“Sorpresas te da la vida”
Brecht, el extraordinario poeta, dramaturgo, escritor, pensador y teórico quien revolucionó el teatro a lo largo de varias décadas, escribió este tesoro satírico inspirado en The Beggar ‘s Opera del inglés John Gay, un autor de principios del Siglo XVIII.
Tras muchos recorridos y bifurcaciones, apareció en 1958 la canción Mack the Knife, de Bobby Darin, con una lírica que nos parecerá familiar:
Oh the shark, babe, has such teeth, dear
And it shows them pearly white
Just a jackknife has old MacHeath, babe
And he keeps it, ah, out of sight …
En el 1978 aparecerió “Pedro Navaja”, canción del boricua Willie Colón y del panameño Rubén Blades, con un genial arreglo de otro boricua, el trompetista y compositor Luis “Perico” Ortiz. Esta canción arrasó, y su personaje cobró vida en musicales y películas. Nadie que no pudiera vincularla a Berthold Brecht en el Siglo XX, o a John Gay en el Siglo XVIII, podría imaginarse que su protagonista es un hampón caminando por alguna calle neoyorquina esperando a que la vida le dé una sorpresa.
Hoy he vuelto a pensar en Pedro Navaja cuando se ha abierto más la herida de la corruptela imputada en los casos de Julia Keleher, Angie Ávila y Alberto Velázquez Piñol, a cuya lista se añade ahora al CPA Alberto Jover. Al CPA Jover lo sacaron de la Junta Examinadora de los Contadores Públicos Autorizados el año pasado cuando se le vinculó con el caso. Antes había presidido el Colegio de Contadores Públicos Autorizados.
En el caso de Puerto Rico, me convenzo cada vez más de que, además de una corriente criminal que se estructura con plena deliberación, la Corrupción también es un sistema ideológico que se inspira en la depredación y en negar la búsqueda del Bien Común. La Corrupción se instala en la avaricia, la insolidaridad, el desdén por el prójimo y una cultura que cuando no la tolera, la instala y la afinca.
El primer caso de un alegado corrupto recogido en la historia de Puerto Rico ocurrió en el Siglo XVI y se trató de una persona a cargo de las cuentas de la Corona española en la Isla. El juicio o inquisitoria no culminó, pues la fatiga no le permitió sobrevivir a los interrogatorios.
Desde el sótano de la esquina de la Calle del Santo Cristo con la Caleta de San Juan, donde estaban los calabozos del Ayuntamiento, hasta “la esquina del barrio” donde lo vieron pasar “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”, ha pasado un largo trecho de más de cuatro siglos y de fisonomías.
Desde Brecht hasta Rubén Blades afortunadamente el trecho no es largo, la distancia es mínima, los une el puente de la solidaridad con los oprimidos. Los corruptos, por otro lado, quienes sean, no entienden ni respetan los derechos humanos y los violentan continuamente. Su mafiosismo y egoísmo los arruina y los hace tóxicos, hasta que la vida les da sorpresas.