La Casa Paoli y su trascendencia cultural
«Me fui adiestrando desde pequeño”, asegura el fundador de Casa Paoli, Néstor Murray Irizarry. Desde entonces, fue aprendiendo sobre “la buena comida, los tejidos, el macramé”, entre otras peculiaridades. La pregunta era: ¿cómo podía compartir ese conocimiento con compañeros que no tenían experiencias tan ricas?
Organizaba exposiciones y certámenes de poesía alrededor de las bibliotecas en su escuela superior. A los 25 años, Murray renunció a la posiblidad de hacer dinero y se dedicó de lleno a esta causa. En el 1976, el Centro de Investigaciones Folklóricas de Puerto Rico fue fundado y se registró cuatro años más tarde.
A los diez años, los involucrados en el proyecto se dieron a la tarea de conseguir una cede permanente. Entre el ’86 y el ’87, compraron la casa actual con ayuda de instituciones públicas y privadas, el apoyo medido de la Legislatura y algunas ayudas del municipio y cooperativas. En un lapso de cinco años, la deuda quedó salda.
“Fuimos restaurando la casa poco a poco; se rescató todo lo que se pudo de materiales antiguos”, explica Néstor Murray. La inauguración fue el 12 de septiembre de 1990 en el Teatro La Perla, actividad a la que asistieron unas 3,500 personas de distintas partes de la Isla. Fue un miércoles por la noche y La Orquesta Sinfónica de Puerto Rico estuvo a cargo de la música.
Los motivos para celebrar en grande sobraban. “Nunca supe que era la casa de Antonio Paoli. Cuando fui al registro demográfico, me di cuenta que yo había descubierto la casa donde había nacido el tenor más importante para Puerto Rico en toda su historia”. En honor a él, la cede se nombró Casa Paoli. El pasado hogar del artista fue dividiéndose en varias áreas, considerando los objetivos de la corporación, proceso de formación al que se unió el Reverendo y profesor de historia José A. Rosario. Además, comenzaron a definir su misión, visión y meta.
“Queríamos un lugar permanente, para poder reunirse a investigar, hacer actividades, organizar eventos itinerantes para la comunidad, albergar material e inventar”. Murray Irrizarry siente que no han hecho maravillas y que les falta mucho por hacer, pero la labor que han hecho para el país es una muy importante.
Han establecido alianzas con Sea Grant, el Ministerio Cultural de España y la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. En el 2009, se presentó el documental “La ruta de los murales”, en el Anfiteatro de la Escuela de Artes Plásticas. Durante siete años transmitieron el programa de radio “Miradero: La gente, sus ideas y sus experiencias” (WPAB 550 AM). Néstor Irrizarry publicó dos columnas en el periódico local regional La Perla del Sur, que pretende impactar los pueblos de Ponce a Mayagüez. Recientemente, estrenaron el espacio digital “Miradero, Revista de Folclor Puertorriqueño”.
Junto al aspecto cultural en el que tanto han enfatizado sus obras, también se encuentra la medicina folklórica y tradicional, por lo que la Dra. Julia Cristina Ortiz Lugo se ha encargado de vincular este campo a la narrativa popular. Incluso se dieron a la tarea de brindar charlas gratuitas por el catedrático Esteban Núñez Meléndez, quien fundó el Jardín de Plantas Medicinales en San Juan.
Además, “tenemos sobre 50 carteles sobre distintos temas. Cada proyecto tiene su propio cartel para apoyar a los artistas y a la gente en cuanto al aspecto gráfico que es tan importante.” Esto lo hacen con la intención de promover la función que también cumplen los murales, al llevar un mensaje en pocas palabras.
“Siempre hay que ayudar a alfabetizar, a que la gente se reeduque, a que tengan estima alto y estimular a los jóvenes y miembros de la sociedad a tener una salud mental protegida. Es un juego de ajedrez entre lo emocional, lo espiritual y lo físico”.
Bajo el gobierno de Rafael Cordero Santiago, mejor conocido como “Churumba”, el Centro recibió un donativo que les permitió llevar a cabo el Movimiento de Arte Infantil por Zonas (MAIZ). Desde entonces, se han dedicado a llevar grupos de artistas y artesanos por distintos barrios de Ponce y dar talleres de arte, teniendo como base: la salud mental, una sana alimentación, buenos hábitos de convivencia y la importancia de que la solidaridad y la esperanza estén de la mano.
“La autoestima es más importante que enseñar a alguien a usar un pincel. Queremos que los seres humanos pasen por un proceso de socialización en el que puedan usar, tanto objetos artificiales como naturales, para enriquecimiento y beneficio propio, sin afectar la comunidad.” El rango de edad de las niñas y los niños está entre los 6-18 años.
El donativo federal más alto que recibieron del municipio autónomo de Ponce fue de $20,000 y eventualmente fue disminuyendo, cantidad que se divide para pagar a los artistas y comprar los materiales. “Siempre la parte administrativa es bien limitada porque se usan los fondos para la gente”.
Aparte de esa entrada, han recibido ayudas “de cuanta institución te puedas imaginar”. La legislatura da $50,000 al año, lo que es una cantidad limitada, pero ayuda a mantener la casa abierta y la Administración de Ponce $200,000 para restaurarla con fondos federales.
¿Quiénes están detrás del proyecto? Hay una junta de 9 directores de comunidad, representados por el oeste, Arecibo, Ponce y una de puertorriqueños que viven en los Estados Unidos. El director ejecutivo y presidente fundador es Néstor Murray Irrizarry y la administradora es María del Carmen Vázquez Luciano, profesora retirada del Departamento de Educación. También cuentan con Cándida R. Torres, contable interna y un grupo de contables externos que auditan.
La casa se ha organizado en varias salas con motivos individuales. La antesala tiene instrumentos de cuerdas tradicionales de Puerto Rico vinculados a la orquesta jíbara: higuela, tiples, cuatros y bordonúas. Incluso, quieren revivir, de modo bastante destacado, la marímbula (o marímbola), que es un instrumento de origen afro-caribeño presente en Jamaica y otros lugares del Caribe.
Otro cuarto corresponde a una pequeña sala dedicada a exposiciones itinerantes que se encuentra ocupada por dibujos de Andrés Rodríguez Santos, artista de Yauco que trabaja en pastel y carbón. Otro de los espacios está dedicado a Antonio Paoli y su familia, por lo que contiene reliquias y objetos de sus vidas.
El centro de recursos cuenta con archivos, computadoras, libros sociales e internacionales de visitas a Brasil, Argentina, Francia y EEUU. Asimismo contiene material vinculado a investigaciones de muralismo y folklor, fotocopias de periódicos digitalizados y clasificados por temas y “cassettes” y discos compactos de entrevistas sobre diversos temas. Cabe señalar que parte del contenido en la sala es parte de las entregas que ha hecho la Sociedad Independiente de Investigaciones Musicológicas.
“Le huimos un poco a los reconocimientos. Todas las cosas son importantes, pero el país tiene unas prioridades. Pienso que soy un ciudadano común que cumple con sus deberes. Dios me ha dado la fortuna de poder trabajar las cosas que me encantan. Si nos lo dan, lo aceptamos con mucha humildad, pero no estoy detrás de periodistas, estoy detrás de hacer cosas. Nunca persiguiendo nada, eso sí… persiguiendo sentirme satisfecho”.
La Asociación Internacional de Críticos de Arte, capítulo de Puerto Rico, reconoció el libro: Rafael Ríos Rey y el muralismo en Puerto Rico, como el mejor libro de arte del 2005.
La importancia de Antonio Paoli
Antonio Paoli nació el 14 de abril de 1871 en Ponce, hijo de don Domingo (Domenico) Paoli Marcantetti y Ramonillo y doña Amalia Marcano Intriago. Vivió dos guerras y tras la muerte de su madre, su hermana Amalia Paoli optó por mudarse a Madrid con tal de asegurarle un futuro prometedor. Tuvo una carrera militar y se educó para dominar varios idiomas a la perfección. Sin duda, el sacrificio de la mezzosoprano tuvo su fruto, pues son numerables los reconocimientos que obtuvo el ponceño en su trayectoria.
Obtuvo becas que le permitieron recibir lecciones de canto en Italia y su debut en el teatro inició con una representación de Guillermo en la ópera “Guillermo Tell” de Gioachino Rossini. En el 1908, las críticas lo declararon como “el mejor tenor del mundo”, luego de participar en el teatro Politeama de Bolonia, lugar en el que cantó con su hermana.
“Figura que cantó al Vaticano, inauguró teatros y era amado por la corte española; cantó óperas que nadie ha vuelto a cantar porque las escribieron para su voz”, explica Murray, quien ha estudiado detenidamente a Paoli.
Comenta, además, que fue el primero en grabar una ópera completa, pieza que fue nombrada “Los Payasos”. Paoli fue el único tenor en cantar más de 500 veces la ópera de Otello y fue escogido por el compositor italiano, Ruggero Leoncavallo, para la realización de un disco LP completo.
En la década del 1920, Amalia y Antonio visitaron Puerto Rico para inaugurar el Conservatorio de Música de Puerto Rico o Academia de Música Paoli. El cantante murió en 1946 de cáncer y según las palabras de Murray Irizarry: “falleció el Tenor de los Reyes y el Rey de los Tenores”.