unos meses antes el pueblo estadounidense había “rescatado” con cientos de millones de dólares del erario público al gigante bancario que ahora negaba el préstamo.
De pronto aquellos obreros y obreras no solo se encontraron enfrentados a su patrono, como el bíblico David (pero sin honda); también se enfrentaban al Goliat bancario. Si bien la Republic Windows and Doors aludía a “problemas económicos” para justificar el cese de sus operaciones y el no poder pagar lo devengado por los y las obreras, la realidad era que la familia dueña de la fábrica de ventanas ya tenía, bajo otro nombre comercial, otra operación en Chicago. En una movida típica del capitalismo, los dueños de Republic Windows and Doors pretendían aumentar sus beneficios acaparando parte del creciente negocio de ventanas y puertas en Iliniois, utilizando empleados temporeros y subcontratistas.
Molestos e indignados ante el hecho de que la notificación de despidos no vino acompañada de la liquidación económica devengada, los y las obreras, probablemente sin ningún plan y movidos por el furor del momento, rehusaron salir de su centro de trabajo sin la paga. Al cabo de unas horas y emulando sin saberlo a los campesinos y obreros españoles del 1936, el ímpetu que llevó a los y las obreras a su acción se fue organizando, las puertas se encadenaron desde el interior y se tomó la decisión, nadie saldría de la fábrica sin su dinero.
Así las cosas, siguiendo la tradición de los obreros de principio de siglo XX en Estados Unidos, se sentaron a esperar por la policía y que Dios repartiera suerte. En palabras del periodista Michael Moore, dio comienzo un “good old fashioned sit-down strike”.
Sin embargo, antes de que llegara la policía, llegó la prensa. La noticia del “sit-down strike” en Chicago se tornó viral en los medios de comunicación, captando el interés de la ciudadanía estadounidense, la cual indignada veía cómo su gobierno salía corriendo al rescate cuando se trataba de los bancos, pero ignoraba la situación cuando se trata de obreros. El virus mediático fue de tal magnitud que los políticos y los religiosos se unieron a los y las obreras.
De esta forma, políticos como el congresista Luis Gutiérrez, el entonces candidato Barack Obama y el obispo James Alan Wilkowski mostraron abiertamente su apoyo a los reclamos sindicales. Pero el apoyo de esos funcionarios tomó un segundo lugar ante la efusiva respuesta de los residentes de la Ciudad de los Vientos y de Estados Unidos los cuales se unieron a la protesta llegando diariamente con donaciones de dinero y comida.
De aquel grupo de trabajadores y trabajadoras despedidas surgía un grupo de obreros y obreras organizadas, sin jerarquías, sin jefes o patrones y sobre todo, decidiendo democráticamente los pasos a seguir.
Ante la presión pública y la creciente simpatía de los y las obreras, se rompieron los pies de barro de las instituciones capitalistas. Republic Windows and Doors y Bank of America anunciaron que llegaron a un acuerdo, por lo que los y las trabajadoras recibirían su dinero.
En medio de este proceso, una compañía de nombre Serious Energy tomó control de las instalaciones y las operaciones, reempleando a los y las obreras despedidas. Sin embargo, al cabo de un tiempo estos trabajadores se encontraron nuevamente ante la incertidumbre, pues a pesar de que su trabajo era productivo, las malas decisiones de negocios obligaban nuevamente el cierre de operaciones.
Pero esta vez, era diferente. Ahora los trabajadores y trabajadoras estaban claros en que “sí se puede”. Fue así como, con la ayuda y solidaridad de sus hermanos y hermanas trabajadoras de la United Electrical Workers Union, el apoyo de la organización The Working World y del Center for Workplace Democracy, estos trabajadores y trabajadoras piquetearon frente a los edificios donde se negociaba el futuro de sus empleos hasta que se les permitió sentarse en la mesa de negociación.
No solo se sentaron. Con la ayuda de sus organizaciones hermanas recaudaron suficiente dinero para comprar la compañía y ahora los despedidos eran aquellos a quienes no les importaba cerrar un centro de trabajo con tal de aumentar sus ganancias. Los trabajadores y trabajadoras que producían la ganancia haciendo puertas y ventanas ahora son los responsables de administrar y repartir las ganancias. Eso solamente es un ejemplo gigantesco para una sociedad donde cada vez más unos pocos acaparan las riquezas y solo distribuyen la pobreza que nos condena a la criminalidad.
Al mirar la cobertura de las noticias de la semana pasada tengo que concluir que nuevamente los medios dejaron caer la pelota. No estoy diciendo que la liberación de tres mujeres que por diez años sufrieron la tortura de un psicópata y la insensibilidad de una sociedad machista que ignoró todas las señales de que lo que estaba pasando no era importante. Claro que es importante y seguro que es noticia. Pero el que un grupo de personas se liberaran del proceso que los condenaba a sufrir la explotación y la incertidumbre que conlleva el no tener control de las decisiones que afectan su futuro económico es igualmente importante. Puede que el morbo inherente al secuestro hace de esa historia una más interesante, pero el trabajo de la prensa no es hacer importante lo interesante, es a la inversa. El trabajo de la prensa es hacer interesante lo importante.
En fin, que aun cuando la prensa no lo reporte, “sí se puede” y los obreros y obreras de New Era Windows Cooperative lo demostraron.