Tenis con bachata
En el restaurante la Nueva Escalera en Santurce están transmitiendo el juego de Mónica Puig en una pantalla grande que está a lo alto de una de las esquinas, al lado de la vitrina que da a la Avenida Ponce de León. Ya el juego empezó, no entiendo la puntuación, nunca había visto un juego de tenis.
Por suerte la voz de los comentaristas que todo el mundo odia no se escucha porque hay una bocina grande sonando bachata a la máxima potencia. Habemos casi diez en este restaurante oscuro, dones serios con camisa por dentro y algunos con gafas, soy el único puertorriqueño y el menos emocionado. Pero según gira la raqueta juguetona nerviosa en mano de Mónica esperando el lanzamiento de Angelique Kerber más me emociono.
Mónica tiene 22 años y la ventaja de que el deporte no es tan dañino como el rock and roll. Si no hubiesen banderas, si no conociera el flujo de imágenes de Mónica, no sabría cuál es la alemana o cuál la puertorriqueña.
Por otro lado, me intrigan los redobles de toms electrónicos de la bachata. Ahora el bolero, corta vena.
Los golpes a la pelota en tenis son más hardcore que los golpes a la pelota en la pelota o eso parece. No sé quien va ganando. Pero Mónica se ve más grande, más fuerte, más imponente, más segura. Cuando la alemana falla da cantazos con la raqueta contra el piso. Mónica espera y gira la raqueta, ahí yace su belleza. Además, su trenza es más robusta y espesa.
Yo que venía caminando pensando en la tiranía olímpica del deporte, sintiéndome cool de no formar parte del consenso, esa cosa de que si no ves el juego o no estás emocionado estás como algarete.
El juego es en Brasil, de una puertorriqueña contra una alemana y lo estoy viendo aquí, con la hermandad dominicana de Santurce.
“Cuatro a cero, no les salva nadie”. “Y los alemanes dónde están”. “Ay, la boricua, qué vaina está pasando con los alemanes, ahora es, se jodió la vaina”. “Ahí es la vaina coño, vamos pa’ encima coño, medalla de oro segura ya”. “Ganamos, oro pa’ Puerto Rico, papi”.
«Apunto está de estallar mi alma por amor», dice el bolero en la bocina.