Sueño con un Recinto Verde

Para hacer realidad ese sueño ofrecimos charlas educativas en todas las facultades, grupos de empleados y estudiantes del Recinto. Nos reunimos con rectores, hicimos manifestaciones, campamentos de desobediencia civil, simposios, y reflexiones ambientales, entre otras muchas actividades. De ese modo, trascendimos desde la protesta hasta la propuesta. Siempre se fomentó la participación de todos los sectores y por mucho tiempo recibimos las propuestas de variados grupos sobre el uso y manejo que le daríamos a ese “bosque” e inclusive, hasta se llegó a escribir un hermoso libro sobre la biodiversidad del mismo. Hasta el año 2013, contra viento y marea, fuimos exitosos en mantener vivo ese sueño y aunque por más de 30 años soplaron vientos a nuestro favor, de pronto un día comenzaron a soplar fuertes vientos huracanados, cargados de ignorancia y destrucción.
Cabe señalar, que para aquellos tiempos mientras en Puerto Rico se comenzaba a hablar de la ética de la tierra: de aumentar del 8 al 35% el territorio dedicado a la conservación, de mitigar los efectos del cambio climático mediante reforestación y de proteger las cuencas hidrográficas, en la UPR-RP, irónicamente, comenzamos a dar pasos agigantados hacia la dirección contraria.
Fue durante el verano de 2013, cuando el Recinto tenía menos estudiantes y, por ende, menos vigilancia, que se comenzó la destrucción masiva y daños significativos e irreparables del Bosque Urbano de la UPR. Trajeron una cantidad significativa de materiales de construcción. Depositaron numerosos camiones de piedra, arena, lona, tubería e infraestructura eléctrica y de alcantarillado. Removieron la corteza terrestre con maquinaria pesada y finalmente, todo ese material fue “sembrado” bajo el terreno que habíamos defendido con empeño, celo y dedicación, durante más de tres décadas. En palabras sencillas, en la UPR se logró matar el sueño y el bosque a la vez, de golpe y porrazo. De esta forma, se justificó lo injustificable: destruir la única área verde que no había sido impactada y la que tenía mayor riqueza en biodiversidad de todo el Recinto de la UPR.
Aquella actividad desastrosa trajo como consecuencia: problemas ambientales, de seguridad, de mantenimiento, y económicos, y como si esto fuera poco, causó la muerte de una población de anfibios que por años se había estado estudiando en aquella área. A su vez, la extinción de dicha población de anfibios representó la muerte de miles de otros habitantes de aquel bosque (coquíes, ranitas, siguanas, lagartijos, gongolíes, caracoles, plantas, etc.).
Nos movilizamos y con la ayuda de los medios de comunicación, logramos detener el proyecto, pero, lamentablemente, el mal ya estaba hecho. Ya se había colocado toda la infraestructura y los materiales de “destrucción”; sólo faltaba cubrir con concreto el camino de piedra.
Curiosamente, una vez se detuvo el proyecto, todo el material que había sido instalado fue cubierto con tierra, como para enterrar el desastre y que se ignorara el daño. Sin embargo, el material nunca fue removido de allí, y temíamos porque algún día, a alguien se le ocurriese revivir el proyecto. La experiencia que tengo con estos asuntos me indicaba que, los problemas ambientales son, como “los muertos del alma” de los que hablaba José de Diego, que cuando uno cree que están muertos, resucitan.
A partir de este momento, cada día hemos velado para que el área del Bosque Universitario, nuestro Bosque, no sea violentado una vez más, a pesar de que los vientos huracanados siempre soplan y cada día con más fuerza.
El recuento anterior es una muestra de cómo la destrucción masiva en el Bosque Universitario durante el 2013 fue la consecuencia de la falta de sensibilidad ambiental y del poco conocimiento sobre la biodiversidad del Recinto entre estudiantes, profesores, administradores y empleados. Entendiendo la situación y con la intención genuina de aportar positivamente con el desconocimiento, para el año 2017 se publicó el libro Guía de Biodiversidad Urbana: Especies en Ciudades y Bosques Urbanos de Puerto Rico.
En 2017 llegó María y con su paso por la Isla, la historia se transformó. El huracán María afectó de 23 a 32 millones de árboles en Puerto Rico. Aunque no hay datos cuantificables de cuántos árboles fueron destruidos en la UPR-Recinto de Río Piedras, la evidencia fotográfica, documenta que murieron cientos de estos maravillosos seres vivientes. A pesar de que María destruyó cientos de árboles en nuestro Recinto, se han sembrado muy pocos. Los pocos que se han sembrado ha sido a través de una iniciativa de Para La Naturaleza. Sembraron 150 árboles en tres puntos diferentes: Estacionamiento de Sociales, Arquitectura y la Pista Atlética. Curiosamente, no se les permitió sembrar en el Bosque Universitario (o mal llamado “Parque del Centenario”).
El pasado 22 de abril, del corriente año, como parte de la celebración del Día del Planeta Tierra, durante la Semana del Personal Administrativo, ofrecimos una charla sobre la biodiversidad del Recinto. Nos llamó la atención, que varios empleados alegaron que habían intentado sembrar árboles en el Recinto pero que no se les había permitido. ¿Qué habrá detrás de esa negativa? ¿Por qué no permitirles reforestar después del paso de María?
Hoy día, lo que nos parece aún más preocupante es que, lejos de contribuir con la reforestación masiva de nuestro Recinto, después de María se haya continuado cortando árboles. A pesar de que es de todos conocido que el corte de árboles en nuestro Recinto siempre ha sido una constante, aún no entendemos cómo se ha continuado deforestando después de un huracán devastador. Aún más terrible, si al continuo corte de árboles en la UPR-RP, le añadimos la destrucción masiva de bromelias, y por ende, la inevitable masacre de coquíes que esto trae consigo, sin mencionar el efecto sobre otra biodiversidad. Las bromelias son el hábitat más importante de los coquíes en nuestro Recinto y la destrucción de unos, conlleva a la destrucción de los otros. Esta masacre de bromelias y de coquíes es inaceptable.
A pesar de que se han cometido demasiados errores y grandes torpezas en contra de la naturaleza y la biodiversidad en nuestro Recinto, aún podemos sacarlo adelante y lograr nuestra meta: Crear un Recinto Verde que incluya un bosque urbano en el corazón de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Podemos pasar de la teoría a la práctica en temas de la ética de la tierra y la conservación de la biodiversidad. Con la ayuda de personas e instituciones comprometidas con la conservación, podemos hacer de este un proyecto emblemático del cual todos nos sintamos orgullosos. ¿Cómo podremos lograrlo? ¿Quiénes podrán ayudarnos? ¿Cómo podremos dejarle, a las futuras generaciones, un mejor Recinto y un mejor País? Puerto Rico nos está observando. ¡Por favor, no perdamos un minuto!