The World on Fire: Cosas del corazón
El año pasado se cumplieron 80 años desde el comienzo de la segunda guerra mundial, y el mayo que recién terminó, marca el mismo número de años desde la evacuación de Dunquerque de tropas inglesas y francesas. El rescate de más de 300,000 hombres de las garras de los nazis es el más grande en la historia y se podría ver como un ensayo en reverso de la invasión de Normandía cuatro años más tarde. La serie de PBS, que debutó en las postrimerías de 2019, tiene en su centro ese rescate que, según muchos historiadores, aseguró que Inglaterra pudiera ponerse de pie para batallar la maquinaria bélica nazi.
Les advierto que la serie (7 capítulos, hasta ahora, con promesa de una segunda serie) está poblada de personajes. Tantos que, si se van a hacerse un emparedado, detengan el programa o no sabrán qué pasa. Pero vamos por partes. Es 1939, Harry Chase (Jonah Hauer-King) es un joven traductor que trabaja en la embajada inglesa en Varsovia. El joven está enamorado de Lois Bennett (Julia Brown) una chica de “la clase trabajadora” que vive en Manchester con su padre Douglas Bennett (Sean Bean), que es un cobrador en los autobuses de la ciudad, y su hermano Tom (Ewan Mitchell), un ladronzuelo. El padre estuvo en la batalla del Somme en la primera guerra y sufre de lo que se llamaba “neurosis de guerra” y hoy día “disturbio post traumático”. Eso lo ha convertido en objetor de conciencia y le ha ganado enemigos por ser “traidor” de la causa.
Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente. Encima de eso, si los ojos están muy alejados y están viendo otra mujer, el corazón puede que sienta algo nuevo. Los ojos y el corazón de Harry se han fijado en Kasia Tomaszeski (Zofia Wichłacz), camarera en un restaurante en Varsovia. Además, está hospedado en casa de su familia. No pasa mucho tiempo antes de que se hagan amantes. El muchacho parece que repudia su clase social, pero su madre, Robina Chase (Lesley Manville), que destila alcurnia por cada poro, no dejará de recordarle quién es. Stefan Tomaszeski (Tomasz Kot), el padre de la chica polaca también estuvo en la primera guerra y vuelve al ejército con su hijo mayor Grzegorz (Mateusz Więcławek).
Mientras tanto, la periodista americana Nancy Campbell (Helen Hunt), está husmeando lo que hacen los nazis en la frontera entre Alemania y Polonia y se topa con un pelotón alemán haciendo de los suyas: asesinando hombres polacos. Va camino a Berlín, con la convicción que desde allí podrá trasmitir la “verdad” de lo que está sucediendo. No tarda mucho para que el censor se meta con ella de varias formas. Además, Nancy tiene un vecino con una hija que sufre de epilepsia en un país en que a los defectuosos se les eliminaba; y, aunque lejos, un sobrino médico gay en Paris, que ha de peligrar.
Como se imaginan, las subtramas se van complicando y enmarañando y nos dejan, a pesar de las muchas obviedades que las infestan, esperando ver el próximo capítulo para ver sus resoluciones. El guionista Peter Bowker nos lleva por sus laberintos sin darnos mucho respiro y sin que, en algunos momentos críticos, nos deje en suspenso sin ofrecer resolución inmediata. Una de las mejores escenas encierra un secreto y un homenaje paródico e irónico a Casablanca. Pero, sorprendentemente, es más abarcadora en su significado más amplio para la trama de la historia… y no llueve.
La marcha de retirada de las tropas hacia Dunquerque es uno de los momentos más tensos de la serie. Los que recuerden la recién Dunkirk (Gabriela: busca el hyperlink, si puedes) reseñada en estas páginas el 4 de agosto de 2017) notarán la gran diferencia en la puesta en escena (monumental en aquella), pero la situación no disminuye el impacto de la situación. Brillante también es la aventura de Tom, el hermano de la novia de Harry en Manchester. Como marino en un barco inglés a la caza (verídica como Dunquerque) que tuvo lugar en Mar del Plata, cerca de Montevideo, del Graf Spee, un acorazado alemán que había causado daño o aniquilado muchos navíos ingleses. El muchacho participa en la batalla que terminó la carrera de la embarcación. La escena del fuego en el barco de Tom es terrorífica y fenomenal. Uno de esos efectos especiales que, aún en la sala de la casa, te hacen pensar que la estas experimentando.
Nada, sin embargo, compara con la mejor razón para ver la serie, aunque haya que esperar intervalos bastante largos para verla: ¡Lesley Manville! (La recordarán por su papel en Phantom Thread, 2017.) La madre de Harry no solo es engreída y altanera, sino que es la ironía y el esnobismo posvictoriano hecho persona. Es la madre que en la Inglaterra imperial tenía mucamas para cuidar y criar los hijos cuando eran de menos de 10 años y luego, sin titubear, los mandaban internos a alguna escuela “pública”, que, contrario a lo que pensaríamos, quería decir que admitían niños de cualquier parte del país, siempre y cuando fueran ricos y de alcurnia; las clases dominantes eran las que enviaban sus hijos a ellas. Robina (nombre perfecto), es heredera de una clase que habría de disminuir marcadamente después de la segunda guerra. Cuando en un instante Harry le dice “You have no heart”, Robina responde, “Never had much use for one.” Pero los tiempos pasan y el corazón es demasiado sabio para no cambiar.