Termodinámica literaria: la construcción de Antologías
La termodinámica (del griego termo, que significa calor y dínamis, que significa fuerza) es en ciencias físicas lo que describe los estados de equilibrio a nivel macro en un entorno típico de magnitudes extensivas. Se van sumando a él las últimas colaboraciones, descubrimientos, aleaciones. Se incluyen en él su origen y las demás réplicas de inclusión foránea a partir del crecimiento o descubrimiento de elementos del fenómeno. Personalmente me encanta utilizar y aplicar el término para discutir las aportaciones que con el tiempo se van adicionando a los materiales de origen, en este caso, antológicos.
La construcción de antologías en Puerto Rico tiene su propia termodinámica y ofrece un aparato formal de equilibrio a la gestoría cultural literaria que se va acomodando dentro de los espacios estructurales del folclor boricua. Hemos de recordar muchas y buenísimas que se han gestado en los pasados años: Te traigo un cuento: Cuentos puertorriqueños de 1997, Literatura puertorriqueña del siglo XX, Convocados, Cincuenta cuentos breves, Número Antológico Internacional Sótano 00931Edición Especial República Dominicana y Puerto Rico, Los rostros de la Hidra, Los nuevos caníbales (poesía), Los nuevos caníbales (cuentos), Mal(h)hablar y Cuentos de oficio, entre otras. Además están aquellas que se han gestado fuera de la nación, pero que han recogido representaciones de escritores nacionales: La mujer rota, No se Habla Español, El cuento hispanoamericano, Bogotá 39, La memoria justa (en francés), El futuro no es nuestro, The Language of the Birds: International Poetry Anthology (en inglés), El tejedor en Nueva York, El libro de voyeur, A jövő nem a miénk (en húngaro), Cachaperismos 2010, Nuevas Rutas: Jóvenes escritores latinoamericanos, Sólo cuento II Antología UNAM 2010, por mencionar algunas.
Durante los pasados cinco años, he estado involucrada en el andamiaje directo de cerca de una docena de estas antologías, como partícipe u orfebre. Por razones obvias, en aquellas en las que he sido arquitecta o diseñadora directa, la tarea se ha complicado exponencialmente. Quizás por ello, la satisfacción es mayor. La fenomenología que se da a partir de esta arquitectura, es para mí un caudal de curiosidad imperiosa que me motiva a querer escudriñar, querer saber cómo se conforman y continuar analizando si se repiten o no algunos patrones, si hay equilibrio. Dicho equilibrio pudiera quedar determinado por factores intrínsecos, a la vez que por influencias externas previamente aplicadas, independientes del tiempo, y todo el aparato formal que las construye y que se vuelve, luego de erigidas, en simple común denominador e influenciador subterráneo de ese algo que se ha hecho más grande que el proyecto, y que se ha tragado el mismo.
Por ejemplo recuerdo el andamiaje de la elaboración de la Antología Ejército de rosas, en donde se me permitió ser el Peeping Tom o el personaje de la leyenda de Lady Godiva que no pudo resistir la tentación de mirar a la mujer por un agujero. Mairym Cruz Bernall, Presidenta del PEN Club de Puerto Rico, distinguida poeta y coordinadora de importantes congresos caribeños y latinoamericanos, fungió como la coleccionista rigurosa de los textos de las 57 poetas puertorriqueñas vivas, en y fuera de la isla, contenidas todas en el libro, un evento único en su género y de vital importancia para las letras del país. Ella misma me cuenta: “Fue una experiencia de pétalos sedosos y también espinas. Sin embargo nos elevó a la dimensión del conocimiento. Sabernos 57 poetas puertorriqueñas vivas, en y fuera de la isla, contenidas todas en un libro, nos hace palpitar a un ritmo más acelerado, a nivel personal y de país. De qué escribe la mujer puertorriqueña, es la pregunta inicial que responde esta antología. Crecí, celebré, me sentí satisfecha, pero también me sentí incompleta. Dudas me crecen como esas espinas debajo de la flor. Y después de todo, para qué sirve la poesía. Tal vez esa es la pregunta esencial. Oigo a través del tiempo los versos de Vallejo, y si después de todo, no sobrevive la palabra…”
El propio exordio de Cruz-Bernal, responde esta necesidad/ ansiedad:
“En un viaje a Chile, un poeta de nombre Aristóteles España me preguntó, ¿de qué escriben los puertorriqueños?¿De qué escribe la poeta isleña? La poeta escribe sobre lo que la inspira siendo esto a veces el poema en sí mismo. La poeta escribe sobre la ausencia o sobre esa otra gran ausencia de la madre muerta o desaparecida. La poeta se nutre de la infancia como esa patria del escritor. La poeta es peregrina de las islas, esa que va hacia el norte neoyorquino saltando entre islas. Esa misma se siente extranjera, y mira desde la ventana del tren los paisajes que la aíslan aún más. El hombre, objeto del amor pasional, no es ya su inspiración. Se ha movido, esta voz, a escribir sobre el impacto del encuentro con un otro, sea este hombre o mujer, o la mismísima visión de esa otra ante el espejo. No es la mujer fiel, es la mujer que no se traiciona a sí misma con la persistencia de un amor que no es. Es la mujer que confiesa, la adúltera, la bruja, la diosa. Llámame Isla, parece decirnos. Llámame agua empapada de sales y corrientes. Llámame la sin género, hombre-mujer que se asume bípeda y humana ante la existencia. Es la mujer que ama con los cinco sentidos de su cuerpo abierto en completa lujuria. Es la mujer anárquica que sabe de las trampas de los horarios y el trabajo, y mira al cielo frío buscando el sol de la Isla. Escribe para celebrar y para celebrarse en la silla gigante montada encima del macho que ya no la domina, sea este macho un hombre o un dios. Desligada de las religiones, ahora seduce a la muerte con su cuerpo: yo no viví / a mí me parió la muerte / para nacerme poema, declara nuestra última maga y la más joven, Melany Minnette Rivera. Un especial agradecimiento a la escritora y amiga Myrna Nieves quien nos dio consejo acerca de algunas escritoras de EEUU a quienes incluimos en esta colección.”
Y concluye la Presidenta del PEN Club con un agradecimiento a las ancestras:
“A la rosa de Ángela María Dávila quien en su magno poema ‘Será la rosa’ dejó para siempre entre nosotras el camino de pétalos para la boda nupcial con una misma. A la inmensa mujer puertorriqueña, poeta, que levanta su voz nunca crucificada, en ella celebro la poética más libre de nuestro continente, celebro su libertinaje, y me atrevo a decir, la escritura más transgresora y vital, esa que del cuerpo ha pasado a seducir la muerte y ha nacido patria y verbo, hija en el poema. Dejo para la existencia este ejército de 57 rosas vivas, para que la historia las inscriba en su registro de palabras, para que la poesía las unja con el elixir sagrado de su venida multiorgásmica, para que mañana nazcan nuestras hijas hechas verbo y poema. Por la Isla herida, mi amor y mi pañuelo, Puerto Rico. Hoy 17 de febrero, aniversario de Julia.”
Algo parecido pero con cuantía disímil y afectos más marcados sucede con Blanca Miranda y los orígenes de la antología Vivir del cuento, que se remontan al 2008, cuando estudiaba la Maestría de Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón. Héctor Morales Rosado le sugirió que escribiera una antología entre compañeros de clase. Comenzaron con un grupo de diez, pero terminaron en ella ocho. Estos novísimos utilizaron las nuevas tecnologías para allegarse a sus vicios ficcionales: se comunicaban por correo electrónico, telefónicamente o se reunían en la casa de unos y otros. Poco a poco la antología pasó de ser un libro, a convertirse en todo un proyecto, un colectivo literario en el cual resultó cada uno ser otro miembros de la familia de cada cual. Durante la entrevista, nos cuenta Blanca:
“En una de las reuniones discutíamos cómo debíamos llamar al libro, queríamos un nombre pegajoso que describiera de alguna manera nuestro oficio de escritores, entre risas sugerí “vivir del cuento”, refrán que para mis padres lo mismo significaba vivir sin trabajar, como vivir de la mentira. Como sabemos, el cuento es “una narración corta de índole ficcional”. Si buscamos el antónimo de ficción, encontraremos que es “la verdad, o la realidad” y que por definición la ficción es fantasía, fingimiento, engaño. O sea, que para nada se aleja de la vieja interpretación de la frase, cuando pensamos que se trata de: vivir de la mentira. Pero había que ser no solo mentiroso, para integrarse al grupo, había que ser un buen mentiroso, que a la vez tuviera el talento para hacer ver interesante, comprensible y correcta esa mentira a contarse.”
El arduo trabajo de edición compete tanto al escritor original de su participación en una antología, como al editor y la casa editorial de la misma. Antes esta observación, Miranda reflexiona:
“Luego de seleccionados los 24 cuentos, fueron revisados por Luccia Reverón y por mí. Los enviamos al editor quien lo montó en formato de libro. Luccia, y yo lo revisamos unas cuatro o cinco veces, Sandra Santana también participó de varias de estas revisiones. Luego volvimos a pedirle a los demás compañeros que leyeran sus cuentos y corrigieran todo lo que les molestara, aunque no fueran faltas. Todo para que después de tanto trabajo, el libro saliera con una cantidad de errores que ya habíamos solicitado que se corrigieran.”
A pesar de los obstáculos, el libro se agotó ya que la recepción del mismo por parte de los lectores puertorriqueños fue muy positiva. De igual modo, uno de los tres antólogos de Los otros cuerpos, David Caleb Acevedo, describe provocado por mi impertinencia la saga en la confección de la primera antología de temática gay, lésbica y ‘queer’ desde Puerto Rico y su diáspora: “La antología Los otros cuerpos surge como idea de generación espontánea en medio de un taller que hacíamos Moisés Agosto y yo. La antología, en principio, no se parece mucho a lo que terminó siendo. Sucede que queríamos más participación. Inclusive, recuerdo que aplazamos la fecha de entrega de submissions dos veces para darle oportunidad y tiempo a la gente a participar. Asimismo, hubo autores que por motivos que se podrán inferir, pero que no expresaré directamente, al principio ofrecieron sus trabajos, y luego denegaron su participación. Pero bueno, siempre albergo la esperanza futura de hacer otro mega proyecto antológico, más cabrón y más enciclopédico y juntar estos autores. Mi tarea fue puramente una labor de escogido y edición, pues son y siempre han sido mis fuertes. Yo ya tenía la experiencia de haber fungido como co-editor de la revista Tonguas del Departamento de Inglés de la UPR de Río Piedras. Leí, literalmente, cientos de poemas, cuentos y fragmentos de novela, así como ensayos, aunque de estos últimos se encargó realmente Moisés, puesto que el ensayo no es y nunca ha sido mi fuerte. Moisés se encargó también de hacer lo mismo con los autores de la diáspora que él conocía personalmente, y cuyos trabajos se sometieron en inglés. Ahí comenzó mi segunda tarea: traducir. La traducción siempre me ha seducido. Es cierto que siempre se pierde algo entre lenguas, pero lo que muchos no acaban de entender es que, siempre se gana en la misma medida. Una anécdota muy singular trata sobre cómo llegó Karen Sevilla a la antología. Un fin de semana en el que Karen se estaba quedando conmigo, Moisés y Luis Negrón nos visitaron. Nosotros ya habíamos decidido que le dedicaríamos la antología a Manuel Ramos-Otero, y sucede que Karen tenía un poema espantosamente magnífico sobre Manuel. Karen nos lo leyó. Moisés y Luis arquearon sus cejas y hubo silencio. Moisés lo rompió diciendo “este poema hay que incluirlo en la antología”, y aunque estaba ya bastante adelantada, la detuvimos por unos instantes para configurar el poema como una dedicatoria a Manuel, “the girl with endless possibilities.”
Antes de la antología, David Caleb Acevedo cuenta que no tenía muy claro cuáles eran sus posibilidades como gestor cultural y activista. Asegura que no fue sino hasta tener ese hijo en las manos, la antología, que finalmente entendió cuán poderoso acto político es darle visibilidad a las voces de un margen que había estado en la oscuridad desde que la isla es isla. Añade que de repente “vi esfuerzos de otros, del compañero Ángel Antonio Ruiz-Laboy con su creación del colectivo literario HomoerÓtica y la entrega de los compañeros que crearon el PR Queer Film Fest, así como las compañeras de MATRIA y Movimiento Amplio de Mujeres de PR, y entendí que esto era una explosión de diversidad y visibilidad, cuyas aguas tenían que correr y llevaban tiempo tratando de romper la represa. Entendí finalmente, que la antología Los otros cuerpos fue uno de los botones que detonaron esa explosión. Y me siento sumamente orgulloso de haber sido parte vital de la historia literaria de Puerto Rico y Latinoamérica”.
Entonces las antologías sirven para denunciar, para romper, para deconstruir, por lo que nos cuentan estos antólogos. Constituyen una radiografía casi fenotípica a partir de los razonamientos deductivos convertidos a proyectos de creación literaria. Mayra Santos Febres no es la excepción, y nos cuenta que para darle forma a la recién estrenada antología En el Ojo del Huracán, publicada por Norma durante el pasado Festival de la Palabra de Puerto Rico y Nueva York en 2011, tuvo que hacer, ejercer, convertir, dejar el pellejo y “hasta casi perder el matrimonio” por la cantidad de horas-trabajo que se consumen en un proyecto tan singular: “Lo que hicimos fue repartirnos el trabajo Ángel Darío Carrero y yo. Los dos propusimos nombres y logramos una lista preliminar de narradores a los que invitaríamos. Luego Ángel y yo leímos, elegimos tres cuentos por cada participante. La lectura, corrección y prólogo dependieron mayormente de Ángel Darío. La gestión administrativa, permisos, entrega de manuscritos, gestiones de contratación, etc., recayeron sobre mí. Hicimos un trabajo en conjunto porque ambos reconocemos el fuerte del otro y las debilidades propias. En general, logramos nuestro cometido y creo que hicimos buen equipo. Lo sometimos a la editorial. La editorial puso sus condiciones. Con algunas estuvimos de acuerdo y con otras no. Por ejemplo, Norma quería que todo el texto fuera en español y en idioma estándar. Nosotros nos rehusamos a traducir los textos en inglés y a cambiar las frases idiomáticas de los cuentos. Norma quiso que fuera un cuento por escritor, ya que éramos 27. Aceptamos. Es decir, que en algunas cosas ganamos y en otras perdimos, pero hubo negociación sincera y ganas de que el texto saliera publicado. Estamos muy agradecidos a Ulises Roldán por esta oportunidad.”
Como parte del corpus de la antología, está incluido mi texto ‘Fahrenheit’ de corte lésbico. Supe que Norma se opuso a publicarlo en principio e iban a correr la misma suerte los textos de Luis Negrón y Moisés Agosto, obviamente por el tabú del argumento de las obras. Al final, el pulseo y la amenaza de censura (como toda buena arma de denuncia y de acto de rebeldía civil) nos hizo ganar esa batalla.
Y hablando de temas lésbicos y de tabúes, la construcción de la antología de lesboerótica Cachaperismos 2010, que dirigí hace dos años, experimentó similares escollos en términos del “atreverse”: algunas escritoras no quisieron figurar en el mismo, otras enviaron su participación y luego la retiraron, varias pidieron no involucrarse en la promoción de la antología luego de publicada la misma, incluso enviaron por escrito su renuencia a que sus nombres fueran dados a la luz en prensa cuando tanto El Vocero como El nuevo día solicitaron entrevistas, demostrando que aún quedan prejuicios de parte de los mismos artistas y de la misma comunidad LGTBQ. El caso más excepcional y arquetípico fue el de la autora que luego de que se había empezado a vender ya la antología, envío un correo electrónico solicitando la remoción de su nombre y que este fuera sustituido por un seudónimo. Así ha de constar para la historia: los primeros ejemplares con su nombre, el resto de ejemplares con seudónimo. Esto trajo problemas de diagramación, inconvenientes de artes gráficas y hasta aumento de costos. A pesar de ello, Cachaperismos 2010 fue muy bien recibida por los lectores, fue invitada a participar en el Congreso de Escrituras Sáficas de México en 2010 y recibió un Premio PEN Club en el 2011.
La más “adolescente” de estas colecciones lo es Fantasía Circense, que fue presentada en noviembre pasado. Fue gestada por Lynette Mabel Pérez y también por Blanca Miranda. El proceso de cimentación fue bastante diferente, pero igual de intenso. Miranda nos cuenta: “Comenzamos esta colección, a principios del año 2011, luego de que Lynette Mabel Pérez tomara un taller confesional con Mairym Cruz Bernal. De ese taller surgió el tema. Lynette tenía varios textos preparados, inspirados en el circo y me pidió que escribiera uno. Hace ya algún tiempo que me revoloteaba en la cabeza el asunto de los animales obligados a realizar actos no naturales para ellos. Había visto películas, leído artículos y noticias acerca de las crueles condiciones en las cuales sobrevivían estos nobles seres, a manos, palos y macanas de electroshock, manejadas por humanos. Me di a la tarea de entrar a la psiquis de uno de ellos y descubrí, que en efecto, son nobles, porque dentro de su grandeza aceptan los extraños juegos, de estos, más extraños aún, seres “humanos”. Seres que son capaces de llevar a la sumisión, humillación y muerte, de otros seres, con tal de exhibir una superioridad que al fin y al cabo solo era de cartón. Mientras escribía “Y los sueños, sueños son” se fueron mostrando ante mis ojos “espirituales” una serie de personajes enmascarados de colores y lentejuelas, que realmente cargaban una energía muy pesada en su paso por la vida, como la serpiente del mercadeo creando necesidades en el consumidor o la visión del poderoso que parece invisible, pero todo lo maneja desde lejos. Lynette continuó invitando escritores para la colección, yo invité a otros, a que se unieran al equipo de cirqueros. Sin que nos pusiéramos de acuerdo, escritores puertorriqueños, latinoamericanos y españoles, mostraron una visión similar al compartir sus textos: nuestra raza no es feliz y quiere fingir otra cosa. Lo aprendí por medio de las piezas de mis compañeros y por los tropiezos en el camino a la publicación del libro. Originalmente, Lynette y yo consideramos llevar el libro al internet. Un escritor le sugirió que publicáramos con determinada editorial, creo que fuimos un poco cándidas en nuestras expectativas. Creímos en una solidez, visión y propósito que en nada se ajustaba a la realidad. Perdimos unos amigos que pudieron acompañarnos en la pista, ganamos el doble de esos perdidos, para reunir veintiséis artistas, incluyendo a la pintora creadora de la obra de la portada. De repente me encontré con un testimonio vivo de veintiséis talentosos seres, que compartían su visión acerca de este mentiroso, pero subyugante circo en que vivimos, balanceado con la fuerza que te concede ese maravilloso coctel que llamamos universo). Escritores no publicados, ansiosos de ver sus letras impresas por vez primera (conozco ese cosquilleante sentimiento), escritores conocidos, publicados y respetados, una pintora hermanada por el internet y par de hadas madrinas y padrinos y al final se aprende la lección de vida: a pesar de que en el camino se puede perder a un ser amado (un padre, por ejemplo), independientemente de encontrarnos mucha porquería apestando nuestro paso, hay también demasiada energía positiva dispuesta a compartirse, porque sí, sin ganancias materiales, pero con recompensas abstractas que resultan ser algo así como el tesoro al final del arcoíris. Este libro se presentó el mismo año en que se concibió, 2011, año de pérdidas insólitas y ganancias insospechadas.”
Así pues, la configuración de antologías responde a necesidades heterogéneas e híbridas, pasa por reformulaciones parecidas pero de distinta eyección social, regional y colectiva, hasta culminar por satisfacer gustos opuestos, o diversos o convergentes. En el proceso se gana y se pierde, se entra y se sale, se ríe y se llora. Pero parece que siempre… se goza.