Un atlas ficticio: solución a la realidad política
En una serie de obras realizadas en medios digitales, Rodríguez Bagué recurre a la interpretación personal de ciertos postulados de la geografía para proponer soluciones al problema del coloniaje actual que sufren algunas islas como Puerto Rico, su país de origen. La propuesta gira principalmente en torno al repensar, si no redefinir, los términos continente, isla y archipiélago, en una búsqueda por replantearse las relaciones de poder entre las metrópolis y sus territorios de ultramar. Su metodología busca sustentarse de la estética, por lo que el artista decidió incluir explicaciones y hasta citas de expertos en las diferentes disciplinas que mezcla en sus obras. Así que, para comprender lo que el artista intenta expresar, la muestra depende en gran medida de la palabra escrita. Para esto emplea una nomenclatura sui generis que incluye términos como: descontinentalizar, archipelágico, geografías abyectas, insularidad crítica, entre otros conceptos que, francamente, a veces resultan confusos.
Todas las obras fueron realizadas usando medios digitales. Tanto a nivel técnico como conceptual la presentación establece un diálogo sobre problemas actuales con un pasado no muy lejano. Por una parte, la exhibición cuenta con una serie de cuatro fotomontajes digitales impresos en papel; piezas de pared que superponen elementos reconocibles de Puerto Rico –de algún modo controversiales– sobre mapas geográficos o espacios físicos de la Isla. Es así como iguanas, molinos de viento y el observatorio de Arecibo, entre otros elementos, se vuelcan en composiciones cuasi-paisajistas, con un horror vacui que desafía los significantes iconográficos. Del modo en que el artista ha decidido yuxtaponer imágenes sin relación aparente, parece un intento de alterar la percepción espacial que se tiene de Puerto Rico. Por otro lado, la muestra emplea una serie de aparatos electrónicos para viabilizar una serie de piezas de video-arte, que incluyen fragmentos de videos antiguos e imágenes en movimiento generadas en computadora.
Las tres obras que utilizan como soporte algún medio electrónico de reproducción visual, están presentadas en el suelo de una forma casual sin preocuparse por ocultar la naturaleza de los aparatos utilizados. Tanto los medios como la presentación remiten al arte Fluxus de los años 60 y 70, en particular a artistas como Juan Downey y Nam June Paik, por mencionar algunos. El video Descontinentalización muestra un planeta con porciones de tierra y agua en constante cambio. La geomitología de la tercera isla consiste en una secuencia de pietajes acerca de fenómenos geológicos –como erupciones volcánicas y formaciones rocosas–, además de otras secuencias, como la de una persona danzando junto al vaivén de una playa. En esta última, un escrito –en partes secuencial y en otras no– va apareciendo entre una y otra escena haciendo las veces de texto de pared aunque a modo de video-ensayo.
La obra mejor lograda de esta producción es la instalación exhibida en la sala más pequeña de la galería y que es un conjunto de las obras Islxs y The Last Island on Earth. En la primera Rodríguez Bagué crea una isla sirviéndose de tres televisores viejos montados uno encima del otro, bajo los cuales alumbran bombillas anaranjadas, como si se tratara de una isla flotando en magma. Los televisores muestran visuales de fenómenos acuáticos –como remolinos y arrecifes– junto a erupciones volcánicas: aquellas fuerzas que median en el surgimiento de las islas oceánicas. De modo que las imágenes de alguna manera crean esta isla de televisores que se encuentra a cierta distancia de la segunda obra. Esta última, en un monitor plano a la derecha de Islxs, consiste de una serie de lo que parecen fragmentos de programas de televisión antiguos, quizás de los años 80, que muestran personas recreándose de diversas maneras con paisajes costeros. Aunque estas son dos obras separadas, juntas constituyen una instalación, pues se comunican mediante una relación política. Las personas que aparecen en The Last Island on Earth no son isleños, parecen ser visuales de la televisión estadounidense, mientras que la obra Islxs muestra una isla creada a partir del violentos procesos naturales y turistas disfrutando de un paraíso en estado caótico.
Esta especie de atlas alterno que nos presenta Rodríguez Bagué podría prescindir del discurso escrito que utiliza como andamiaje tanto en el texto de pared/obra de arte, como en la hoja informativa de la muestra. Su relación con la geografía se evidencia a través de la cartografía; las implicaciones políticas (aunque menos específicas de lo que el artista pretende) también se desprenden de las obras. Igualmente, la estética que persigue se da naturalmente al experimentar las piezas. El carácter poético de la muestra se desdobla al explicarla en un lenguaje externo a la plástica; es un voto de desconfianza en la capacidad expresiva de la obra. El discurso que establecen las piezas se desborda con el texto; en Descontinentalizar el archipiélago –desde su título– sencillamente las palabras sobran.