Silly Putty
Un día recibí una llamada a mi celular de un area code que no reconocí. Recelo contestar estas llamadas porque casi siempre anuncian alguna desgracia. Como cobradores. Sin embargo, también podía ser una oferta de trabajo y como estaban (y están) las cosas, nada se puede menospreciar. Contesté.
Era Fernan, mi viejo amigo de Puerto Nuevo. ¡Qué alegría! Fernan, el hijo de don Juan, el del colmado que luego fue del papá de Raymond. El flaco que nos enseñaba karate callejero. Todavía recuerdo cómo nos ponía a darle puños a un árbol rodeado por una manguera verde. También tocaba guitarra y sabía de los Beatles y de Krishnamurti y del Badgabadita. Tocábamos juntos en la Tuna de la iglesia. Es mayor que yo por unos 4 o 5 años.
Bueno, nada, que me llamaba para saludarme, para hablar de los viejos tiempos. Y que iba a venir a PR y quería que nos viéramos.
Mano, se me agolparon montones de recuerdos.
Entonces le pregunté por Silly Putty. Eddie –su nombre verdadero– también se había mudado para Hartford y vivía con Fernan.
Se me cayó el mundo cuando Fernan me dijo que Silly Putty estaba deambulando. Que andaba por la calle con un carrito de supermercado con su computadora y que a veces dormía en refugios.
Me lo imaginé llorando con la boca semicerrada enseñando los dientes y como faltándole la respiración en alguna esquina de Hartford aguantando frío y desesperado. Así como lloraba cuando me contaba de sus amores no correspondidos.
Es que Silly Putty es gordo, aunque no de montones de arroz y habichuelas y carne, más bien de papitas de bolsas, refrescos y demás junk food. Por eso le llamaban (le llamábamos) Silly Putty.
Como a aquella goma-plasticina que venía dentro de un huevo de plástico y que hacía varias cosas. Hecha una bolita rebotaba bien alto y si la aplastabas y la pegabas a una imagen, la imagen se copiaba en la plastita.
Yo copiaba los muñequitos del periódico de los domingos. Supongo que la analogía con Eddie era por la bolita y lo gordo. Cuando lo conocí, ya lo llamaban así.
También soy menor que Eddie pero aún así estuvimos juntos en la tropa 66 de Puerto Nuevo. Recuerdo que una vez empezó a llover torrencialmente sobre el campamento. El scoutmaster nos ordenó salir de las casetas e irnos a dormir a la guagua escolar. Todos lo hicimos menos Silly Putty. El se quedó empapado en su caseta. Yo la miraba por la ventana desde la guagua y trataba de imaginar cómo estaría allí con toda esa agua. Nada, al ratito me dormí. Al otro día lo vi en el desayuno con su uniforme embarrado de fango seco. El era raro. Nos reíamos de él.
En otra ocasión, en el campamento de los scouts en Guajataca nos tocó la caseta que se llamaba el Palomar. Era la que más lejos estaba y la que tenía como una especie de segundo piso (un mezanine). A mí me gustaba quedarme allí. Bueno, pues ese día hubo una carrera de sapos. Al nuestro lo llamamos Bolondrón. Era feo, gigantesco y tenía arrugas. No recuerdo si ganamos o perdimos la carrera.
Lo que sí recuerdo es que por la noche, entre unos 5 ó 6, le meamos la cama a Silly Putty y luego le pusimos el sapo adentro para decir que había sido el sapo. Cuando él llegó y se sentó, notó que la cama estaba mojada. Preguntó encojonao quién lo había hecho. Todos lo mirábamos y negábamos. Esperábamos el momento del sapo. El como quiera se acostó en la cama. Entonces sintió algo moviéndose entre las frisas. Y salió Bolondrón. El se asustó muchísimo. Creo que gritó y se salió de la cama. Todos estallamos en risas. Silly Putty comenzó a llorar. Fue la primera vez que lo vi llorar así entre dientes como queriendo ocultar que lloraba. Nos reímos más.
Fuimos crueles. ¡Que mucho dolor le infligimos! ¿Por qué lo hacíamos? No nos dábamos cuenta. ¿Por qué no podíamos aceptar su diferencia? Creíamos, de cierta manera, que a él en última instancia no le importaba. Lo veíamos sufrir, lo hacíamos sufrir pero no nos dábamos cuenta. ¿Qué horrible, verdad? Para Silly Putty y para nosotros. Para todos, ¿no?
Como quiera esa noche durmió en la cama meada. ¿Pendejitud o dignidad? En el Palomar, con 12 ó 13 años y en aquel momento me pareció una rareza y una pendejitud. Tardé muchos años en darme cuenta de que Eddie reclamó respeto y dignidad al no salir de su cama aunque estuviera meada.
Y es que Silly Putty no era singular por ser sólo un Silly Putty. El también era un nerd que sabía mucho inglés y que se pasaba leyendo libros en inglés. Sabía de cosas raras que le interesaban a pocos. Eso sí, todos le reconocíamos que era inteligente pero lo considerábamos un inteligente pendejo.
El dejó los boy scouts antes que yo. Yo era un fiebrú. Llegué hasta Life y no pude ser Eagle porque no pasé el merit badge de salvavidas. Apenas sabía chapotear y qué iba a saber salvar a una persona ahogándose. Bueno, que no fui Eagle.
A Silly Putty dejé de verlo por un largo tiempo. Hasta que una vez mientras tocaba guitarra en la verja de mi casa, Silly Putty pasó caminando por el frente tocando un recorder (flauta dulce). Era un sonido suave y muy lindo. Quise llamarlo por su verdadero nombre pero me dí cuenta de que no lo recordaba. Sólo recordaba Silly Putty. Así que ni modo, lo llamé. ¡Silly Putty!
Se detuvo y me miró. Yo temí que me saliera encojonao al reconocer que si yo lo llamaba Silly Putty era porque yo era uno de los que lo jodían antes y que por lo tanto también me sacara en cara todas las cosas que le hicimos. Nada que ver. Me saludó con alegría. Como cuando uno se encuentra con un viejo amigo. Le pregunté por la flautita que tocaba. Me explicó lo que era y me dijo que tocáramos juntos. Lo acompañé.
Ese día, sin saberlo, inicié una amistad que destaca entre las que más amo. La música nos unió de una manera mágica y misteriosa. Ese día aprendí a respetarlo. Yo tendría ¿14 años?
Para ese tiempo yo estaba en la Tuna de la iglesia. Le dije a Eddie que se metiera. Y así lo hizo. Eddie tocaba el recorder, la melódica, el acordeón, el piano y cantaba. Es un músico de nacimiento. En la tuna, aunque muchos, de vez en cuando y con cariño, lo seguíamos llamando Silly Putty, todo el mundo lo respetaba. No hubo maldades ni humillaciones. Todos y todas admirábamos su talento musical.
Para ese tiempo nos dió con salir todos los viernes a dar serenatas en el Malibú azul de Fernan. Le llevábamos serenatas a nuestras noviecitas. Fue entonces que me enteré de los amores de Eddie. Siempre estaba enamorado de alguna chica que no le correspondía. Sus amores eran imposibles. Y con esa misma intensidad trágica, él amaba. Traía canciones románticas para montarlas en el repertorio. Cantaba con una voz potente, sentimental y “tremolosa”. Y siempre salía sin el beso y sin el sí de la “amada”
Luego fueron las composiciones. Se pasaba componiendo canciones de amor para sus distintas pretendidas. Eran canciones muy bonitas y muy sentidas. Muchas eran en inglés. Otras en español. Venía a casa y me enseñaba los acordes de la guitarra para que lo acompañara. Y tocábamos y tocábamos todo el tiempo. Era nuestra vida, nuestra pasión.
Así crecimos la adolescencia.
Eddie dejó la tuna y se fue a Mayagüez a estudiar electrónica. Yo, al poco tiempo dejé la escuela siguiendo el sueño loco de ser hippie. Sólo llegué a “desertor escolar”.
No nos vimos por otro tiempo prolongado.
Entonces, no recuerdo cómo logré reunir dinero para comprarme un piano, pero lo compré. Tengo ese problema. Se me olvidan datos importantes. Por el contrario, mi pana Raymond, que ahora vive en California, se acuerda de todo. Se acuerda de sus cosas y de las cosas que yo hice y que yo no recuerdo. Le llamo mi memoria. Cuando no estoy seguro de algo lo llamo y le pregunto. El siempre tiene una contestación.
Bueno, me compré un piano. Un día oí llegar a casa una motora. Bruuuumm! Salgo a ver y ¿quién era? ¡Silly Putty! Nos abrazamos y hablamos de lo que estábamos haciendo.
El también había dejado los estudios y trabajaba en la Digital (una fábrica de electrónica) en San Germán. Se compró la motora y una grabadora de 4 canales TEAC. Yo le enseñé el piano y el tocó y yo lo acompañé con la guitarra.
Para ese tiempo Eddie estaba super embolláo con un cantante gringo llamado Jim Croce. Yo le había oído por radio un hit que se llamaba Time in a Bottle. Me gustaba muchísimo. Eddie tenía toda su música, sabía todos sus acordes y sus letras. Hasta había traducido al español varias de sus canciones. Eddie iba y volvía de San Germán casi todos los fines y tocábamos.
Ya yo había empezado a inventarme algunas canciones y cogía clases de guitarra clásica con un maestro, también de Puerto Nuevo, un maestro mágico, excéntrico y maravilloso. Un hombre pequeñito y de manos y dedos cortos pero un guitarrista extraordinario: Manuel Gayol.
Así estuvimos hasta que Eddie propuso que grabáramos algunas canciones en su TEAC. Le pedí permiso a mis padres, que de paso estaban locos y desesperados por mi deserción escolar, y me dijeron que podíamos grabar en casa.
La cara de mi mamá valía un millón al vernos llegar con varias cajas de nevera. Eran para aislar a los músicos unos de otros en cubículos de cartón. La sala estaba repleta con cajas de cartón con estanes con micrófonos para el piano, para la guitarra, para otra guitarra y una batería pequeña. ¡Era extraordinario! ¡Era como un sueño! ¡Qué afortunado éramos! ¡Qué feliz nos hacía Silly Putty!
Entre las canciones que grabamos esa noche estaba una versión en español escrita por Silly Putty de Dreaming Again de Jim Croce. A continuación les doy la letra y un enlace donde la pueden oír en inglés.
Dreaming Again
Don’t you know I had a dream last night
That you were here with me
Lyin’ by my side so soft and warm
And we talked a while
And shared a smile
And then we shared the dawn
But when I woke up
Oh my dream it was gone
Don’t you know I had a dream last night
And you were here with me
Lyin’ by my side so soft and warm
And you said you’d thought it over
You said you were coming home
But when I woke up
Oh my dream it was gone
I’m not the same
Can you blame me
Is it hard to understand
I can’t forget
You can’t change me
I am not that kind of man
Don’t you know I had a dream last night
And ev’rything was still
And you were by my side so soft and warm
And I dreamed that we were lovers
In the lemon scented rain
But when I woke up
Oh I found that again, I had been
Dreamin’, dreamin’ again
I had been dreamin’, dreamin’ again
Como oyeron, es una canción muy sentimental de amores frustrados como los de Eddie. El me contaba de lo lindas e inteligentes que eran las muchachas de quien se enamoraba. A veces, en la verja de casa, de noche después de haber tocado, Silly Putty lloraba de amor. Así con sus dientes juntos y sus gemidos. Yo sólo lo acompañaba.
No sé qué pasó con los tapes de aquella grabación. Sería tremendo oírla hoy.
Yo eventualmente me fui a vivir a Nueva York. Estuve un año por allá. Y sin email ni facebook nos desconectamos. Al regresar Silly Putty pasó por casa. Seguía con su motora pero al bajarse noté que cojeaba. Se había caído de la motora y ahora tenía varias varillas por dentro.
Para ese entonces Eddie me introdujo al mundo de las computadoras. Lo sabía todo. Las armaba. Las desarmaba. Sabía lo que venía y lo que no venía. Me hablaba de las próximas memorias holográficas que vendrían y que podrían almacenar bibliotecas de información. Silly Putty lo sabía todo.
Habían cerrado Digital y él había conseguido un trabajo en una tienda de computadoras por la Eleanor Roosevelt. Vivía detrás de la tienda en un apartamentito. Ya yo me había casado y tenía una hija. Nos veíamos de vez en cuando. O él venía a casa con sus computadoras o yo iba a su apartamentito. Ahora Silly Potty hacía la música con la computadora. Y ya yo había desistido de estudiar música y enseñaba Español.
En ese tiempo empezó a viajar a Panamá para instalar y darle mantenimiento a un sistema de computadoras. Ya no lo veía tanto. Ya tampoco éramos muchachos. Eramos adultos pero seguíamos embolláos con la música y las compus. En Panamá se enamoró profundamente de una mujer a la que le dedicó muchas canciones. Llegamos a grabar, en mi casa otra vez, una canción que Silly Putty envió a un concurso. No ganó.
Silly Putty estaba más gordo, más viejo, con más tornillos por más caídas, más enamoráo y más triste. Cerraron la tiendita de computadora que le conseguía el guiso con Panamá. Desempleado y solo, un día me dijo que se iba a Hartford a vivir con Fernan. Se fue. Por allá estuvo varios años. Nuestra comunicación fue escasa. No sé realmente por qué.
Ya me había divorciado y vuelto a emparejar y con otro hijo cuando recibo esa llamada de Fernan. Como dije antes se me cayó el mundo. Maldije la mala situación económica de entonces que no me permitió coger un avión y llegar hasta allá, buscarlo y ayudarlo a empujar su carrito con su compu. Y/o traérmelo a casa y volver a acompañarlo en sus canciones a sus mujeres imposibles y oírlo hablar de los últimos adelantos cibernéticos. Pero no, no tenía el dinero.
Nada, que mi angustia y desesperación se limitó sólo a hablarlo con otros amigos y amigas que también lo conocían. ¡Qué decepcionante! Me sentía como mierda. Sabes, no poder ayudarlo, estar con él.
Unos seis meses después de la llamada de Fernan nos vimos en Puerto Rico. Me contó que Silly Putty vivió con él como por seis años. Al principio trabajó y pudo pagar algo de renta por un apartamento detrás de la casa. Luego perdió el trabajo y casi no salía del apartamento.
Un día, Fernan entró y descubrió que todo estaba lleno de bolsas, vasos y sobrantes de comida rápida. Un desastre. Fernan habló con él para tratar de ayudarlo, de que consiguiera ayuda. Silly Putty simplemente se fue. Fernan lo buscó y no lo encontró. Hasta que pasado un tiempo lo vio deambulando con su carrito de compra y su computadora. Silly Putty no quiso hablar con él.
Pero la historia no terminó ahí. Fernan me siguió contando y me dijo que una mujer gringa un poco mayor que Silly Putty se lo llevó para su casa. Ahora viven juntos y Eddie repara computadoras desde la casa. Me dio su número de teléfono.
De eso hace ya como un año y medio. Todavía no lo he llamado. No sé qué decirle. No sé si lo avergonzaría o lo alegraría. O quizás es mi vergüenza por no haber hecho algo más contundente cuando me enteré de su situación.
Pensando sobre qué escribir para esta entrega a 80 grados me acordé de Silly Putty. Y me dije voy a escribir de él.
Saben, ¿qué? Lo voy a buscar en facebook. Escribir es más fácil para reestablecer relaciones que hablar. Por lo menos para mí. Eso voy a hacer. ¿Cómo lo buscaré? ¿Como Eddie ___________ o Silly Putty? ….