The King’s Man
La “precuela” a los dos previos episodios de esta serie es, para mí, la mejor de las tres. No solo es una excitante película de acción, sino que tiene la esencia de la historia del periodo entre la segunda guerra Boer de 1902 en Sur África, hasta la entrada de los Estados Unidos a la Gran Guerra (la primera guerra mundial) en 1917. La tela que ha de cubrir esos años es extensa. Por supuesto, ese edredón está relleno de datos ficticios, pero que tienen sentido en la trama que ha tejido el guion de Matthew Vaughn y Karl Gajdusek. ¿Cómo ir de los Boer al fin de la Gran Guerra?
Orlando, el duque de Oxford (Ralph Fiennes) está visitando, a nombre de la Cruz Roja, los campos de concentración en Sur África con su esposa y su hijo Conrad (de niño, Alexander Shaw y de adulto, Harris Dickinson). Un francotirador Boer mata a la duquesa y esto convence a Orlando a usar su gran fortuna para desarrollar un servicio secreto que evite las guerras. Pasan 12 años; Conrad está terminando su adolescencia y ha mostrado intenciones de unirse al ejército británico. Orlando recurre a su amigo, Lord Kitchener (Charles Dance), el muy real secretario de Estado para la Guerra del imperio, que le asegure que no ha de aceptar al joven o que lo mantendrá alejado de cualquier conflicto bélico.

Harris Dickinson, a la izquierda, y Ralph Fiennes en The King’s Man.
Ya el sistema secreto está en pie y dos personas, Polly (Gemma Arterton), quien fuera la niñera de Conrad, y Shola (Djimon Hounsou), un guerrero que ha defendido al duque y su familia desde el viaje a África son los tenientes del duque. Mas, existe un enemigo desconocido llamado el Pastor (the Shepherd) que está incitando a los alemanes y los rusos a pelear contra el imperio británico. Desde un escondite en una montaña, el grupo del Pastor tiene su propia red que incluye a Gavrilo Princip (Joel Basman) quien ha de asesinar al archiduque Francisco Ferdinand en Sarjevo (lo que inició la Guerra); al místico ruso Rasputín (Rhys Ifans), falso asesor del zar de Russia; Erik Jan Hanussen (Daniel Brühl) asesor que incita al Káiser alemán a declarar la guerra; y Mata Hari (Valerie Pachner), la espía que ha de seducir a Woodrow Wilson (Ian Kelly) a lo Monica Lewinsky. Todo esto es parcialmente falso: no creo que la verdadera Mata Hari jamás pusiera ni pie ni boca en los Estados Unidos, ni que fuese Hanussen quien enviara el telegrama Zimmerman, pero, tal vez, eso induzca a algunos a buscar información sobre la espía y el telegrama, etc. No falta el histórico asesinato de los Romanov, ordenado por Lenin (August Diehl) y, en una escena mientras ruedan los títulos, Hanussen le presenta Hitler a Lenin, un paquete interesante que tal vez descubramos en el próximo capítulo, de haber uno, qué significa.
El ritmo de la cinta es estupendo, y su humor magnífico y negro, como la proverbial boca del lobo. Las escenas de acción son inmejorables. Si creen que las de Kingsman 2 (2017) fueron geniales [en particular en las que estuvo involucrado el agente Whiskey (Pedro Pascal], vean estas y me cuentan. La secuela en la que Orlando y Shola combaten a Rasputín y este convierte la lucha en un balé cosaco digno del Bolshoi, no es solo espectacular, sino de una comicidad especial. Me parece evidente que algunas tomas pueden haber sido de especialistas (“stuntmen”), y que mucho se debe a los editores, Jason Ballantine y Rob Hall, pero se sabe que hubo entrenamiento especial para Ifans y Hounsou. ¡Impresionante!
El humor está presente en casi todas las escenas que lo permiten y que no nos altera la sensación de que estamos viendo una emulsión de historia y ficción que casi nos susurra al oído que vayamos a leer a Barbara Tuchman. Aquellos que tal vez sepan del verdadero asesinato del chamán y canalla Rasputín: fue envenenado, le pagaron tres tiros y lo echaron en el río congelado, pero se dice que murió ahogado. Cuando vean su suerte en la película, me cuentan qué nueva versión de su muerte aceptaremos en esta época de “realidades alternas”.
La actuación del gran Ralph Fiennes es uno de los factores que sostiene la calidad de la película a un alto nivel. Todos se lucen mostrando sus acentos ingleses, alemanes, o rusos, en un elenco internacional de 24 quilates. Tom Hollander hace los papeles del rey Jorge, el Káiser Wilhelm y el zar Nicholas: después de todo eran primos. El director Matthew Vaughn ha mostrado ser un gran director de películas de acción y de tener un talento especial para combinar la lucha con la risa y con ella contribuye a un filme delicioso.