«Trato a mi audiencia como gente inteligente»: Entrevista a Benjamín Torres Gotay
Y es que Benjamín Torres Gotay, el veterano periodista de opinión con veintiseis años de experiencia, refleja a través de su escritura todas las vivencias que alguna vez tuvo en el barrio: el señor que en las tardes caminaba medio descalzo; el vecino que cantaba con una caneca de ron en mano; el adolescente que lloraba desconsolado porque en lugar de cortar caña, deseaba ser abogado.
“Yo me crie en una realidad que no todo el mundo conoce; esa que quienes conocen, algunos prefieren negar. En la tarde cuando mi madre preparaba la cena siempre llegaba a la casa un señor que nosotros sabíamos no tenía nada que comer”, relató el hijo de una familia santaisabelina compuesta por cinco hermanos.
Cuando el hoy director de Proyectos Especiales en GFR Media tuvo la oportunidad de leer Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato, internalizó que la nobleza del mundo tal y como la había experimentado durante su adolescencia se había tornado en una realidad cruel, cruda y desalmado con los barrios.
“Salí de una realidad en la que mi mamá me cuidaba mucho del entorno, por lo que leer esa novela, que en momentos tuve que detenerme por lo fuerte que era, me quitó el velo para mostrarme el mundo como realmente era”, expresó Torres Gotay, nacido en 1968.
A través de su novela Tatuajes en cuerpo de niña (2013) intentó desenmascarar los problemas de identidad, sexualidad y desarrollo que tiene la sociedad puertorriqueña detrás de la “máscara de jolgorio” que suele llevar puesta. “A los puertorriqueños nos cuesta observarnos a los ojos; nos cuesta vernos al espejo y mirarnos tal cómo somos. Porque los traumas más profundos que tenemos como pueblo, nos cuesta aceptarlos”, observó.
Apenas se graduó de la Escuela de Comunicación de la Universidad del Sagrado Corazón, supo que el hedor a la sangre, la pólvora y a los casquillos de bala recién disparados, le llamaban la atención lo suficiente para querer desempeñarse como cronista policiaco. “El informe policiaco, que es algo frío, lo transformaba en una buena historia que al final del día era publicada”, recordó. “Era la oportunidad [que tenía] de volar literariamente; de poder narrar con una soltura y unos vuelcos, que una noticia [escrita en forma] de pirámide invertida, no te provee”.
Y es que este periodista de análisis agudo, que transforma noticias, reportajes, entrevistas, crónicas y columnas de manera llamativa, con alusiones metafóricas o palabras tal vez rebuscadas, acerca la información inmediata al terreno literario.
“Trato a mi audiencia como si fuese gente inteligente, no erudita… No me pongo con vuelcos retóricos excesivos o palabras de domingo; trato de ser directo. A veces pongo alguna palabrita rebuscada, pero no altera que me entiendan; y a lo mejor ayuda a que alguien la busque en el diccionario y aprenda una palabra nueva”, expresó mientras movía sus manos, trazando ideas al aire.
Las cosas por su nombre
‘Las cosas por su nombre’, columna que semanalmente publica en El Nuevo Día desde 2010, refleja la complejidad social presentada a través muchas veces de la ironía y el cinismo. “Permite explicar algo que en alguna noticia regular no se tiene la oportunidad de explicar”.
“A veces leo columnas en las que uno siente que la persona está bien en lo que está diciendo; pero no tienen la fuerza, no tienen ese fuego que es necesario para que las personas se identifiquen, indignen y las discutan”, explicó.
Sus columnas en varias ocasiones le obsequian trasnochadas hasta las 6 de la mañana.
“Yo tengo muchos problemas con escribir a mano, por lo feo y porque soy izquierdo; porque cada vez que tengo que escribir a mano en un sitio, peleo”, bromeó. “Durante las coberturas tomaba notas, y cuando tenía que revisarlas, no entendía ni recordaba nada de lo que había escrito. Hasta llegué a inventarme un tipo de caligrafía”.
El futuro del periodismo
La llegada del internet comercial durante la década del 90 edificó “en cierta manera” la carrera de Torres Gotay y su incursión en las agencias de noticias Prensa Asociada y EFE. Posteriormente, “la llegada de las redes sociales fue parte de mi evolución como periodista, tenía que adaptarme… [Porque] cuando comencé aquí [en El Nuevo Día], se tenía una página web que se actualizaba con contenido nuevo todo el tiempo”, contextualizó.
Esto desembocó en una retroalimentación constante que para él es importante. “Siempre miro los comentarios en mis columnas, a pesar de que a veces da dolor ver si llegó o no el mensaje que quería llevar”.
Su cuenta en Twitter tiene 55,400 seguidores, lo que ha permitido establecer una oportunidad única de interactuar en tiempo real con los lectores. “La regla principal es que nunca vas a tuitear algo que no colocarías en una columna de opinión”, abundó en términos de la responsabilidad que conlleva manejar una red social a modo profesional.
«El futuro del periodismo es la información, habrá tantas maneras de conseguirla que algunos medios de comunicación sobrevivirán en la medida que obtengan contenido escrito que los diferencie de cualquier otro», concluyó uno de los periodistas de trayectoria más solida en el país.
Esta entrevista salió publicada originalmente en el portal Tinta Digital de estudiantes de periodismo.