The Dig: Desentierro
Edith es rica y viuda –su marido pereció en la Primera Guerra–; tiene inclinaciones artísticas y le interesa la historia. Brown tuvo que dejar la escuela cuando tenía 12 años, pero ha ido aprendiendo de los libros y de atender a los procesos de los arqueólogos con los que ha trabajado. Que vaya a trabajar con Edith causa una controversia con sus antiguos jefes que no creen que sea posible encontrar algo importante y piensan que un trabajo que hacía en una villa romana recién descubierta es mucho más importante. Sin embargo, Brown sugiere que los túmulos pertenecen, no a la época de los vikingos (que son comunes en el área), sino a la época anglosajona del siglo V, lo que sería un gran descubrimiento.
Entretanto, Robert Pretty (Archie Barnes), el hijo de diez años de Edith desarrolla una amistad con Brown basada, no solo en el hecho que el adulto es un astrónomo aficionado y tiene un telescopio, sino porque el niño es un fanático de la ciencia ficción y sueña en cómo ha de ser el mundo en el siglo XXV. Ella también admira en Brown su dedicación, sus conocimientos y su determinación. Se desarrolla una relación platónica en la que ella se viste para la cena como si fuera a venir una de las princesas, y él no lee las cartas que le envía su esposa.
La excavación revela al fin algo importante: remaches de hierro, lo que sugiere que hay una embarcación enterrada. La importancia de tal cosa es que solo gente bien importante de la época, incluyendo reyes, recibían ese tipo de sepultura. Por eso, acuden los arqueólogos de Cambridge encabezados por Charles Phillips (Ken Stott) quien trae consigo un equipo en el que figuran Peggy Piggott (Lily James), y su marido Stuart Piggott (Ben Chaplin). Todos estos existieron y participaron del proyecto de desenterrar los tesoros que tenía la cámara principal del barco que por fin descubrieron.
Como suele suceder con las cosas importantes cuando en ellas están involucradas personas de distintos niveles sociales y profesionales, se suscitan pugnas sobre como proceder con los créditos del descubrimiento. Edith, sin embargo, tiene mucho que decir al respecto y hay que ver el filme para descubrir los detalles. La situación nos presenta nuevamente las desigualdades de clase que se veían en una Inglaterra que se precipitaba a la Segunda Guerra Mundial y a las catástrofes políticas y financieras que terminarán para siempre con el imperio. El magnífico guion de Moira Buffini entrelaza las vicisitudes del gobierno inglés al incluir el mensaje radial de Neville Chamberlain en una escena en la que el primer ministro advierte del mensaje que ha enviado a Berlin que, al no ser respondido, ha declarado automáticamente la guerra a Alemania. Desde temprano en el filme hemos visto escuadrones de aeroplanos que vuelan sobre la finca de Edith donde están los túmulos, y presenciamos un accidente aéreo que presagia lo que ha de ocurrir con muchos jóvenes. Nuevamente, es un triunfo del guion que nos indica que, a pesar de la seriedad de lo que se avecina, la cultura continúa operando sin interrupción (un gran mensaje, sin duda).
Además del interés sobre el hecho verídico de la excavación, el filme es un festín de actuaciones. Carey Mulligan, casi etérea, es la dama que percibe que algo especial hay en su propiedad y que financia la excavación sin deseos de devengar ni fama ni fortuna. Según el filme avanza y su enfermedad se manifiesta, ella va mostrando sus estragos sin que revele evidencia de tenerse pena. Lo único que la conmueve es que el porvenir de su hijo ha de quedar en suspenso. No su condición material, sino el que el amor que ella le ha dado no existirá.
Lo he dicho muchas veces antes: los actores ingleses son especiales y los mejores del mundo. En este filme los personajes de reparto son del mismo quilate que el oro que se descubre. El mayordomo John, interpretado por Danny Webb parece haber salido de las paredes de la mansión de Edith para unirse al elenco. Y Monica Dolan, quien es la esposa de Brown, es un estudio en la humildad campesina de la época.
Entonces tenemos a Ralph Fiennes como Brown. También humilde como su esposa y cauteloso de cómo responder al arqueólogo a cargo del proyecto, su actuación está llena de matices y detalles, incluyendo como se mueve y, en una escena, ¡como corre! Es un campesino que tiene más educación que la que nadie espera de alguien de su clase, pero él sabe como ajustarse a esa condición. Es una actuación que merece ser premiada por su sutileza, su fuerza y sus percepciones. Él, junto a Mulligan, desentierran el pasado de forma sublime, sin contaminarlo con sentimentalidad: ¡magníficos!